El carácter fundacional de toda Norma Hipotética Fundamental es también disruptivo y lapidario para un antiguo orden.
El reino en el que el Rey podía pasearse desnudo sin perder autoridad, porque sus súbditos aceptaban lo infalible del monarca y suponían ropas invisibles a ojos de las personas comunes, un día empieza a mofarse de la desnudez del rey, sus guardias no le obedecen y la revolución se precipita.
Adiós anciano régimen. Guillotina o exilio, indiferencia a veces, aquello ha terminado.
Ahora bien, una Norma Hipotética Fundamental como piedra basal de un nuevo orden jurídico, posiblemente imponga mucho más que ciertos derechos y obligaciones en una nueva organización social, puede significar también una nueva identidad nacional.
Gente queriendo ser distinta a como eran sus ancestros, e incluso a como ellos mismos fueron hasta hace muy poco, gente que se propone ser otra cosa. Las razones para ello son tantas como registra la historia.
Y aquí es cuando me permito señalar que no todas las generaciones tienen la templanza y la grandeza suficiente para sobrellevar el peso de su propia historia. Algunos huyen cobardemente de su identidad al constatar que se han oscurecido tanto como para llegar a ser tan opacos que ni siquiera reflejan un poco del brillo pasado.
Huyen entones de lo pretérito, no por los errores y los horrores que pueda albergar ese ayer, sino por la insignificancia del presente y la insoportable comparación con las viejas glorias.
Se dan un nuevo nombre, otras instituciones, se desprenden de los símbolos de aquel pasado y crean otros, adoptan un idioma distinto y hasta imaginan que son felices.
Y quizás lo sean. Lo único cierto es que nunca podrán volver a ser los que dejaron de ser.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López