(Artículo dedicado a Marcelo Llambías)
Recientemente alineado con Massa, dice Nicolás Massot en un fragmento de video difundido en Twitter:
"Podemos tranquilamente reinventar un modelo, en donde seamos un estado moderno, que no tenga FFAA para su defensa, que lo haga de otra manera".
Si lo que dice este fragmento no lo modifica el contexto (no encontré el video completo), lo primero que debo decir es que la idea de un Estado moderno que no provea a su propia defensa, como planteaba Rodríguez Larreta en su campaña, quedó vieja y obsoleta en este panorama mundial.
En el caso argentino plantear no tener FFAA implica desconocer la Constitución Nacional o proponer una reforma. La sola idea de una reforma constitucional en el actual estado de la política argentina es de espanto. Salió mal en el 94 y ahora sería peor.
Es cierto que desde que Dante Caputo convenció al presidente Raúl Alfonsín de reducir las FFAA a la inoperancia, con la excusa de garantizar la democracia, esa política se mantuvo y fue continuada por todos los gobiernos de entonces a hoy. El resultado del sostenido declive de las FFAA es el actual estado de indefensión.
Tal es el grado de indefensión material que durante la presidencia de Néstor Kirchner, por un conflicto en torno a la provisión de gas, el presidente chileno Lagos evaluó como opción declarar la guerra a la Argentina.
Tal es la indefensión que los ingleses ya no nos consideran, por capacidades, una amenaza para la continuidad de la usurpación de las Islas Malvinas.
Y tal es la indefensión moral que no hubo resistencias políticas a la instalación de una base china en Neuquén.
Consolidada como política de Estado en materia de Defensa el desprecio hacia las FFAA, me llevó en algún punto a pensar si no era mejor cortar la agonía y sintetizarlas en una suerte de Guardia Nacional conservando capacidades mínimas.
Pero el problema sería el mismo.
Porque el problema es que la causa de nuestra indefensión no está en nuestras armas como instrumentos, sino en que la conducción política desde 1983 a la fecha, con la misma imbecilidad de negar las hipótesis de conflicto, no entiende para qué sirven esos instrumentos.
Como no entienden eso, tampoco entienden que la diplomacia sin el respaldo de un mínimo poderío militar, son palabras que se dicen al viento.
Y ni hablar cuando un país es tan errático que no trasmite ninguna confiabilidad positiva.
Argentina necesita recobrar la racionalidad que expresa la Constitución Nacional.
Ser lo que los sabios constituyentes de 1853/60 soñaron que debía ser la Nación Argentina, valernos por nosotros mismos conforme al destino que en 1813 Vicente López trazó en el Himno.
Y cierro:
Si los gobiernos que supimos elegir han dejado caer los laureles que supimos conseguir, es imprescindible patear el tablero de la política con un rotundo cambio de mentalidad para que la democracia no signifique este reino del revés, sino nuestro debe ser.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.