APOLOGÍA DE LA MODERACIÓN
Todo el abanico de la representación política, tanto como sectores sociales y económicos dan por sentado que vamos camino a una crisis de proporciones importantes, no apocalíptica pero capaz de profundizar, aún más, los males de nuestra ya muy deteriorada calidad de vida.
Coincide esta apreciación general con la curiosa mezcla de desánimo y crispación que se palpa en la calle, cosa que de alguna manera reflejan personalidades del ambiente artístico cuando opinan en caliente sobre la realidad nacional, en especial por la creciente criminalidad.
En tiempos como estos la más importante de las virtudes es la moderación. Hoy por hoy el coraje cívico se demuestra, principalmente, escuchando al otro y aferrándose a la normalidad institucional en la toma de decisiones. Aquella frase de Bartolomé Mitre: “Cuando todo el mundo está equivocado todo el mundo tiene razón”, no puede ser interpretada a favor de dar vía libre a la desesperación, por el contrario debe ser un llamado a la serenidad y la racionalidad. La madurez de la dirigencia política –y vale tanto para el oficialista como para el opositor- sólo se demuestra dando señales de normalidad, único camino para fortalecer la confianza en el futuro del país.
Quiero ser claro; este Gobierno que no me gusta, al que no voté y por el que no voy a votar, tiene un mandato que cumplir y más allá de su vocación por prolongar indefinidamente los conflictos, de sus anteojeras ideológicas, del divide para reinar y del proceder agresivo hasta la descalificación contra quienes no se subordinan a su supuesta voluntad transformadora, no hay ningún elemento que haga presumir alguna imposibilidad de gobernar hasta que -en tiempo y forma- la soberanía popular manifestada a través del voto imponga un nuevo gobierno. Cambiar la ley electoral especulando con el resultado de las urnas, no es una señal a favor de la normalidad institucional, todo lo contrario, es una reafirmación del triste saber popular según el cual “hecha la ley, hecha la trampa”.
Un sistema no funciona sobre la base de parches, exige metódica constancia. Este brote repentino del oficialismo por adelantar comicios, suena tan disparatado como desde otro punto el absurdo intento de poner en debate a la opinión pública sobre la conveniencia social de reimplantar el servicio militar obligatorio, o abrir otras polémicas igual de infructuosas como la de imponer pena de muerte.
Reconstruir el tejido social sobre la base de valores republicanos, fortaleciendo la cultura del trabajo, el estudio y el deporte no es algo que se vaya a conseguir de la noche a la mañana, pero ni siquiera tendremos la esperanza de alguna vez aproximarnos al ideal si en lugar de nadar con brazadas rítmicas nos dejamos llevar por la desesperación del ahogado.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
http://www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López