Si la brillantez pudiera expandirse a la misma velocidad de la idiotez, los problemas del mundo estarían solucionados o en vías de superarse. Pero no, es tal la propagación de idiotas que lo inteligente, es decir lo de peso cualitativo, se debilita cada día más frente al peso cuantitativo de la estupidez. Para peor de males, el idiota ensalza su idiotez con un proselitismo activo de afirmación idiota.
Había ya caído el Muro de Berlín y colapsado la URSS cuando Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa publicaron su "Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano"; obra con la que la idiotez quedó perfectamente definida como categoría política.
El título mismo del ensayo suponía, con un gran exceso de optimismo, que la idiotez allí analizada tenía un preciso límite geográfico, puesto que hasta entonces no todos los siniestros eran igual de idiotas. El exotismo latinoamericano que consumían los europeos progres era, apenas, otra confortable fantasía a la altura del realismo mágico literario. Y si a los criminales como Fidel Castro o Ernesto Guevara los veían con un aura romántica, era simplemente desde la seguridad que les daba saber que esa experiencia no se podía exportar a Europa. O sea: irse de putas sí, pero hacer de su casa un prostíbulo no.
Así era, hasta que la progresión geométrica de la idiotez hizo del continente un incontinente y del Océano Atlántico un mero charco. Como una piedra que hace patito sobre las aguas, el virus del perfecto idiota latinoamericano infectó lo más afín de Europa, y España, Madre Patria de Hispanoamérica, ha alumbrado un nuevo tipo de imbecilidad: el perfecto idiota español.
El perfecto idiota español siente que puede, que puede hacer de España lo peor de Latinoamérica. Es una idiotez poderosa y poderosamente idiota. Esta siniestra estupidez colectivista aglutina idiotas con deseos de poder, poder por poder algo, lo que sea, poder por el poder mismo, y así se llaman "PODEMOS".
No tienen altas metas, en eso hay que reconocerles la humildad de saber sus limitaciones, van por lo seguro y fácil: el desastre. Los argentinos sabemos bien que los estúpidos imberbes con el tiempo se dejan la barba para demostrar que no son estúpidos, como ha hecho tanto montonero, pero en general siguen igual de estúpidos repitiendo las mismas estupideces del pasado. Y no es casual que el perfecto idiota español surja ahora, como un efecto no deseado de la democracia, ya que el sistema democrático aunque es el mejor es imperfecto, entre otras cosas por tolerar idioteces. Convengamos que desde siempre en España ha habido idiotas, pero esta perfección de la idiotez, pues no, nunca. En la época de Franco, el Generalísimo no hubiera gastado más que una mirada de desprecio en estos idiotas españoles, pero los rojos, con mejor criterio, los hubieran fusilado en alguna de sus festejadas purgas. Por idiotas, claro.
La idiotez era graciosa en el cine, pero Hollywood quizá haya facilitado el aglutinamiento de los idiotas al fijar pautas visuales de reconocimiento incontrastables que, como en una intrincada estrategia de Pinky y Cerebro, permitan entre los idiotas el surgimiento de un nuevo líder para el control del mundo.
Tomemos por ejemplo al Gran Bufo del celuloide, el genial Jerry Lewis cuando en sus películas interpretaba a un idiota se caracterizaba de tal con determinados e infalibles artilugios que, ciertamente implicaban una certera observación de la realidad. Estereotipó así al idiota más allá de las fronteras, como un tipo de flequillo desordenado, anteojos de estilo y el tipo de cara en que la peculiar expresión de la idiotez encaja a la perfección, especialmente inmutable al momento de decir idioteces de categoría mundial.
Y así es como llegamos a ese notable exponente del perfecto idiota español que resulta el diputado de PODEMOS Iñigo Errejón, quien emergiendo como un líder reconocible para todos los idiotas, sostiene que: "El proceso de transformación en Venezuela le ha dado a la población más herramientas para decidir en lo político; en lo económico le ha dado más dinero".
PODEMOS no es otra cosa que el chavismo kirchnerismo exportado a España.
¡Ay, España! No habrá Cid que te salve si los perfectos idiotas llegan a gobernarte.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
No tienen altas metas, en eso hay que reconocerles la humildad de saber sus limitaciones, van por lo seguro y fácil: el desastre. Los argentinos sabemos bien que los estúpidos imberbes con el tiempo se dejan la barba para demostrar que no son estúpidos, como ha hecho tanto montonero, pero en general siguen igual de estúpidos repitiendo las mismas estupideces del pasado. Y no es casual que el perfecto idiota español surja ahora, como un efecto no deseado de la democracia, ya que el sistema democrático aunque es el mejor es imperfecto, entre otras cosas por tolerar idioteces. Convengamos que desde siempre en España ha habido idiotas, pero esta perfección de la idiotez, pues no, nunca. En la época de Franco, el Generalísimo no hubiera gastado más que una mirada de desprecio en estos idiotas españoles, pero los rojos, con mejor criterio, los hubieran fusilado en alguna de sus festejadas purgas. Por idiotas, claro.
La idiotez era graciosa en el cine, pero Hollywood quizá haya facilitado el aglutinamiento de los idiotas al fijar pautas visuales de reconocimiento incontrastables que, como en una intrincada estrategia de Pinky y Cerebro, permitan entre los idiotas el surgimiento de un nuevo líder para el control del mundo.
Tomemos por ejemplo al Gran Bufo del celuloide, el genial Jerry Lewis cuando en sus películas interpretaba a un idiota se caracterizaba de tal con determinados e infalibles artilugios que, ciertamente implicaban una certera observación de la realidad. Estereotipó así al idiota más allá de las fronteras, como un tipo de flequillo desordenado, anteojos de estilo y el tipo de cara en que la peculiar expresión de la idiotez encaja a la perfección, especialmente inmutable al momento de decir idioteces de categoría mundial.
Y así es como llegamos a ese notable exponente del perfecto idiota español que resulta el diputado de PODEMOS Iñigo Errejón, quien emergiendo como un líder reconocible para todos los idiotas, sostiene que: "El proceso de transformación en Venezuela le ha dado a la población más herramientas para decidir en lo político; en lo económico le ha dado más dinero".
PODEMOS no es otra cosa que el chavismo kirchnerismo exportado a España.
¡Ay, España! No habrá Cid que te salve si los perfectos idiotas llegan a gobernarte.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
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