En cualquier tiempo y lugar los países responden a los desafíos que se les plantean con la realidad de su presente y la historia a cuestas.
No esperemos de la noche a la mañana vernos convertidos en ciudadanos racionales y civilizados cuando hace décadas que no lo somos.
Mientras su jefa directa está en Cuba recibiendo instrucciones del mando comunista, el "Presi Beto" está encendido. Nunca le encontró la perilla de encendido a la economía. Tampoco supo nunca dónde corno estaba. Pero él sabe, como que forma parte de un gobierno de científicos, la importancia de llevar alegría a los hogares en tiempo de cuarentena y mantener unidas a las familias alrededor de la televisión. Por eso quiere -y merece- estar en versión animada en un programa de medianoche al estilo "Después de hora". Aquel imborrable hito de la pantalla chica que era conducido por Daniel Hadad, secundado por Antonio Laje y Eduardo Feinmann.
Allí, durante el gobierno de la Alianza, celebrando cada alza del riesgo país y el descalabro creciente, hizo su rutilante aparición el bujo del Presidente Fernando De la Rúa, el "Presi De la Rúa".
Acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", la corrección política constantemente adoctrinada haya hecho de los más jóvenes unos idiotas sin sentido del humor que, con la autocensura impuesta, se horrorizan por cualquiera de las cosas que deberían hacerlos reír. Pero que eso mismo impere en el periodismo es, además de estúpido, cobarde. Hay que reírse de este gobierno y de todo lo que representa. Hay que reírse del kirchnerismo, por ser un fraude en sí mismo.
¿Cómo puede ser que ningún productor de televisión haga saltar el rating a las nubes con un formato de éxito probado? Con el Riesgo país arriba de 4000 puntos ningún periodista de televisión tiene el dibujito animado de un "Presi Beto" para vapulearlo como se merece...
¿Temerán que los llamen "golpistas"? De la Rúa no cayó por ser ridiculizado en el programa de Tinelli o en la mesa de Después de Hora, cayó porque daba razones para ridiculizarlo desde su falta de convicciones y su entorno de incompetentes. Cayó porque no tuvo el coraje de respaldar a Ricardo López Murphy cuando planteó un ajuste, planteo que sigue siendo necesario hoy aunque la palabra "ajuste" haya sido borrada del diccionario de la política. Cayó porque no supo liderar a la Nación cuando la Nación necesitaba un Presidente.
Convengamos, a pesar de lo que vino después, que Fernando De la Rúa se merecía aquellas mofas por tibio e irresoluto. Y no menos, por títere y mediocre, se merece Alberto de la Fernández; el chanta que hace las veces de presidente obedeciendo a la Fernández.
De hecho, Alberto de la Fernández no es muy distinto; incluso es moralmente peor. Sobran razones para ridiculizarlo. Si los medios masivos de comunicación no hacen mofa de sus rasgos caricaturescos es porque los hilos dirigiendo al muñeco llevan a la mano del titiretero, entonces cualquiera diría que los gerentes de televisión, como muchos otros, tomaron nota cuando Cristina Fernández, la dueña del títere, dijo: "Sólo hay que tenerle temor a Dios y a mi un poquito". Y temen, pero no un poquito. Mucho.
Desde luego la casta política que mal gobierna la Argentina hace décadas no inventó el Covid-19, pero sí es responsable por todos los males que agudizó adrede en su afán mezquino de asegurar y eternizar sus privilegios. Y son todos esos males los que hacen del coronavirus una amenaza todavía mayor. Por lo tanto, el gobierno en esta crisis tomará medidas con distinto nivel de acierto, pero ni aún acertando en todo podrá revertir en pocos días, semanas o meses largos años de daño institucional, degradación cultural y miseria intelectual. Eso es lo que la casta política logró, algo que ni siquiera ahora tiene interés en deshacer porque, habituada a su condición privilegiada, creen que esto no los afectará; más aún: esperan sacar provecho. Así de miserables son.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López.