Por Mario Santos
Nacido y criado en Balvanera,
columnista de La Pluma de la Derecha
La tragedia para la humanidad que está teniendo lugar en Siria pone al descubierto una vez más la doble moral de cierto sector de la opinión pública y los medios. En particular, en el caso de los “moralistas” de izquierda.
Hace años que el dictador Al Assad está arrasando a su propia población a sangre y fuego para aniquilar cualquier atisbo rebelde que impulse un cambio hacia la democracia en el país. La ayuda militar, logística, y política de Vladimir Putin, le está permitiendo perpetrar una masacre.
Occidente ha intentado evitar inmiscuirse en el conflicto para impedir un conflicto mayor. Pero eso tuvo un límite: El uso de armas químicas por parte de Al Assad contra la población civil provocó una reacción inmediata por parte de las potencias occidentales que, si de algún modo declaran defender la libertad y los derechos humanos, no pueden permanecer de brazos cruzados frente a tales acciones contra la humanidad. Estados Unidos, Gran Bretaña, y Francia, son países que lucharon codo a codo contra el nazismo, y que en conjunto con otros aliados del mundo libre occidental han defendido en numerosas oportunidades a poblaciones civiles de las garras de tiranos, genocidas, y dictadores.
Sin embargo, a la izquierda nada le viene bien. Si esas potencias no se involucran (para evitar una guerra con Rusia que podría desatar la tercera guerra mundial), las definen como cómplices o indiferentes que acallan frente a los horrores de la humanidad. “¿Cómo es posible que el mundo permanezca en silencio mientras mueren centenares de miles de personas en Siria?” preguntan esos moralistas, sin tomar en cuenta todas las sanciones políticas y económicas impuestas a Rusia y a Siria.
Si en cambio las naciones del mundo libre actúan en defensa de la humanidad, como lo hicieron este viernes al bombardear posiciones militares ruso-sirias e involucrarse ya de manera militar en Siria, lo primero que salen a reprochar es “¿Por qué tiene que meterse Estados Unidos en el conflicto?”, “¿Qué le incumbe a la ONU?”, “Es un problema interno de ellos. Que se arreglen solos”, o “no tienen que meterse los imperialistas”.
La contradicción es evidente y reiterada. No es la primera vez que la izquierda y el progresismo estúpido la ponen en relieve. Pero la guerra en Siria es prueba irrefutable de ese doble discurso y esa doble moral, que lo único que reflejan, es un odio infundado hacia Estados Unidos y sus aliados del mundo libre, que los lleva a criticar todas sus acciones, sin importar cuáles sean.
¿Por qué la izquierda odia tanto a Estados Unidos y sus aliados? Muy simple: Porque representan ni más ni menos que el triunfo de la libertad, de la democracia, y del capitalismo. Todos ellos, ideales enemigos de la izquierda, la cual se empeña en demostrar que esas naciones prósperas son malvadas. Afortunadamente algunas personas pensantes -como yo- siguen creyendo que Estados Unidos y sus aliados del mundo libre occidental, defienden la libertad de la humanidad.
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