domingo, 19 de junio de 2022

RECALCULANDO (El caso Milei como enseñanza para los republicanos)






El primer GPS que me orientó por las rutas argentinas tenía la voz firme y sensual de una gallega que ante algún desvío del camino trazado decía: “recalculando”. Casi que uno esperaba salirse de ruta para escucharla decir esa palabra con énfasis erótico y prometedor de mejores caminos.

La añoranza viene a cuento para entender la encrucijada en que se encuentra el espacio político republicano del Centro a la Derecha. Para todos los que integramos este frente todavía no constituido la palabra “recalculando” define el momento. 

Después de las elecciones del 2021 quedó claro que una parte de la sociedad está harta del modo en que se gobierna la Argentina en lo que va del Siglo. Totalitarios y progres (léase: kirchneristas y cambiemitas) han viciado el sistema político hasta convertir los tres poderes republicanos en un entramado de privilegios de casta; que se sostiene a expensas de la miseria creciente en esta democracia fallida con perspectiva de Estado fallido.

La ciudadanía que votó las opciones del centro a la Derecha, con preeminencia de la propuesta liberal, logró llevar desde tres espacios diferenciados cinco diputados al Congreso de la Nación: José Luis Espert, Ricardo López Murphy, Javier Milei, Carolina Píparo y Victoria Villarruel; y aunque esa segmentación de origen se mantiene en la composición de bancadas, el consenso generalizado entre la enorme mayoría de sus votantes es que representan un mismo espacio. Y más aún: que deben unirse. 

Las razones y sinrazones por las que la unidad no se alcanza son variadas. En tal contexto la centralidad de la escena quedó marcada por el “fenómeno Milei”. A fuerza de histrionismo Milei canalizó buena parte de la sana rebeldía juvenil universitaria hacia ideas liberales contra la hegemonía socialista. Si eso ya de por sí es meritorio el mérito es mayor por lograr que su prédica de ideas liberales trascienda el núcleo juvenil instalándose en distintos estratos de la sociedad más allá de edades o condición social. El riesgo largamente advertido del “fenómeno Milei” era que se agotara en Milei, que el personaje lo fagocite y que, centrándose en su persona antes que en sus ideas, la pretensión de liderazgo personalista entorpeciera la necesaria e imprescindible institucionalización que define a la política como construcción colectiva. Construcción colectiva insalvable para disputar poder que -aclaración para los retoños libertarios- no tiene nada que ver con el colectivismo. 


Otra cuestión a entender para analizar las razones y sinrazones por las que la unidad no fue alcanzada hasta ahora, es la existencia del “liberalómetro” como instrumento de la lógica amigo/enemigo que el kirchnerismo supo exacerbar en la sociedad argentina con método y sin pausa desde el 25 de Mayo del 2003. La planificación orwelliana del régimen no cometió la torpeza de limitar el juego amigo/enemigo a ellos y nosotros, por aquello de “divide y reinarás” apuntó a que entre nosotros reine el recelo para vernos como enemigos haciendo de cualquier mínima diferencia una excusa para repelernos. Entonces se juntan cuatro liberales y surgen ocho etiquetas. Esa estupidez, olvidando que ninguna diferencia entre nosotros es más que una anécdota cuando del otro lado hay un proyecto totalitario con el que no hay posibilidad de consensuar ningún futuro juntos, garantiza la continuidad del régimen. Y no es sólo el “liberalómetro”, es la misma estupidez que se da entre todos los componentes del espacio republicano.

Cuando en lugar de unirnos por coincidencias básicas, partiendo de alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional, de lo que depende nuestro estilo de vida, los republicanos (liberales, conservadores, nacionalistas, autonomistas, provinciales, etc.) damos entidad a diferencias de matices que existiendo son para ser discutidas en otro momento, se puede adivinar la sonrisa de Cristina Fernández viendo que todos jugamos el rol que ella nos asigna en sus planes. Así es como en esta, su tercera presidencia, disfruta la impunidad sin costo político (que absorbe su marioneta) y prepara la cuarta.

La encrucijada republicana es frente a la historia rescatar la Patria o resignarnos a su extinción. Quienes me leen conocen que desde hace muchos años brego -a veces en entera soledad- por la unidad del liberalismo y de todo el centro a la Derecha. No tengo nada que agregar de mi parte, la necesidad de alcanzar esa unidad forma parte de mis convicciones y desde la modestia de mis medios seguiré bregando por ellas. Soy un indio, no un cacique.

Ahora bien, por más que los indios escuchemos la voz de la gallega no vamos a volver al camino si nuestros referentes a los que el voto ha acompañado no muestran madurez, convicción y audacia para conducir por la nueva ruta. A ese respecto una reciente e interesante reunión tratando de descifrar la dinámica de las decisiones políticas en el espacio republicano me dejó como conclusión un tremendo insomnio. Estamos muy flojos en estructura: "Institucionalizar" significa establecer una clara dinámica para la toma de decisiones.

La situación de la proyección presidencial de Milei ejemplifica al respecto, bastaron dos notorias pifias consecutivas de Milei para que muchos le fueran con saña a la yugular, como hacía rato estaban esperando poder hacerlo. Ocurre que un candidato presidencial puede tener un círculo íntimo que defina sus decisiones políticas personales, pero no es un candidato real sin contar con el margen de contención que sólo puede ofrecer una estructura política institucionalizada a la que el primero en responder sea él. Y aclaro para mayores precisiones: en una estructura política así, tipos como Maslatón no tienen cabida y por lo tanto no pueden hacer daño.

Hacer de este traspié un nuevo comienzo, insisto, depende de la madurez política de quienes son referentes del espacio para disputar el poder con tanto método como voluntad.

Entonces, coincidiendo con Nicolás Márquez en que atacar a Milei con la intención de sacarlo de la política es hacer leña del árbol caído y esa actitud no es propia caballeros, rescato positivamente lo dicho por José Luís Espert al ser entrevistado por Florencia Ripoll: 
“Mi pronóstico (sobre el fenómeno Milei) se cumplió: se pinchó. La pregunta es: ¿se puede volver a inflar? Yo creo que sí. Así como empezó, creo yo, demasiado antes, por lo menos creo que se adelantó un año en la campaña Milei, las campañas empiezan seis meses antes de la elección, no un año y medio antes, o sea Javier se adelantó un año, por eso yo decía que se podía pinchar. Y se pinchó, claramente. Ahora: ¿puede volver a inflarse y funcionar muy bien? Claro que sí. En política nunca digas nunca, nunca digas siempre. Así como no era el rey de la selva hace quince meses y era el único que podía ganar la elección, hoy tampoco es un cadáver político, de ninguna manera”.
Espert está dando una señal de apostar por la unidad cuando otros muchos juegan a la atomización, el suyo es un claro puente tendido a Milei y por añadidura al resto del espacio republicano.


Disiento con Espert en su apreciación del tiempo en que debe lanzarse una campaña presidencial, no es una cuestión de tiempo sino de organización. Si la organización es fuerte una campaña presidencial se puede lanzar varios años antes de la elección. Pero ahí está el punto de la cuestión: organizarnos. Por eso subrayo que Espert hace con racionalidad, la que acaso (hermosa palabra la palabra “acaso”) sea la declaración política más significativa de esta encrucijada donde es preciso recalcular los pasos al 2023. 

Unidos o perdidos, esa es la cuestión. Sin dejar caído a nadie en el camino que quiera levantarse para seguir. La unidad de los republicanos era y sigue siendo el imperativo de la hora, no debemos volver a repetir el error de tener dos candidatos presidenciales (Gómez Centurión y Espert en el 2019) ni seguir formando bloques separados en el Congreso, hay que dejar toda mezquindad afuera y converger en una misma estructura electoral desde y con los partidos políticos sin los cuales cualquier candidatura es ficticia.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
Partido Autonomista de la Provincia de Buenos Aires.
AVANZA LIBERTAD.

¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

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