jueves, 9 de febrero de 2023

CLAUDIO BRILLONI: EL TARDÍO ACIERTO DE OMAR PEROTTI.




Cuando era candidato a la gobernación de la Provincia de Santa Fe, Omar Perotti hacía campaña prometiendo paz y orden. "Ahora la paz y el orden", prometía a la preocupación de los santafesinos esbozando la sonrisa desde un afiche. Dos cosas que desde el momento en que asumió como gobernador no dejan de empeorar. A tres años de iniciada su gestión  -por así llamarla- los santafesinos siguen desprovistos de paz y de orden. Sin pausa y a veces con prisa la situación de la Seguridad no ha dejado de empeorar en la Provincia y no hay un único responsable pero sí uno principal: Omar Perotti.

La desorientación de Perotti en materia de Seguridad se manifestó tempranamente, cuando ni bien ganada la elección y antes que asumiera el cargo para el que fue elegido, (subrayo: no es un paracaidista polaco, es lo que eligieron los santafesinos), sus tanteos y vacilaciones pusieron de manifiesto la falta de propuesta propia. 

Tienen una mala práctica en común los políticos argentinos: improvisan. No organizan equipos de trabajo previendo afrontar las responsabilidades de los cargos para los que se postulan. Tan así es esto, que ya lanzada la campaña presidencial no hay detrás de ningún postulante a la Presidencia de la Nación ni siquiera un esbozo de "Gabinete en las sombras" que, al modo del parlamentarismo británico, exhiba capacidad para ejecutar planes de diseño previo. Todo se libra a la improvisación, y así nos va.

Sin equipo propio destinado a Seguridad, algo por demás llamativo en función de sus promesas preelectorales, Omar Perotti tomó la primera y peor de sus decisiones: convocar y nombrar ministro de Seguridad al experimentador progre Marcelo Saín, cuyos antecedentes, a los que ya me he referido en distintos escritos, anticipaban el fracaso tanto por cuestiones ideológicas, como metodológicas y de personalidad.

Bochornosamente pasó la gestión de Saín, dañando cada día un poco más la posibilidad de cumplir aquella promesa o mentira electoral de Perotti sobre la paz y el orden. 

El desprecio de la política santafesina a la Policía provincial nunca fue tan evidente como lo expuso la soberbia del maleducado Saín. Y en este punto está claro, es innegable, que la Policía de la Provincia de Santa Fe tiene serios problemas estructurales, generados por la política, que hacen difícil de prevalecer a la noble vocación policial. Es fácil y barato caer en la liviandad de poner toda la culpa sobre la Policía santafesina, denostarla omitiendo el daño sistemático que le ha hecho la política a lo largo de décadas de manoseo institucional. Sin embargo, si bien he trabajado con policías de distintas jurisdicciones, solamente en comisarías de la Provincia de Santa Fe he sentido una sobreexigencia de película, donde hasta las paredes las sostiene el personal. Por eso respeto a los policías santafesinos y si alguna esperanza conservo de mejora en la calidad de la seguridad de la Provincia es que, alguna vez, se sepa valorar y apoyar el orgullo de los policías que conservan intacta su vocación de servicio, sin doblarse ni quebrarse, en un contexto por demás adverso.

Tardó mucho Perotti en reconocer que había nombrado ministro de Seguridad a un incompetente. Pero al reemplazarlo no resolvió la cuestión de fondo porque sigue Perotti sin definir, aunque más no sea, el enfoque de un rumbo propio. A Marcelo Saín lo sucedió para seguir improvisando Jorge Lagna y a este Rubén Rimoldi.

Ahora y por primera vez el gobernador Perotti designa ministro de Seguridad a un profesional de los que acrecientan el valor de cualquier equipo: Claudio Brilloni, Comandante General retirado de Gendarmería Nacional. El acierto de Perotti quizá llegue demasiado tarde para la paz y el orden que prometió, porque aquello de "mejor tarde que nunca" es muy relativo.

Brilloni acredita a más de una carrera intachable conocimiento cierto de la Provincia de Santa Fe y en particular de Rosario. Cuenta, además, con una cualidad necesaria: don de mando. Es "buen tropero", requisito imprescindible cuando se debe trabajar para recomponer el prestigio de instituciones dañadas en su moral y autoestima.

Pero, siempre hay un "pero" desde que Juan José Passo tomó la palabra en aquel Cabildo Abierto de 1810: si el ministro es por una vez el hombre correcto, el gobernador sigue siendo el mismo que trajo a Saín y sus consecuencias.

Cabe preguntarse entonces qué tanto va a limitar el contexto político la gestión de Brilloni en el Ministerio de Seguridad. 

Son demasiadas incógnitas para ser despejadas y que, entre unas cuantas certezas, no componen un combo alentador. 

Vayamos primero por las certezas. 

1) Perotti ha nombrado ministros de Seguridad sin que nunca quede claro cuál es su política. 

2) A menos de un año para finalizar su período de gobierno, el poder que ostenta está esmerilado por su propia indefinición. 

3) Se requieren acuerdos políticos provinciales y nacionales para hacer de una gestión en Seguridad el comienzo de una política de Estado que se sostenga en el tiempo, acuerdos que difícilmente se alcancen en un año electoral con presidenciales. 2023 que parece encaminado a superar todos los niveles de mezquindad política.

4) Las organizaciones criminales que operan en la Provincia, y particularmente en Santa Fe, han tomado debida nota de la debilidad política y que tirando muertos pueden decidir, ellos y no el gobernador, cambios en el gabinete. Y ese es un muy peligroso antecedente.

 Sobre esas certezas cabe preguntarse:

¿Podrá Brilloni contener la situación en lo que resta del mandato de Perotti? Y en tal caso, ¿podrán los lineamientos de su gestión proyectarse más allá de diciembre? Digo: ¿Roberto Mirabella, el delfín de Perotti, eventualmente será títere o gobernador por sí mismo?

No voy a abundar en preguntas obvias. Está claro que Claudio Brilloni aceptó un desafío enorme, que estoy convencido llevará adelante con su vocación de servicio y la profesionalidad de siempre. Tomó pues una decisión arriesgada, se la juega, lo cual habla muy bien de él, porque debo reconocer que con estas condiciones de contexto político tan desfavorable yo no aceptaría el cargo. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.




¿Qué es la Derecha?

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La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

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