Sentado en la butaca del cine creí recordar, sin poder precisarlo, que lo primero que escuché de Queen fue "We will rock you", en un disco de vinilo cuya tapa venía ilustrada con un enorme robot de rostro metálico y gesto impávido. Esa gráfica era una visión apocalíptica de la humanidad donde una mano mecánica estrujaba cuerpos y la multitud procuraba escapar de su castigo mortal. Lo aterrador del asunto eran dos cosas, en principio la total ausencia de sentimiento en el rostro del robot, la falta de expresión con que evidentemente había sido creado. Resultaba una variante abrumadora del juicio final que, en lugar de un Dios todopoderoso, el juez y el verdugo fuera ese mecano inexpresivo. Unos años después recordé aquello mismo viendo "Terminator", pero incluso Arnold conservaba el gesto humano y se lo podía combatir, a diferencia de aquel aterrador robot desalmado, desangelado y de cacería en la tapa del disco de Queen. Lo segundo, quizás más aterrador, era que la historia podía contarse de otra manera y ese robot no estuviera matando sino salvando, o queriendo salvar vidas.
Pasando de la primaria a la secundaria, apareció Queen. Sin embargo no puedo precisar qué fue lo primero de la banda que escuché. Es raro, porque en cambio conservo perfectamente vívido el recuerdo de la primera vez que escuché a Soda Stereo o a Los Redondos, pero me estoy yendo de tema.
Y el tema es la película “Bohemian Rhapsody”. Entretenida y fácil de ver, enteramente pochoclera. Pero también algo más, divertida para gente de mi edad (sí, escribí "para gente de mi edad") porque permite verla con esa subjetividad que las nuevas generaciones no pueden tener. Me doy cuenta que escribo esto como si fuera terriblemente viejo, pero nadie se engañe: realmente soy terriblemente viejo. Incluso me siento más viejo de lo que soy.
Pero es que ver a Rami Said Malek interpretando a Freddie Mercury es como volver a ver al genial Jerry Lewis como Kemp en "The Nutty Professor".
Luego hay algunas situaciones que remiten a escenas de The Producers y Zoolander que permiten reírse tanto como en el guiño intencional y bien logrado a "El mundo según Wayne".
Pero lo que hace a esta película realmente una comedia imperdible, para argentinos de mi edad, es la escena entre Rami Malek y Lucy Boynton que emula las confesiones de Adriana Brodsky al Manosanta de Alberto Olmedo, es imposible contener la carcajada escuchando su lamento por enredarse siempre con hombres que no la hacían feliz...
En fin, por su buena factura y por la subjetividad de "la gente de mi edad", “Bohemian Rhapsody”, como parodia de rock con todos los clichés del género, incluyendo su propia versión de Yoko Ono, es una comedia musical que merece disfrutarse.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López.