“…de que quiere nuestro Señor rindan ya su cuello al suave yugo de su Cruz y ley
evangélica, por medio de la obediencia y sujeción á nuestro católico Rey.”
Acta del Parlamento de Quillin 1641
A través de un artículo publicado en Página/Bolche, al que titula "La historia que fue silenciada", Darío Aranda sostiene que con el Parlamento de Quillín, celebrado el 6 de Enero de 1641, "España firmó la paz con el pueblo mapuche y le reconoció la independencia en los territorios que después serían Chile y Argentina". Se trata de una interpretación que falsea la historia desde los intereses ideologizados del presente, porque lo acordado en esa ocasión fue todo lo contrario.
Para empezar la expresión "mapuche" no era registrada por los españoles que hablan siempre de "araucanos", término que refiere un pueblo con una locación determinada en territorio de Chile. De lo que hablan los documentos de época es de "indios rebelados" o "Indios Araucanos del Reyno de Chile".
Las "Capitulaciones de la Paz hecha entre la Corona de España, y los Indios Araucanos del Reyno de Chile", acordadas por D. Francisco de Zuñiga, Marqués Baides, Conde de Pedrosa, Gobernador y Capitán General del Reino de Chile, con los Caciques Lincopichón, Antegueno, Liencura, Chiguala, Guaquillaquen y otros, en el Valle de Quillín el 6 de Enero de 1641, establecía la relación entre el Rey de España, Felipe IV, y los aborígenes en estos términos que claramente reivindican y afirman la soberanía española:
"Que no han de ser encomendados a los Españoles, sino que han de estar en cabeza de su Majestad, y debajo de su Real amparo, reconocerle vasallaje como a su señor, y que con esto se volverán a poblar sus tierras, y los Españoles podrán reedificar sus antiguas ciudades. Que estarán obligados a salir siempre que fueren apercibidos, con armas, y caballos a cualquier facción, que se ofrezca dar servicio de su Majestad".
Es decir que lejos de reconocer soberanía e independencia a los araucanos, estos se sometían al Rey de España. Directamente al Rey de España.
Esto surge de la lectura del mismo libro que cita Dario Aranda: “Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española, la República de Chile y la República de Argentina”, de Carlos Contreras Painemal.
En el falseamiento de la historia se evidencia el interés en crear artificialmente una reivindicación secesionista de carácter nacional mapuche, que atenta contra la integridad territorial de la Argentina y Chile. Es por demás curioso que además de malinterpretar lo sucedido en 1641, los activistas de la causa mapuche completen la farsa con la consigna: “día nacional mapuche, sacá tu bandera”; porque la primera bandera que tuvieron los araucanos fue hecha por Orélie Antoine de Tounens, cuando en 1860, junto a Quillapán y algunos otros caciques se autoproclamó "Rey de la Araucanía". El gesto simbólico de haber escuchado a un charlatán francés mostrando predisposición a aceptarlo como rey, obraba cual certificado de defunción del señorío araucano. Aunque alzaran sus lanzas, ya se habían rendido. El Comandante Cornelio Saavedra, quien puso fin a los delirios del franchute, capturó dos de esas banderas en oportunidad de apresarlo.
La "Wenufoye", bandera mapuche, es en cambio una creación de 1991. Los chilenos que la izan homenajeando origen étnico, en la tradición de sus patriotas de sangre araucana como el Capitán Juan Lorenzo Colipí, merecen el mayor de los respetos. Tanto, como repudio merecen los activistas de izquierda que ven en ella un medio para izar, alguna vez, trapos rojos de tiranía eterna en los mástiles del sur donde ondean las banderas de Argentina y Chile.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López