Algunas lecturas tienen el valor de burlar al tiempo, es el caso de "El Satiricón".
Se da por su autor a Gayo Petronio Turpiliano quien, habiendo nacido en las Galias entre el año 14 y el 27, llegó a Roma en tiempos del Emperador Claudio adquiriendo cierto renombre como arbiter elegantorium. Con el ascenso al trono de Nerón, Petronio ocupó cargos de relevancia, destacando como procónsul de Bitinia donde demostró gran capacidad administrativa y tener carácter enérgico.
Tácito lo describe como "un cortesano voluptuoso, tan apto para el placer como para los negocios. Durante el día se dedicaba a dormir, y consagraba la noche a los asuntos de importancia, a las mujeres y a los banquetes. Idolatrado por una corte corrompida, a la cual admiraba con su ingenio, su afabilidad y su esplendidez, fue en ella durante largo tiempo el árbitro del buen gusto y de la elegancia, y el predilecto del emperador".
Perdido el favor de Nerón, Petronio decidió suicidarse en el año 65 para evitar ser objeto de la crueldad del emperador. Entonces, según Tácito, ya con las venas cortadas por las que manaba su sangre, "lejos de imitar a aquellas víctimas cobardes del tirano, que perecían besándole la mano al verdugo, y legando sus riquezas al avaro asesino, se divirtió durante los últimos momentos en trazar un breve relato de los excesos de Nerón; en describir los agravios que hacía a un tiempo al pudor y a la naturaleza en brazos de pederastas y prostitutas. Después de haber dirigido a Nerón aquel testamento acusador, sellado con el anillo consular, se dejó expirar tranquilamente". Plinio y Plutarco confirman lo referido por Tácito respecto al lujo exquisito de Petronio y a la sátira con que fustigó los vicios de Nerón.
Leo Glen actuando de Petronio en "Quo Vadis" |
La muerte de Petronio se encuentra magníficamente representada en la película "Quo Vadis", con Leo Glen interpretando a Petronio. Dirigida por Mervyn LeRoy y estrenada en 1951, Peter Ustinov compone allí un Nerón inolvidable. La película se constituyo en uno de los clásicos de Pascua para la televisión argentina. En esa versión doblada al español, la voz de Petronio lograba un particular tono de sarcasmo victorioso en las últimas palabras del suicida. Al leer El Satiricón mi mente le puso esa misma voz al escrito de Petronio.
El Satiricón es una historia picaresca de bribones sin escrúpulos. Ladrones y estafadores buscando sacar ventaja para vivir sin trabajar en una sociedad decadente y corrompida. Es fascinante leer semejante obra que supera los dos mil años de antigüedad y encontrar, además de la prosa agradable, notorios paralelos con el presente.
Fácil sería escribir una adaptación para la Argentina actual. De hecho cualquiera comprenderá que puesto en nuestros días, sin mayores artes y esfuerzos que los demostrados como protagonista de El Satiricón, Encolpio -de él se trata- bien podría ser designado por Cristina Fernández de Kirchner como presidente del Archivo de la Memoria de la Diversidad Sexual.
Recomiendo pues hacer una lectura comparativa y política de El Satiricón, donde además de humor Petronio nos regala algunos pensamientos capaces de saltar dos milenios sin envejecer:
"Cuando un filósofo enemigo del vicio anda derecho por el camino de la vida, el contraste de sus costumbres con las del siglo le atrae enseguida el odio universal, porque nadie ha de alabar en otro las virtudes que a él le faltan".
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López