Conocen los lectores de LA PLUMA DE LA DERECHA que sigo con interés la situación que plantea Rosario. La he tratado en muchos artículos señalando invariablemente que el principal problema de la Seguridad Interior en Argentina es de orden cultural y consiste en el ostensible incumplimiento de la Constitución Nacional.
Las situaciones que el periodismo a veces muestra y los políticos comentan en sus ratos libres, con mayor énfasis e hipocresía cuando están en campaña electoral, nos recuerdan en todo el país y en particular en Rosario que si el narcotráfico se expande es porque se le sirve el territorio en bandeja de plata desde el momento en que nada, y afirmo categóricamente ¡NADA! absolutamente nada funciona desde el Estado, nacional y provinciales, conforme al debe ser que supone alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
Rosario es el ejemplo cabal de la total falta de entendimiento de la política respecto a que la Seguridad Interior es la situación de hecho en la que se encuentra garantizado el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. Así los sucesivos gobiernos de la Provincia de Santa Fe han incumplido sus deberes para con la Constitución Nacional deteriorando progresiva y sostenidamente los instrumentos que específicamente asigna el Estado a ese fin enunciado. Y no sólo han manoseado la Policía de la Provincia de Santa Fe hasta el cansancio, del mismo modo que ignoraron la importancia del Servicio Penitenciario, han subvertido la cultura entronizando como virtuosos valores de franca y violenta enemistad para con los valores de la Constitución Nacional.
Victimizar a terroristas que querían imponer en Argentina otra dictadura con pretensiones de eternidad, a imagen y semejanza de la tiranía castrista que todavía hoy oprime al pueblo cubano, es despreciar los valores de Libertad y orden republicano en la Constitución Nacional.
De esa victimización absurda, se desprende otro absurdo que es facilitar la actividad criminal al punto de paralizar a la policía aplicándole un rigor jurídico diametralmente opuesto a las facilidades que se otorgan a los delincuentes. La parálisis policial es siempre el primer estadío de la corrupción: mirar para otro lado primero para evitarse problemas, después a cambio de una moneda, luego participar por un billete y en algún punto para adueñarse de cualquier negocio ilícito. Todo eso ha pasado en Santa Fe y es exclusiva responsabilidad de la Política, cuya obra es la corrupción estructural enquistada en la fuerza, de imposible existencia sin connivencia política. Porque las policías, omiten decir los políticos, no son ni pueden ser autónomas, requieren conducción política. Pero no política partidaria, como pasa por ejemplo en Formosa y otros feudos, sino política de Estado, al servicio del imperio de la Constitución Nacional.
Argentina en este siglo exhibe la constante decadencia que acumula daño institucional, degradación cultural y miseria intelectual. Ocurre en toda la geografía del país, pero en algunos lugares resalta más que en otros.
Para lo que quiero señalar, ahora permitiéndome recurrir al humor para alivianar un poco la tragedia, ya que tragedia más tiempo es comedia y esto viene de largo. Voy a arrancar por una anécdota de una noche lejana que pudo ser allá por mediados de los ochenta.
Era viernes o sábado. Ya casi madrugada y después de una función de Rubén Juárez en el Café Homero, el Negro, Luis Brandoni, mi hermana Silvia y yo fuimos a un pub en Avenida Álvarez Thomas, en la misma cuadra de New York City. Sentados a una de las mesas se dio una larga charla, donde Brandoni dijo cuatro cosas que todavía recuerdo: que le costaba mucho esfuerzo compatibilizar los horarios del ambiente artístico con los de funcionario, su elogio incondicional al Presidente Alfonsín, una referencia a las madres de Plaza de Mayo que me obligó a romper mi ubicado silencio para dejar en claro que esas mamitas y sus nenitos no eran santos de mi devoción (Brandoni, un caballero debo decir, respetó mi joven opinión; en aquella época se podía disentir amablemente) y finalmente recuerdo como algo muy gracioso un comentario suyo sobre la censura señalando que "justo la violenta dictadura militar" había prohibido en la televisión al Capitán Piluso porque la pistola y la gomera eran un mensaje violento, lo que acompañó haciendo el gesto de disparar con la gomera. Todos reímos por el absurdo narrado.
Recuerden que el genial Alberto Olmedo, al igual que Juárez apodado "Negro" (y nadie entonces decía boludeces como las que se escuchan hoy día por apodos así), siempre será rosarino, notoriamente rosarino, orgullosamente rosarino, sinónimo de rosarino.
Sin embargo Rosario viene entronizando como hijo dilecto no a un personaje simpático como el Capitán Piluso, con el que Alberto Olmedo (y Coquito) divertían a la niñez, sino a un criminal despiadado como Ernesto Che Guevara, que mataba por placer y para abolir libertades implantando dictaduras comunistas.
El Che Guevara fue un demente que se creía iluminado y representa todo lo contrario del estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. Sin embargo, pese a ello desde el municipio se rinde constante tributo a su persona y desde el 2008, en una plaza de la ciudad, se lo exalta con un horrible monumento en bronce, como si pudiera ser otra cosa más que un enemigo de la Patria y de la Humanidad. Diez años después, en el 2018, la Secretaría de Transporte Municipal promovió la circulación de un colectivo de la línea Q ploteado con la cara del Chacal de la Cabaña como homenaje a los 90 años de su nacimiento.
Tengamos muy presente para lo que sigue al Capitán Piluso con su gomera y al Che Guevara fusilando gente por las dudas.
Rosario, esa Rosario donde ser guevarista parece democrático, pero donde por eso mismo se pone un muro cultural a la posibilidad de garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional, acumula ya unos 140 homicidios en lo que va del año, ya ni cotizan para tapa de los diarios los muertos de Rosario, ciudad que tristemente es noticia hasta el aburrimiento por situaciones de violencia que incluyen extorsiones, amenazas, ajustes de cuentas, usurpaciones y un largo etcétera de figuras delictivas. Todas violentas, en Rosario la sutileza es algo así como un último recurso, una rareza.
Pero Damas y Caballeros, elegantes lectores de este blog, ya todos podemos respirar aliviados porque esa misma Rosario, se encamina ahora definitivamente hacia la pacificación absoluta. Se necesitaban ideas, nuevas, frescas, prácticas, de indudable racionalidad y sentido común para volver las cosas a su estado constitucional y ahí afloró la sabiduría del legislador.
El 15 de Junio de 2023, los concejales y las concejalas del Concejo Municipal de Rosario- con la inadmisible exclusión de "les concejalos", prohibieron en en el ámbito de la ciudad la comercialización de jaulas trampas y gomeras u hondas.
En una ciudad donde se matan personas a diario, los concejales hacen suya la preocupación de la ONG Mundo Aparte que se preocupa por evitar la caza y captura de aves silvestres con instrumentos tales como resorteras y jaulas.
Realmente los concejales rosarinos parecen vivir en un mundo aparte, y hacen honor al nombre de la ONG, al sancionar una ordenanza que, tanto al contexto de la ciudad como al fondo de lo resuelto, es una verdadera estupidez. Compraron el argumento de Franco Perugino vocero de esa ONG, según el cual “El chico y la chica que crecen creyendo que la gomera es un juguete, naturaliza la violencia desde su primera infancia, lo cual hace que ello esté relacionado, también, con la violencia que se sufre en Rosario”.
Al igual que los censores del tan denostado Proceso de Reorganización Nacional de los que se reía Brandoni, los concejales rosarinos vienen a explicar la violencia en Rosario por la gomera del Capitán Piluso.
Regocijémonos todos que ahora sí, por fin, la violencia en Rosario va a disminuir porque prohibida la fabricación y venta de gomeras, vamos a ver como se las arreglan los monos y otras monadas por el estilo para seguir amanojando gente.
No sólo es ridículo que teniendo muertos a tiros todos los días los concejales se preocupen por los pajaritos, sino que demuestran ignorar completamente las enseñanzas del maestro Cesare Beccaria sobre las normas inútiles en su obra "De los delitos y las penas" y, por ende, carecer de las más mínimas nociones de técnica legislativa.
Es la misma ignorancia e imbecilidad que demostró el diputado nacional por la Provincia de Santa Fe Juan Martín Musac, de la Unión Cívica Radical, al proponer prohibir la portación de armas blancas. Como se producen lesiones y homicidios utilizando cuchillos, al diputado Musac no le ocurrió mejor idea para evitar esas lesiones y muertes que prohibir la portación de cuchillos, que viene a ser lo mismo que prohibir la tenencia y portación de martillos porque también esa herramienta ha sido instrumento para lesiones y muertes.
La prohibición de los instrumentos de uso común no es útil para evitar la comisión de delitos. Tanto las lesiones como el homicidio están tipificados en el Código Penal y quien está dispuesto a cometer delitos de esa magnitud ignora por completo cualquier prohibición absoluta sobre eventuales instrumentos para cometer esos delitos. Lo mismo ocurre con la Ley 22.421 que tiende a resolver los problemas derivados de la depredación que sufre la fauna silvestre; tipifica delitos pero no prohíbe absolutamente la fabricación y venta de ningún instrumento, simplemente califica como agravante del delito usar medios que hayan sido prohibidos para ese uso por la autoridad jurisdiccional.
Porque la prohibición de fabricar y vender instrumentos de usos múltiples, no puede más que terminar en un absurdo. Así como el citado intento de prohibir la portación de cuchillos, llevaría a prohibir la portación de martillos, es obvio que la lista de elementos capaces de ser usados para lesionar y matar debería extenderse hasta la obligación de andar desnudos por la calle. ¿O acaso un cinturón no puede usarse para herir y matar?
Con la prohibición rosarina de fabricar y vender gomeras pasa exactamente lo mismo. Lo que puede hacer una gomera, lo puede hacer mejor un rifle de aire comprimido, más aún: siguiendo esa lógica el viejo rulero con el globo para disparar venenitos vendría a ser como una táser para pajaritos, también debería prohibirse, como las piedras que pueden ser arrojadas con la mano, las cerbatanas y tantos otros instrumentos y artificios que a más de cazar pajaritos sirven para pasar el rato disparando contra una lata, erradicar plagas o como simple adorno.
Creo que lo expuesto deja claro lo deplorable de la técnica legislativa en la ordenanza rosarina. Para terminar vuelvo al contexto, hay una normalidad rosarina que convive con la violencia y le resta credibilidad a los lamentos y promesas de los funcionarios, porque dada la matriz cultural de la inseguridad en Rosario, en lugar de ir contra la gomera del Capitán Piluso hay que terminar con el culto al Che Guevara.
¡Es la cultura, imbéciles!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.