Alberdi, Sarmiento y Perón pensaron la Argentina. ¿Alguien está pensando hoy? |
Las políticas de Estado no surgen por generación espontánea. Aparecen como resultado del consenso y son la expresión más elevada de la actividad política, la que valora la historia, entiende el presente y proyecta el destino de la Nación. En 29 años de continuidad democrática, la República Argentina no ha logrado generar consensos; en consecuencia, carece de políticas de Estado. En nuestro país se hace política sin pensar.
El Dr. Raúl Alfonsín no tenía un plan de gobierno cuando accedió al poder en 1983. Las urgencias de la transición iniciada el 14 de Junio de 1982, puedan quizá justificar aquella ausencia por la necesidad imperiosa de volver a la vitalidad las instituciones democráticas. Podía suponerse que, al retomar aquellas su funcionamiento, la improvisación inicial iría cediendo en favor de la organización. Nunca ocurrió.
La salida anticipada del radicalismo puso en evidencia que la frase de campaña "con la democracia se come, se cura y se educa", no iba más allá del más básico entendimiento. No había otra cosa. Pero si el radicalismo no fue capaz de elaborar planes de gobierno, tampoco tuvo la previsión de hacerlo el peronismo. En 1989 Carlos Menem ganó las elecciones sin tener ningún plan. Avanzó a lo caudillo, ensayando pasos de acierto y error. "Síganme", repetía sin brújula ni mapa.
A resultas del Pacto de Olivos, sellado entre dos improvisadores, en 1994 se reformó la Constitución Nacional al sólo efecto de especulaciones partidistas de muy corto plazo. Se aplica al caso la terrible frase de uno de los más notables poetas del Tango, Francisco Gorrindo, que ya en 1937 describió en "Las cuarenta" este defecto de la sociedad argentina: "No pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive! Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil".
El Menem que fue reelecto en 1995 era tan improvisado como el de 1989. La oposición de entonces tampoco ofrecía un verdadero plan alternativo. Así, cuando la Alianza entre la UCR y el FREPASO ganó las elecciones en 1999 no sólo carecía de plan de gobierno: ni siquiera habían sido capaces de prever el entendimiento entre Fernando De La Rúa y Carlos Álvarez, con el triste final por todos conocido.
En la emergencia institucional que dejó el Presidente De La Rúa al escaparse por los techos de la Casa Rosada, la improvisación llegó a su climax en la sucesión de presidentes provisionales, todos peronistas. Sin plan previo, pero con buena mano para el timón, fue Eduardo Duhalde quien ofició de piloto de tormentas para volver el país a su cauce institucional. Néstor Kirchner llegó al gobierno perdiendo las elecciones en una suerte de interna abierta del peronismo, sin plan, sin ética, pero con una voraz ambición de poder.
Desde entonces gobierna el kirchnerismo, un fraude en sí mismo, suerte de fase superior del menemismo, al cual ya he dedicado demasiadas notas como para añadir una más. Redundante volver a subrayar que muerto Kirchner el reelecto gobierno de Cristina Fernández sigue en la misma dirección, sin plan, sin buscar consenso, sin aceptar críticas, viviendo de la soja, "ese yuyito que crece solo".
Una sola cosa me obsesiona día y noche, me desvela y atormenta concentrando todos mis esfuerzos: que los opositores que integramos el abanico republicano no progresista, quienes con matices y diferencias -obvio- vamos del peronismo disidente a la diáspora liberal, pasando por el PRO, Unión por Todos y otras opciones cívicas, contemos con el think tank necesario para no ser más de lo mismo.
Es urgente e imprescindible pensar desde y para la acción. Enhebrar con pulso de orfebre los consensos básicos que nos permitan ser, de verdad, una alternativa seria apuntando a establecer políticas de Estado. No hablo de cuestiones electorales, no estoy proponiendo un frente ni un alianza para ir juntos a las elecciones, eso es lo que llamo el hardware, estoy hablando del software, de un conjunto homogéneo de ideas pensadas, evaluadas, discutidas y proyectadas para romper de una buena vez esa constante nefasta de la improvisación. Saber que, más allá de los armados electorales, hay un fondo de pensamiento común que anticipa el día después del kirchnerismo para no caer en nuevas improvisaciones.
Estoy convencido que el Grupo Consensos, por su carácter plural, puede ser la herramienta que nos permita saldar esa deuda con la historia argentina. Debemos llegar al gobierno, cualquiera sea la opción partidaria del sector que lo consiga, con una usina de ideas propias y un plan que vaya a ser respaldado por la totalidad del sector.
A fin de lograr este objetivo no hay modorra del verano que valga, ni vacaciones, ni feriados, ni ninguna excusa para posponer la urgente. Esto tiene que estar funcionando y quedar bien claro antes de las elecciones del 2013. Debemos juntarnos, ampliar la integración del Grupo Consensos con una dinámica organizativa que permita la rápida asimilación de nuevos miembros y una metodología de trabajo que empiece a mostrar resultados. Pensamiento desde y para la acción. No después, no mañana, ahora. ¡Ya!.
Think tank, o más de lo mismo.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López