sábado, 23 de septiembre de 2023

JORGE FONTEVECCHIA, MILITANTE DE LA CENSURA PROGRE



El progresismo se está poniendo en evidencia ante la sociedad argentina como lo que realmente es: la ideología del miedo. 

La característica esencial de ese miedo es la ignorancia como lugar de confort para la corrección política progre, que no es otra cosa que un conjunto de creencias falaces y funcionales al totalitarismo; aunque pretendan parecer lo opuesto.

Ya que tanto el lenguaje como los contextos políticos son dinámicos, debo aclarar que cuando refiero "progresismo" no estoy aludiendo a esa voluntad de progreso que supo exhibir, por ejemplo, la gloriosa Generación del 80. Lo que hoy se ubica bajo el rótulo de "progresismo" es, a nivel global, una cosa muy distinta. Y particularmente distinta en Argentina, donde el progresismo es específicamente la voluntad de preservar y sostener el daño institucional, la degradación cultural y hasta la miseria intelectual impuesta por el kirchnerismo en lo que va del Siglo XXI.

Estos progres de hoy sólo son capaces de reprochar formalidades al régimen kirchnerista, algo que hacen con pruritos de no excederse en la crítica para no ser tildados de "fachos" por ningún izquierdista. Porque en aquello que hace al fondo de la cuestión abrazan sus falsedades como dogma y se genuflexan ante el relato basado en la mentira de los 30.000 desaparecidos, el inventado genocidio y las buenas intenciones de los "jóvenes idealistas" -pobres e inocentes víctimas de militares malos- que tan sólo querían para nuestro país los beneficios de otra "revolución" comunista como la cubana.

Este progresismo berreta, prejuicioso, admirador de novedades obsoletas, enemigo del sentido del humor, de la ciencia y hasta de la tolerancia religiosa, no le ha aportado nada a la Libertad. Nada. Solamente la ha restringido a fuerza de inventar motivos de ofensa y lanzar legiones de ofendidos a censurar y cancelar la rebeldía de los que piensan por sí mismos.

Jorge Fontevecchia, dueño de Perfil, es uno de esos progres. Leyendo sus últimas columnas se vuelve tentador escribir una novela en la que fuera un Ciudadano Kane a la criolla, porque en su ambición de poder, creyendo que su medio más que informar debe modificar la realidad e imponer a otros su pensamiento, ha llegado al punto en el que milita abiertamente la censura. Sí, el dueño de un multimedios que debería defender la Libertad de Prensa, milita la censura para que no se digan cosas que lo incomodan y que no podría refutar.

En el marco de la campaña electoral, caracterizada por la irrupción del "fenómeno Milei", Jorge Fontevecchia reclama al Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo una nueva ley que castigue el "negacionismo". 

Ahora bien ¿qué es el "negacionismo" al que pretende tipificar Fontevecchia como delito?

En su artículo titulado: "IMPERIOSA NECESIDAD DE PENALIZAR EL NEGACIONISMO", ilustrado con una foto de la fórmula presidencial de La Libertad Avanza que integran Javier Milei y Victoria Villarruel, argumenta nuestro Ciudadano Kane a la criolla que los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares durante el gobierno de facto no pueden estar en discusión.

Ahora bien, por principio general, toda cuestión que se resuelve judicialmente queda fuera de discusión al ser cosa juzgada, lo cual no obliga a nadie a otra cosa que acatar el fallo, sin necesidad de tener que manifestarse conforme con lo resuelto. Esa aplicación específica y limitada del poder coercitivo del Estado en un orden de Libertad, por sí sola hace innecesaria una ley que penalice el "negacionismo"; porque una opinión en tanto no sea calumnia, injuria, instigación al suicidio o a cometer delitos, por muy desacertada que sea solo es una opinión. Y cuánto más desacertada sea, más fácil resultará de ser refutada; por lo cual sería el colmo del ridículo castigar penalmente a quien hace el ridículo. Desde luego la verdad es un valor a proteger, pero como toda protección no puede ser llevada al extremo porque además de ser absurda terminaría dañando a la propia verdad.  

Resulta comprensible que habiendo padecido Fontevecchia privación de su libertad y tortura en 1979 milite la revisión judicial del pasado desde su sensibilidad herida, con una posición tan extrema como proponer la censura y el castigo penal para opiniones que no le agradan. 

Pero más allá de su experiencia personal, lo que Fontevecchia omite analizar en su argumentación es que eso que llama "meritorio segundo impulso en los juicios a los delitos de la dictadura" por parte del kirchnerismo, es en rigor de verdad el más escandaloso prevaricato de la historia judicial argentina. Del primero al último todos esos juicios están viciados de nulidad, porque no se respetó la irretroactividad de la ley penal, ni las demás garantías del debido proceso empezando por la presunción de inocencia y, entre otras graves irregularidades, se dio una interpretación sesgada a tratados internacionales para restringir la calificación de "delitos de lesa humanidad" a lo obrado por las fuerzas argentinas y no las del enemigo. 

Por razones de supervivencia política, el Poder Judicial se degradó a Poder Prevaricador satisfaciendo el afán revanchista de la izquierda  y las ambiciones de Néstor Kirchner, quien utilizó la bandera de los derechos humanos tal como el mago utiliza a la chica bonita: para que la mano sea más rápida que la vista. Y con esa distracción se consolidó un método de gobierno que Jorge Asís supo sintetizar en una frase tan corta como elocuente: "roban pero encarcelan".

Es curioso como el "negacionismo", parece funcionar en un un único sentido, que es el mismo que quiere asegurar Fontevecchia, pues cuando siguiendo a Orwell como si sus dos más conocidas novelas fueran un manual para la construcción del poder totalitario, falseando la historia y ejecutando un proceso de desmemoria colectiva y adoctrinamiento faccioso malversando los recursos del Estado, ni a Fontevecchia ni a ninguno de los cazadores de negacionistas se les cayó ninguna acusación por "negacionismo" contra el kirchnerismo.

Ahora quiere Fontevecchia encarcelar a todos los que advirtieron el engaño del relato kirchnerista y se rebelan contra él. 

Por supuesto, como buen progre, Fontevecchia esboza un amago de crítica llamando "abuso" a la utilización política de los derechos humanos del régimen kirchnerista, pero lo que cuestiona no es ese abuso en sí, sino que acarrea como consecuencia que la sociedad comience a cuestionar lo que se pretendió establecer como verdad dogmática sobre la Guerra Sucia.

Particularmente hiere la sensibilidad progre de Fontevecchia el destacado rol con el que va cobrando dimensión política la figura de Victoria Villarruel. 

En tal sentido, se disfruta como una involuntaria pero exquisita pieza de humor absurdo leer hacia donde dirige Fontevecchia su análisis del sentido del Vicepresidente a partir de la Constitución de los Estados Unidos. Nos dice Fontevecchia que como él supone que Milei va a tener problemas de gobernabilidad y podría durar poco en la Presidencia, debería Victoria Villarruel poco menos que anticipar que es lo que haría en la eventualidad de asumir la presidencia. 

Ese planteo es tan extremadamente ridículo que no lo hace Fontevecchia respecto de los demás candidatos a vicepresidente. No reclama que diga Agustín Rossi que es lo que haría si en una eventual presidencia de Sergio Massa la inflación se convierte en híper y debe sucederlo. Ni que explique Luis Petri una hipótesis por el estilo respecto de Patricia Bullrich.


A nuestro Ciudadano Kane le resulta de por sí preocupante que Victoria Villarruel se aboque a temas de Seguridad y Defensa, como no parece preocuparlo que una corrupta condenada por defraudación al Estado, que por sus antecedentes penales no sería tomada como cajera en un banco ni podría ser legítima usuaria de armas de fuego, este hoy en el ejercicio de la Vicepresidencia y haya estado a cargo de la administración general del país y el comando de las Fuerzas Armadas.

Fantasea y fantasmea Fontevecchia con que La Libertad Avanza sería una suerte de Proceso de Reorganización Nacional II, como si en el medio no se hubiera terminado la Guerra Fría, caído el Muro de Berlín, revolucionado las comunicaciones y un largo etcétera que hace al contexto de realidades distintas. 

Lo que preocupa a Fontevecchia es que la sociedad argentina está dando muestras de no dejarse influenciar por él ni por otros como él. 

Lo que preocupa a Fontevecchia es que en la encuesta realizada sobre el debate entre los candidatos a vicepresidente, el 50 % dio por ganadora a Victoria Villarruel. 


Luego digo, cuando el kirchnerismo y los progres intentan censurar a otros con acusaciones de "negacionismo" no lo hacen por defender verdades que no tienen, sino para reafirmar sus mentiras y ponerlas a resguardo del poder del Estado.

Si el negacionismo pudiera existir como delito objetivo, consistente en "negar la verdad" debería prohibirse toda expresión comunista, porque sus crímenes han sido tan graves como los del nazismo, primos de raíz socialista.  Y luego también ¿por qué no meter presos a los terraplanistas? Encarcelemos a todos los que crean en cosas que no puedan probar y cuando no nos alcancen las cárceles empecemos a fusilar, como quería hacer Santucho con un millón de argentinos.

Si hay países que tienen leyes contra el "negacionismo", esas leyes son aborrecibles porque encierran en sí justamente eso que supuestamente previenen.  

Cada tanto alguno me llama "negacionista" por decir que los desaparecidos no son 30.000, que la lucha antisubversiva fue una guerra y no un genocidio, que las organizaciones terroristas atentaban contra la democracia y, muy especialmente, me llaman así cuando sostengo que los juicios contra los militares son nulos por el prevaricato más escandaloso de la historia argentina y que todos los vencedores del terrorismo castrista, empezando por Alfredo Astiz, deberían estar libres. Entre otras razones porque un país que condena de manera implacable, con saña y sin chance de perdón a sus defensores, le entrega su futuro al enemigo. Cosa que lamentablemente hizo la Argentina con los resultados a la vista de todos.

Cuando a falta de argumentos, intentan descalificar, censurar, cancelar, a cualquiera con el mote de  "negacionista" corresponde dejar claro que ninguna ley puede obligarnos a ser afirmacionistas de la mentira.

Por supuesto esto que escribo en mi blog, para tranquilidad de Fontevecchia, no tendrá el alcance masivo que tienen medios como Perfil, pero este modesto blog es un medio honesto que no promueve la censura. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.













 

 






¿Qué es la Derecha?

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Ariel Corbat

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