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Hugo Chávez sabe algo que estamos ignorando. A veinte años de la feliz caída del muro de Berlín, el fracaso del comunismo empieza a crujir también en otras latitudes. Las bravatas belicosas del caudillo pretendidamente bolivariano, muy lejos de ser una señal de fortaleza deben ser escuchadas como el ruido del canto rodado que anticipa el derrumbe.
Cuando a la distancia nos enfocamos en las noticias que provienen del triste Caracas solemos pensar que el gobierno demagógico sostiene un férreo control sobre todos los resortes del poder. Y sin embargo cruje.
Del mismo modo que la economía planificada de los países del este europeo terminó ahogándose en sus propias limitaciones, forzando el racionamiento para tapar la ineptitud en la producción de bienes y servicios, el patético desarrollo de la economía chavista requiere de revolucionarios capaces de bañarse, siempre que sea indispensable hacerlo, en apenas tres minutos. Y llevar el compromiso revolucionario al baño en incursiones nocturnas entendidas como ejercicios de oscurecimiento y puntería ante una eventual agresión del imperialismo yankee. ¿Cuánto tiempo podrá soportar el pueblo venezolano la humillación en la que vive?
El oprobioso Muro de Berlín comenzó a levantarse en 1961, plena guerra fría, y, naturalmente, no pudo aplacar el anhelo de libertad; sus bloques de cemento, las rondas de los guardias, los nidos de ametralladoras, los perros, los alambres de púas, todo aquello no sirvió para abatir la principal fortaleza de quienes querían escapar del totalitarismo soviético: el ser humano siguió sintiendo. Nunca se resignó a dejar de ser un individuo. El supuesto "hombre nuevo", esa abominación de lo masificado sin más destino que servir al Estado, que es decir a los jerarcas del partido único, fue intensamente aborrecida por cada persona capaz de verse al espejo y en los ojos de su familia tan simplemente como una persona. 28 largos y dolorosos años tardó el espíritu humano en pulverizar el muro que hizo realidad a la cortina de hierro.
En otro contexto geográfico y sociopolítico la dictadura de los hermanos Castro ya lleva medio siglo mutilando con prisa y sin pausa cualquier asomo de libertad por parte de los cubanos, que a falta de muro deben sortear los caprichos de un mar plagado de tiburones a bordo de endebles balsas para alcanzar el otro lado de la pared. Las democracias de América, están muy lejos de sentir a la democracia con la misma intensidad que han demostrado los países de Europa. La falta de madurez, y la cercanía de Estados Unidos cuya política exterior hacia América Latina ha sido un constante desacierto, permite que se tolere la persistencia de la tiranía castrista, y que algunos países de la región puedan desembocar en gobiernos igualmente totalitarios. Basta contemplar el inaudito boicot contra las elecciones con las que Honduras puede salir de su crisis institucional, para captar en la superficialidad de lo discursivo hasta que punto falta conciencia de auténtica construcción democrática en América.
Chávez lleva ya diez años en el poder, y cuando agita el fantasma de la guerra, llamando a la militarización organizando cuerpos de milicias populares con estudiantes, obreros, mujeres y hasta niños, me trae la memoria de la Guerra del Paraguay, que a lo largo de un lustro (1865-1870) desangró por completo al heroico pueblo paraguayo. A pesar de la victoria, esa Guerra fue el Vietnam de los argentinos, lo que iba a ser una campaña corta, rápida y fácil, resultó larga, lenta y costosa por la enorme cantidad de bajas en cada batalla. Más allá de las opiniones críticas que pueda tener sobre la Guerra del Paraguay, la mayor responsabilidad por la masacre no puede ser atribuida a otro que no sea el Presidente paraguayo Francisco Solano López, pues como estadista debía calcular las consecuencias de sus actos que cerca estuvieron de determinar el exterminio de su pueblo.
El patético espectáculo que ofrece al mundo Hugo Chávez con la insoportable gesticulación de su oratoria, aplaudido por la obsecuencia militar mientras delira con la posibilidad de una guerra contra Colombia aliada de los Estados Unidos, además de ser un insulto a la inteligencia de los venezolanos, es la vieja desesperada patraña de los falsos estadistas cuando perciben que las riendas se les están yendo de las manos. Si el frente interno se resquebraja, la forma rápida de emparcharlo es recurrir a la mentira del pastorcito y agitar el fantasma del lobo. Un enemigo externo es la necesidad del que no puede arreglar su casa, ya que de esa forma cualquier opositor es un aliado del enemigo, por ende un traidor.
Sí, estoy convencido que el Chavito sabe algo que nosotros no sabemos. Posiblemente la economía venezolana esté peor de lo que imaginamos. Tal vez los niveles de insatisfacción por las necesidades básicas estén llegando al punto de que le sea mejor esconder las urnas, o quizá, tan simplemente, Chávez se haya dado cuenta que los venezolanos no quieren dejar de ser personas.
El 15 de Noviembre a las 15:30 hs, en Buenos Aires, sobre Avenida de Mayo entre Bernardo de Irigoyen y Bolivar, los argentinos tendremos oportunidad de celebrar la derrota del comunismo asistiendo a la "Caída del Muro con efecto dominó". Estar allí es un compromiso de honor con la historia, para recordar a todos los caídos por un mundo sin totalitarismos, para celebrar nuestras victorias, y para ilusionarse de futuro augurando en esas fichas de dominó la caída de lo que resta caer.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López