Diputada Nacional Elisa Carrió |
La Diputada Nacional Elisa Carrió viene haciendo algunas observaciones tan interesantes como preocupantes sobre el ejercicio del poder en la Argentina.
Es atípico el discurso de Lilita, por lo complejo. Complejo no significa confuso, mucho menos inentendible, ni desarticulado, pero para una sociedad que fue degradada hacia la lógica básica más primitiva que es la de "amigo-enemigo", discernir entre las partes del todo supone un esfuerzo intelectual muy por encima del promedio.
El kirchnerismo, un proyecto totalitario de tipo orwelliano, profundizó el daño institucional del país hasta la degradación cultural con la consecuente merma intelectual. La crítica, cualquiera fuera, no tuvo lugar en la deKada infame porque la política se redujo al todo o nada de los que iban por todo y enchastraban las paredes con la amenaza del "ni lo piensen".
Me incluyo cuando digo que todos los argentinos perdimos capacidad de pensar en los doce años del régimen; pues no había forma de quedar enteramente al margen de la lógica maniquea que, entre el blanco y el negro, comprime en un borroneo sin matices la escala de los grises. La irracionalidad se irradia, se contagia, nos impregna, porque negado el diálogo el instinto cobra fuerza para devolver los golpes.
Después de aquel gobierno, que pasó de Él a Ella en creciente personalismo hasta habilitar el descaro stalinista de Diana Conti para proponer una "Cristina eterna", la Presidencia de Mauricio Macri con la llegada de CAMBIEMOS ofrece otro escenario y modelo de toma de decisiones.
Aunque tanto el FPV como CAMBIEMOS sean coaliciones, ambas viciadas de personalismos, ya que a la política argentina le falta la institucionalidad de los partidos con las voces y los votos de los afiliados, la verticalidad bajo el dedo de Cristina Kirchner no es la misma que bajo el dedo de Mauricio Macri.
Aunque tanto el FPV como CAMBIEMOS sean coaliciones, ambas viciadas de personalismos, ya que a la política argentina le falta la institucionalidad de los partidos con las voces y los votos de los afiliados, la verticalidad bajo el dedo de Cristina Kirchner no es la misma que bajo el dedo de Mauricio Macri.
En efecto, CAMBIEMOS no es un todo homogéneo y la fuerza transversal resiste la verticalidad. A falta de la uniformidad discursiva que otorga la sumisión, la pluralidad de voces contiene y enfrenta la variedad de pensamientos y acciones que responden a distintas éticas, e incluso en algunos casos a la ausencia de ética. Y ahí está la clave para entender a Carrió, la ética; que es también entender al Presidente Macri.
La importancia de la ética hace que CAMBIEMOS no sea inmune al efecto Blumberg. La solidaridad social que el drama del secuestro y muerte de Axel Blumberg generó hacia su padre, se diluyó simplemente por no aclarar a tiempo que no era ingeniero. El efecto Blumberg es propio de una sociedad hipócrita y culposa, que de alguna manera necesita justificar sus debilidades al sostener que todos son corruptos, razón por la cual: a quien levanta banderas éticas se le exige una honestidad absoluta y sin contemplaciones de las debilidades humanas.
El kirchnerismo, al propugnar un totalitarismo esencialmente corrupto, es inmune al efecto Blumberg. En su relato la verdad y la mentira no son categorías a comprobar, tampoco un credo, son nomás el guiño de la complicidad en votantes que no cuestionan la deshonestidad de sus dirigentes, muy por el contrario, se identifican con ella y la celebran desde el abrazo apasionado de Néstor Kirchner a la caja fuerte. Sencillamente, esperan recibir las monedas que no entran en los bolsos que se cargan de billetes, las migajas del saqueo.
Por la contraria, CAMBIEMOS es en esencia una idea ética desde que el cambio propugnado es alejarse del kirchnerismo hacia la transparencia republicana. Y uno de sus pilares es Carrió, quien lleva años repitiendo que no hay República sin ética.
Aunque con cierta desprolijidad o atolondramiento, el mismo Presidente Macri intenta permanentemente dar muestras de comportamiento ético, en un esfuerzo no reconocido ni emulado por muchos de sus funcionarios o dirigentes de CAMBIEMOS.
En ese esfuerzo por sostener la ética, el Presidente estuvo a punto de inmolar a uno de los mejores cuando por sospechas poco creíbles decidió separar del cargo de Director General de Aduanas a Juan José Gómez Centurión. Otro pudo haberse desmoronado, Gómez Centurión no. Avalando la decisión presidencial dio un paso al frente, otro en su vida, para afirmarse en la ética de los honestos. Carrió fue entonces la primera en plantarse junto a Gómez Centurión. René Favaloro también lo hubiera respaldado. Porque el dilema argentino no es nuevo ni complicado: Honestidad o corrupción, República o mafia, Verdad o mentira. Y no se negocia, no puede negociarse. O vencés o morís, y si tenés que pegarte un tiro como hizo Favaloro y antes Leandro Alem, te lo pegás. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
Y ahí está en la Provincia de Buenos Aires, doblada por la claudicación ética, la gobernadora María Eugenia Vidal quien no pudo sostener la consigna de priorizar la verdad y terminó abrazando la mentira central de la corrupción kirchnerista. La legislatura bonaerense hizo ley la mentira de los 30.000 desaparecidos desde un proyecto del FPV y con el voto de los legisladores de CAMBIEMOS, con la sola honrosa y ética excepción de Guillermo Castello. A Vidal le faltó coraje para confrontar con la mentira. Le faltó el coraje que da la ética. Demostró que no la tiene, o si la tiene es tan débil que ni siquiera se anima a susurrar que la mentira es mentira.
CAMBIEMOS se debilita cada vez que las conductas de sus dirigentes muestran disociación entre lo que se proclama y lo que se hace, y eso significa cualquier cosa que nos iguale al kirchnerismo. La sola voz de Carrió retumbando en CAMBIEMOS nos diferencia del FPV, porque allí nadie rompía la uniformidad.
Ninguno de estos aspectos del presente puede obviarse para entender los dichos de Carrió. Y en esa pelea por la ética, que visceralmente encarna, medir el dramatismo sincero con el que le dice al Presidente Macri que no está tomando las decisiones que debe tomar. Se equivocan en CAMBIEMOS los que quisieran silenciar a Carrió, o a cualquier otro, para evitar el "fuego amigo". La sumisión es enemiga de la participación y lleva a confundir obsecuencia con lealtad.
Como dije antes en otra nota del blog: "Para mi gusto, en el gobierno del Presidente Mauricio Macri los ministros no tienen todo el poder que les correspondería tener, ni son responsables por la designación de los funcionarios subalternos que deberían ser su equipo; razón por la que la presunción de equipo armónico no resiste la mirada de ningún observador medianamente avispado".
La importancia de la ética hace que CAMBIEMOS no sea inmune al efecto Blumberg. La solidaridad social que el drama del secuestro y muerte de Axel Blumberg generó hacia su padre, se diluyó simplemente por no aclarar a tiempo que no era ingeniero. El efecto Blumberg es propio de una sociedad hipócrita y culposa, que de alguna manera necesita justificar sus debilidades al sostener que todos son corruptos, razón por la cual: a quien levanta banderas éticas se le exige una honestidad absoluta y sin contemplaciones de las debilidades humanas.
El kirchnerismo, al propugnar un totalitarismo esencialmente corrupto, es inmune al efecto Blumberg. En su relato la verdad y la mentira no son categorías a comprobar, tampoco un credo, son nomás el guiño de la complicidad en votantes que no cuestionan la deshonestidad de sus dirigentes, muy por el contrario, se identifican con ella y la celebran desde el abrazo apasionado de Néstor Kirchner a la caja fuerte. Sencillamente, esperan recibir las monedas que no entran en los bolsos que se cargan de billetes, las migajas del saqueo.
Por la contraria, CAMBIEMOS es en esencia una idea ética desde que el cambio propugnado es alejarse del kirchnerismo hacia la transparencia republicana. Y uno de sus pilares es Carrió, quien lleva años repitiendo que no hay República sin ética.
Aunque con cierta desprolijidad o atolondramiento, el mismo Presidente Macri intenta permanentemente dar muestras de comportamiento ético, en un esfuerzo no reconocido ni emulado por muchos de sus funcionarios o dirigentes de CAMBIEMOS.
En ese esfuerzo por sostener la ética, el Presidente estuvo a punto de inmolar a uno de los mejores cuando por sospechas poco creíbles decidió separar del cargo de Director General de Aduanas a Juan José Gómez Centurión. Otro pudo haberse desmoronado, Gómez Centurión no. Avalando la decisión presidencial dio un paso al frente, otro en su vida, para afirmarse en la ética de los honestos. Carrió fue entonces la primera en plantarse junto a Gómez Centurión. René Favaloro también lo hubiera respaldado. Porque el dilema argentino no es nuevo ni complicado: Honestidad o corrupción, República o mafia, Verdad o mentira. Y no se negocia, no puede negociarse. O vencés o morís, y si tenés que pegarte un tiro como hizo Favaloro y antes Leandro Alem, te lo pegás. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!
Y ahí está en la Provincia de Buenos Aires, doblada por la claudicación ética, la gobernadora María Eugenia Vidal quien no pudo sostener la consigna de priorizar la verdad y terminó abrazando la mentira central de la corrupción kirchnerista. La legislatura bonaerense hizo ley la mentira de los 30.000 desaparecidos desde un proyecto del FPV y con el voto de los legisladores de CAMBIEMOS, con la sola honrosa y ética excepción de Guillermo Castello. A Vidal le faltó coraje para confrontar con la mentira. Le faltó el coraje que da la ética. Demostró que no la tiene, o si la tiene es tan débil que ni siquiera se anima a susurrar que la mentira es mentira.
CAMBIEMOS se debilita cada vez que las conductas de sus dirigentes muestran disociación entre lo que se proclama y lo que se hace, y eso significa cualquier cosa que nos iguale al kirchnerismo. La sola voz de Carrió retumbando en CAMBIEMOS nos diferencia del FPV, porque allí nadie rompía la uniformidad.
Ninguno de estos aspectos del presente puede obviarse para entender los dichos de Carrió. Y en esa pelea por la ética, que visceralmente encarna, medir el dramatismo sincero con el que le dice al Presidente Macri que no está tomando las decisiones que debe tomar. Se equivocan en CAMBIEMOS los que quisieran silenciar a Carrió, o a cualquier otro, para evitar el "fuego amigo". La sumisión es enemiga de la participación y lleva a confundir obsecuencia con lealtad.
Como dije antes en otra nota del blog: "Para mi gusto, en el gobierno del Presidente Mauricio Macri los ministros no tienen todo el poder que les correspondería tener, ni son responsables por la designación de los funcionarios subalternos que deberían ser su equipo; razón por la que la presunción de equipo armónico no resiste la mirada de ningún observador medianamente avispado".
Así, cuando Carrió afirmando su condición de integrante de CAMBIEMOS objeta la permanencia de Silvia Majdalani en la AFI, como en el Ministerio de Seguridad la de Juan Patricio Furlong a cargo de la DNIC, deslinda las responsabilidades de Gustavo Arribas y Patricia Bullrich respectivamente. El problema, y de allí que Carrió pida la intervención directa del Presidente, es que los funcionarios faltos de ética no se atreven a plantear objeciones ni son propensos a alejarse por sí mismos.
Los que asumen la función pública desde la ética saben que la renuncia es una de las armas a usar en la batalla por la transparencia republicana (y sin falsa modestia considero tener autoridad para decirlo). Los que no tienen ética, los que se guían en la función por intereses espurios, se atornillan a los cargos porque no están ahí para servir sino para servirse. Escriben sus renuncias cuando son obligados a hacerlo, nunca por inciativa propia.
Batallar por y desde la ética republicana es agotador, tanto que Elisa Carrió, su principal abanderada, afirma sentir "cansancio moral". Es comprensible, pero va a pasar mucho tiempo para que cualquiera de los que sabemos que lo que nos honra es servir, podamos experimentar algún alivio. Porque ese alivio sólo llegará con la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
Los que asumen la función pública desde la ética saben que la renuncia es una de las armas a usar en la batalla por la transparencia republicana (y sin falsa modestia considero tener autoridad para decirlo). Los que no tienen ética, los que se guían en la función por intereses espurios, se atornillan a los cargos porque no están ahí para servir sino para servirse. Escriben sus renuncias cuando son obligados a hacerlo, nunca por inciativa propia.
Batallar por y desde la ética republicana es agotador, tanto que Elisa Carrió, su principal abanderada, afirma sentir "cansancio moral". Es comprensible, pero va a pasar mucho tiempo para que cualquiera de los que sabemos que lo que nos honra es servir, podamos experimentar algún alivio. Porque ese alivio sólo llegará con la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.
¡Patria y Libertad!
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
www.plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López
Excelente ! lo reblogueo!
ResponderEliminar"...votantes que no cuestionan la deshonestidad de sus dirigentes, muy por el contrario, se identifican con ella y la celebran..."
ResponderEliminarCreo que la minoría de los votantes "K" encaja en esa categoría, la mayoría (los más sinceros) simplemente han adoptado la lógica maniquea descripta en el artículo y debido a ello han suspendido indefinidamente todo juicio ético e intelectual (delegando ambas instancias en la "vanguardia" K, que ha pasado a ejercer el rol de aquellas facultades y a dictaminar las respuestas apropiadas a cada caso), de ahí también la merma intelectual.
Se podría afirmar que la individualidad del votante "K" promedio ha quedado como subsumida en (o supeditada a) la voluntad de una entidad colectiva cuyo solo intérprete autorizado es la jerarquía K.
La exégesis del fenómeno K en clave maniquea es una de las más fructíferas de todas y sin embargo casi nadie parece haberla adoptado, esto hace a este artículo doblemente valioso!