“Mis ministros tienen libertad de acción dentro de nuestras ideas.
Pero ninguno de ellos tiene permitido un milímetro de error”.
Presidente Javier Milei
(21NOV24)
El 29DIC24 a través de un escrito de difusión reservada (enviado en primer término a la ministro Patricia Bullrich y a operadores del sistema), compartí algunas consideraciones sobre el "Caso Gallo".
Las razones de reserva que tenía entonces han caído hoy al concretarse la farsa de "asunción presidencial" del sátrapa Nicolás Maduro. Lo cual me lleva a retomar públicamente esas mismas consideraciones, con su correspondiente actualización conforme la evolución de los hechos.
La situación generada a partir de la detención en Venezuela del gendarme Nahuel Gallo, posiblemente sentencie el agotamiento de la gestión de Patricia Bullrich como ministro de Seguridad de la Nación. (Textual del informe de marras).
Previo a puntualizar los hechos que permiten observar el agotamiento de su gestión, vale recordar y reconocer que Bullrich, en su primera experiencia a cargo del ministerio durante la Presidencia de Mauricio Macri, se mantuvo firme en situaciones de contexto adverso (como el “Caso Maldonado”) que hubieran doblado o puesto en fuga a muchos otros políticos.
En relación al Presidente Javier Milei aportó un decisivo volumen político para el balotaje y en la gestión un mensaje claro para el control de la calle. Pero su desprolijo voluntarismo es incorregible.
Ciertamente, conserva Bullrich una alta imagen positiva sobre su gestión al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación, lo cual puede ser explicado con algo que dije disertando en la UCEMA allá por Junio de 2018: "La gestión de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación debe ser evaluada positivamente si se toma como parámetro la gestión que le antecedió, pero si en cambio se toma como referencia el óptimo profesional califica por debajo de lo mediocre". Ese mismo juicio cabe hoy, ya que en materia de Seguridad el kirchnerismo con la gestión de Sabina Frederic puso la vara ya no al ras del piso sino muy por debajo del piso; y Aníbal Fernández no la levantó ni un centímetro. Obviamente comparado con los ministros del régimen el desempeño de Bullrich es exponencialmente mejor.
Sin embargo sus vicios voluntaristas, siempre encubiertos o relativizados por esa inevitable comparación con los "sueltapresos" del régimen, en algún momento iban a rozar lo inaceptable. Y eso ocurrió finalmente con el Caso Gallo.
Por pura lógica se comprende que en tanto el Cabo Primero Nahuel Gallo de la Gendarmería Nacional, secuestrado el 08DIC24, permanezca bajo poder de la dictadura venezolana se impone en los funcionarios del Estado una extrema prudencia. No obstante ello, la ministro Bullrich mediante un posteo en X (Twitter) lanzó una inconducente bravata dirigida a Diosdado Cabello el 16DIC24 en tono de amenaza: "Libera a Nahuel o atenete a las consecuencias".
Para mensurar la gravedad de lo dicho por la ministro basta imaginar cuáles son las condiciones de detención que afronta el gendarme Gallo, y no se necesita mucha imaginación para entender que no son ni parecidas a las del corrupto y destituido senador Edgardo Kueider, que goza en Paraguay de todas las garantías del debido proceso mientras permanece alojado en un departamento de lujo.
El 27DIC24 el fiscal general del dictador Nicolás Maduro, Tarek William Saab, a través de un comunicado sostuvo que el “gendarme argentino se encuentra procesado por vinculación a acciones terroristas en Venezuela”. En el mismo comunicado se especulaba con que Gallo fuera parte de un plan criminal dirigido por autoridades argentinas.
Y nuevamente la ministro Bullrich respondió con otra bravata inconducente. Acaso porque piensa más en los aplausos de sus obsecuentes que en mejorar la situación de nuestro camarada, dejó pasar la oportunidad del silencio y posteó: “Tarek William Saab, jefe de fiscales de una narcodictadura asesina, no me va a callar con sus mentiras. El argentino Nahuel Gallo es víctima de un secuestro político, y ustedes, mafiosos del régimen de Maduro, son los verdaderos criminales. No nos intimidan. Caerán, y cuando así sea, enfrentarán la Justicia por sus crímenes contra la humanidad. No habrá rincón en el mundo donde puedan esconderse”.
Si algo necesitaba la irracional dictadura comunista para hacer pasar a Gallo por espía / terrorista era esa bravata inexcusable de Bullrich. El característico gesto árabe de saludar llevando dos dedos de la diestra al corazón, luego a los labios y finalmente a la frente, quiere decir “lo que siente mi corazón, lo dicen mis labios después de haberlo pensado”. Bullrich está compulsivamente impedida de seguir esos pasos de sana prudencia. Falencia que, con sus 68 años, no es ya susceptible de ser subsanada por psicólogos ni psiquiatras.
El 06ENE25 la acusación contra Gallo se convirtió en un completo delirio stalinista, al estilo de Lavrenti Beria, cuando Maduro acusó al gendarme de tener por misión eliminar a la vicepresidente Delcy Rodríguez.
La temperamental incontinencia verbal de la ministro Bullrich no sólo perjudica directamente al gendarme Gallo, sino que también lo afectan en relación a lo que por él deberían estar haciendo el cuerpo diplomático y el Sistema de Inteligencia Nacional.
Es dable tener memoria de los procedimientos que tuvieron su auge durante la Guerra Fría para el manejo de crisis como la que plantea el secuestro del gendarme, que en muchos casos incluían la represalia de capturar agentes enemigos (reales o supuestos) en territorio propio y concluían en un intercambio de prisioneros.
Y para los que crean que eso es historia antigua, hace apenas unos meses negociaciones entre Rusia y los Estados Unidos culminaron de la misma manera, incluyendo agentes rusos que operaban en Argentina.
Por supuesto, para que ese tipo de maniobras puedan ejecutarse se requiere un funcionamiento armónico de los distintos sistemas institucionales del país, por lo pronto un Servicio de Inteligencia con sus funciones claras y bien conducido; capaz de responder rápido. Herramienta que no tenemos desde hace muchos años. Sobre esa base el Servicio Exterior de la Nación puede arbitrar mecanismos diplomáticos que no se abren por bravatas en Twitter sino por hechos concretos. Porque así se juega el juego: palo por palo.
El Caso Gallo impone la revisión de sistemas de alerta sobre los riesgos que corren ciudadanos argentinos en el exterior. Otros países tienen como práctica establecida (que combina decisiones de gobierno en función del interés nacional, con las previsiones de sus servicios de Inteligencia y el tacto de la diplomacia) emitir informes sobre los distintos países para información de sus viajeros. Y por supuesto hay países a los que recomiendan no viajar. Va de suyo, que si un Estado recomienda a la generalidad de sus ciudadanos no viajar a un tercer país, por supuesto no autoriza a simple pedido que vayan a ese destino sus agentes estatales que deben pedir permiso para desplazarse incluso en condición de particulares.
Argentina no ha desarrollado esa práctica. Casi ningún argentino que viaja al exterior espera informarse por Cancillería sobre los riesgos que le esperan en tal o cual país. Son muy pocos los que buscan obtener tal información por parte de la Cancillería.
En tal sentido, fue desacertada la declaración de la Vicepresidente Victoria Villarruel buscando diferenciarse de la ministro Bullrich al decir que ella no hubiera autorizado el viaje del gendarme a Venezuela, porque ese tipo de pedidos no llegan al escritorio ministerial. Las fallas de funcionamiento en el sistema, que es imprescindible revisar, incluyendo las capacidades de los servicios de Inteligencia de las distintas fuerzas en relación a sus jefaturas, han permitido la subestimación del riesgo en Venezuela. Son los riesgos del relajamiento que acarrea dar por segura la normalidad del "nunca pasa nada"; hasta que pasa. Y pasó.
En lo que sí es de su exclusiva incumbencia, la ministro Patricia Bullrich no sólo viene gestionando la crisis de modo contraproducente y perjudicial para otras áreas de gobierno, sino que deja expuesto al Presidente Javier Milei como alguien que no ha podido llamarla a silencio. Lo cual además de mostrar una falencia de conducción política, ratifica la intención elusiva del Presidente ya que desde la campaña electoral ha buscado desentenderse por vía de delegación, primero en Villarruel y luego en Bullrich, de cuestiones no económicas pero igual de sensibles como son Defensa, Seguridad e Inteligencia.
Y siendo que los funcionarios de primera línea son fusibles que deben servir de “paragolpes” al Presidente de la Nación, lo hasta aquí expuesto indica el agotamiento de la segunda gestión de Patricia Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación por causa de su propia personalidad voluntarista.
En este desgaste prematuro cabe advertir como paradoja que la misma situación que descalifica a Bullrich es la que hasta ahora la sostuvo en el cargo.
Desplazar a Bullrich mientras existía la posibilidad (por improbable que fuera) de un recambio de poder y apertura democrática en Venezuela, era sencillamente inviable porque hubiera significado darle gusto a la dictadura venezolana y la izquierda vernácula. En definitiva los mismos sectores que buscaban quitarla del cargo durante la Presidencia de Macri por el “Caso Maldonado”.
La diferencia entre ambas situaciones es que en aquel momento Bullrich obraba correctamente en defensa del interés nacional, pero en cambio ahora su accionar es perjudicial para ese mismo interés nacional y para un gendarme en particular. Las acciones de Bullrich no van orientadas a la pronta y mejor resolución del Caso Gallo, sino a la claque de sus aplaudidores soñando un futuro político que no termine en el Ministerio de Seguridad de la Nación.
La afirmación de la tiranía castrista en Venezuela, fortalecida en su sistema opresivo por las medidas asumidas para garantizar la farsa de asunción presidencial que aseguran su continuidad en lo inmediato, dejan a Patricia Bullrich parada sobre su error: No cayó la satrapía y todas sus bravatas dirigidas a los personeros de la tiranía castrista en Venezuela definen la mera impotencia llevada al ridículo.
En relación al Caso Gallo, Patricia Bullrich sobreactuó su autopercepción de sheriff al estilo "el que las hace las paga", lo cual puede aplicar y constatarse sobre cierta delincuencia local pero no sobre la dictadura de un país extranjero (cuya caída requiere una intervención militar que las democracias del continente no parecen tener intención de ejecutar).
Con sus bravatas, que hoy no sabemos qué significaron en la salud del Cabo Gallo, Patricia Bullrich no ha errado por un milímetro sino por un kilómetro. Al menos.
Resta saber si el Presidente Milei aplicará su estricta vara de intolerancia al error con el mismo criterio que en otros casos, o nos demostrará que esa como tantas otras de sus frases asertivas ya ha perdido su vigencia.
En el caso que el Presidente Milei opte por lo razonable y desplace a Patricia Bullrich (a quien no creo capaz de tener lo que es necesario tener para asumir su culpa y en un acto de autocrítica presentar su renuncia), posiblemente se busque una salida elegante a través de acuerdos políticos dentro de la coalición de gobierno.
Más allá de quien ocupe la cartera de Seguridad, las consecuencias del Caso Gallo, debe abrir un debate público sobre la ingeniería conveniente para consolidar un Sistema de Seguridad Nacional y el funcionamiento armónico de sus componentes.
No obstante lo observado, el grado de involucramiento que en esta cuestión vaya a asumir el Presidente Javier Milei es un enigma. Cuestión de lo cual, dada sus indelegables responsabilidades, dependerá que la mala experiencia se capitalice de modo superador o se diluya en cambios cosméticos.
Es importante subrayar que todo agente estatal sabe que la dignidad de la Nación está por encima de su persona. Ello significa que el gobierno nacional no debe ceder a ninguna extorsión, por lo que a pesar de las consecuencias individuales -por penosas que sean- debe sostener firmes sus políticas de Estado.
Ahora bien, esa realidad que hace a la razón de Estado no habilita a ningún funcionario para hablar de más y mucho menos boquear bravatas inconducentes, como las vertidas por Patricia Bullrich, que a la postre dejan expuesta a la Nación en la más vergonzosa de las impotencias: la de pronunciar palabras altaneras sin fuerza que las respalde.
Bullrich hizo todo eso, sin otra utilidad que ser funcional a la tiranía comunista.
A juzgar por estos hechos y por las palabras del Presidente Milei, a Patricia Bullrich le llegó la hora de la renuncia. O del despido liso y llano. De Milei depende.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.