Notoriamente la no existencia de un bien organizado y activo partido político republicano liberal en todo el país es una falencia propia de nosotros los liberales, y es un mal extendido del centro a la Derecha.
Difícilmente se pueda romper la trampa de un sistema político viciado en la representatividad sin un partido político fuerte que llegue al punto de no necesitar de una alianza para presentarse a las elecciones con candidatos surgidos de internas por voto de afiliados.
Si hacemos un repaso de los diputados liberales, confirmaremos que los que logramos sentar en una banca no responden a nadie más que a sí mismos, cosa que no es aceptable por muy liberal que se sea ya que la política es una construcción de representatividad, de conjunto.
Por esa razón, aparecen luego diputados liberales avalando proyectos legislativos de otros espacios, y esos diputados se sienten impunes de dar explicaciones a sus votantes, porque tampoco hay partido que se los exija, ni con el que institucionalmente deban consultar antes.
Así las cosas, los liberales más entusiasmados muchas veces en usar el "liberalómetro" contra otros liberales, llegamos dispersos a cada elección, enrolados en espacios de oportunidad que poco tienen de liberales.
Por caso el partido al que estoy afiliado, el Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires, terminó en alianza con el peronismo de Schiaretti y el Partido Socialista, para ir con Chiche Duhalde encabezando la lista de diputados nacionales.
Si esa sopa de sapos está en mi plato, en el plato de otros espacios donde también revistan liberales la sopa de sapos no es menos espesa.
Milei es el más liberal de los candidatos a presidente, y hasta ahora tiene mi voto, pero un espacio personalista no es la panacea.
En este escenario no hay manera de estar conforme.
Y en este punto la incertidumbre de lo que arrojen las urnas no hace más que recordarnos aquella frase de Bartolomé Mitre respecto a que cuando todo el mundo está equivocado todo el mundo tiene razón.
La dispersión liberal remarca con trazos de grotesco y caricatura tanta pelea de jinetes de pony con egos obesos, la autopercibida infalible verdad de los pensadores de torres de marfil con asco al barro y las llamas vistosas pero sin fuego de la hoguera de las vanidades.
Sigo en el Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires.
Y militando. Porque en esta temporada de sopa de sapos aspiro a que por lo menos el segundo candidato a diputado nacional de la lista sea autonomista y si accede a una banca responda al partido. Como debe ser.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.