Podría suponerse que en materia de Inteligencia el daño sobre daño que provocan las distintas administraciones revela, como en tantas otras áreas de gobierno, la falta de una política de Estado que anteponiendo el interés nacional por sobre lo partidario atraviese en forma coherente la alternancia en el poder.
Sin embargo y a falta de una real política de Estado, se ha impulsado desde el 2003 lo que podríamos definir como el permanente esfuerzo político de embrutecer la Inteligencia.
La Escuela Nacional de Inteligencia (ENI), por ley, es el "instituto superior de capacitación" del Sistema de Inteligencia Nacional. "Superior", vale subrayarlo, no significa único; más aún: supone la coexistencia integrada con otros por debajo de su nivel jerárquico.
En la ENI "deben" formarse los agentes de la AFI, y "podrán" acceder a sus cursos agentes de los demás organismos que integran el sistema.
Con toda lógica no se impide que los distintos organismos formen y capaciten a su personal en sus propios institutos con las especialidades del caso, pero la política desprecia la capacitación profesional en los agentes de Inteligencia.
Tanto el kirchnerista Marcelo Saín, cuando fue director de la ENI, como el cambiemita Gerardo Milman desde el Ministerio de Seguridad, hicieron daño al dispositivo de formación profesional.
Saín, como en todo lugar por el que pasó se dedicó a insultar al personal desde su soberbia de creerse el Capitán América o alguna otra cosa de historieta, que sólo se lo cree él. No aporto nada, absolutamente nada, a la ENI.
Milman, la bestia bruta que confundía Inteligencia Criminal con Investigación Criminal, con la soberbia del ignorante pretendió disolver la ESID (Escuela de Inteligencia sobre el Delito), de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal.
"Yo cerré la escuela de inteligencia criminal, porque hay una escuela de la AFI que se llama ENI. Pero no puedo dar muchos más detalles porque estamos hablando justamente de secretos de Inteligencia", declaró Milman argumentando lo absurdo.
Los "secretos de Inteligencia" no abarcan el texto y la interpretación de la Ley de Inteligencia, que es la que define el rol de la ENI en el dispositivo de formación y capacitación del Sistema de Inteligencia Nacional.
Y a ese daño que dejó el macrismo, súmese el agravio a la razón de ser del Sistema de Inteligencia Nacional que significó con el regreso del kirchnerismo reemplazar lisa y llanamente formación por adoctrinamiento castrista desde la intervención a la AFI en la roja cabecita de Cristina Caamaño; para la hueca continuidad de Agustín Rossi.
El desprecio de la casta política hacia la actividad y la práctica de la Inteligencia en la toma de decisiones, explica gran parte de la decadencia argentina.
Por eso es preciso entender que la conducción de los Servicios de Inteligencia es un asunto de interés público.
Hay que romper el cerco de mitos y falacias que hace creer que los servicios son oscuros sótanos inaccesibles al entendimiento común.
Inteligencia es una actividad simple, necesaria y republicana, con disciplina del secreto, por supuesto, pero lejos del ocultismo absurdo.
El secretismo con que los políticos advenedizos que asumen cargos en áreas de Inteligencia intentan justificar su incapacidad para responder por sus propios actos no es parte del Servicio; es un vicio de la política. Y si hay cajas, son siempre de la política.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.