Es un paso importante, para la empobrecida cultura política argentina, que el debate entre los candidatos presidenciales que van al balotaje se haya realizado. Al margen del contenido, tan sólo la formalidad marca un hito trascendente.
Debido a la ausencia de Daniel Scioli en el debate previo a la primera vuelta electoral y a que, históricamente, en Argentina quien lidera las encuestas de intención de voto se niega a debatir, ello significó que Mauricio Macri comenzara un punto arriba. Y ese fue también el eje principal sobre el que debe entenderse todo el debate. Macri estuvo ahí ratificando sus convicciones democráticas frente a un Scioli desconocido para el propio Scioli, un ente que se vio forzado a debatir no por convicción sino por sentir la sombra de la derrota.
Esa diferencia fundamental agudiza otras tres que el debate hizo más notorias.
1) Macri es el líder de su espacio político. Scioli dice que lo será sin que nadie le crea mucho.
2) Macri se postula a la Presidencia dejando convalidada su gestión como Jefe de Gobierno por el voto de los porteños, que eligieron dar continuidad al PRO en la figura de Horacio Rodríguez Larreta. Scioli es un gobernador cuya gestión, condicionada por un vicegobernador impuesto a modo de comisario político, fue castigada por el voto de los bonaerenses que optando por CAMBIEMOS eligió a María Eugenia Vidal.
3) Macri completa fórmula con Gabriela Michetti, quien tuvo la personalidad suficiente para contradecirlo abiertamente cuando se presentó como precandidata a Jefe de Gobierno, lo que demuestra que el PRO tiene un germen democrático en virtud del cual las diferencias no son entendidas como traiciones. Scioli en cambio es secundado por Carlos "El Chino" Zannini, otro comisario político impuesto por el kirchnerismo para evitar que asome de nuevo el Scioli neoliberal parido a la política por el menemismo.
Nadie que haya decidido su voto antes del debate encontró en su más que modesto contenido argumentos para modificarlo. Quizá tampoco los indecisos, aunque claramente la noche de ayer en la Facultad de Derecho exhibió al Scioli moldeado por el kirchnerismo como un comunista venezolano asustado de un desarrollista argentino que mira al mundo libre. La opción es simple: Patria o Cuba.
Mi voto, el voto de un patriota liberal, acompaña a Mauricio Macri desde mucho antes de las PASO; sencillamente porque no resistí doce años al régimen kirchnerista para andar con vacilaciones a la hora de ponerle fin.
Y es cierto que gane quien gane, como bien sabe cualquier lector de La Pluma de la Derecha, seguiré criticando lo que mis convicciones manden luego del 10 de Diciembre de 2015. Pero estoy seguro que si Mauricio Macri es presidente no voy a ser acusado de traidor, golpista o destituyente, cada vez que cuestione alguna decisión o política de su gobierno. Y esa diferencia, ese respeto por el otro que permite la convivencia y cooperación en pos del bienestar general, en esta hora lo es todo.
El 22 de Noviembre, por la esperanza de volver a la supremacía de la Constitución Nacional, yo voto:
Macri Presidente - Michetti Vice.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López