Cada vez que repito: "la Seguridad Interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional", me veo en medio del desierto, subido a un banquito y gritando hasta la afonía por un megáfono que son mis manos, sin más compañía ni audiencia que un espejismo lejano. Y no es por gusto que me reitero. Ocurre que la situación de la seguridad en el país está, por decisión política, tan fuera de los parámetros de la lógica constitucional que hay que insistir con lo más básico de lo básico, una y otra vez.
Mientras el kirchnerismo, gobierno de, por y para la delincuencia subvierte el orden constitucional, sus voceros imponen como corrección política que ningún honrado ofrezca resistencia antes, durante o después de un ilícito. A los contribuyentes mansos y obedientes que aportan al enriquecimiento de la casta política en el poder, también les cargan dejar que los otros delincuentes se lleven lo que queda del esfuerzo que hace cada honrado por sostener un país inviable. Y lo perverso es que lo dicen como si les interesara cuidarnos, con la misma perversión con que buscan reemplazar “ciudadanía” por “cuidadanía”.
Si no recuperamos el sentido común, pronto nos obligarán a tomar cursos sobre cómo ser buenas y pasivas víctimas que colaboren con los delincuentes, sin irritarlos ni faltarles el respeto, durante cualquier acto delictivo que nos coloque a su merced. Lograr la liberación del ciudadano Diego, quien en Rosario puso fin a la carrera criminal de dos delincuentes atropellándolos con su vehículo cuando huían con lo que le habían robado, debe ser un imperativo de todos los honestos. Debe llegar a ser ley consolidada por fallos judiciales que a quien inicia una acción delictiva se lo considere responsable por todas las consecuencias derivadas de su iniciativa, incluyendo su propia muerte o la de terceros. Los decentes no deben vivir con miedo y aquí se gobierna con la intencionalidad de dominar por la parálisis del temor, desde que los derechos parecen ser patrimonio exclusivo de los indecentes.
Sarmiento enseñaba que la locución "fuera de la ley" no es una banalidad del idioma, sino el claro concepto de que quien elige estar fuera de la ley no puede pretender ser beneficiado por ella. Esto no significa ni remotamente querer vivir en el lejano oeste. Todo lo contrario, es un precepto elemental para la vida civilizada. Como también lo es que los honrados no vivan desbordados por el miedo. Y una vez más digo: la Seguridad Interior consiste en garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional. Por ende, la política de seguridad debe orientarse al beneficio de los honrados, no a garantizar el amparo de los delincuentes como pretenden el gobierno y demás mercaderes de los derechos humanos.
Hoy, con unas cuantas garrafas más unos bidones de nafta y actuando como suicida, hay hermosos predios de la Argentina que pueden ser apropiados sin ningún tedioso requisito formal porque, de modo incomprensible como ocurrió en Mallín Ahogado, Provincia de Río Negro, si hay riesgo de violencia que ocasione bajas, la policía y los jueces se retiran. Parece chiste. No lo es.
Ya vimos en el pasado, en medio de la opereta que intentó hacer de Santiago Maldonado un desaparecido a manos de la Gendarmería Nacional, que Argentina es un reino del revés donde los sospechosos cachean a las autoridades. Otra vez parece chiste, pero no lo es y conviene recordarlo. Los que hoy gobiernan odian los uniformes de la Patria, y son los mismos que a pesar de la evidencia incontrastable no abandonan ninguna mentira, principiando por la de los 30.000. Hay decisión política tomada por el gobierno nacional para que el país sea este mamarracho que invita al exilio. Así como vamos, es previsible que cada uno de nosotros tenga su día de furia. Pero cada acto aislado ofrecerá catarsis sin aplacar la furia. No será útil a que las causas de la furia desaparezcan. Lo interesante, si soñar no cuesta nada, sería coincidir en el almanaque con una revolución republicana…
Yo acuso al gobierno, en la ministro de Seguridad Sabina Frederic, de fomentar la violencia. Ya cuando decidió denunciar penalmente a los vecinos de Mascardi en lugar de perseguir usurpadores, debió sentir escurrirse por sus dedos la sangre que se va a derramar en Argentina. Hay gente al límite. Mucha. Y las provocaciones del régimen no cesan. Ejemplo de otra afrenta a la Constitución Nacional, es otorgar privilegios de sangre para que hijos de desaparecidos “hereden” puestos Estatales. La idoneidad ya no es la base del empleo público. Tenemos una monarquía berreta; donde la reina otorga títulos de pretendida nobleza a los que no tienen sangre azul, sino roja comunista.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
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