"No puedo odiarlos porque nada me une a ellos;
no tengo nada que ver con ellos"
Milan Kundera, La inmortalidad.
El 19 de Abril de 2025 el Presidente Javier Milei publicó en su cuenta de Twitter este mensaje, que transcribo textualmente:
"PERIODISTA MENTIROSOSHabía creído que una gran parte del periodismo había llegado a su máxima expresión como basura mentirosa con el tratamiento de la reducción de la pobreza.Me equivoqué. Me quedé corto.Se han superado diciendo que amenacé al campo y se fueron al carajo totalmente diciendo que un tweet festejando la internalización del Principio de Imputación de Menger es comparable a la política de Guillermo Moreno poniendo una pistola en la mesa para controlar precios.En definitiva, creo que la gente no odia lo suficiente a estos sicarios con credencial de supuestos periodistas. Si los conocieran mejor los odiarían aún mucho más que a los políticos.CIAO!".
El último párrafo merece volver a leerse, porque sobre su contenido se expresa este artículo:
"En definitiva, creo que la gente no odia lo suficiente a estos sicarios con credencial de supuestos periodistas. Si los conocieran mejor los odiarían aún mucho más que a los políticos".
Es clara y explícitamente una instigación al odio. "La gente no odia lo suficiente" dice el Presidente sugiriendo, además que a esos "supuestos periodistas" se los debe odiar más que a los políticos. Esto último resulta llamativo porque no deja de ser una defensa corporativa de los políticos.
El odio no es un sentimiento sano, nubla la razón y encadena a lo que dice despreciar.
Es inadmisible que Javier Milei vuelva a olvidar la responsabilidad, prudencia y decoro republicano que debe ostentar por ser Presidente de la Nación Argentina y grave que sea para instigar al odio.
El odio es boomerang tan peligroso como la estupidez de los obsecuentes. Y cabe observar con preocupación que los embebidos de obsecuencia celebren este particular derrape del Presidente que va más allá de la falta de elegancia. Ocurre que perder el decoro es perderlo todo pues lo cortés no quita lo valiente, al contrario: lo cortés reafirma el coraje y la superioridad ética que se supone representa Milei. Por supuesto no cuestiono ni su derecho a defenderse, ni a informar y expresarse frente a operetas y operadores, simplemente subrayo que un Presidente por su responsabilidad no debe instigar al odio y es explícitamente lo que hizo Milei en ese lamentable final de tuit.
Por ende no son ya meras formas lo que transgrede, sino el fondo en tanto resigna la superioridad ética rebajándose al mismo nivel de esos operadores de operetas que fogonean odios varios con desfachatadas intenciones de atentar contra el orden constitucional. No es excusa lo que esos otros hagan para descender también el Presidente al nivel de cloaca e instigar al odio. De esa manera, lejos de mostrarse firme, el Presidente se doblega y les otorga poder sobre sí ya que lo sacan de su rol, lo sacan de sus cabales y lo hacen jugar su juego.
Me divierten esos patéticos obsecuentes mileístas que creen que insultando el Presidente Milei demuestra no ser un tibio como el Presidente Mauricio Macri. Me divierte porque Macri que sí gobernó como un tibio, no es tibio por haber respetado las formas republicanas, sino por haber evitado del primero al último día de su mandato dar la batalla cultural que se requería para sanear la cultura subvertida por el kirchnerismo.
Al respecto es dable mencionar que el Presidente Milei ha manifestado reiteradas veces su admiración por el Presidente Carlos Menem, incluso llegó a reconocer en algún momento que Menem tenía razón cuando decía que en política no hay que calentarse porque el que se calienta pierde. Es una pena que no internalice esa enseñanza como regla de conducta, la cual ha demostrado su acierto cada vez que Milei ha respondido a sus adversarios poniéndose en modo estadista sin transgredir los cortos límites de la investidura presidencial. Ese es el mejor Milei. Allí puede jactarse con silenciosa elegancia de su superioridad estética y ética, la misma que abandona cuando se deja dominar por arrebatos pasionales. Con lo mucho que puede criticarse al Presidente Menem, es honor a la verdad reconocer que tuvo una clara intención de pacificar el país y jamás deshonró la investidura presidencial instigando al odio, cosa que deliberadamente sí hizo el Presidente Néstor Kirchner.
El kirchnerismo, he observado infinidad de veces, exacerbó en la sociedad argentina la lógica amigo/enemigo siguiendo una estrategia de hipócrita victimización. Algo que puede comprenderse fácilmente leyendo los documentos publicados por "Carta Abierta", ese colectivo de intelectuales kirchneristas que dirigía el entonces filósofo oficial Ricardo Forster y que ofició como usina de justificación para cualquier decisión del gobierno.
El régimen kirchnerista fue un régimen de odios sutiles y groseros que subvirtió la cultura alejándola de los valores republicanos con que la Constitución Nacional organiza la convivencia de los argentinos.
Vencer la fuerte inercia del régimen exige sanear nuestra cultura y no se puede lograr anclándose en el odio ni queriendo redirigirlo dando vueltas sobre él.
Los izquierdistas se victimizan y odian, quienes somos de Derecha no nos victimizamos ni odiamos. Porque si odiáramos tendríamos un lazo indisoluble con aquello que despreciamos, con lo cual se convertiría en parte de nuestra identidad. Y no queremos eso, nos lo advierte la cita de Kundera con que inician estas reflexiones. Reflexiones que acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", puedan leerse como continuidad de otras que bajo la misma cita escribí en Enero del 2013 cuando Victoria Villarruel recibió amenazas de muerte de un fanático kirchnerista que ya en el 2008 me había amenazado a mí (JORGE ZAPPINO, AMENAZADOR SERIAL "K"). Porque algunos somos republicanos activos desde mucho antes de ayer.
Cuando al odio político se le responde poniendo excusas para más de lo mismo, odio contra odio, es que nunca se llega a ser una sociedad saneada. No dejarse dominar por el odio significa ganar fortaleza y dominar el miedo que es un gran generador de odio.
En tal sentido y sin sorprenderme, me preocupa que no crezca una clara y fuerte conciencia cívica sobre la importancia de preservar la dignidad de las instituciones republicanas que debiera manifestarse a través de la investidura presidencial, judicial, legislativa, etc. Eso nos condena a seguir teniendo una República endeble, un mero decorado de cartón que a duras penas y mirando rápido salva las apariencias. Brego y seguiré bregando a favor de la ética de la Constitución Nacional como guía de conducta de gobernantes y ciudadanos.
Para ello me tomo con calma estoica las agresiones de quienes se molestan porque digo que el Presidente Milei, por el sólo hecho de ostentar la investidura presidencial no debe instigar al odio. Insto pues a los fanatizados mileístas a que aflojen con la obsecuencia, porque si siguen celebrando cualquier disparate un día cercano se van a ver al espejo odiando a todos como gemelos de Luis D'Elía.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.