¿Miedo de qué?...
Qué me querés vender esta vez
no ves que la propuesta es vivir,
todo a vivir,
todo el saldo que queda de mí.
Juanca Tavera (Qué me querés vender)
El domingo es día de descanso, por eso nos brinda algún momento propicio para sacar la cabeza de la coyuntura atendiendo esas cuestiones que, al fin de cuentas, nos revelan si algo valen nuestras vidas.
Así, la mayor parte de las veces se repasan los errores para tenerlos presentes y que no se repitan, Otras los aciertos, para no perderlos. Y en esa meditación sobre uno mismo, son casi como un itinerario de ruta unos versos de Horacio Ferrer en "Soy un circo" (que nadie cantó como Rubén Juárez), los que dicen: "En aquel palco con pinta fina pero un poco presumidos, distingo a tus perdones, usan cornetillas para sordos, ¿no es cierto?, porque perdonan, pero no olvidan. Veo a tu soledad en la platea. Tus culpas no han llegado ¿o no tenés? Y acaban de llenar los tablones de la popular tus buenos recuerdos, tus lindos amores, tal vez les des mejores ubicaciones para las próximas funciones. Tal vez".
Lo más difícil de perdonar posiblemente sea perdonarse, la soledad es esa conciencia, no tengo idea lo que debe ser vivir sin culpas, nunca he tenido esa virtud, privilegio o inconciencia. Sé que sería insoportable cargar ese peso sin los buenos recuerdos y los lindos amores. Porque la tentación de un corte fácil y final siempre está, en especial cuando La Muerte te acarició varias veces al pasar, por lo que lejos de temerle comenzás a sentirla amigable por seguir viviendo cuando ya te dabas por muerto.
Entonces la vieja pregunta sobre el sentido de la vida sigue siendo la pregunta, Tratar de alcanzar la vida eterna tiene más de miedo que de razón y verdadero deseo. No. No es una buena cosa la eternidad porque ese horror simplemente cambiaría la pregunta sin encontrar la respuesta: ¿cuál sería el sentido de la eternidad? Ciertamente, si algo puedo dar por cierto, es que no tengo la capacidad de responder severamente cuál es el sentido de la vida, pero intuyo que quizás sea tan simplemente asumir que nuestro paso, fugaz y azaroso, nos permite desarrollar un sentido de lo bueno lo justo y lo bello como aspiración. De hecho, siendo ateo, creo que Dios es una valiosa metáfora para la humana aspiración de alcanzar lo bueno, lo justo y lo bello.
Alguna vez conversando con el filósofo Silvio Maresca lo escuché hacer un encendido elogio del "bello gesto", con lo que remarcaba la necesidad ejemplificadora de aquel acto que alguien realiza anteponiendo a toda adversidad (material y/o moral) la entereza de su conducta. Un "bello gesto" es el Teniente Roberto Estévez, ya herido, ordenando a un soldado bajo su mando que se ponga el casco de un muerto para protegerse. Y aún después de muerto, el bello gesto de Estévez se continuó en su afán protector al servir su cadáver de parapeto para que las balas del enemigo no llegaran a los suyos. Otro bello gesto es el hombre de Tiananmén anteponiendo su indefensa humanidad al paso de los tanques. Defender la Patria y la Libertad siempre implica un bello gesto. Pero si esos bellos gestos pueden ser extremos, no le restan valor a otros muchos bellos gestos sin los cuales aquellos sacrificios serían vanos. La educación en definitiva es formarnos para muchos, variados e imprescindibles bellos gestos cotidianos: ser honestos, ser amables, ser respetuosos, ser buenas personas en definitiva. Ser argentinos, particularmente ser argentinos, debería ser sinónimo de buenas personas, personas que viven en el bello gesto. Y no el slogan farsante de "país con buena gente" del régimen kirchnerista, que de tan farsante pasó en 2014 a ser "Argentina nos incluye", reconociendo sin proponerlo que somos un cambalache donde todo va mezclado.
El bello gesto del hombre de Tiananmén y las descriptivas palabras del Poeta Miguel Abuelo. |
Siempre que pienso en esta cuestión de moral pública y valores que deben hacer al ser nacional, recuerdo que luego de la Revolución de Mayo, antes de la Declaración de la Independencia, el Estatuto Provisional de 1815 establecía en su Capítulo VI, bajo el título "Deberes de todo hombre en el Estado" este ingenuo y puro mandato en su artículo 5: "Merecer el grato, y honroso título de hombre de bien, siendo buen Padre de familia, buen hijo, buen hermano y buen amigo". Ciertamente la técnica legislativa podía dejar bastante que desear, pero la sustancia de fondo, la profundidad filosófica en tan simple mandato, pasados dos siglos permanece intacta.
Hay pues un evidente extravío desde aquella moral simple en el surgimiento de la Nación Argentina hasta este presente de manifiesta inmoralidad vía subversión cultural. Es en ese extravió donde se diluye la voluntad de ser prevalecer de la Nación Argentina al perder la cotidianeidad de los bellos gestos.
Existe una sutil sensibilidad en artistas talentosos que les permite sintetizar con poesía la realidad colectiva del momento en que viven. Hice alusión a Juanca Tavera, Horacio Ferrer y Enrique Santos Discépolo (Cambalache) y voy a cerrar citando a Lucio Arce quien vuelve a demostrar su lucidez creativa con "Me perdí", un tango en primera persona que bien sirve como ensayo sociológico del presente argentino, porque bien describe el extravío de nuestra sociedad que se dejó ganar por el miedo hasta convertirse en un gallinero de garcas y cagones, temerosa hasta la cobardía de olvidar la Constitución Nacional y someterse al capricho del gobierno por un resfrío.
Argentina, como construcción de un ideal común, bien podría ser quien canta en la voz, letra y música de Lucio Arce "Me perdí", y quién sabe si aprenderemos a tiempo esto que bien observa:
Me perdí
y así perdido fue que comprendí
que pa' encontrar hay que perder
y lo primero que hay que hacer
perder el miedo de vivir.
Por eso invito a los lectores a que cada quien piense, enumere y atesore sus bellos gestos para volver a que sean lo cotidiano; como debe ser.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
Estado Libre Asociado de Vicente López