domingo, 10 de noviembre de 2024

SEINELDÍN Y KASANZEW





Allá por 1982 cuando yo estaba en cuarto año del colegio secundario, ya finalizada la Guerra de Malvinas, descubrí a Mohamed Alí Seineldín por una revista en la que se registraba una frase suya que me conmovió:

 "Todos quieren ser los padres de la victoria, yo quiero ser el padre de esta derrota".

Así por primera vez tomé conocimiento de la existencia de tan particular oficial del Ejército Argentino y mi admiración fue inmediata. Seguramente decía lo que yo esperaba que se diga, porque nunca entendí la vergüenza por Malvinas.

Desde entonces a hoy, con mucho libro leído, con mucho veterano escuchado, con algunas investigaciones históricas de las que fui parte, en fin, con todo lo que se puede poner arriba de la mesa para juzgar la conducta de alguien en determinada situación, no encuentro absolutamente nada que pueda reprocharse a Mohamed Alí Seineldín en el transcurso de la Guerra de Malvinas. 

A él le asignaron proteger el aeropuerto y el aeropuerto se mantuvo operable durante toda la guerra, los hombres que fueron entrenados por él o revistaron bajo su mando, ya sean comandos o tropa regular, mostraron una alta moral y capacidad de combate. Y no fue casualidad el buen desempeño de la Compañía C del Regimiento 25 que a órdenes de  Carlos Daniel Esteban, con secciones dirigidas por Roberto Estévez, Juan José Gómez Centurión y Roberto Reyes, ganó el apelativo de "Los Bravos del 25". 

La posguerra de Malvinas fue una doble posguerra porque se convirtió también en la posguerra de la lucha antisubversiva (Guerra Sucia, como yo prefiero llamarla), y ambas fueron signadas por la incomprensión, el olvido y la manipulación de la mentira. En tal sentido la posguerra de Malvinas tal vez pueda darse por terminada, pero la posguerra de la Guerra Sucia todavía está en carne viva a través del prevaricato sistematizado que desde 2003 a hoy encarcela hombres que no hicieron otra cosa más que cumplir con su deber en farsas de juicios inconstitucionales donde no se respetan ninguna de las garantías del debido proceso y el derecho a la defensa.

Ambas posguerras se cruzaron en el alzamiento "carapintada" de Semana Santa de 1987, los dos de 1988 y en el ataque terrorista del MTP contra el Regimiento de La Tablada del 23 de Enero de 1989.

Los tres alzamientos carapintadas reclamaban principalmente poner un límite razonable a la pretensión de juzgar los hechos de la Guerra Sucia, y como corolario perfecto de aquel reclamo apareció el ataque subversivo dirigido por Gorriarán Merlo para recordarle a la olvidadiza sociedad y al propio Presidente Raúl Alfonsín contra qué clase de hijos de puta los militares habían librado la Guerra Sucia. 

En esos años estudiaba Derecho en la UBA y en cada discusión posible (en esos años se podía hablar y discutir civilizadamente) defendí el reclamo carapintada. 

No así el despropósito del 3 de Diciembre de 1990 que políticamente fue una estupidez contraproducente, tan de microclima fanatizado como lo había sido el ataque del MTP. En esa jornada tanto por razones de convicción personal como de pertenencia institucional (SIDE) revisté entre los leales. Escribo y recuerdo las caras de los conscriptos parapetados en las columnas de las veredas a lo largo de la Avenida Leandro N. Alem. La expresión en sus rostros daba cuenta de lo racionalmente inentendible de la situación generada por los acólitos de Seineldín. Una jornada absurdamente sangrienta, con consecuencias nefastas para el Ejército Argentino y la Nación toda. 

La responsabilidad de Seineldín en ese hecho demuestra que su comprensión de la política era nula. Si algo debe criticarse de su vida pública es haber dejado que esa acción se llevara a cabo por los que decían obrar en su nombre. Pero ese error grosero y luctuoso, no resta mérito alguno de lo obrado por Seineldín en Malvinas. 

Considero a Seineldín un patriota equivocado. Y en términos de sentimientos personales lo de 1990 lo viví sintiendo que ese chico de 16 años ilusionándose con el perfil del Seineldín que le presentaba una revista en la espera del dentista (así de claro y preciso recuerdo ese momento), había sido traicionado.  

Escribo esto, que es como pensar en voz alta, porque circula un video de la hija de Seineldín en respuesta a cosas que sobre su padre habría dicho Nicolás Kasanzew. 

Como supongo le pasa a todos los malvineros, me apena mucho que ocurran este tipo de polémicas desagradables. No sé que dijo Kasanzew, un tipo al que valoro porque durante un largo y ominoso tiempo todo el peso de la desmalvinización cayó impiadosamente sobre él. Y se la bancó. 

Dicho esto, como con todo el mundo también tengo algunas diferencias con Nicolás, no siempre comparto sus apreciaciones y a veces su estilo no es de mi agrado. Pero al igual que Seineldín creo que tiene un lugar reconocido en la causa de Malvinas.

El punto que me llamó la atención sobre esta situación, es que Kasanzew habría dicho (repito que no me consta) que Seineldín apoyaría a Hugo Chávez o a Fidel Castro. Al respecto tengo una consideración para compartir. 

Es cierto que entre los carapintadas seineldinistas, particularmente algunos civiles, que estaban formando en ese entonces algo que si mal no recuerdo era el MINEI (Movimiento de Integración Nacional e Iberoamericana), hubo una corriente de simpatía muy marcada hacia Hugo Chávez. 

Pero no llegó a ser jamás una real compenetración ideológica ni fue en lo operativo más allá de algunos contactos, sino un fenómeno como el que se dio con la Revolución Libertadora respecto de su proclamada alegría por la llegada al poder en Cuba de Fidel Castro. En ese momento quisieron ver desde la Libertadora un cierto paralelismo entre el derrocamiento de Perón y la caída de Batista, ilusorio deseo que duró hasta que Fidel Castro dejó claro que la suya sería una dictadura comunista. 

No fueron nuestros gorilas (palabra que escribo con afecto por si alguien se confunde) los únicos que pensaron que lo que bajaba de la Sierra Maestra era una revolución nacionalista en lugar de una tiranía comunista, de hecho entre los guerrilleros que peleaban contra Batista muchos, incluyendo comandantes, descubrieron tarde (algunos al ser fusilados y otros en prisión) que habían traído el comunismo a la isla. 

Seineldín, más allá de su rechazo a los Estados Unidos (cosa en la que, por ejemplo, el Contralmirante Carlos Robacio intentó explicarle que estaba equivocado), distaba mucho de ser un comunista. 

Por lo demás el propio Chávez se distanciaba de Seineldín allá por 1994, al decir: "Creo que lo de Seineldín tiene mucho que ver con la gente de LaRouche. Una intención de meter en un mismo saco a fundamentalistas, extremistas y militares latinoamericanistas nacionalistas, con un anzuelo que es el de la lucha por la eliminación de los ejércitos latinoamericanos. Son grupos que tienen una revista y un buen manejo, y muchos recursos. Extraño, ¿no? Me horroricé cuando vi la verdad de sus planteos".

Seineldín era políticamente torpe y así lo demuestra su paso por la política. No hay ninguna novedad en ello. Tampoco hay novedad en que su comportamiento en Malvinas fue ejemplar y ese es un asunto cerrado.

Ya tenemos demasiadas divisiones de esas que no sirven para otra cosa que debilitarnos, no sumemos otra  a la causa de Malvinas.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

SHALOM AMIA, POR LA TV PÚBLICA, CUANDO NO TODOS LOS TERRORISTAS SON IGUALES

Hace un rato, hoy domingo 10 de Noviembre de 2024, en un zapping televisivo atiné a pasar por la TV Pública cuando se emitía el programa "Shalom AMIA". 


Con particular desagrado observé el registro de la visita de escuelas primarias de la Red Escolar Judía al mal llamado "Parque de la Memoria", ese lugar en donde la mentira de los 30.000 desaparecidos es un muro al que sobran los ladrillos y le faltan las verdades. 

Ariel Cohen Imach, director de Educación de AMIA, dijo a cámara que con la visita al parque los chicos "aprenden un montón" de lo que tiene que ver con el terrorismo de Estado. En tal sentido hizo mención al testimonio de familiares de judíos desaparecidos en Argentina, pero en ningún momento mencionó a las organizaciones terroristas ni los atentados de esas organizaciones; es decir no indicó que a la visita al parque se le haya dado a los chicos el contexto de la época. Y esa falta de contexto es una de las características que diferencian educación de adoctrinamiento. 

En un speach de extremo y ridículo pacifismo, por no llamarlo de otra manera, afirmó Cohen Imach que "matar a una persona significa terminar con un mundo y salvar a una persona significa salvar al mundo entero"

Añadiendo luego, que se espera que de la visita los chicos se lleven el mensaje de "respetar las ideas de otro, de nunca pensar que los demás no tienen derecho a expresarse, de que no importa a qué pueblo pertenecen o cual es su idea política, o cuales son sus gustos, todos los seres humanos somos igualmente valiosos y tenemos que convivir en paz"

En la señalada falta de contexto, esa frase que podría pasar por bienintencionada se torna digna de ser repetida en alguna película cómica por algún rabino disfrazado de hippie en medio de Gaza. Porque nadie decente quiere andar matando gente, pero en la realidad en la que vivimos, y basta a cualquiera abrir un diario (o un portal de noticias) la realidad es que en el mundo abundan seres despreciables que intentan imponer sus ideas y dominio por la vía del terror y combatirlos es un deber de pura preservación de la humanidad. Los judíos, se supone, lo saben mejor que nadie y no deberían olvidarlo. 

En Argentina, durante los años de plomo, la organización terrorista Montoneros, cuya comandancia militar entre 1978 y 1982 funcionó dentro del servicio de Inteligencia exterior de la dictadura de Fidel Castro (o sea que le cabe a sus acciones la etiqueta de terrorismo de Estado) hacía todo lo contrario de lo que Cohen Imach dice querer trasmitir a los alumnos. Montoneros no respetaba las ideas de otros,  negaba a los demás el derecho a expresarse, consideraban enemigos a personas por su pertenencia a otros pueblos, como por sus ideas políticas y hasta por sus gustos. Montoneros mataba en el convencimiento criminal que no todos los seres humanos somos igualmente valiosos y tenemos que convivir en paz. 

Y me refiero específicamente a Montoneros, como podría decir ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), solamente porque en las imágenes del muro al que le sobran ladrillos se puede leer en primer plano el apellido "Oesterheld". 


Tanto el historietista Héctor Germán Oesterheld como sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina, todos neutralizados durante la, según ellos, Guerra Revolucionaria (a la que yo elijo llamar Guerra Sucia) revistaban en la organización terrorista Montoneros. Al respecto la viuda de Oesterheld hizo años atrás esta declaración que sí debería explicarse a los alumnos de primaria y secundaria para entender el contexto de la época:

"La bronca se me mezclaba con el dolor, porque yo no podía entender que el hombre con el que habíamos sido tan felices, el escritor pacifista y democrático que había plasmado su amor al prójimo en todas sus obras, hubiera tomado partido por algo violento. Porque aunque él no lo fuera, era cómplice de los que lo hacían y ponía en riesgo a sus hijas. Héctor miraba a los jóvenes que querían un mundo mejor y exclamaba: 'Estos chicos son maravillosos'. Y yo le contestaba: 'Hasta ahí vamos bien, pero no podemos dejar que se expongan'. Si me hubiera escuchado..."

Karina Korob, coordinadora de programas y proyectos educativos de AMIA, hizo una afirmación que sin el debido contexto, como el que da el testimonio de la Señora Oesterheld, es una falsedad peligrosa: "Queremos acercar a los chicos que esto que sucedió nos pudo pasar a cualquiera y por eso es importante recordar para que no se vuelva a repetir".


Ciertamente cualquiera puede ser una baja inocente en cualquier guerra, pero en el transcurso de la guerra declarada por el terrorismo castrista contra la Nación Argentina los daños colaterales fueron mínimos; de hecho considerablemente menores, en número y en procentaje de error, a los que la necesidad entendible del Estado de Israel por prevalecer frente al terrorismo de Hamas y Hezbollah están causando en Gaza.

El punto es que no hay ninguna diferencia sustancial entre los terroristas que volaron la Embajada de Israel y la AMIA y los montoneros que volaron el comedor de la Policía Federal entre muchos otros actos criminales. Son la misma cosa horrenda, por lo que es un contrasentido protestar contra aquellos y lamentar la muerte de estos. 

En el programa, por testimonios de sus familiares, se mencionan los casos de desaparición de Darío Bedne, integrante de la organización terrorista Montoneros,  Víctor Norberto Galuz y Javier Grebel. No dispongo de datos sobre si Galuz y Grebel revistaban o no en en alguna organización terrorista. 

Si la visita al Parque de la Desmemoria fue la memoria selectiva que el programa mostró, si no ofrecen a los alumnos la posibilidad de comprender el contexto con otros datos y testimonios, me gustaría decirles a Ariel Cohen Imach y Karina Korob que no se priven de hacer el despropósito completo: digan también a los chicos que matar terroristas de Hamas y Hezbollah es terrorismo de Estado y no debe volver a pasar...

La Nación Argentina ejerció frente al terrorismo castrista su innegable derecho a ser y prevalecer, el mismo derecho que ejerce Israel en estos días. 

Aquí hace años, kirchnerismo y prevaricato sistematizado mediante en farsas de juicios contra los militares que vencieron al terrorismo castrista, se homenajea a terroristas como si fueran víctimas en vez de enemigos de la Patria y la humanidad. 

En el muro infame de ese parque hay muchos más nombres de terroristas que de víctimas, y allí mismo vimos al entonces Presidente Macri ir con el Presidente Obama a tirar flores al río por los desaparecidos, lo mismo que si hubieran tirado flores al río lamentando las muertes de los terroristas de Al Qaeda. 

Espero que alguna vez, a fuerza de verdad y memoria completa, nadie más haga el ridículo de lamentarse por lo que no debe.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.





¿Qué es la Derecha?

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Ariel Corbat

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