En el marco del Sexto Congreso de la Lengua Española que se realiza en Panamá, el diario El País de España pidió a distintas personalidades de las letras que identificaran a sus países con una sola palabra. Además también se lo pidió a Juan Gelman, quien acertó en señalar a la palabra "boludo" como la que mejor define a la República Argentina, argumentando para ello que:
"Es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen".
Hay que reconocer las verdades cuando se dicen, sin importar que las diga un personaje siniestro como Gelman.
Ciertamente la citada expresión, que es sinónimo de poco avispado, distraído o simplemente imbécil, se ha impuesto brutalmente en el habla coloquial de los argentinos durante la última década. Acompañando la caída del nivel educacional y cultural del país, en el estrecho léxico de los adolescentes la palabra "boludo" se reitera hasta el hartazgo en la construcción de cualquier frase. Así no sólo mitigó su carácter agraviante, pasando a ser casi afectivo cuando no directamente sinónimo de "vos" y signo distintivo de la condición de argentino, sino que también pasó al lenguaje de los adultos.
Ese paso al vocabulario de los mayores evidencia una cultura débil que se desintegra, como rendidos ante la evidencia, doblegándose acaso ante la acción destructiva de una política que ataca sin descanso la historia y la identidad de los argentinos como Nación.
Siguiendo el cauce en el que ha caído y gobernada desde la mentira, la República Argentina va camino a ser "territorio boludo". Hay que serlo, y mucho, para Guillermo Moreno mediante hacer del orgulloso granero del mundo un país en el que escasea el trigo. Infinidad de otros ejemplos, que largo y ocioso sería enumerar, dejan al descubierto la "boludez" reinante.
Boludez es que la prensa llame poeta o escritor a Juan Gelman, un miserable apologista de Montoneros que todavía en 1978, como libretista del filme "Resistir", seguía reclutando carne de cañón para los delirios sangrientos de Mario Eduardo Firmenich.
Boludez es que nos vendan derechos humanos con crímenes de lesa humanidad y el montonero Gelman pase por víctima en lugar de victimario. País de boludos, sin duda.
ESE "POETA"
Ah. El poeta...
Del rostro compungido
y mustios bigotones.
Sí, el poeta.
Con todos sus galardones,
el dolor de la derrota
y el pasado de traiciones.
Al muro de sus lamentos
le faltan las verdades
y le sobran los ladrillos.
Ah. El poeta...
Sí, el poeta.
Que lo aplaudan...
Que lo premien...
Que son las sogas
que venden los burgueses.
¿Y qué verso valió la pena
del drama que escenifica?
Si no son más que palabras,
mamarrachos en tinta
sobre baldosas de sangre
que a cada paso salpican.
Ah. El poeta...
Sí, el poeta.
Sembrador de odios
disparando letras
en la noche eterna
donde van las sombras
de las guerrillas muertas.
Ah. El poeta...
Sí, el poeta.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
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