Soy liberal por razones románticas que hacen al origen de mi Patria.
La Nación Argentina comenzó a gestarse en algún momento anterior a la Revolución de Mayo, y muy posiblemente las victorias sobre el enemigo inglés en las gloriosas jornadas de la Reconquista y la Defensa hayan servido de catalizador para que entre los combatientes criollos, hombres de la talla de Manuel Belgrano y Don Vicente López y Planes, se afianzara la conciencia de ser algo distinto de España.
Por entonces, las ideas liberales ya circulaban en las costas del Río de la Plata, donde entre 1802 y 1807 Juan Hipólito Vieytes –acaso demostrando que hasta en los nombres de pila los liberales somos pioneros– publicaba el Semanario de Agricultura Industria y Comercio, defendiendo los beneficios de la libertad. Vieytes, como buena parte de los primeros patriotas, bregaba por el libre comercio, el respeto a la propiedad privada y gobiernos limitados frente a la autonomía del individuo.
Capitán de milicias por su actuación durante las invasiones inglesas, conspirador contra la dependencia española, revolucionario de Mayo y Secretario de la Asamblea Constituyente del Año XIII, el Patriota Juan Hipólito Vieytes merece ser reivindicado como el primer liberal argentino.
Capitán de milicias por su actuación durante las invasiones inglesas, conspirador contra la dependencia española, revolucionario de Mayo y Secretario de la Asamblea Constituyente del Año XIII, el Patriota Juan Hipólito Vieytes merece ser reivindicado como el primer liberal argentino.
El 5 de Octubre de 2015 se cumplirán 200 años de su muerte, pero Vieytes sigue siendo un personaje de estricta actualidad. Al fin de cuentas no estamos mucho mejor que dos siglos atrás. Tristemente Argentina es un país embrutecido, como lo demuestra la radiografía de la cultura institucional realizada por Poliarquía Consultores e IDEA Internacional (Institute for Democracy and Electoral Assistance), cuyos resultados publicó La Nación en su edición dominical del 05ABR15.
No es viable un país, como tal, si el 79% de sus habitantes percibe que la mayor parte del tiempo se vive fuera de la ley. Potenciado ese estado de salvajismo por la preocupante discordia que implica el 73% de los consultados asegurando que no hay consenso social en distinguir aquello que está bien de lo que está mal. Parece una paradoja que con esos mismos datos el 91% considere que la Constitución Nacional es importante o muy importante; pero no existe tal paradoja, es simplemente el reconocimiento emergente de ser una sociedad de hipócritas. Y no puede ser compuesto por otra cosa más que hipócritas, o alienados de la realidad, el 18% que -contra toda evidencia- sostuvo que la Argentina es un país donde se respetan la Constitución y las leyes.
No es viable un país, como tal, si el 79% de sus habitantes percibe que la mayor parte del tiempo se vive fuera de la ley. Potenciado ese estado de salvajismo por la preocupante discordia que implica el 73% de los consultados asegurando que no hay consenso social en distinguir aquello que está bien de lo que está mal. Parece una paradoja que con esos mismos datos el 91% considere que la Constitución Nacional es importante o muy importante; pero no existe tal paradoja, es simplemente el reconocimiento emergente de ser una sociedad de hipócritas. Y no puede ser compuesto por otra cosa más que hipócritas, o alienados de la realidad, el 18% que -contra toda evidencia- sostuvo que la Argentina es un país donde se respetan la Constitución y las leyes.
Lo grave de esta encuesta es que ratifica el peligroso coqueteo de los argentinos con el totalitarismo, porque no fue un sondeo de opinión sino una elección nacional la que, con el 54% de los votos, avaló el daño institucional a la República. Con la reelección de Cristina Fernández de Kirchner la Constitución Nacional quedó degradada a ser una suerte de simple sugerencia, la mera referencia que puede o no cumplirse según convenga al Poder Ejecutivo. La Constitución se incumple a la vista de todos y con la complacencia de la mayoría, pues siendo escandaloso que no se haya designado Defensor del Pueblo de la Nación, no parece haber ningún apuro por designarlo y tanto desde el oficialismo como desde la oposición se pretende que la situación es normal.
Estamos en presencia de un gobierno surgido de iure que se deslegitima gobernando de facto, subordinado el cumplimiento de la Constitución Nacional a la voluntad del capricho presidencial y que, destruyendo la República, procura aunar la suma del poder público montando para ello un enorme aparato de propaganda y control social. Lo demuestra la creación del "Ministerio de Cultura" por un inconstitucional decreto de pretendida necesidad e inexistente urgencia, contra el que apenas unos pocos supimos reaccionar.
Actual como antaño, una frase de Vieytes describe el lamentable estado del territorio: "Mientras permanezca entre nosotros esta frialdad por los intereses de la Patria, seremos el digno objeto del desprecio y de las burlas del resto de las naciones cultas". Actual, porque el populismo no se detiene ante el ridículo; y apenas unos años atrás creíamos poder reírnos de los disparates de la Venezuela chavista.
Frente a ello resulta prioritario imponer en la agenda política la necesidad de volver a la supremacía de la Constitución Nacional, sin embargo esa urgencia no aparece en el discurso de los principales dirigentes de la oposición. No hay enfoque institucional a los problemas de los argentinos, sólo propuestas de aglutinarse en torno a nombres propios esperando que la providencia haga realidad los buenos deseos que sostienen al pensamiento mágico.
Los liberales con romántico arraigo histórico, aquellos que buscamos vivir en una Patria de libertades porque no nos alcanzaría con vivir en otro país por más libertades que ofreciera, debemos ser autocríticos de la propia imbecilidad y dejar a un lado las mezquindades alimentadas por pequeñas diferencias que malgastan energías queriendo hacer tormentas en vasos de agua. Hemos contribuido al deterioro de la política desde nuestra incapacidad para organizarnos, asumirlo exige hacer algo para enmendarnos y tener clara conciencia del contexto en que nos encontramos.
Volvamos a las fuentes siguiendo el ejemplo de Vieytes que no se acobardó por predicar en el desierto, y que tanto supo trabajar abiertamente como conspirar en las sombras según fuera necesario. Si estamos dispersos en distintos espacios, sea el Frente Renovador o el PRO, no hagamos de lo coyuntural cuestiones de vida o muerte, veamos más allá de diciembre comprendiendo que para llegar al ideal debemos cambiar el rumbo del país. Desde Vieytes hasta Alsogaray, pasando por Alberdi, Sarmiento y Roca, los liberales tenemos un legado de patriotismo y acción política. Honrarlo es nuestra obligación.
Ya que en 2015 no tendremos peso propio como fuerza política definida, debemos procurar influir en la oposición afirmando un sólido compromiso institucional con los valores de la República y la Libertad. Consolidar una institucionalidad que limite al gobierno frente a la autonomía de los individuos, reconociendo el derecho subjetivo a la legalidad, es un objetivo al que debe encaminar sus esfuerzos todo liberal; porque sólo cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución Nacional la vida cotidiana dejará de estar librada a la pura suerte y la arbitrariedad. Cultura cívica o barbarie populista, esa es la cuestión.
Placa que recuerda el solar en que nació Juan Hipólito Vieytes, San Antonio de Areco antigua calle Real, actualmente con el nombre de Ruiz de Arellano |
Volvamos a las fuentes siguiendo el ejemplo de Vieytes que no se acobardó por predicar en el desierto, y que tanto supo trabajar abiertamente como conspirar en las sombras según fuera necesario. Si estamos dispersos en distintos espacios, sea el Frente Renovador o el PRO, no hagamos de lo coyuntural cuestiones de vida o muerte, veamos más allá de diciembre comprendiendo que para llegar al ideal debemos cambiar el rumbo del país. Desde Vieytes hasta Alsogaray, pasando por Alberdi, Sarmiento y Roca, los liberales tenemos un legado de patriotismo y acción política. Honrarlo es nuestra obligación.
Ya que en 2015 no tendremos peso propio como fuerza política definida, debemos procurar influir en la oposición afirmando un sólido compromiso institucional con los valores de la República y la Libertad. Consolidar una institucionalidad que limite al gobierno frente a la autonomía de los individuos, reconociendo el derecho subjetivo a la legalidad, es un objetivo al que debe encaminar sus esfuerzos todo liberal; porque sólo cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución Nacional la vida cotidiana dejará de estar librada a la pura suerte y la arbitrariedad. Cultura cívica o barbarie populista, esa es la cuestión.
El lunes 05 de Octubre de 2015 se cumplirán 200 años del paso a la inmortalidad del Patriota Juan Hipólito Vieytes, para cuya memoria reclamo la merecida consideración de ser "el primer liberal argentino". El domingo 4 de octubre a las 12:00 hs volveré a San Antonio de Areco, su pueblo natal, para rendir tributo frente al monumento que lo recuerda.
Espero no estar solo, no quisiera creer que soy el último liberal.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López