LÁGRIMAS DE PUMAS: DOLOR DE GRINGOS.
El 09 de Agosto el Seleccionado Argentino de Rugby, Los Pumas, van a enfrentar a Los Springboks, el Seleccionado Sudafricano. Será un partido harto difícil. Sudáfrica, el merecido Campeón del Mundo, se presentará de local y con la motivación adicional de estar festejando los noventa años de Nelson Mandela.
Pensar en una victoria de Los Pumas es ilusionarse con la posibilidad de la hazaña improbable. No obstante, al margen del resultado final, muchos estaremos alentando incondicionalmente al Seleccionado de Rugby sin ser aficionados a la guinda. Cuando juegan Los Pumas el resultado es lo de menos. No importa si ganan o pierden, uno queda satisfecho igual, porque Los Pumas ofrecen una mística que va más allá de la competencia estrictamente deportiva.
Desde el momento en que se abrazan para entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, cuando sus ojos se cargan de lágrimas y enrojeciendo las gargantas expresan con los rostros tensos el vendaval de emociones que se les despierta en el pecho, desde ese instante, que es el “vamos”, uno se contagia. A la distancia, acaso en la intimidad del hogar, de algún modo frente a la pantalla nos abrazamos a ellos y nuestros ojos también cargan lágrimas.
El significado de esas lágrimas se ve en el sacrificio que cada Puma derrocha en la cancha, todos para el equipo, sin guardarse nada, libres de mezquindad, cargando, embistiendo, tacleando, cayendo y levantándose aunque los golpes recibidos parezcan destructivos hasta para muñecos de pruebas. Nadie puede ver jugar a Los Pumas y sentirlos pechos fríos, especular que se están cuidando o que por cualquier razón dejan de poner lo que hay que poner.
Algunas veces, viendo al Seleccionado de Fútbol mientras suena el Himno, tengo la sensación de estar contemplando once vacas que rumiando pasto miran, desde atrás del alambrado, pasar los autos que van por la ruta. Hay –y ha habido- honrosas excepciones entre "Las Vacas", afortunadamente. Pero debe ser por esa irregular predisposición que aunque en fútbol se gane suele quedarme un regusto a poca cosa, y sé que es irracional, tal vez injusto por la distinta naturaleza de un juego y otro.
No faltan quienes se oponen a la entonación de los himnos nacionales antes de las competencias deportivas, pero hace la cultura del respeto saber escuchar el Himno del adversario y motivarse entonando el propio. Al Seleccionado Mexicano de Fútbol, por caso, da gusto verlo cantar con su peculiar formación.
Sin ánimo de polemizar, aguardo el sábado con la alegría de volver a sentir esa emoción que Los Pumas saben brindar y que es ya tradición que no se interrumpirá por el recambio de nombres. ¡Lágrimas de Pumas: dolor de gringos!.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
http://www.plumaderecha.blogspot.com/
Estado Libre Asociado de Vicente López.
El 09 de Agosto el Seleccionado Argentino de Rugby, Los Pumas, van a enfrentar a Los Springboks, el Seleccionado Sudafricano. Será un partido harto difícil. Sudáfrica, el merecido Campeón del Mundo, se presentará de local y con la motivación adicional de estar festejando los noventa años de Nelson Mandela.
Pensar en una victoria de Los Pumas es ilusionarse con la posibilidad de la hazaña improbable. No obstante, al margen del resultado final, muchos estaremos alentando incondicionalmente al Seleccionado de Rugby sin ser aficionados a la guinda. Cuando juegan Los Pumas el resultado es lo de menos. No importa si ganan o pierden, uno queda satisfecho igual, porque Los Pumas ofrecen una mística que va más allá de la competencia estrictamente deportiva.
Desde el momento en que se abrazan para entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, cuando sus ojos se cargan de lágrimas y enrojeciendo las gargantas expresan con los rostros tensos el vendaval de emociones que se les despierta en el pecho, desde ese instante, que es el “vamos”, uno se contagia. A la distancia, acaso en la intimidad del hogar, de algún modo frente a la pantalla nos abrazamos a ellos y nuestros ojos también cargan lágrimas.
El significado de esas lágrimas se ve en el sacrificio que cada Puma derrocha en la cancha, todos para el equipo, sin guardarse nada, libres de mezquindad, cargando, embistiendo, tacleando, cayendo y levantándose aunque los golpes recibidos parezcan destructivos hasta para muñecos de pruebas. Nadie puede ver jugar a Los Pumas y sentirlos pechos fríos, especular que se están cuidando o que por cualquier razón dejan de poner lo que hay que poner.
Algunas veces, viendo al Seleccionado de Fútbol mientras suena el Himno, tengo la sensación de estar contemplando once vacas que rumiando pasto miran, desde atrás del alambrado, pasar los autos que van por la ruta. Hay –y ha habido- honrosas excepciones entre "Las Vacas", afortunadamente. Pero debe ser por esa irregular predisposición que aunque en fútbol se gane suele quedarme un regusto a poca cosa, y sé que es irracional, tal vez injusto por la distinta naturaleza de un juego y otro.
No faltan quienes se oponen a la entonación de los himnos nacionales antes de las competencias deportivas, pero hace la cultura del respeto saber escuchar el Himno del adversario y motivarse entonando el propio. Al Seleccionado Mexicano de Fútbol, por caso, da gusto verlo cantar con su peculiar formación.
Sin ánimo de polemizar, aguardo el sábado con la alegría de volver a sentir esa emoción que Los Pumas saben brindar y que es ya tradición que no se interrumpirá por el recambio de nombres. ¡Lágrimas de Pumas: dolor de gringos!.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
http://www.plumaderecha.blogspot.com/
Estado Libre Asociado de Vicente López.