"Quiero que mis convicciones sigan siendo auténticas,
que sean puestas a prueba por las razones del otro
y por las dudas propias. Ayudémonos a pensar".
Los pensamientos incómodos suelen presentarse en forma de preguntas que no queremos contestar. Se trata de cuestionamientos que, con precisión quirúrgica, apuntan al medio de nuestras creencias y convicciones contrastando la construcción ideal del deber ser con las posibilidades de la realidad.
Cuando un país. como es el caso de la Argentina actual, no logra el mínimo consenso sobre lo que está bien y lo que está mal, el debate sobre lo debido y lo indebido no sólo se agota en superficialidaes, sino que obliga a una cierta ruptura histórica para determinados conceptos que asociamos a lo virtuoso. Así, conductas que en el pasado fueron certezas patrióticas, extrapoladas al hoy quizá resultarían meramente ilusorias.
No me refiero a los meros cambios materiales propios de toda modernidad en relación al ayer, lo que en la evolución va puntualizando lo que se torna demodé, hablo de la degradación de sustancia moral en la identidad de un pueblo que aspiró a ser una Nación. En el extravío de esa identidad, que es la debilidad de lo que se suponía inalterable al paso del tiempo, cualquier definición conceptual del patriotismo conlleva un accionar cuyas consecuencias probables conforman un abanico que va de la apatía al baño de sangre.
Seguramente, la moderación al repensar el patriotismo buscará un punto de equilibrio desde lo racional. Pero hablamos de Argentina, país de historia pendular, de aspiraciones mayúsculas y logros mínimos, con una incapacidad notable para organizarse y donde las pasiones doblegan con facilidad a la razón.
Entonces los pensamientos incómodos hacen eso que saben hacer, persistir. No será en esté breve artículo enunciativo, ni por mi pobre pluma, que obtengan sus respuestas. Sencillamente tomo nota de su fastidiosa presencia mientras me pregunto qué será exactamente ser patriota. ¿Tendrá sentido el patriotismo tal como lo conocimos de los que nos precedieron?, ¿Tenemos una Patria porque queremos ser una Nación o somos apenas un rejunte de gente arriba de un territorio?, ¿Tendremos lo necesario para proyectarnos institucionalmente en el tiempo o, una y otra vez, deambularemos sin brújula ni remos pretendiendo seguir el canto demagógico de las sirenas?
Porque fue incómodo escribirlo, sé que este artículo es tan incómodo de leer como los pensamientos incómodos que le dieron origen y también que no se puede compartir con cualquiera. Repensar el patriotismo requiere capacidad de pensar y sentimientos patrióticos, dos cosas que lejos de abundar, algunos días más que otros, parecen estar en franco peligro de extinción.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López.