domingo, 29 de octubre de 2023

MILEI O MASSA, NO EXISTEN LOS NEUTRALES



Toda República es fuerte si sus ciudadanos votan con libertad de conciencia.

Si coincidimos en eso piense entonces: ¿Cuál opción del balotaje dedicó 20 años a subvertir valores republicanos y malversando recursos estatales asegurarse votos cautivos?

Ante un sistema representativo corrompido, con un gran caudal de voto cautivo de la dádiva estatal, todo voto en blanco o cualquier modalidad de abstención favorece al oficialismo. 

Por eso no es cierto, objetivamente, que se pueda ser neutral. En esta elección es Sergio Massa o Javier Milei, no existen los neutrales.

Es incomprensible que una fracción de Juntos por el Cambio, su ala progre (radicales, socialistas) luego de años diciéndose opositores al kirchnerismo vayan ahora a darle al régimen la posibilidad de perpetuarse. 

Tan increíblemente estúpido o perverso como concederle a Massa la misma calidad de "moderado" o "no kirchnerista" que cuatro años atrás se le quiso creer a Alberto de la Fernández. 

Massa es kirchnerismo en su máxima expresión, a tal punto que el propio Néstor Kirchner lo elogiaba por ser "un hijo de puta", o sea el más parecido a él de todos su secuaces.

En esta hora hay dos candidatos, Massa o Milei, régimen o República, ninguna alternativa a esa opción de hierro. 

El fenómeno Milei es mucho más que un emergente del hartazgo de la ciudadanía argentina porque, hace décadas, la política dejó de estar al servicio del país para estar al servicio del régimen kirchnerista. El fenómeno Milei, debe comprenderse, es el resurgir de la política con la posibilidad de un nuevo y sanador consenso republicano. Y el no contar con gobernadores ni mayorías parlamentarias, lejos de significar una preocupación, es justamente lo que garantiza el fortalecimiento de las instituciones; debilitadas por gobiernos que sí tuvieron mayorías de gobernadores y legisladores. 

Milei no podrá aspirar en ningún escenario a la suma del poder público como lo hace y por momentos consiguió el kirchnerismo, ya durante presidencias de Cristina Fernández como hasta bajo el intrascendente Alberto de la Fernández; cuando pretextando pandemia derogó de facto la Constitución Nacional, con complicidad de la CSJN y el Congreso de la Nación.

Y así como la ciudadanía desencantada que se sentía lejos de la política acompaña con nuevas esperanzas al fenómeno Milei, todo lo espurio juega a favor de Sergio Massa, porque lo espurio lo necesita y porque Massa carece de cualquier prurito republicano. La ambición de poder de Massa, igual que la de Kirchner y su viuda, no tiene escrúpulos.

Esa falta de escrúpulos hace que la corrupción del sistema político colonice factores de poder por fuera del mismo. Por ejemplo: Hay infinidad de medios periodísticos y periodistas. Algunos son independientes. Muchos dependen de la pauta oficial. Masa les ofrece seguir con la felicidad de la pauta. Milei eliminarla en nombre de la Libertad de Expresión. ¿Adivine cuál candidato está blindado y a cuál le cuestionan todo?

Luego las cifras de las respectivas campañas marcan con su brutal asimetría la dimensión del modo en que el régimen kirchnerista se ha ido fagocitando a la República.

Porque si formalmente la campaña de Massa son 962 millones de pesos, y eso ya de por sí duplica los 455 millones de pesos en la campaña de Milei, el verdadero costo de la campaña de Massa es el que surge de sumar esos 962 millones de pesos a los 380.000 millones de pesos de déficit primario destinados, obscena malversación mediante, a tratar de esconder la ruinosa situación económica del país tras un decorado de cartón y papel pintado.

El llamado "Plan Platota", de inventar placebos y a cualquier precio patear todo problema para más adelante, no solamente es una tragedia económica, es antes que nada una tragedia moral.

380.962 millones de pesos destina el régimen kirchnerista, a expensas de los contribuyentes y perjuicio de próxima generaciones, para intentar ponerle freno al "fenómeno Milei" con sus austeros 455 millones de pesos. 

Y el contraste entre esos 380.962 millones con los 455 lejos de mostrar la fortaleza del régimen lo que evidencian es su debilidad, porque aún así no le alcanza a Massa para asegurarse el triunfo. 

Para que quede claro: por cada peso gastado en la campaña de Milei el kirchnerismo gasta 846 en la campaña de Massa. 846 a 1. 

Y por si 846 a 1 fuera poco ¡toda una maquinaria de fraude electoral!

Así las cosas lo de Milei es heroico, casi como cualquiera de nuestros pilotos en Malvinas lanzándose al ataque contra la flota inglesa.

No hay neutrales, aquí se elige entre la épica republicana que coyunturalmente encarna Javier Milei o la perpetuación del régimen kirchnerista de corrupción estructural con Sergio Massa. Entre darle a la política la oportunidad de sanearse, o dejarla anquilosar en la mugre que ya no oculta la alfombra. 

Aquellos que se declaran neutrales están mintiendo No son neutrales sino aliados del régimen, un régimen que ha hecho de la dádiva y el soborno su modo de acumular poder. 

Como en tantas otras cuestiones, no debo, no puedo, ni quiero ser neutral en esta encrucijada de la Patria. 

Yo voto por el fortalecimiento de la República. Yo voto por Milei / Villarruel.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.







jueves, 26 de octubre de 2023

BALOTAJE: INMORALIDAD, MORAL REPUBLICANA Y LA AMORAL ABSTENCIÓN DE LOS HIPÓCRITAS



Con dos infames décadas de kirchnerismo mediante, los 40 años de intento democrático fallido destrozaron la cultura cívica del país que quisimos recuperar desde 1983. De ahí que pretender modales suizos en nuestros políticos y en nosotros mismos es un chiste que se cuenta solo. Lo que hay es lo que se ve.

Nadie con un mínimo de decencia está contento con este escenario político. Pero estamos también muy curtidos para no entender que así se dan las cosas en Argentina, bien definida por Gerardo "Tato" Young como "el país más loco del mundo".

Somos esto, lamentablemente, y la disyuntiva que plantea la instancia crucial y definitoria del balotaje es si queremos seguir siendo esto o aspiramos a ser algo mejor.

En un país normal, donde el poder alterna entre fuerzas que respetan  la Constitución, con acuerdos en políticas de Estado y consenso republicano, abstenerse en un balotaje por diferencias de matices es razonable. Porque allí, donde impera la racionalidad política, los vaivenes de un cambio de gobierno son leves, matices que no afectan día a día y de forma violenta la vida de cada quien. Un poco más a la izquierda, un poco más a la Derecha, pero a nadie se le ocurre refundir y refundar el país a cada rato. Nadie se cree dueño del Estado, mucho menos de la vida y bienes de los ciudadanos.

Ese no es el caso argentino. Acá los que gobiernan no respetan la Constitución Nacional, a tal punto no la respetan que en 1994 la reformaron y no son capaces de cumplir con la letra que ellos escribieron. Así, por ejemplo, hace ya bastante más de una década que el órgano constitucional Defensor del Pueblo de la Nación, incorporado por la reforma surgida del espurio Pacto de Olivos, se encuentra acéfalo y por lo tanto reducido a la inutilidad de otra estructura burocrática que no cumple ninguna función. O sea: se derogó de facto el Artículo 86 de la Constitución Nacional, ante la total indiferencia de un pueblo embrutecido.

Consecuentemente, al no haber convicción para alcanzar y sostener el estilo de vida propuesto por la Constitución Nacional, tampoco hay políticas de Estado consensuadas entre los distintos espacios políticos, algo que debería surgir como corolario natural de la identidad nacional y causa constitucional compartida.

Por eso nuestros cambios de gobierno son dramáticos. No pueden ser contemplados con la tranquila certeza y hasta comodidad de los países civilizados. Lo sabemos nosotros y lo saben los actores externos que tienen bien claro que en Argentina "confianza a largo plazo" significa cuatro años.

En este marco de daño institucional y degradación cultural hasta la miseria intelectual, los ciudadanos argentinos llegamos a la instancia de tener que elegir entre el inmoral régimen kirchnerista con Sergio Massa, la moral republicana con Javier Milei o la abstención amoral de los hipócritas.

La inmoralidad del kirchnerismo chorrea y mancha a cada paso, es un proyecto totalitario de corrupción estructural liderado por una corrupta condenada por defraudación al Estado. Y al respecto es sumamente clara esta certera observación de Karina Mariani

"¿Qué posibilidades tiene Milei de colonizar los 3 poderes y perpetuarse como Maduro? NINGUNA. ¿Qué posibilidades tiene Massa de colonizar los 3 poderes y que a tus nietos los gobierne, desde Catar, Tomasito? TODAS. ¿SE ENTIENDE?".

Frente a esa inmoralidad obscena del kirchnerismo la propuesta de Javier Milei, con todo lo que puede criticarse en él, tiene un profundo sentido moral. Y el contraste es tan absoluto que puede ponerse en cifras: 

Durante la campaña electoral La Libertad Avanza dispuso para respaldar la candidatura de Javier Milei el austero monto de 455 millones de pesos, mucho menos que lo dispuesto por Juntos por el Cambio en la campaña de Patricia Bullrich y nada en comparación a lo gastado y malversado por el kirchnerismo en respaldo de la campaña de Sergio Massa.

Ocurre que Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, dispuso de gastos por 1.253 millones de pesos, mientras que el presidente de facto, ministro de economía y candidato presidencial kirchnerista dispuso específicamente de 926 millones de pesos, con la escandalosa salvedad que para desplegar su "plan soborno electoral" (también llamado "plan platota") al gasto primario de septiembre lo aumentó nueve veces, por lo que el rojo de 37.000 millones de pesos en agosto, pasó a ser 380.000 millones de pesos en septiembre, según análisis de Ecolatina. Y ninguna baja del gasto, ninguna. 

Todo en el escenario político argentino contrasta la inmoralidad política, económica y social del kirchnerismo, inmoralidad cierta, irrefutable e inmodificable, con la esperanza moral de un proyecto encuadrado en la Constitución Nacional y sus valores liberales.

"Robar está mal" es un concepto que el kirchnerismo repele visceralmente. Porque el kirchnerismo roba, descaradamente, con el mismo descaro con el que hacen fraude o sus dirigentes exhiben lujos propios de ese capitalismo al que atribuyen la pobreza que no dejan de profundizar.

Y entre la opción inmoral y la moral, surge la amoralidad de los que se declaran prescindentes. Muy curiosamente esos amorales son los mismos que haciendo alarde de antikirchnerismo decían que Milei era un invento de Massa, pero ahora cuando Milei es quien puede sacar del poder a Massa y poner fin al régimen kirchnerista, revelan preferir a Massa antes que a Milei. Sugestivamente les da igual...


En rigor de verdad, nada nuevo bajo el sol de la Patria. Consuetudinarios colaboracionistas del régimen kirchnerista, radicales como Gerardo Morales traicionaron y traicionan los ideales republicanos de Leandro N. Alem, Marcelo Torcuato de Alvear y Ricardo Balbín. 


La progresía en su conjunto, con Lilita Carrió a la cabeza, siempre ha sido funcional al régimen encarnando una oposición ficticia, que comulga de pleno con la cultura subvertida por el régimen y se siente cómoda en el rol de fiscal parloteador. Cada tanto una denuncia, en el mejor de los casos una condena con la que sacar chapa, la pose moral y no más que eso. Cada vez que existe chance de voltear al régimen corren en su auxilio.

Es necesario no tener moral, ser amoral, para ante la disyuntiva real de seguir desgastando a la República o intentar recomponerla, jugar al distraído. Hay que ser amoral, lo que es todavía peor que ser inmoral, para que de lo mismo que el kirchnerismo se perpetúe.

Y si no los preocupa la continuidad del régimen kirchnerista, deberán al menos tener la vergüenza de no volver a criticar jamás al kirchnerismo, pues ya no conservan ninguna autoridad moral para hacerlo.

Es comprensible, que en el marco de una campaña extremadamente virulenta, donde el cruce de agravios tanto entre Bullrich y Milei como entre sus respectivos partidarios fue innecesariamente brutal, quede gente consternada y dolida a quienes les es difícil tomar la decisión de apoyar a Milei como con gran generosidad hizo la propia Patricia Bullrich.

Pero más allá de las heridas de campaña, no cabe ser obtuso para caer en la amoralidad de los prescindentes, porque entonces se le hace el juego a Massa, que con alguna de sus caras de amianto critica el pacto entre Bullrich y Milei diciendo: “A la gente le genera confusión por las contradicciones”.

Como si el "honesto" Sergio no tuviera en su trayectoria más que contradicciones. Justo él, que no iba a volver al kirchnerismo y además iba a barrer a todos los ñoquis de La Cámpora, y que volvió al kirchnerismo tanto para garantizar la impunidad de Cristina Fernández y Máximo Kirchner como para asegurar que los parásitos camporistas queden enquistados en el Estado.

Ese tipo de chicanas, que sólo pueden darse en un contexto de país abombado bajo un largo proceso de desmemoria orwelliana, son las que deben servir para abrir los ojos cerrados por la bronca del momento. Si las pasamos por alto significa que nos gusta que nos tomen por boludos. 

Viviana Canosa, se preguntaba ayer: ¿cómo votar a Milei después de todo lo que se dijo durante la campaña?

Creo, como cierre de todo lo aquí expuesto, que la respuesta es bastante simple: anteponiendo como hizo Patricia Bullrich el superior interés de la Patria a las salvajadas (recíprocas) que se cruzaron en la campaña.

Ninguno de los candidatos debió olvidar que iba a llegar un "día después" donde, ya para ganar una segunda vuelta, ya para gobernar, cualquiera de los dos espacios necesita del otro.

Si todos los que, de verdad, a conciencia, nos identificamos con el estilo de vida propuesto por la Constitución Nacional aprendemos esa lección, entonces la República todavía puede ser salvada. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.














martes, 24 de octubre de 2023

MILEI SERÁ PRESIDENTE SI HAY UN NUEVO CONSENSO REPUBLICANO





UNAS BREVES CONSIDERACIONES PREVIAS


El escenario político ha quedado planteado en los términos más duros para la elección presidencial de segunda vuelta: Massa vs Milei, con una diferencia de siete puntos a favor del oficialista.

Era previsible que el tercio más débil de las PASO se debilitará más en las generales, tal como ocurrió, dejando fuera de carrera a Patricia Bullrich y confirmando que el voto de Juntos por el Cambio no era consolidado a favor de Bullrich.

Se veía venir que la paridad de los tres tercios se iba a romper por desguace cambiemita. Lo llamativo es la correlación entre esa caída y la ventaja que obtuvo Sergio Massa cuando se creía (al menos yo así lo creía) que el presidente de facto y ministro de economía había tocado su techo como candidato. Obviamente ni el 42% de pobreza, ni el casi 10% de indigencia, ni la inflación arriba del 140% anual, ni la corrupción inocultable, ni la inseguridad, ni el endeudamiento chino, entre otros muchos desastres del kirchnerismo conmueven a esa parte del electorado. Lo cual confirma que Argentina es también una tragedia moral. 

Javier Milei obtuvo poco más de los votos que había obtenido en las PASO (uno de los cuales es el mío después de haber votado nulo en las primarias), casi un estancamiento que resulta un freno abrupto para el optimismo pos PASO.

No es objeto de este artículo enumerar, desde la comodidad que ofrece el diario del lunes, todos los fallos en esta segunda etapa proselitista. Pero es inevitable señalar algunos puntos que será útil clarificar para la definición de la estrategia a seguir en el último tramo de la campaña. 

Hubo un rol demasiado pasivo frente a la campaña del miedo que con todos los medios estatales a disposición lanzó el gobierno contra las propuestas de La Libertad Avanza, y en el marco de esa pasividad cobró mayor dimensión el tibio perfil adoptado en los debates presidenciales, los notorios desaciertos en las declaraciones de algunos candidatos y la muy torpe "herminización" de Alberto Benegas Lynch (h) en el acto de cierre de campaña. 

Debe comprenderse en esto y para que no se repita en la etapa final, que así como al kirchnerismo ninguna barrabasada le espanta votantes propios, porque son tan amorales como sus dirigentes desde que los lidera una corrupta condenada por defraudación al Estado, para los candidatos que aspiran al voto opositor, consustanciado con la ética republicana y los valores de la Constitución Nacional, pende como una constante amenaza lo que el Dr Marcelo Llambías definió hace mucho tiempo como "Efecto Blumberg", por el cual en contraposición a la impunidad del kirchnerismo para que cualquier cosa pase sin afectar su base electoral -como el obsceno enriquecimiento y ostentación de Insaurralde-,  en los candidatos de la oposición hasta la más mínima falta tiene un costo. Un costo muchas veces desproporcionado. 

Podemos hablar entonces de un Teorema de Llambías, según el cual: 

- Nada espanta al kirchnerista, porque su aspiración es amoral y no se condice con vivir en un país decente.
- Todo espanta al republicano, porque su aspiración es moral y consiste en vivir en un país decente.

Tanto así que no se puede plantear ninguna campaña electoral contra el kirchnerismo sin tener claro ese punto. No se enfrenta a otro frente o partido político consustanciado con la ética republicana, se enfrenta a una asociación ilícita.

Massa realizó la campaña más coherente con lo que representa, lleva toda una vida en política puliendo el arte del engaño curtiendo de amianto su cara y conciencia. No es un rival fácil, como ha quedado claro en el resultado de la primera vuelta.


HERIDAS DE CAMPAÑA


Un error particular del que debe tomarse nota para intentar sanar rápido las heridas, es la extrema virulencia de la campaña con que La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio intercambiaron agravios.

Cierto es que la campaña necesariamente iba a ser violenta, pero la sobreactuación de unos contra otros conspiró contra ambos en beneficio de Massa. Ni Bullrich ni Milei debieron dispersar fuego en los debates y fuera de ellos atacándose entre sí, debían concentrarse en pegarle duro y parejo a Massa, quien debió salir en camilla de los dos debates y no poder asomar la cara (ninguna de sus caras) para decir nada. 

Massa... a ver si se entiende: Massa ganó las presidenciales con ventaja para la segunda vuelta. Así de grave es la situación.

Se olvidaron las cabezas de una y otra alternativa opositora que después del 10 de Diciembre hay un 11 de diciembre, y porque olvidaron eso tan elemental olvidaron también que había un día después de las primarias, día que llegó de la peor manera; con ventaja para Massa.

Se fogoneó el fanatismo diciendo cosas que no debieron decirse, con un nivel de agresión que reflejan los cruces de calificativos de mal gusto como eso de "viejos meados" y "virgos", entre otros tantos desatinos.

Sin esa virulencia, tal vez se hubiera podido acordar que en lugar de ser Píparo y Grindetti los dos candidatos a gobernador que perdieron contra Kicillof, los dos ganaran con la renuncia de uno. Pero renunciar exige grandeza, y ninguno quiso ser héroe por lo que ninguno es gobernador. 

Ahora ya no es tiempo de lamentos, el reloj sigue corriendo y este es el escenario sobre el que hay que pensar con mucha frialdad de cálculo la estrategia a seguir.

Mientras los militantes y votantes nos calmamos, ya desde ahora mismo la dirigencia debe tomar decisiones de pragmatismo y sentido común. Para nosotros, los del llano, en esta semana hay que dejar pasar las calenturas y cerrar tanta herida de una campaña por demás agresiva.

Todo para hacer primar el superior interés de la Patria.

Por eso esta será la semana de Pimpinela entre bullrichstas y mileistas, dale que dale con que me dijiste esto y aquello; y la verdad es que no tiene ninguna importancia nada de lo que se dijo, lo que importa es que el régimen K no retenga el gobierno nacional. La semana que viene, por esa serenidad que traen las horas, casi todos lo verán más claro.

No será fácil atender esas heridas para poder seguir en la pelea, algunos van a quedarse emperrados, pero la mayoría -estimo- va a entender la encrucijada del momento histórico y las consecuencias de quedarse aferrado a los rencores.


UN NUEVO CONSENSO REPUBLICANO


Es imprescindible ofrecerle a la sociedad, desde La Libertad Avanza y con Milei a la cabeza la mejor versión del Teorema de Baglini, que en su apreciación positiva no es otra cosa que madurez política. No se trata de resignar principios, como alguien dijo hace poco, se trata de encontrar el mejor camino para llevar esos principios al poder.

Milei puede ser electo presidente el 19 de Noviembre, pero no puede serlo sin que La Libertad Avanza sea reforzada por votos de Juntos por el Cambio y Hacemos Nuestro País.

Y esos refuerzos sólo van a ser posibles si se piensa un nuevo y generoso consenso entre los dirigentes de esos tres espacios. La base de acuerdo republicano es simple: alcanzar y sostener el estilo de vida propuesto por la Constitución Nacional.

Honrar los principios y valores constitucionales, la forma republicana de gobierno, su ética y el orden de la Libertad, es algo que el kirchnerismo no ha hecho en ninguna de sus versiones y que tampoco hará Sergio Massa si deja de ser presidente de facto para serlo de iure.

Hay que mostrarle a la sociedad que la esperanza no está perdida, que alcanzar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional todavía es posible. Y que es el único camino por el cual la Nación Argentina puede volver a ser un país viable.

Cada gesto de ese nuevo consenso republicano debe proclamar la preeminencia del superior interés de la Patria. Por eso no puede haber tampoco sobreactuaciones de amistades o amores que nadie creería después de tanto agravio, debe ser claramente un acuerdo entre distintos reunidos con un fin compartido, ni fusión ni confusión. Ya no hay margen de error en lo que resta de la campaña, donde todo lo que no suma resta. Estas semanas son exclusivamente políticas. De Política con mayúscula.


Años atrás los parásitos de La Cámpora cantaban "todos los traidores se van con Massa", y eso resultó tan cierto que ahí está La Cámpora militando a Massa, sin siquiera saber qué Massa están militando con la única intención de seguir parasitando.

El nuevo consenso republicano debe interpelar a cada ciudadano sobre si quiere estar del lado de la Patria, honrando la Constitución Nacional, o ser otro traidor abrazado a los parásitos de La Cámpora para vivar a Cristina Fernández, la corrupta condenada por defraudación al Estado y su nuevo Alberto.

Porque, nadie se equivoque, Sergio Massa es otro Alberto de la Fernández.

Me atrevo a afirmar que Javier Milei será electo presidente si el conjunto de la dirigencia republicana, despojándose de mezquindades y enconos, se decide a guiar a la ciudadanía hacia la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.

Se puede ganar, claro que sí, pero debe obrarse con mucha "muñeca política" porque cualquier paso en falso será el último.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.


jueves, 19 de octubre de 2023

PARA PONER EN SU REAL CONTEXTO LOS DICHOS DE BENEGAS LYNCH SOBRE ROMPER RELACIONES DIPLOMÁTICAS CON EL VATICANO




La mejor parte del discurso de Benegas Lynch en el cierre de Milei, que escuché atentamente en el Movistar Arena, fue cuando subrayó que entre liberales se aceptan las disidencias, que no todos opinamos lo mismo.

Tengo marcadas diferencias con Benegas Lynch, a quien no considero un prócer (porque tampoco coincido en todo con Milei). Por caso la interpretación que hizo en el acto del Teorema de Baglini difiere de la mía, pero eso es algo que dejo para otro momento.

Entre otras diferencias he criticado a Benegas Lynch por su furibundo antiperonismo.

Como puede apreciarse no es una disidencia menor entre su pensamiento y el mío. Yo no soy antiperonista y no considero peronismo al kirchnerismo.

El peronismo ya no existe: murió a manos del kirchnerismo, la fase superior y final del entrismo castrista al movimiento peronista.

Lo que señalo con esto es que ningún liberal se puede ofender por lo que opina otro liberal, y mucho menos cuando, como hizo Benegas Lynch al referirse al Papa, aclara enfáticamente que habla a título estrictamente personal y en su condición de católico.

Entonces: ¿Quienes actúan de ofendidos por esto?

Más allá de algún liberal de liberalómetro fácil, calibrado con muy progre corrección política, los que actúan de ofendidos son los mismos que celebraron o callaron todo repudio cuando Hebe de Bonafini cagó (literal) en el atrio de la Catedral de Buenos Aires.

Seguramente también hay católicos que honestamente se sienten ofendidos, pero ellos no actúan. 

No son esos otros que insultaban a Bergoglio hasta que Bergoglio se convirtió en Francisco y empezó a repartir rosarios a cuanto corrupto kirchnerista quedaba en apuros con riesgo de cárcel.

Esos rosarios no fueron una acción evangelizadora del Papa llamando al arrepentimiento de los corruptos para salvar sus almas, fueron una declaración política como tantas otras que nada tienen que ver con la fe.

El Papa es un Jefe de Estado, un líder político, y como tal ha demostrado en ese rol que no es Juan Pablo II.

Políticamente Francisco es la antítesis de Juan Pablo II, aquel Papa que contribuyó a la Libertad de Polonia y a la victoria del mundo libre en la Guerra Fría contra el comunismo soviético.

Distinguiendo política de fe religiosa, las juicios de valor son más claros.

Reiteradas veces he manfestado mi oposición a cualquier reforma constitucional (hay que cumplirla primero para poder reformarla con bien) y mi adhesión, siendo ateo, al Artículo 2° de la CN que (fundado en nuestra historia) reconoce preferencia por la Iglesia Católica.

Pero eso no impide entender, como lo entendió el Presidente Julio Argentino Roca, que el Estado Vaticano es un Estado extranjero y en lo que hace a cuestiones políticas merece el mismo trato que cualquier otro. 

Luego también en esto opino distinto que Benegas Lynch, y marco variante:

No opino que haya que romper relaciones con el Vaticano, ni está eso en la propuesta de la LLA, lo que sí opino y sostengo es que hay que romper relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela porque hace años interfieren en nuestras cuestiones internas acogidos por el régimen K.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

jueves, 12 de octubre de 2023

MONSIEUR FUMÉE




Desde antes de dar inicio a su carrera criminal con pequeñas felonías, todo estafador va moldeando en su mente y alma el sueño de un gran golpe final. Con cierta sensibilidad artística el timador imagina su “obra maestra”, cuyo objetivo no será hacer fortuna pues para entonces ya habrá quitado dinero a muchos, sino demostrarse a sí mismo que su capacidad de seducción tiene el poder de engañar a todos.

El estafador exitoso quiere probarse siempre que es un seductor irresistible, alguien capaz de dominar a sus víctimas con una mirada y palabras estudiadas, un cuentista de fantasías elaboradas que la ambición o necesidad de los demás quieren hacer realidad. Los mejores estafadores crean la necesidad de aquellos a los que van a desplumar, como causarles daño primero para venderles luego algún amuleto que los proteja de los males de su creación. Cuanto más estúpida sea la complicidad de su víctima con el engaño mayor será el sentimiento de superioridad del estafador, porque siempre es un reto estafar y volver a estafar el mismo blanco, como tirar en el fútbol un doble caño de ida y vuelta a un mismo rival. Algo que el otro no querrá ni siquiera recordar para no sentirse humillado. La clase de víctima que prefiere morir a reconocerse burlado es oro puro para los estafadores.

Monsieur Fumée, el gran simulador de las mil y una caras, ha planeado toda su vida un gran golpe para ser el rey de los estafadores.

Ha hecho ya una fortuna considerable llevándose, discretamente pero a vista de todos, la que era de otros. Y jamás ha sentido remordimiento alguno por ver a sus víctimas rodar de la pobreza a la miseria. La piedad nunca fue un sentimiento que albergara su ser, como mucho la ha fingido sin siguiera entender que podría motivarla. Monsieur Fumée sonríe cuando los sentimientos piadosos terminan convenciendo a sus “proveedores de bienestar”, como él los llama; porque “víctimas”, dice, es una palabra estigmatiza y denigra a sus estafados.

En estos días Monsieur Fumée está lanzado con todas sus mañas a la realización de su obra maestra.   

Una estafa colosal que lo haría amo y señor de todo de un país al que ya dirige de facto. Sonríe por dentro Monsieur Fumée mientras finge llorar, sin que siquiera pueda dejar caer lágrimas de ocasión, cuando sus “proveedores de bienestar” desde la misma angustiante necesidad en que él los ha colocado le escuchan prometerles que va a cuidarlos y lo ven como a sus salvador, otro protector de pobres y desamparados. No tiene lágrimas Monsieur Fumée tal como no las tiene Mr Smoke, el psicópata incendiario que por regodearse en el humo secó sus ojos tanto como su alma.

Quizá Monsieur Fumée se salga con la suya. Tal vez. Pero a veces el estafador se estafa a sí mismo queriendo ver la realidad como no es.

La ambición es siempre un arma peligrosa capaz de herir a quien la lleva, por lo que se torna una debilidad. En la realización de toda obra maestra, la diferencia entre lo sublime y lo ridículamente fallido puede ser algo tan simple como un niño gritando que el rey está desnudo. Así de débil puede ser la ambición más poderosa.

A Monsieur Fumée nunca le ha gustado ese cuento de Hans Christian Andersen. Porque si bien allí los estafadores se salían con la suya intuye que con semejante escándalo el cuento no terminó ahí. No los imagina viviendo felices y comiendo perdices, sino colgando de una soga, exhibidos a la infamia pública, después de haber pasado largo rato por las mazmorras del rey para prácticas de los verdugos. 

Además, su golpe es parecido pero distinto: él no va por las joyas de la corona, sino por la corona. Una corona que de hecho ya lleva puesta, pero no con todas las de la ley. Porque las mejores estafas son las que se hacen dentro de la legalidad. Y de sus pesadillas despierta aterrado, sintiendo la corona en la cabeza pero la desnudez expuesta ante la mofa cruel.

No, a Monsieur Fumée no le gusta nada ese cuento.

Y menos ahora que un niño terrible lo apunta con el dedo y grita “tiene miedo”. 

Sí, Monsieur Fumée tiene miedo. 

Ya no es sólo uno, la gritería es del coro de niños terribles a los que no puede atemorizar ni callar, mientras lo señalan y gritan:  “¡Tiene miedo!”. 

Cada vez son más los insolentes párvulos. Aún así, tal vez, Monsieur Fumée logre mantener engañados a muchos y ponerse legalmente la corona; pero ya está desnudo. No podrá engañar a todos. 

Así las cosas, su obra maestra sería... un sublime bochorno.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.

martes, 10 de octubre de 2023

UN VOTO ÉTICO: MILEI / VILLARRUEL


"We ddn´t star the fire.
It was always burning,
 since the world's been turning
We didn't start the fire
No, we didn't light it, but we tried to fight it"

(No iniciamos el fuego.
Siempre estuvo ardiendo, 
desde que el mundo ha estado girando.
No iniciamos el fuego
No, no lo encendimos, pero intentamos combatirlo).

Billy Joel



Soy Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, un liberal que no habla de economía. Y este no es un comentario económico sino de pura ética política.

Si en los 20 años del régimen kirchnerista, que incluyen los cuatro del interregno cambiemita, los gobiernos hubieran achicado el gasto y no emitido por deporte nada que pudiera decir Milei afectaría la cotización del dólar.

Y tampoco lo hace ahora, porque el desastre es todo K.

¿Quién es el loco?

¿El que aconseja quedarse en pesos y gozar de la inflación que nos regala el gobierno que nos cuida con un presidente de facto y ministro de economía piromano que también es candidato presidencial o el candidato opositor que aconseja ir a dólares para que no se te evapore tu esfuerzo en el bolsillo?

Demos vuelta el cuento de kirchneristas y cambiemitas sobre  el dólar y Milei:

¿Que pensarías de Javier Milei si te hubiera dicho que no lleves tus ahorros a dólares porque el peso está en buenas manos?

Sería otro chanta como Massa y Melconian si dijera semejante mentira.

Cada día y hora por hora la realidad se encarga de gritar en la conciencia de cada argentino que el kirchnerismo ahora encarnado por Massa es pobreza, miseria, inflación, inseguridad, embrutecimiento y un largo etcétera de calamidades.

Y hay quienes votan eso... o a su versión light.

Milei no ha dicho nada nuevo, no ha mentido, a diferencia de fulanos como Espert sigue diciendo lo mismo que viene predicando desde que lo conocimos. 

Hace bien en decir, con todas las letras, lo que dice. Sin duda.

Porque con estos crápulas irracionales en el gobierno no existen las mentiras piadosas. Toman cualquier guiño, especialmente el silencio, como un "dale que va" y no como un llamado a la responsabilidad. 

Y que les explote ahora es lo más sano para el futuro del país. El dolor es inevitable, estirarlo sólo traerá más dolor.

Massa y Melconián aman las mentiras. Podrían ser perfectamente presidente y ministro de economía en otro gobierno que sea la continuidad de esta misma mierda que es la tercera presidencia de Cristina Fernández vía Alberto de la Fernández. 

Argentina ya sufrió demasiadas mentiras. Y la mentira del momento es que Javier Milei sea responsable del incendio. No lo es. Como en la canción de Billy Joel el fuego de este incendio ya estaba ardiendo, y no hay mentiras que puedan apagarlo.

Necesitamos un Presidente que diga la verdad, por eso voto a Milei.

Por razones puramente éticas, y a pesar de muchas diferencias.

lunes, 9 de octubre de 2023

ISRAEL Y UNA LECCIÓN PARA LOS AGENTES DE INTELIGENCIA ARGENTINOS



Hace unos años, conversando con un grupo de agentes de Inteligencia activos uno de ellos me preguntó en qué me había cambiado a mí, como persona, el ser agente de la SIDE. Me pareció una buena pregunta y por eso me tomé un momento para pensar en ello. 

Mi respuesta fue que antes de ingresar al servicio no era enteramente conciente de todos mis prejuicios, convivía con ellos naturalmente como supongo le pasa a la mayoría de las personas. No digo prejuicios sólo en el peor sentido de la expresión (que también los tenía y acaso conserve) sino simplemente como preconceptos surgidos de la percepción que uno se forma de la realidad y que termina incorporando como si se tratara de infalibles saberes más que intuiciones. Ser agente de Inteligencia primero y analista de Inteligencia después me llevó a desmentir muchos de mis prejuicios liberándome de ellos. 

Especialmente aprende uno a soltar los prejuicios cuando esos prejuicios son en parte responsables de un error de apreciación en una profesión donde los errores siempre se pagan. Por supuesto todos tenemos prejuicios, pero por la naturaleza de la actividad creo que los buenos agentes de Inteligencia, experimentados en éxitos y fracasos, son las personas que portan menos prejuicios. 

Enseña el trabajo de Inteligencia que no hay que subestimar ni sobrestimar personas ni situaciones, que el conformismo intelectual de los prejuicios conduce muchas veces al error. Sobre los datos, el análisis de los mismos debe prescindir de nuestros prejuicios, especialmente porque en Inteligencia hay una regla de alerta constante: "mucha nadas hacen algo" que obliga a prestar atención sobre detalles en apariencia insignificantes, pero sin caerse de la realidad a teorías conspirativas. 

Esto es así porque la reunión y análisis de información de Inteligencia es distinta a la de otras especialidades, como la Investigación Criminal que obra en función de los códigos de procedimientos penales donde muchas nadas no hacen nada. 

Por esas razones, lo que crece en uno al librarse de prejuicios por ser agente de Inteligencia es la humildad. Y es que en muchos sentidos, como me recordó recientemente un profesional al que respeto: "Donde dice Inteligencia bien se puede escribir humildad".

Esta introducción viene a cuento de algunas observaciones que juzgo necesarias, para la consideración de los agentes de Inteligencia argentinos, a propósito del ataque a Israel que ha sorprendido y conmocionado al mundo.

Todos los servicios de Inteligencia del mundo, sin excepción, registran fallos en su historial.  Israel tiene uno de los más eficientes servicios de Inteligencia, del cual depende la supervivencia del país; pero nadie es infalible y los otros también operan.

Entendiendo que Inteligencia es el proceso racional que antecede la toma de decisiones, consistente en reunir y analizar información a ese fin y en previsión de escenarios futuros; va de suyo que la razón pues por la que Inteligencia no es infalible es simplemente la naturaleza de la conducta humana. 

Si todo pudiera predecirse, la humanidad ya no sería tal. Y  aunque a veces duela celebro sea así, porque prefiero sigamos siendo humanos y no insectos o autómatas.

El genial General Sun Tzu, que desde "El Arte de la Guerra" aportó la piedra basal de la actividad de Inteligencia, supo entender la humanidad como un rasgo esencial de la actividad de Inteligencia. Finalmente todos los fracasos son una enseñanza.

Porque cuando se obra con humanidad (humildad) se comprende la posibilidad del error y se trabaja para superarlo, quien en cambio se cree infalible se extingue al primer error. 

Confío que la Inteligencia de Israel sabrá sobreponerse al golpe recibido porque Mossad es sin duda de los mejores. En muchos sentidos ejemplo a seguir. 

Es tanto el prestigio de Mossad que, dando por supuesto que no puede incurrir en errores, ya comienzan a circular versiones improbables respecto a que Israel dejó hacer para atacar luego a Hamas. Son las mismas improbables teorías con el esquema del ataque a Pearl Harbor que se ha visto replicado tantas veces. Por ejemplo: Los propaladores de ese tipo de versiones dijeron ante el atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires que no era una bomba sino el estallido de un supuesto arsenal. Ese ataque y el de la AMIA fueron un duro golpe tanto para la SIDE, un servicio de Inteligencia de eficiencia todavía razonable (en función del marco país) como para Mossad, una organización de altísima eficiencia. Pero en la historia abundan ese tipo de fracasos, y si algo es seguro es que la lista no está cerrada. 

Argentina, por caso, contaba con un muy buen Sistema de Inteligencia Nacional en 1976, cuando libraba con éxito la guerra contra el terrorismo castrista, pero eso no bastó para impedir acciones del enemigo como, entre otros, el atentado de la organización terrorista Montoneros contra el Comedor de la Policía Federal que dejó 23 muertos y 110 heridos.

Tampoco Estados Unidos, con su complejo sistema de agencias de Inteligencia, pudo evitar los ataques del 11-S que destruyeron las Torres Gemelas. Y también entonces surgieron teorías del ataque de falsa bandera, con Estados Unidos atentando contra sí mismo vaya uno a saber con qué beneficio que justifique semejante masacre.

Para dejarse seducir sin más por este tipo de teorías hay que padecer un gran complejo de inferioridad por el cual resulta increíble que un país con servicios de Inteligencia de primer nivel pueda ser atacado por sorpresa. Es una elucubración propia de quienes creen en la innata e inmodificable superioridad de unos sobre otros, como si no registrara la historia un largo listado de reinos caídos.

Ese mismo complejo de inferioridad aparece en cada lastimosa excusa de quienes, a veces gobernando, argumentan que los argentinos estamos mal porque otros conspiran contra nosotros.

La manía por victimizarse es un derivado de creer que hay poderes establecidos por encima nuestro que lo digitan todo y que unos países dominan a otros sin que puedan liberarse. Eso es pensamiento y espíritu de vasallos, el conformismo de los pusilánimes incapaces de asumir su propio destino y hacerse responsables de ello. 

Y entonces la cuestión a tener en claro: solamente los países soberanos, los que tienen la determinación de decidir su propio destino, cuentan realmente con servicios de Inteligencia. Aquellos que eligen victimizarse y abandonarse a los designios de terceros no son soberanos, por ende no los necesitan ya que lejos de tomar decisiones acatan lo que otros deciden por ellos.

Son pues los servicios de Inteligencia un atributo de los países soberanos. Brego, entonces, porque la Nación Argentina vuelva a tener servicios de Inteligencia tan fuertes y eficientes como para poder afrontar errores y fracasos sin derrumbarse.

Acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", estos renglones que escribo como nota para agentes de Inteligencia, no sean otra cosa que asumir que, como canta Frank Sinatra, así es la vida.



Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

viernes, 6 de octubre de 2023

¿QUÉ CARAJO ESTÁ PASANDO?



La historia argentina es apasionante. Muchos de sus pasajes se vivieron en estado de incertidumbre y confusión. Aquella frase de Don Bartolomé Mitre: "Cuando todo el mundo está equivocado todo el mundo tiene razón", ha sido útil para explicar distintos momentos. Y hasta hace muy pocas semanas describía nuestra situación.

Luego de esa gran encuesta que son las elecciones primarias, la frase ya no aplica porque la realidad se ha manifestado por sobre todo velo y relato de un modo tal que nadie puede dejar de verla. Es esto y no otra cosa. Pobreza, indigencia, inflación, inseguridad y políticos que disfrutan de lujos que no pueden explicar. Por ende, desde entonces, ni todo el mundo está equivocado ni todo el mundo tiene razón. 

El régimen kirchnerista es mentira, es corrupción, es empobrecimiento y se sacude en espasmos de agonía con pronóstico reservado. Cuando la verdad emerge no hay margen de equivocación al respecto y todo lo que cada quien decide hacer a partir de ese conocimiento comprobado pone a prueba su moral más que su inteligencia. Luego hay razones espurias y hay razones honestas.

Pero más allá de verdades a la vista y razones consecuentes, persiste la confusión por este tiempo difícil de comprender, por lo que la pregunta: "¿Qué carajo está pasando?" se repite en todos lados. 

"¿Qué carajo está pasando?" nos preguntamos todos. Nadie tiene claro lo que está pasando, y cuando digo nadie digo todos, hasta los que creen tenerlo claro. Hay indicios, sí, con posibilidades y probabilidades, pero no alcanzan para que alguien pueda presumir de saber exactamente lo que está pasando. Yo más que nadie me pregunto "¿Qué carajo está pasando?".

Algunas cosas son para celebrar. Cuando comencé a firmar como La Pluma de la Derecha, el conjunto de la sociedad estaba corrida hacia la izquierda avalando al régimen kirchnerista. Muy a la izquierda. Éramos pocos del centro a la Derecha. Y que nos dijéramos de Derecha apenas unos cuantos. Comentábamos con Nicolás Márquez hace algunos días que "éramos una secta". Una secta de parias. Tanto así que para muchos liberales yo era un facho muy facho, pero esos mismos liberales repiten ahora -con un gran convencimiento- cosas que este liberal de Derecha decía hace años. Yo los escucho y sonrío, enhorabuena, pero me sigo preguntando "¿Qué carajo está pasando?".

Los zurdos que creían tener asegurada la mansedumbre y aceptación de sus mentiras por parte de la sociedad, cada vez que postean cosas como "son 30.000" y reciben un alud de respuestas desmintiendo esa corrupta aseveración, también se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Pareciera que no van a poder seguir currando con los derechos humanos. Pareciera.

El régimen parece estar colapsando, pero todavía está ahí. Las elecciones parecen proyectar un ganador, pero todavía no ganó. "¿Qué carajo está pasando?"

Los políticos, porque ganan y porque pierden, se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Los periodistas, los de la ética y los que no la tienen, los locales y los corresponsales extranjeros se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Lo mismo los empresarios, los sindicalistas, los trabajadores dependientes o autónomos, los jubilados, los estudiantes, Doña Rosa, Juan Etcétera, Pedro Etcétera y todos los etcéteras se hacen la misma pregunta; "¿Qué carajo está pasando?"

Entonces, "¿Qué carajo está pasando?".

Sin creer que pueda ser yo quien responda esa pregunta, hay evidencia e indicios de que algo está pasando. Por un lado se percibe un fin de época con una piña colosal que está por caernos encima. Por otro, los cuarenta años de democracia fallida dejaron un sistema viciado de representación política que parece haberse agotado y de manera no muy ordenada pareciera ir a una transformación necesaria, pero de resultado incierto.  Lo que vaya a salir de esa transformación política con una situación económica y social lastimosa hace a la misma pregunta; "¿Qué carajo está pasando?".

En esa hermosa película que es "Los muchachos de antes no usaban gomina", hay una escena en la que tres hombres se disputan a una mujer en Lo de Hansen, un tugurio de Tango. El personaje intepretado por Rodolfo Bebán dice entonces la que, sarcasmo mediante, considero la más romántica frase del cine nacional: "Caballeros, hay tres perros para una salchicha, se la lleva el que muerda más fuerte".

Piense en esa frase cuando se pregunte "¿Qué carajo está pasando?", porque esa es la mejor metáfora del momento político. De la resolución de ver cual perro se queda con la salchicha va a depender entender al fín "¿Qué carajo está pasando?".

Lo siento si el título del artículo hizo suponer a los lectores que encontrarían la respuesta a la pregunta. Me disculpo por mi catarsis. Me gustaría poder responder algo entusiasta como: "¡Está pasando lo que queremos que pase!". Pero todavía es muy prematuro y vaya uno a saber. Así que no tengo la respuesta. 

¿Alguno de ustedes la tiene?

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

lunes, 2 de octubre de 2023

EL PRIMER DEBATE PRESIDENCIAL: BAJO EL SIGNO DE VICTORIA VILLARRUEL



Estamos en medio de una campaña electoral donde se juega a ser almas sensibles que se ofenden por cualquier cosa que se dice. Y para peor parece que hay varias fábricas de derrapes verbales funcionando las 24 hs del día y las 24 hs de la noche, como se atribuía haber dicho hace muchos años un político que los memoriosos sabrán recordar.

La mayor parte de las polémicas que se generan por alguna pavada dicha en estas circunstancias no me interesan más allá de escribir algún tuit, como para pasar el rato si estoy medio aburrido. 

Y un poco por aburrimiento, otro poco por curiosidad y quizá también con alguna que otra ilusión me encontré frente al televisor viendo el primero de los debates entre los candidatos a Presidente de la Nación Argentina.

No se espera mucho de estos debates. Siempre son un show que sólo excepcionalmente modifica la intención de voto, sin embargo el espectáculo fue entretenido. Faltó intensidad y profundidad en los ataques, pero no fue un bodrio; se dejó ver y seguramente el próximo tendrá una audiencia todavía mayor.

Comparto aquí, reordenadas, algunas impresiones que fui volcando en X mientras el debate tenía lugar. 

.- Bregman muy cómoda, porque obviamente no se juega nada. 

.- Schiaretti se entregó a Bullrich.

.- Massa es de amianto nacido en la Isla de Pascua...

.- Bullrich muy incómoda, tensa.

.- Milei contenido.

.- El debate tuvo gusto a poco. 

.- El debate lo ganó Villarruel.

Desde el principio quedó claro que Victoria Villarruel, quien a todas luces fue la vencedora del debate entre los candidatos a Vicepresidente, podía serlo también del debate entre los candidatos presidenciales por una simple y poderosa razón: haber impuesto agenda. 

En tal sentido mi primer aplauso fue para Patricia Bullrich, quien consecuente con su Carta de Compromiso con las Fuerzas Armadas, bregó por el reconocimiento a las víctimas del terrorismo castrista. La volví a aplaudir cuando la ubicó luego a la apátrida Myriam Bregman que intentó fustigarla. Obviamente el punto más alto de Bullrich se da cuando se refiere al Caso Maldonado reivindicando el accionar de la Gendarmería Nacional. Porque está claro que supo plantarse entonces en defensa de la institución, cosa que la mayoría de los políticos no hubieran hecho. Y además las pericias sobre el ahogado dejaron en ridículo a todo el relato zurdo kirchnerista.

Mi primera puteada fue para Juan Schiaretti, que sintiéndose forzado a reconocer a las víctimas del terrorismo aludió, a modo de compensación, a la "dictadura genocida". Una falacia absoluta porque la dictadura militar fue muchas cosas pero no genocida, de hecho fue esa dictadura la que impidió el genocidio de un millón de argentinos a los que Roberto Santucho, jefe local del ERP, calculaba tener que matar para imponer el socialismo. Los militares impidieron el genocidio, mal que les pese a mentirosos como Schiaretti. Volvió a mentir Schiaretti cuando afirmó que los militares fueron juzgados con todas las garantías. Eso es completamente falso. Los militares son juzgados y condenados en juicios de revancha en los que no se respetan sus derechos constitucionales empezando por la irretroactividad de la ley penal y la presunción de inocencia.

Esas farsas de juicios son el prevaricato más escandaloso de la historia argentina. Una nulidad absoluta que la política en complicidad con el Poder Judicial devenido prevaricador prefiere ignorar.

Aplaudí también a Javier Milei cuando dijo dos verdades comprobadas e irrefutables: los desaparecidos no son 30.000 y acá hubo guerra.

Recuerdo muy claramente que cuando Juan José Gómez Centurión dijo durante la presidencia de Mauricio Macri que en esa cifra había 22.000 mentiras, toda la progresía se escandalizó. Hoy a la ciudadania no la engañan las sensibilidades de la corrección política, hay claramente un despertar a la evidencia empírica en la consideración de la sociedad. Un despertar que es fatal para relatos como el kirchnerista basados en mentiras que pretendieron pasar por verdades dogmáticas.

En los cruces entre los candidatos no hubo muchos misiles que dieran en el blanco. El misil más certero se lo puso Milei a Bullrich preguntando sobre las leliqs, algo que ella no supo responder. El segundo impacto exitoso, onda Carballo en Malvinas ("¡Dio perfecto usted, señor!") fue la respuesta de Milei a Bregman sobre el patriarcado. Donde además le devolvió el rótulo de "gatito mimoso" que le había tirado la apátrida al decir que ella nunca estuvo en una empresa ni entiende como funcionan.

Para entonces ya quedaba claro que por primera vez en la historia de los debates presidenciales iba a ganar ese debate la candidata a vicepresidente que ganó el debate entre los candidatos a vicepresidentes. Es interesante observar como impuso hablar de lo que era tabú poco tiempo atrás. Obviamente hay un cambio social en proceso.

El actual presidente de facto, ministro de economía y candidato presidencial Sergio Massa tiene la cara de amianto y eso lo beneficia en este tipo de shows. Desde la puesta en escena y el planteo llevado al debate, Massa fue para representar el sórdido papel del tipo abusador que va a perder el poder entonces pide perdón, mendiga continuidad y promete que será mejor, o sea que no será el mismo. Y todo eso con una cara de piedra inconmovible.

La sacó barata, aunque su credibilidad sea nula. Faltaron ganas de hacerle daño y dejarlo en ridículo por parte de los otros candidatos, y especialmente en los dos que tienen que ir a cortarle la cabeza que son Milei y Bullrich. 

Sin duda, lo más flojo de Milei en el debate fue su respuesta a Massa sobre el Papa. Porque hay sobrados elementos para cuestionar fuertemente el posicionamiento político del Papa, cuestión al margen de la fe religiosa. No respondió bien esa pregunta, como sí respondió correctamente cuando Bullrich le preguntó sobre Barrionuevo. En esa contestación No negó que Barrinuevo fuera casta y además demostró que ya esta pensando como un presidente que debe negociar para impulsar los cambios que propone, por lo que su explicación del apoyo que necesita para la reforma laboral fue pragamatismo puro. Teorema de Baglini en el mejor de sus sentidos.

Al respecto, es muy interesante que Milei le haya preguntado a Schiaretti si contará con su apoyo cuando La Libertad Avanza sea gobierno. Al hacer esa pregunta, lo mismo que al responder sobre Barrionuevo, Milei demuestra estar proyectándose como presidente. En cambio Schiaretti eligió preguntarle a Bullrich en la hipótesis que ella sea presidente. De manera elocuente Schiaretti, un candidato testimonial, se entregó a Bullrich pero sin resignar arreglos con otros; está para negociar.


Proyectando el resultado de las PASO a través de la encuesta (con más de un millón de personas respondiendo) del debate entre candidatos a presidente, que mostró ganador a Javier Milei con el 47%, y teniendo en cuenta que esa misma encuesta en el debate entre vicepresidenciables dio ganadora a Villarruel con el 50%, la fórmula de La Libertad Avanza se impondría muy cómodamente en las elecciones. Es decir que Javier Milei sería presidente en primera vuelta. 

Gran acierto de Milei haber elegido a Villarruel como compañera de fórmula.

Por supuesto, falta mucho. Veremos como sigue desarrollándose la campaña y desmejorando la economía. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.



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¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

Ariel Corbat
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