Cada tanto, como hoy domingo hace un rato, desayuno en compañía del Dr. Justo Fica; notable jurisconsulto que todo lo justifica. Esta vez nos encontramos en el Paseo de la Costa de Vicente López. Él llevó medialunas de la Vicente López, confitería que hace las mejores medialunas de grasa de la República Argentina, yo los jarros, el termo de café y la valija-mesa de camping.
Con la sapiencia que le dan los años, admite algunos menos que los míos aunque son muchos más, el Dr. Justo Fica estiró la vista hasta colgarla en algún punto del horizonte donde, bajo el cielo nublado, al río manso de sueñera y barro lo acariciaban las quillas de los veleros. Bebió otro sorbo, paladeó un cuarto de luna y poniéndose filosófico me dijo:
- Arielito, últimamente me siento muy observador. Veo cosas y las relaciono con otras cosas, estoy descubriendo que tengo un registro visual del mundo que me permite otra forma de pensar. Mentalmente puedo prescindir de las palabras en la vivencia de verdades profundas. Por ejemplo la piedad. Pasó en la semana que me cruce por tribunales con un abogado de triste fama corporativa, no quiero nombrarlo porque no me gustaría agriar el sabor de las medialunas, digamos que el colega es obeso y tan desagradable como si se alimentara de sus palabras, que parecen brotar de una cloaca.
- Las medialunas... Doctor! -lo interrumpí para hacerle notar que estaba siendo muy explícito.
- Perdón, en ocasiones incurro en excesos descriptivos. Como sea, al verlo no pude evitar la lógica repulsa y un instinto natural por la piedad afloró en mi. Entonces en lugar del verbo que pudo precipitarse a mis labios suavizó a mis ojos la memoria de una imagen que, aunque igual de grotesca, resulta mucho más simpática. Así que mi mente lo reemplazó, y en lugar de ver al adefesio veía a "La Barby", el personaje de Leonardo Veterale, y con peluca de rizos. Sin dudas soy un alma piadosa.
- No sé si eso es ser piadoso Doctor, por La Barby digo.
- Oh! No lo había pensado desde ese punto. Pero fijate Arielito la dualidad, he sido piadoso con un colega matriculado y muy cretino con un artista al mismo tiempo. Supongo que más allá de las buenas intenciones nadie puede evitar lo que está en su naturaleza, y entender eso me hace más piadoso que cretino. No es que quiera justificarme a través de la piedad, pero la piedad me justifica. Otro ejemplo de mi piedad innata la da esta imagen del diario.
Abrió el diario sobre la mesa y señaló esta foto:
Se hizo tiempo para servirse otro café mientras yo leía la noticia sobre el fallido despegue del Tronador II. Engulló una medialuna con expresión de gusto, dedicó su mirada galante a una mujer que pasó trotando y luego preguntó:
- ¿Qué te sugiere Arielito?
- Un fracaso, Doctor. En muchos sentidos una polaroid del momento actual que vive el país. Es para preocuparse. ¿Y a usted?
- Ternura.
- ¿Ternura?
- Sí. Ternura. Hace muchos años me gustaba leer la revista Eroticón, de Oskar Blotta, y allí tuvieron la ocurrencia de publicar una foto muy parecida a esta pero que, en lugar de estar protagonizada por un cohete derrumbado, retrataba un pene flácido bajo la leyenda: "El ocaso del guerrero". Esa imagen la recuerdo ineludiblemente cuando me veo después del sexo, y en algunas pocas ocasiones la he visto antes sin llegar al después. Entonces, ¿cómo no sentir piedad frente al fracaso?. Del fracaso surgió el Tango, del fracaso surgió el viagra, claro, del fracaso también surgió el kirchnerismo para profundizar el fracaso, ¿pero cómo no sentir cierta ternura por el fracaso? Sin fracaso no hay esperanza, Arielito, nada es menos esperanzador que el éxito. El éxito hasta es aburrido, por eso los europeos como Régís Debray, o los gringos como Oliver Stone, adoran lo pintoresco de Latinoamérica. Por supuesto vuelven a sus aburridos países después de probar el sabor local. Pero nosotros "somos" ese sabor local. De hecho, cuando los argentinos estábamos condenados al éxito no teníamos esperanza; por eso esto. El alma tanguera de los argentinos clama por el fracaso. Esta foto es lo que somos y, más aún, lo que queremos ser. Trabajamos duro día tras día para que nos vaya así. Y además, te digo más, cuando nos salga el cohetazo no va a ser un pedo en el verano, no señor, nosotros: ¡los mejores del mundo!
Un genio el Dr. Justo Fica, notable jurisconsulto que todo lo justifica.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López