No creo en ninguna otra vida más allá de esta vida. Ni otras vidas en el pasado, ni otras vidas en el futuro. Ni en cuerpo ni en espíritu. Tampoco lo deseo. Con una es más que suficiente; y acaso (hermosa palabra la palabra "acaso") por no haber posibilidad de "insert coin" para seguir viviendo cuando aparece el "game over", es que la vida adquiere valor como para que le demos un sentido.
Sin embargo los sueños juegan con la idea de la reencarnación, o al menos alguna especie de memoria genética trasmitiéndose de generación en generación. Anoche soñé. Mi mente suele hacer esas cosas de mente.
Los rostros de los hombres a mis lados eran desconocidos, pero extrañamente familiares. Podía confiar en ellos, y ellos en mí. Permanecíamos en formación de tortuga lo que impedía ver mucho más allá del entorno inmediato. No tenía clara noción de dónde ni contra quien peleábamos, pero en cambio contaba con la certeza absoluta del porqué. Retumbaba en cada embate del enemigo golpeando contra los escudos. Se repetía como un mantra en los sonidos guturales del esfuerzo común. Lo sabía soportando el dolor en mi cuerpo. Podía verlo en la forma en que mis pies aplastaban la suela de la cáliga afirmándose en el suelo de esa tierra incógnita. Lo percibía en la resistencia del cuerpo atravesado por la estocada del gladius. Todo lo éramos: "Por la gloria de Roma".
Ya despierto, "Por la gloria de Roma", sigo sintiendo en el eco del sueño.
Trato de entender el porqué de ese sueño, y pienso en el libro que terminé de leer ayer. "¿Qué hubiera pasado si...?", de Rosendo Fraga. Leí las páginas dedicadas al heroísmo desplegado por los argentinos en la Guerra del Paraguay justo cuando pasaba, en el colectivo, frente al Regimiento de Patricios y pensé entonces que aquella valerosa camada de argentinos marchó al combate convencida de luchar "Por la Gloria de Argentina". Teníamos todo para ser un gran país, y lo fuimos. Pero así es como pasa la gloria del mundo. Pasa, no muere. Se la llevan los que la alcanzan, y nadie se las puede arrebatar.
Mi mente me juega esas jugadas de mente.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha.
Estado Libre Asociado de Vicente López
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