domingo, 25 de mayo de 2025

25 DE MAYO DE 1810, EL GEN DE LA CONFUSIÓN



Ha pasado mucho almanaque desde aquel 25 de Mayo de 1810. La observación objetiva de aquellas jornadas de Mayo, demuestra una revolución bastante rara que acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", haya dejado impresa en la configuración de nuestra identidad nacional el signo de la confusión. 

La máscara de Fernando pudo haber sido el primer artilugio político de nuestra historia, pero muchos guardaban esperanzas sinceras de conservarnos parte de la Corona Española. Los seis años que demoró la Declaración de la Independencia, atravesando la frustración de la Asamblea Constituyente del Año XIII que no declaró la independencia (más allá de haber aprobado como Única Marcha Patriotica de las Provincias Unidas el "Oíd, Mortales" de López y Planes, en sí mismo una declaración de Independencia, y sancionado varias normas destacables) ni dictó una constitución, los dos objetivos de su convocatoria, son un claro indicador que la Revolución que livianamente se celebra como pretendiéndola clara no lo era en absoluto, no tuvo ideas ni liderazgos definidos. Se fue perfilando sobre la marcha, siempre mostrando más divisiones e intrigas internas que la cohesión de alguna clara definición de objetivos, principios e ideas que canalizaran la voluntad bajo un liderazgo rector. 

Y así, si la Independencia se demoró 6 años, la sanción de una Constitución Nacional efectiva sólo se dio en 1853, 43 años después de la Revolución y con varios ensayos constitucionales descartados en el camino entre anarquía y dictadura. 

Estados Unidos, por citar un antecedente, tuvo su Revolución del Té en 1773, con una clara determinación independentista (sin máscaras) que se formalizó en 1776 dando lugar a su Guerra de Independencia y en 1787 se concretó a través del dictado de una constitución federal. Pasaron  de la Revolución a la constitución en 14 años.

Esos 43 años convulsionados, violentos y confusos, que demoramos en darnos un orden constitucional sobreviven todavía hoy entre nosotros, como un instinto irrefrenable de nuestro ser nacional que sólo la gloriosa Generación del 80 supo mantener en caja por un tiempo.

Hoy, 25 de Mayo de 2025, veo al Presidente que voté evitar saludar en un acto protocolar (Tedeum) a la Vicepresidente que también voté. Veo a muchos que querían "independizarse" del yugo kirchnerista, adoptar conductas propias del kirchnerismo. Lo que elogio y lo que critico es conocido por los lectores de esta pluma así que no voy a reiterarme. Ya saben, si me acusan de ser un "ñoño republicano", diré que prefiero ser eso antes que convertirme en otro obsecuente celebrador de la falta de decoro. Las instituciones, enseñaba Roque Sáenz Peña, deben primar por sobre la voluntad de los hombres. 

No olvido, claro, que tras el golpe de Estado perpetrado por el kirchnerismo contra la Constitución Nacional el 19MAR20 con pretexto de pandemia, aberración todavía impune, debimos estar (los que estuvimos, porque a otros nunca los vimos salir a la calle), protestando ese 25 de Mayo en el Cabildo contra el estado de sitio de facto del régimen. Y en medio de toda esa confusión algo tenía claro: alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional es un principio irrenunciable. Por supuesto, muchos con vocación de vasallos antes que de ciudadanos no lo tenían claro entonces ni lo entienden hoy. 

Es tal vez una suerte de rasgo genético. Los argentinos somos producto de la confusión; una confusión que, Napoleón mediante, tuvo inicio en la farsa de Bayona. Y nos la apropiamos toda. 

Ciertamente, el mundo no está atravesando su momento de mayor claridad. La política occidental pareciera / ¿pareciera? estar en manos de estúpidos que no advierten cuáles son las amenazas que ya se pusieron en marcha. 

Por nuestra parte la claridad del rumbo que el disruptivo Milei le intenta fijar a la Argentina, sigue siendo endeble por lo tanto ficticia. Mal que le pese a la soberbia, falta mucho, demasiado, para que algún logro esté consolidado. 

No es por nada que aquí estamos acostumbrados al caos. Nos resulta cotidiano la incertidumbre, los violentos cambios de timón y "dirigentes" políticos que que no resisten ni medio archivo porque lo que dicen hoy lo niegan mañana (cuando no el mismo día). Largo y fastidioso sería enumerar contradicciones surgidas de las mismas bocas. 

En aquella Semana de Mayo, hubo quienes creyeron que todo había cambiado y en alguna medida así fue, pero nadie, absolutamente nadie, tuvo claro lo que significaba ese cambio ni lo que traería. No había ningún consenso sobre cómo seguir y las constantes guerras civiles lo dejaron claro.

Ojalá algún próximo 25 de Mayo, que mi generación difícilmente vea, se pueda celebrar que aquella confusión que heredamos de una Revolución revuelta, finalmente haya sido superada y sea un saber que capitalizamos del pasado para proyectarnos al futuro siendo lo que debemos ser.

¡VIVA LA PATRIA!

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.






¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

Ariel Corbat
Ariel Corbat