Decir la verdad no está bien visto por el
gobierno de la Presidente Cristina Fernández. Razonar con sentido común,
tampoco. En un rapto de sinceridad, sintiendo que le tocaban el bolsillo, el
Senador Aníbal Fernández atinó a decir, en defensa de los dólares que forman
parte de su patrimonio, lo que piensa buena parte de la ciudadanía, algo tan
elemental como que no estaba dispuesto a deshacerse de ellos al cambio oficial:
“no me pida que haga cosas de idiota”, afirmó textualmente. Y por si no quedaba
claro añadió: “No soy un tarado que tengo que ir a venderlos golpeando el pecho
en un falso patrioterismo y perdiendo guita”.
Está claro que la moneda de ahorro de los
argentinos es el dólar. La inestabilidad histórica del país hizo que así fuera,
y creó además una cultura inflacionaria que sólo fue cortada por la
convertibilidad. Los años del uno a uno, a pesar de todos los defectos que
llevaron a su fracaso, rompieron esa cultura inflacionaria. Pretender forzar la
cotización del dólar en base a prohibiciones, para sostener un modelo cuya única certeza es nutrirse del yuyito llamado soja, es reavivar la llama de la
inflación y darle aire al mercado negro cambiario.
Luego de calificar de “abuelito amarrete” a Julio
César Durán, el abogado que no pudo
comprar diez dólares a su nieto -como si todos los abogados de cierta edad hubieran hecho dinero con la 1050 en tiempos
del Proceso y luego en democracia hubiesen incrementado su patrimonio estando
en la función pública-, la Presidente del largo luto anunció que, no por propia
iniciativa sino siguiendo el consejo de Víctor Hugo Morales, pasará a pesos su
plazo fijo en dólares. Unos tres palitos verdes que, aseguró, tendrán mejor
rentabilidad en pesos...
Entonces la ironía presidencial le cayó al lenguaraz
Aníbal, al que primero acusó de tomar “vivarachol” para luego condenarlo al
ridículo exigiéndole que pesifique sus ahorros. Más aún, lo conminó a ser el
“primero en la fila y con bonete”.
Eso le pasa en el oficialismo a los que osan decir
la verdad, vuelven a la época del oscurantismo pedagógico y deben cargar con el
bonete de burro para escarmiento de sí mismos y de cualquier otro que se atreva
a pensar. Porque ya sea en dólares o en pesos, pensar no es bueno para los que
hacen de la obsecuencia un valor: alguien podría darse cuenta que el rey está
desnudo.
El kirchnerismo es un fraude en sí mismo, y
carente de patriotismo ensaya la versión degradada -son palabras de Aníbal en
otra de sus “anibaladas”- un patrioterismo que, por supuesto, también es falso.
Acaso por eso mientras persiguen al dólar fomentan la liberalización del
consumo de marihuana y otras pestes. Habrá que reconocerles la coherencia;
quieren un pueblo embrutecido, amnésico, sin identidad ni conciencia, y lo
están logrando. ¿La oposición? Duerme.
Sus únicos signos de vida son que ronca y se tira pedos, porque en este cuento
de boludos y bonetes la Bella Durmiente sigue durmiendo.
Hey! Usted, ¿qué es lo que se queda pensando? Ni se le ocurra mover las neuronas... ¡Vaya al rincón y póngase el bonete!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado
de Vicente López