¿Y qué si había un muerto en tu placard?
A un ángel sucio, abatido en su pesar
la mugre de las alas no le quita la bondad
la redención, si es que llega, está en andar.
Ninguno de nosotros es quién para juzgar.
¡Cargamos cada cruz! Madera de historial.
Lo sabemos, es humano el drama de fallar.
Cuando esa culpa se cayó de tu morral
en la vergüenza del apuro por tapar,
yendo al piso se te cayeron muchas más…
Te vimos escorado como a cualquier mortal
que lidia con un peso difícil de cargar.
Unos más, otros menos, muchos tenemos
una inmundicia que dejar atrás,
alguna herida imposible de sanar,
esos pecados que no sirve confesar.
La conciencia es dogo de mandíbula tenaz,
muerde, muerde, ¡muerde!
No afloja la mordida, ni para respirar…
Se cobra masticando cualquier felicidad.
Siempre recordando la raíz de la maldad
¿Qué dolor puede quebrar tu alma,
rasgar tu espíritu, apagar tu aura?
Si yo te he visto cargar el mundo a la ancha espalda,
bajar estrellas en la noche más cerrada
y en el fondo del abismo alumbrar una esperanza.
Del tropiezo, ese raspón y alguna nana,
la terca nimiedad de una pequeña nada
que haciendo cuentas, al fin, no ha sido nada.
No pintará de sombras soleados días,
ni hará enjuagar en llanto las alegrías.
Y ahora se te ocurre que no querés vivir,
quedándote arrumbado a lo Discepolín,
te nacen del dolor las ganas de sufrir,
que apagan el amor, que impiden ser feliz.
Pero vas a levantarte, ángel sucio, y a seguir.
Lo sé, porque mi mugre, también la llevo así.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López