Leyendo Diario Registrado, uno de los medios del régimen, encuentro que integrantes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de Universidades Nacionales convocaron a "continuar con el proyecto nacional y popular kirchnerista". La campaña es una movida bien orquestada, iniciada con la foto de abajo publicada en las redes sociales por Pablo García, un becario temeroso de tener que lavar platos en el caso que Mauricio Macri sea electo Presidente.
Me es indiferente que los kirchneristas del CONICET, o de cualquier otro lado, expresen su apoyo a Daniel Scioli de cara al próximo balotaje; sin embargo el argumento esgrimido resulta tan burdo, tan a contramano de lo que se está proponiendo a modo de cambio como para resultar ofensivo al sentido común, que justamente por provenir de quienes realizan una tarea intelectual merece ser contestado.
En virtud del marcado carácter orwelliano del régimen kirchnerista, no sorprende que pretendan infundir miedo haciendo alharaca sobre un imposible retorno al pasado (más de lo mismo que hemos padecido en estos 12 años) con el libreto copiado a los cerdos de "Rebelión en la granja" y al Gran Hermano de "1984". A la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) muchos científicos rusos tenían la misma preocupación por conservar sus ingresos que exhiben ahora los becarios kirchneristas del CONICET, no tenían capacidad para ver la realidad del país más allá de sus microscopios.
La República Argentina también se está librando de un proyecto totalitario. Quizá, pensando con buena fe, esto no sea cabalmente dimensionado por quien está reconcentrado en sus investigaciones técnicas y científicas bajo la cáscara del relato. En cualquier caso, los becarios del CONICET pueden estar tranquilos porque el pasado no vuelve.
Tampoco nadie en CAMBIEMOS está planteando reducir el CONICET, ni relegar a los investigadores a la condición manual de lavaplatos. No hay desprecio por la inteligencia en el proyecto de Mauricio Macri como Presidente, al punto de reconocer públicamente que no es infalible y que por eso consulta a expertos en los distintos temas de la gestión. No está bien, entonces, que quienes trabajan con el intelecto desprecien la inteligencia del pueblo cuando se expresa en las urnas, ni a un candidato que se permite la franqueza de la duda.
A fuerza de votos, no dejamos los argentinos que nos llevaran de vuelta a los '70, con esa estúpida aunque ya no imberbe cantinela sobre el idealismo montonero (fuente de idiotas útiles reclutados para el matadero por criminales como Rodolfo Walsh y Juan Gelman). Y no sólo eso, como bien señaló el lunes en el Ateneo Alberdi de Vicente López el distinguido Dr. Don Enrique Mussel: "tardamos, pero finalmente los argentinos hemos aprendido a esperar las elecciones sin interrumpir los gobiernos elegidos, por las urnas y no por las armas. No es poca cosa".
No vuelve el pasado en ninguna de las décadas pretéritas, estigmatizadas antes que comprendidas. Tampoco la de 1990, cuando el candidato al que votan los kirchneristas del CONICET era mucho más sincero al expresar su pensamiento, sin tener necesidad de explicar, como ahora, su grado de identidad siendo tanto o menos Scioli que el propio Scioli. Pobre Daniel, lo que han hecho con él merece un tratado sobre el sometimiento y la despersonalización bajo el autoritarismo.
Aquel recordado exabrupto de Domingo Cavallo en 1994, cuando siendo Ministro de Economía, se ofuscó con la socióloga Susana Torrado, quien había revelado un aumento del desempleo, diciéndole que vaya a lavar platos, fue real; tan real como que el candidato presidencial al que en el balotaje van a votar los becarios kirchneristas del CONICET, ¡vaya uno saber entonces con que porcentaje de sciolismo en venas!, decía en 1999:
”Como candidato del justicialismo debo recordar que durante nuestro gobierno conseguimos la estabilidad. Por eso estoy ahora con Liendo, el autor de la Convertibilidad, y voy a seguir sosteniendo esta política, que es la que defendí como diputado durante años y coherentemente”.
Ciertamente, los más acérrimos opositores al régimen pretendemos que Mauricio Macri tenga el coraje de desmantelar el aparato de propaganda y control social con el que el kirchnerismo se dedicó a falsear la historia y sostener su fraudulento relato. El CONICET fue usado por ese aparato totalitario, pero no forma parte del mismo.
No compren ni vendan los becarios K miedos que no tienen razón de ser. La República necesita recomponerse también desde lo intelectual, porque, durante estos doce años de desprecio por la Constitución Nacional, el daño institucional causó degradación cultural y afectó la capacidad de pensamiento de los argentinos desde que el kirchnerismo impuso odios, miedo y cobardía intelectual queriendo fijar su corralito de corrección política, atacando a todo opositor o a cualquiera que expresara una idea divergente.
Hay una República más allá del microscopio, abriéndose paso entre el oscurantismo stalinista del relato y los prejuicios.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
No me acordaba que en 1984 se celebraban elecciones.
ResponderEliminarTampoco parece serio comparar este gobierno con la Unión Soviética .
Los becarios y los que no son becarios pueden tener una opinión negativa de los equipos de trabajo de Macri. Vos no refutás esa opinión. Decís qué se puede pensar y qué no (o sea, si no se piensa como vos es porque está supuestamente afectada la capacidad de pensamiento).
Noto mucha cesura y muy poca argumentación en tu escrito (no hagan esto, la República necesita esto, los de opinión contraria tienen afectada la capacidad de pensamiento).
Parece que estuvieras a un paso de negarles entidad a quienes piensan distinto. Es lo que pasó en este país cuando en verdad hubo un régimen dictatorial y en verdad no se respetó la Constitución.
Cuando sostengo que el proyecto totalitario del kirchnerismo es de neto corte orwelliano no digo que estemos ya en la instancia de 1984, por suerte supimos resistir. Hay empero muchos paralelos con la realidad argentina y por añadidura con el pasado de la Unión Soviética que inspiró a Orwell. Nunca he negado a los becarios del Conicet, ni a ningún otro, su derecho a opinar. Pero sí sostengo y sostendré, que esta déKada infame profundizó el daño institucional, degradó la cultura y afectó la capacidad de pensamiento. No afectó la capacidad de pensamiento de un sector en particular, hablo los argentinos en su conjunto.
ResponderEliminarEncontrarás estas cuestiones desarrolladas en otras notas del blog, como también la grosera subordinación de la Constitución Nacional a la voluntad presidencial.
Una de las actitudes que asumí en defensa de la racionalidad frente a los embates del régimen kirchnerista fue la de fomentar los debates, eso es todo lo contrario de negar entidad a quienes piensan distinto, y así organicé y moderé, por ejemplo, el debate entre Ricardo López Murphy y Rafael Bielsa, como así también el que tuvo lugar entre Agustín Etchebarne y Agustín D'attellis.
La vieja dictadura fue un gobierno de facto, como tal una anomalía desgraciada, pero moralmente no es mejor un gobierno de iure que se deslegitima gobernando de facto.
Finalmente te regalo esta frase del filósofo kirchnerista José Pablo Feinmann, que atestigua a todas luces el daño intelectual que padece la Argentina: "hay personas como Cristina que son tan inteligentes que no pueden dialogar con el otro. El diálogo la aburre porque cuando el otro abre la boca, ella ya sabe qué va a decir." Y no lo inventó Orwell...