No pretendo ser original, por el contrario. Afortunadamente esto viene de antiguo. Cada tanto hay que decirlo, ponerlo en relieve. Si se quiere, ser obvio, cursi, trillado y hasta primitivo. La modernidad puede estar impulsando otros modelos de vida, dibujando nuevos horizontes de realización individual, pretendiendo entronizar valores laxos de mentida igualdad y falluta responsabilidad social; el glamoroso vacío de novedades en el catálogo deslumbra en la superficie, pero en el fondo cada nuevo engendro hace valorar más la tradición. Así fue, y así será.
A diario emprendemos la rutina tan metidos en las cosas que hay que hacer que corremos el riesgo de perdernos la belleza de algunos momentos cotidianos. Y sin embargo, incluso con dos mil dos preocupaciones en la cabeza, como un reflejo de salud mental, siempre nos queda ese segundo de darnos cuenta. Digo, cosas de las más sencillas, la pausa de un flash enmarcando algún gesto, una sensación, una palabra. Las pequeñas compensaciones que al cabo justifican los desvelos, preocupaciones y trizas de sueños que en pos de otros sueños han ido quedando esparcidas por el camino. Lo esencial para sostenerse necesita despojarse de lo transitorio, así, del modo en que caen las hojas del árbol.
Se sabe escuchando la risa en coro de los hijos. Viéndose en una mirada de mujer enamorada. Acariciando la marca en la pared de cuando al "enano" se lo podía ver desde arriba. Entendiendo el rumbo elemental de la vida.
Nada más bello que las cosas simples. Lo demás es apenas lo demás.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
http://www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
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