Enero de 2019 finaliza con el escenario político dominado por el oficialismo, que aprovecha muy bien su condición de gobierno para hacer proselitismo electoral.
Al lanzamiento de algunas medidas efectistas en materia de seguridad, buscando capitalizar el "efecto Bolsonaro", le suma que por la crisis en Venezuela el kirchnerismo ha dejado en evidencia su total identificación con Maduro.
Ganancia pura para CAMBIEMOS, que refuerza así su apuesta a ser considerado el mal menor frente al mal absoluto. Y hasta alivia la percepción de su desacierto económico a la vista del espanto venezolano.
En este contexto, es preciso decirlo, las alternativas republicanas evidencian un desorden y amateurismo político tal que se debilitan cuando la oportunidad de fortalecerse está ahí, al alcance de la diestra; ya que falencias organizativas y liderazgos erráticos impiden capitalizar la posibilidad de marcarle la cancha a CAMBIEMOS por Derecha. Ni Espert, ni Olmedo, parecen entender el rol que deben jugar para la construcción política en la postulación que decidieron asumir.
Macri eso lo tiene bastante más claro, al punto de haber cedido a Durán Barba el mando del gobierno porque su prioridad excluyente es ganar las elecciones, y así por ejemplo, es que transitoriamente harán de cuenta que no son abortistas y tratarán de callar el debate hasta después de las elecciones. Confían, al igual que los kirchneristas, en la poca memoria de los argentinos, que saben fácil de distraer con cuestiones de circunstancia.
Mientras esto siga así, con todos jugando a gusto y conveniencia de Durán Barba, no serán temas de campaña ni la reforma del Estado, ni la baja del gasto público, ni la situación de los prisioneros de guerra por vencer al terrorismo, ni cuestionamiento alguno a la ideología de género. Nada que incomode a la casta política, que en su conjunto domina los tres poderes del Estado. Nada que tienda a alcanzar y defender el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional.
Desde luego, sabiendo que el tiempo corre, hay quienes en la Derecha trabajamos para corregir nuestras falencias y no defraudar las expectativas de mucha gente que no quiere volver al totalitarismo K ni a resignarse a que sea el progresismo la nueva religión oficial. Pero no la tenemos fácil mientras el almanaque se deshoja con voracidad otoñal.
Hoy todas las piezas en el tablero favorecen a Durán Barba, hasta Lilita, la otrora indomable republicana que últimamente, rodeada por más "pinitos" que "lilitos" y amagando con el retiro, no para de testimoniar su condición de ferviente progre.
"Por ahí se cree Bolsonaro", dice Elisa Carrio de Patricia Bullrich (como si eso fuera malo). Una progre corre a otra por derechista, viendo adónde apunta la estrategia electoral del PRO. Claro que a diferencia de Bolsonaro, Bullrich promueve la ideología de género, apoya el aborto indiscriminado y lleva adelante una gestión voluntarista que desprecia el uso de Inteligencia; es humo.
Alguien como Bullrich no podría ser ministro de un Presidente como Bolsonaro, quien aprecia la actividad de Inteligencia y no toleraría una Dirección Nacional de Inteligencia Criminal acéfala. Tampoco groseros papelones como no poder garantizar la seguridad presidencial en Rosario para el acto protocolar por el Día de la Bandera, ni de la final de la Libertadores que terminó jugándose en España y el tremendo bochorno de haber cuestionado públicamente el informe británico que revalidaron a las pocas horas las bombas de los anarquistas.
Lo que hace Lilita es tranquilizar a los más progres de CAMBIEMOS, ratificando en forma indirecta que el esfuerzo preelectoral del gobierno por apropiarse del "efecto Bolsonaro" es una pose, una necesidad de campaña consecuencia de percibir que un creciente y muy amplio sector de la sociedad quiere un marcado giro a la Derecha.
Sería penoso que la desorganización alrededor de Olmedo y Espert no dé respuesta a ese clamor de ciudadanos que no quieren ser gobernados por totalitarios ni progresistas, sino vivir bajo la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
Y ello con un agravante que traerá inevitables consecuencias a futuro: La división entre argentinos por la situación venezolana demuestra que no hay en el país el mínimo consenso básico sobre lo que distingue al bien del mal.
Mucha mala gente llamando "revolución" a tiranías comunistas, queriendo corrupción estructural y barbarie totalitaria. Y otros tantos creyendo que el comunismo ya no existe...
Diferencias profundas que hacen inviable la convivencia.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López