lunes, 21 de septiembre de 2020

MATARLOS A TODOS, una fantasía política



Unos días después de iniciado el golpe de Estado kirchnerista del 19 de Marzo de 2020, que con la complicidad de la CSJN y de la "oposición" parlamentaria usó la pandemia de coronavirus para dejar sin efecto la Constitución Nacional, el Intendente Mario Ishii comenzó a decir que había gente buscando detonar estallidos sociales. Esperaba Ishii que la situación sanitaria y social se agravara con ritmo catastrófico y proyectó la fecha del tan temido estallido para finales de agosto, previendo convulsiones y saqueos como en 2001. 


Estamos a finales de Septiembre y el estallido no ha sido más que un pronóstico doblemente equivocado: en oportunidad y magnitud.


Pero no fue el caciquejo de José C. Paz el único que equivocó su apreciación al trazar la probable evolución de los hechos. 


El 27 de Agosto, a término del plazo fijado por Ishii para el estallido social, el periodista de redes sociales Eduardo Prestofelippo, más conocido como El Presto, publicó en Twitter el siguiente pronóstico dirigido a Cristina Fernández: "Vos no vas a salir VIVA de este estallido social. Vas a ser la primera -junto con tus crías políticas- en pagar todo el daño que causaron. TE QUEDA POCO TIEMPO".



Por ese tuit El Presto fue denunciado por amenazas. A consecuencia de esas denuncias el 10 de Septiembre se allanó su domicilio y estuvo detenido durante algunas horas; ya que habría ofrecido alguna resistencia durante el procedimiento. 


Claramente el efusivo texto no constituye una amenaza, incluso interpretándolo como un deseo de  revivir la Revolución Francesa con guillotina incluida sigue siendo apenas otro pronóstico equivocado. Habla de un "estallido social", algo que él no puede desencadenar por sí mismo. Si esto se interpreta finalmente en juicio como una amenaza, dando lugar a una condena judicial, estaríamos en un nivel de literalidad para la comprensión de textos que hará de la miseria intelectual el brazo ejecutor de la censura.


Tanto Ishii como Prestofelippo apreciaron que la realidad institucional, política, económica y social de la Argentina estaba generando condiciones de estallido social. Pero a diferencia de muchos otros que tenían y conservan una percepción similar, ellos coincidieron en lo inminente del estallido esperándolo a finales de Agosto. 


¿Por qué se equivocaron? Obviando la subjetividad de uno y otro, es un hecho que sobre el final del mandato presidencial de Mauricio Macri el kirchnerismo fogoneó con toda intensidad la idea de una Argentina hambrienta. El ambicioso y torpe eslogan/objetivo "hambre cero" del gobierno cambiemita magnificaba, por su propio enunciado, cualquier carencia alimentaria de las dejadas por los 12 años del régimen que no pudiera resolver. 


Así, la exageración del hambre durante el macrismo se convirtió paradojalmente en otro relato kirchnerista, con tanto de mentira como los 30.000 desaparecidos y con menos asidero que la desaparición forzada de Santiago Maldonado. Era fácil desgastar al fracasado macrismo que tuvo la poca feliz ocurrencia de elegir mal sus eslóganes y peor aún los medios para satisfacerlos. Carolina Stanley fue tan funcional al regreso del kirchnerismo como el mismo Macri tirando flores al río por los terroristas abatidos. 


La manipulación política del hambre se demostró absurda en las lágrimas de cocodrilo con que Alberto de la Fernández convocó a Marcelo Tinelli y otros figurantes para integrar  el Consejo Federal Argentina Contra el Hambre, cuya inoperancia es tal que recuerda el silencio de Juan Carr durante este invierno...


En síntesis, tanto Ishii como El Presto, evaluaron la situación como si el relato kirchnerista que desgastó el clima social sobre el fin del macrismo fuera verdad. Y no lo era. Lo está siendo ahora por mérito del tercer gobierno de Cristina Fernández, en el que hace las veces de presidente un fulano que dice aborrecer el mérito.


Y aún así el horizonte de un estallido social no está claro, porque si bien la situación se sigue desmejorando en forma constante, en lugar de una fuerza opositora que devuelva la gentilezas del kirchnerismo predomina el colaboracionismo, entonces hay una dinámica de acostumbramiento que la normaliza. Argentina está inmersa en el mismo túnel conductual que hizo de Venezuela una satrapía de la dictadura castrista. La orfandad política de la ciudadanía que gana la calle en cada protesta en defensa de la República queda expuesta en la indiferencia con que el gobierno sigue afianzando su proyecto totalitario de corrupción estructural hacía una sociedad enteramente dependiente del permiso y/o la dádiva estatal.


Hechas estas consideraciones y antes que el ejercicio intelectual vaya a ser prohibido por el régimen surgido del golpe de Estado kirchnerista del 19 de Marzo de 2020, es un buen momento para considerar si podría darse en la Argentina un escenario de convulsión política a la rumana, que derive en un final de régimen con ejecuciones de sus  políticos.


Imaginemos que el hartazgo por los privilegios de la casta política, más la irracionalidad de imponer una agenda enteramente ajena a las necesidad prioritarias del común de las personas, determinasen por algún factor de tipo cisne negro una revuelta de fin de régimen extremadamente furiosa y sangrienta. 


Imaginemos un atardecer nublado, gris, en el que de buenas a primeras se alzan patíbulos en las plazas con vistas a la Casa Rosada, al Congreso y al Palacio de Tribunales. 


Imaginemos que turbas enfurecidas arrean a fuerza de empellones y gritos, hacia las elevadas sogas sin sombras de las horcas, los cuellos del presidente, la vicepresidente, ministros, el presidente de la cámara de diputados, los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y otros políticos y jueces en esas y otras de las más significativas plazas del país. 


Imaginemos la gritería histérica de enardecidas multitudes y el súbito silencio que antecede al "track" de los cuellos retumando sobre el abrirse de las trampas bajo esos pies. 


Imaginemos la noche y la lluvia caer lentamente envolviendo esos cuerpos inertes, que tras ser embadurnados de escupitajos, acaso por aquellos mismos a los que siendo niños enseñaron a escupir opositores años atrás en alguna de esas mismas  plazas, fueron apedreados, despojados de pertenencias y mutilados en macabros trofeos, antes de ser abandonados a la revancha del desprecio. Cadáveres políticos a los que una brisa firme hace hamacarse bajo la mirada ya satisfecha y ahora reflexiva del escarnio público. 


Imaginemos al fin, un amanecer distinto. 


Pues bien, por mucho que lo imaginemos resulta muy difícil que pueda ocurrir un desenlace de esa índole. Reconozco que me agradó escribirlo, como quizás a usted leerlo, pero si leyó con detenimiento este artículo comprenderá que no es más que una fantasía. 


La antes mencionada dinámica de acostumbramiento debería quebrarse abruptamente para que Argentina se convulsione violentamente. Y además de no verse señal alguna que pueda estar indicando esa posibilidad, no se conoce a nadie que padeciendo el síndrome de Estocolmo haya ejecutado a su secuestrador para recuperar la Libertad.  Para cuando los rumanos se libraron del comunismo y fusilaron a Nicolae Ceausescu, por ejemplo, hacía ya rato que habían recobrado la certera conciencia del secuestrador como enemigo a liquidar. 


Aquí no habrá ninguna gesta de violencia mágica, ni épica de sangre alguna para el despertar iluminado del inconsciente colectivo, la solución será política o la política seguirá siendo decadencia. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha

www.plumadereha.blogspot.com

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Ariel Corbat

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