La historia argentina es apasionante. Muchos de sus pasajes se vivieron en estado de incertidumbre y confusión. Aquella frase de Don Bartolomé Mitre: "Cuando todo el mundo está equivocado todo el mundo tiene razón", ha sido útil para explicar distintos momentos. Y hasta hace muy pocas semanas describía nuestra situación.
Luego de esa gran encuesta que son las elecciones primarias, la frase ya no aplica porque la realidad se ha manifestado por sobre todo velo y relato de un modo tal que nadie puede dejar de verla. Es esto y no otra cosa. Pobreza, indigencia, inflación, inseguridad y políticos que disfrutan de lujos que no pueden explicar. Por ende, desde entonces, ni todo el mundo está equivocado ni todo el mundo tiene razón.
El régimen kirchnerista es mentira, es corrupción, es empobrecimiento y se sacude en espasmos de agonía con pronóstico reservado. Cuando la verdad emerge no hay margen de equivocación al respecto y todo lo que cada quien decide hacer a partir de ese conocimiento comprobado pone a prueba su moral más que su inteligencia. Luego hay razones espurias y hay razones honestas.
Pero más allá de verdades a la vista y razones consecuentes, persiste la confusión por este tiempo difícil de comprender, por lo que la pregunta: "¿Qué carajo está pasando?" se repite en todos lados.
"¿Qué carajo está pasando?" nos preguntamos todos. Nadie tiene claro lo que está pasando, y cuando digo nadie digo todos, hasta los que creen tenerlo claro. Hay indicios, sí, con posibilidades y probabilidades, pero no alcanzan para que alguien pueda presumir de saber exactamente lo que está pasando. Yo más que nadie me pregunto "¿Qué carajo está pasando?".
Algunas cosas son para celebrar. Cuando comencé a firmar como La Pluma de la Derecha, el conjunto de la sociedad estaba corrida hacia la izquierda avalando al régimen kirchnerista. Muy a la izquierda. Éramos pocos del centro a la Derecha. Y que nos dijéramos de Derecha apenas unos cuantos. Comentábamos con Nicolás Márquez hace algunos días que "éramos una secta". Una secta de parias. Tanto así que para muchos liberales yo era un facho muy facho, pero esos mismos liberales repiten ahora -con un gran convencimiento- cosas que este liberal de Derecha decía hace años. Yo los escucho y sonrío, enhorabuena, pero me sigo preguntando "¿Qué carajo está pasando?".
Los zurdos que creían tener asegurada la mansedumbre y aceptación de sus mentiras por parte de la sociedad, cada vez que postean cosas como "son 30.000" y reciben un alud de respuestas desmintiendo esa corrupta aseveración, también se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Pareciera que no van a poder seguir currando con los derechos humanos. Pareciera.
El régimen parece estar colapsando, pero todavía está ahí. Las elecciones parecen proyectar un ganador, pero todavía no ganó. "¿Qué carajo está pasando?"
Los políticos, porque ganan y porque pierden, se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Los periodistas, los de la ética y los que no la tienen, los locales y los corresponsales extranjeros se preguntan "¿Qué carajo está pasando?". Lo mismo los empresarios, los sindicalistas, los trabajadores dependientes o autónomos, los jubilados, los estudiantes, Doña Rosa, Juan Etcétera, Pedro Etcétera y todos los etcéteras se hacen la misma pregunta; "¿Qué carajo está pasando?".
Entonces, "¿Qué carajo está pasando?".
Sin creer que pueda ser yo quien responda esa pregunta, hay evidencia e indicios de que algo está pasando. Por un lado se percibe un fin de época con una piña colosal que está por caernos encima. Por otro, los cuarenta años de democracia fallida dejaron un sistema viciado de representación política que parece haberse agotado y de manera no muy ordenada pareciera ir a una transformación necesaria, pero de resultado incierto. Lo que vaya a salir de esa transformación política con una situación económica y social lastimosa hace a la misma pregunta; "¿Qué carajo está pasando?".
En esa hermosa película que es "Los muchachos de antes no usaban gomina", hay una escena en la que tres hombres se disputan a una mujer en Lo de Hansen, un tugurio de Tango. El personaje intepretado por Rodolfo Bebán dice entonces la que, sarcasmo mediante, considero la más romántica frase del cine nacional: "Caballeros, hay tres perros para una salchicha, se la lleva el que muerda más fuerte".
Piense en esa frase cuando se pregunte "¿Qué carajo está pasando?", porque esa es la mejor metáfora del momento político. De la resolución de ver cual perro se queda con la salchicha va a depender entender al fín "¿Qué carajo está pasando?".
Lo siento si el título del artículo hizo suponer a los lectores que encontrarían la respuesta a la pregunta. Me disculpo por mi catarsis. Me gustaría poder responder algo entusiasta como: "¡Está pasando lo que queremos que pase!". Pero todavía es muy prematuro y vaya uno a saber. Así que no tengo la respuesta.
¿Alguno de ustedes la tiene?
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.