"La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro"
George Orwell (1984)
La antidemocrática Hebe de Boafini, madre de terroristas, y el afirmacionista de la mentira Darìo Pérez Dìaz. Lamentos de la dictadura castrista que no pudo con Argentina. |
La más elemental de las nociones sobre la decencia bastaría para que cualquier legislador se abstuviera de pretender entronizar a la mentira en el sitial de la verdad, pero es un hecho que no puede pedirse decencia al kirchnerismo y eso es lo primero que demuestra el proyecto afirmacionista de la mentira del senador del Frente Para la Victoria Darío Díaz Pérez. Ahora, lo grave del asunto, es que ese proyecto obtuvo sanción legal.
El kirchnerismo consiguió en la Argentina lo que ninguna dictadura anterior había logrado, cercenar la capacidad intelectual del país. De Juan Manuel de Rosas en adelante todos los dictadores mataron y pegaron palos, pero incluso la peor violencia física iba sobre la manifestación del pensamiento y no sobre el pensamiento mismo.
Como buenos discípulos del nazi Joseph Goebbels y reeditando a George Orwel, los kirchneristas repitieron, contra toda evidencia, que los desaparecidos durante el Proceso de Reorganización Nacional son 30.000 y de la mano del entonces Juez de la CSJN Eugenio Zaffaroni, allá por el 2012, hicieron desde el Consejo Superior de la UBA que, por resolución unánime, se excluyera del programa UBA XXI a condenados y procesados por delitos de lesa humanidad. La UBA arrió así la bandera de la verdad, para quedar a la sombra del sucio trapo rojo de la cobardía intelectual, temerosa de unos pocos individuos que, privados de su libertad, pudieran ser sostenedores de un “discurso negacionista” que habría de postular en el propio seno de la Universidad la pretendida legitimidad de delitos masivos. Si en ese ámbito intelectual se cercenó el pensamiento a ese extremo, el aparato de propaganda y control social del régimen K, imponiendo una falsa corrección política, condicionó severamente el pensar del resto de la sociedad. Tanto era el tufo a opresión, tan cerca estaba Venezuela, que generó la reacción que a través de CAMBIEMOS los expulsó del gobierno en Nación y Provincia de Buenos Aires.
Desplazados a oposición y como los engaños no pueden sostenerse donde hay libertad para pensar, los afirmacionistas de la mentira, acostumbrados al uso faccioso del Estado, buscan seguir corrompiendo en su esencia racional a las instituciones de la democracia republicana para que no pueda pensarse, de allí el texto con pretensión de ley:
"Incorpórese de manera permanente en las publicaciones, ediciones gráficas y/o audivisuales y en los actos públicos de gobierno, de los tres poderes de la Provincia de Buenos Aires, el término Dictadura Cívico-Militar, y el número de 30.000 junto a la expresión Desaparecidos, cada vez que se haga referencia al accionar genocida en nuestro país durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983".
En el caso que a la gobernadora María Eugenia Vidal le crecieran los bigotes de Aníbal Fernández y no vetara esa ley, cada acto suyo quedaría manchado por la mentira esencial del régimen kirchnerista. La idea misma del cambio, y que dio nombre a CAMBIEMOS, quedaría condicionada a la superficialidad de no librar la batalla cultural, que no es una cuestión de cifras sino de libertad, racionalidad y verdad. Si no libramos esa batalla se pierden todas las demás.
En cualquier caso, la Constitución Nacional nos reconoce a los ciudadanos el derecho de pensar libremente sin ningún tipo de condicionamiento. Lo manifiestamente falso no puede ser ley en provincia alguna, por lo que todas las iniciativas de inspiración stalinista que impulsen los afirmacionistas de la mentira no impedirán que digamos la verdad buscando esclarecer la controversia sobre los desaparecidos: Ni 30000 ni genocidio. Fue guerra y la perdieron, a llorar a Cuba donde la dictadura que nos querían imponer todavía gobierna.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López