domingo, 28 de mayo de 2023

ROBOCOP EN LA PERFECTA IDIOTEZ DE ZURDOS Y PROGRES




Como salidos del Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, un carnaval de progres y zurdos arremetió con argumentos redundantemente idiotas contra el policía que, en ejercicio del derecho a la legítima defensa, abatió a uno de los delincuentes que quiso robarlo a él y su novia noches atrás en Moreno. 

El hecho tuvo la relevancia periodística que muchas otras muertes violentas, de habitantes honrados y policías, no generan. Títulos que aludían al "motochorro asesinado" se leyeron en diarios de todo el país, y cantidad de opinólogos debatieron en programas de radio y televisión -con o sin conocimientos técnicos- los alcances de la legítima defensa. 

Era fascinante leer y escuchar el cinismo entusiasta con que zurdos y progres argumentaban, en definitiva, que los policías no son seres humanos. 

Y aquí otra vez lidiamos con el pasado no resuelto, donde desde la falsificación de la historia y prevaricato judicial mediante se impuso que los terroristas castristas fueron víctimas de los malvados militares, por lo que en nombre de los derechos humanos de aquellos "idealistas" se siguen negando hoy día los derechos humanos de los enjuiciados por la revancha terrorista. Y como a los militares que combatieron al terrorismo se les niega su humanidad, por carácter transitivo de pura ideología se niega también la humanidad a los policías en actividad. 

La cuestión no es menor, porque los partidos políticos progres y de izquierda, sus orgas de DD.HH. y buena parte del poder judicial demuestran a diario creer que los policías no son humanos y carecen entonces de elementales derechos como el de la legítima defensa. Sin contrarrestar esa predica de odio a los uniformados no habrá mejoras en la Seguridad Interior.

Mientras tanto a todo ese zurdaje / progresía, en teoría con tanta preocupación por los derechos humanos, les vendría bien atender lo declarado por la novia del delincuente abatido. Conforme ella explicó, el "motochorro" sufría de adicciones y la familia no lograba convencerlo para que se sometiera a un tratamiento. 

Entonces que la izquierda y los progres no le echen la culpa al policía, que se hagan cargo de haber impulsado la Ley 26,657 de Salud Mental, con marcado sesgo ideológico en la finalidad de "normalizar la locura", que impide intervenir a las familias de los adictos en resguardo de ellos. Esa ley ha matado mucha gente y seguirá matando mientras siga vigente

Esa ley merece incorporarse al Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, es un despropósito mucho más dañino aunque menos evidente que la estúpida ley de alquileres del inservible Lipovetzky. Y el paralelo entre ambas leyes debe hacerse para entender que ese tipo de legislación no son errores aislados, son esfuerzos complementarios para hacer de la República Argentina un desquicio decadente. 

La izquierda toda milita el absurdo, y para cada absurdo que milita la izquierda hay un montón de progres con micrófono, cámara o página dispuestos a repetir el absurdo como si fuera una verdad revelada. La izquierda es el oráculo de los progres. No sea cosa que los puedan acusar de fachos...

Vamos por la vía del absurdo, y expongamos un argumento idiota:

El policía recibe entrenamiento, privilegio que el pobre delincuente no tiene, así que para que haya proporcionalidad ningún policía debe abrir fuego hasta que 2 delincuentes le disparen a la vez.

Estaremos de acuerdo en que es una total idiotez, sin embargo el CELS y la CORREPI son capaces de militar eso...

De hecho la "activista antirrepresiva"  María del Carmen Verdú dio su interpretación del hecho en estos términos:  

"El policía disparó por la espalda a alguien que se alejaba. Acá y en la China, eso se llama HOMICIDIO. Y de cobardes, a traición".

De movida cabe responder que el policía asaltado no disparó contra "alguien que se alejaba", sino contra un delincuente que consumaba el robo de su moto a mano armada. 

En el contexto del hecho, con riesgo para su novia, de noche y ante dos delincuentes, no debería siquiera discutirse que el policía actuó bien.  

Sin embargo, los defensores de la delincuencia hasta se atreven a decir que el policía obró con cobardía y a traición, cuando lo único que hizo fue obrar racionalmente en defensa de su novia, de sí mismo y de su propiedad. Porque no tiene sentido pedirle a un policía que de la voz de alto cuando ello puede significar riesgos para terceros.

Luego están los que dicen que hay que dejarse robar porque un bien cualquiera, en este caso una moto, no vale una vida. Claro que eso es fácil decirlo cuando refiere a la propiedad de otro, y además es una observación espejo, de ver el asunto completamente al revés. No es el propietario de ningún bien quien cree que su propiedad vale una vida, es el delincuente que intenta arrebatar esa propiedad quien cree que su vida vale menos que ese bien. 

Es preciso amparar la legítima defensa y el cumplimiento del deber estableciendo desde la doctrina, la legislación y la jurisprudencia que quien inicia una acción delictiva es responsable por todas las consecuencias derivadas de su acto, incluyendo su propia muerte.

Si eso no se entiende será muy difícil -imposible diría- mejorar la Seguridad Interior. 

Es una constante que quienes pretenden que la sociedad sienta culpa por haber aniquilado terroristas castristas pretenden también que la sociedad sienta culpa por defenderse de la delincuencia. Ya sabés: no seas facho, dejalos arriar tu Bandera y llevarse tu billetera...

Los periodistas que militan izquierda, como Rolando Barbano, siguen queriendo explicar la realidad con anteojos de 1983. Desconocen, además de la historia, que hoy, por ejemplo, las Fuerzas Armadas son las instituciones con el menor nivel de desconfianza social, de acuerdo a un estudio elaborado por CIGP.

Y algunos siempre vuelven a su redil, como Jorge Lanata, que fundó Página/12 con dineros mal habidos del ERP para acción psicológica a los fines perseguidos por Gorriarán Merlo en el MTP.

Según Lanata, si te asaltan y andás calzado solamente podés disparar al delincuente si lo retás a duelo como en el viejo oeste según Hollywood...

Es esa una idea hipócrita de quien deliberadamente elige desconocer la realidad. Se pretende que quien se ve sorprendido por un delincuente tenga la habilidad de ser perito instantáneo y discernir en pocos segundos si quien lo agrede tiene un arma en condiciones de disparar, si está drogado, si tiene afecciones psiquiátricas y además -pero al mismo tiempo- realizar un profundo estudio ambiental para comprender las necesidades (esas que crean derechos) de la pobre víctima de la sociedad que por tanta opresión capitalista intenta despojarte de tu propiedad o tu vida. O sea, un ciudadano común, para poder defenderse, debe ser perito en balística, toxicología, psiquiatría, psicología, sociología y trabajo social, y si ese ciudadano es policía debe sumarle ser ni más ni menos que Robocop.


Pero para que un policía pueda emular la cuasi perfección de Robocop, se requiere un contexto y entrenamiento de primer mundo. Argentina claramente -por ahora y siendo muy optimista- es un país tercermundista, por lo que el grueso de sus efectivos policiales no tiene, por ejemplo entre otras muchas falencias, las horas de entrenamiento en tiro dinámico que acreditan policías de otros países. 

En la película "El pistolero invencible", el personaje interpretado por Glenn Ford, a quien nadie creía "pistolero" dice lo siguiente sobre los requisitos para ser un experto en armas: 

"¿Hay alguien aquí que sepa como se debe usar un revólver? Mira como lo llevas Harvey, demasiado alto, no debe usarse así, se lleva abajo, atado a la pierna, para que al extender tu mano caiga justo sobre él. ¿Entiendes? Al desenfundar con rapidez la funda no te estorba. En la forma en que tu lo tienes jamás podrás sacarlo rápidamente de la funda. Y tú Carl, siempre con esas suertes que haces con él, llegarás a hacer buenos trucos con el revólver, divertidos. Pero eso no significa que sepas disparar. Mc Govern, tú también debes saber algo, no se dispara a la garganta de un hombre sino al pecho o al estómago, a la parte más amplia del cuerpo. Hablo de... tú eres bueno tirando herraduras, es lo que crees, ¿no Allyn? ¿Cuántas horas practicas al día? Dímelo, ¿cuántas horas? ¿Tal vez una? Una, Harvey. ¿Sabes cuántas horas al día hay que practicar para saber disparar? Te lo diré Harvey: seis horas al día. Sin omitir ninguno, por años."

Un pistolero, un especialista, seis horas al día, por años... 

Por supuesto es Hollywood, con sus fantasías y exageraciones, pero: ¿Cuántas horas de entrenamiento en tiro práctico tienen al mes nuestros policías? ¿Cree usted que llegan a seis? Le aseguro que no.

No veo a ninguno de la legión de indignados porque un policía mató a un delincuente en plena flagrancia del delito, que es la misma legión de indiferentes por los disparos y víctimas de la delincuencia, reclamar municiones y prácticas de tiro para los policías. ¿Por qué será? Tal vez sea un olvido, como el de olvidarse que un policía, a más del cumplimiento del deber, puede obrar en defensa propia como cualquier ciudadano.

Sólo un sistema judicial pervertido por zaffaronismo podría reprochar la conducta del policía, quien sorprendió en la noche obró en resguardo de su novia, de su propiedad y de terceros al abatir a un delincuente en plena flagrancia.

Defendemos al policía o nos entregamos a los delincuentes.

Vaya este artículo en memoria del francotirador condecorado del GEOF Sargento Darío "Onírico" Ávalos, caído en cumplimiento del deber. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía. 

domingo, 21 de mayo de 2023

PERFIL Y OTRO PANFLETO PROGRE CONTRA MILEI Y VILLARRUEL




Leo en Perfil el panfleto progre de Rodrigo Lloret que lleva por título: "MILEI Y LA DICTADURA". 

Ensayo a la pasada 10 consideraciones sobre ese derrame de progresía escrito,  por el director de Educación de Perfil, con la clara intención de asimilar la fórmula presidencial Javier Milei / Victoria Villarruel a la vieja dictadura.  
   
1) Arrancá el panfleto presentando la mentira de los 30.000 como una verdad dogmática que no debe ser cuestionada.    

2) Esa cifra lo único que simboliza es una estafa y la corrupción de los llamados organismos de DDHH. 

3) Cuando menciona que el padre de Victoria Villarruel participó del Operativo Independencia omite -¿maliciosamente?- aclarar a los lectores desprevenidos que esa acción fue ordenada y ejecutada bajo gobierno constitucional de Isabel Perón y la pone en contexto del 76/83.

4) Nunca hubo consenso democrático, ni por derecha ni por izquierda, para superar los años de plomo; sólo una discusión abierta en una sociedad errática y un prevaricato judicial que desde 2003 prefirió el viento político del momento a los mandatos de la Constitución Nacional.

5) Sí hubo guerra, que fue declarada contra la Nación Argentina por organizaciones terroristas al servicio de la dictadura castrista y que, como reflejan los "partes de guerra" de Montoneros y el ERP se inició antes del golpe del 24MAR76 y no a partir de esa fecha.

6) Reducir la labor del CELTYV y su presidente Victoria Villarruel a "la defensa de militares que sufrieron atentados guerrilleros" es desconocer a las víctimas civiles del terrorismo castrista.

7) El general Bussi no pudo ser genocida porque no hubo genocidio.

8) Y no hubo genocidio porque los militares lo impidieron, ya que era Santucho, jefe del ERP, quien calculaba tener que matar a un millón de argentinos para imponer el socialismo (dato, no opinión).

9) Casualmente también se olvidó mencionar en el panfleto que Domingo Bussi fue elegido gobernador por el voto de los tucumanos para el período 1995-1999.

10) Finalmente, la calificación de "tristemente célebre" que el doctor en ciencias políticas Rodrigo Lloret le da a Delfina Ezeiza muestra que el autor del panfleto no entiende lo que significa "comunista revolucionario".

O acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", que lo entiende demasiado bien. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía. 


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martes, 9 de mayo de 2023

Los Lunes Lectura: SER Y PREVALECER, EL DESAFÍO DE LAS NACIONES



Lunes 8 de Mayo de 2023, 21:30 hs, soy Ariel Corbat La Pluma de la Derecha, un liberal que no habla de economía, y es la sexta emisión de “LOS LUNES LECTURA”.

En esta ocasión el tema a tratar es: “SER Y PREVALECER, EL DESAFÍO DE LAS NACIONES”.

Hace unos días tuvo lugar en Londres la coronación del rey Carlos III y en breve celebraremos el día del Himno Nacional. 

Los dos hechos, relativos a países con intereses opuestos al punto de haberse enfrentado militarmente en la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, parecen ser completamente ajenos, sin embargo tienen una sustancia común. Tanto en la ceremonia de coronación británica como en el canto del Himno Nacional Argentino respectivamente se declara al mundo la expresa voluntad de ser y prevalecer de dos naciones, la británica y la argentina. 

Leyendo en Twitter distintos comentarios sobre la ceremonia real, que de izquierda a derecha atravesaban todo el arco político con descalificativos irracionales, escribí el siguiente artículo: 

SOBRE LO PATÉTICO Y LO RIDÍCULO

La coronación del Rey Carlos en el Reino Unido de Gran Bretaña ha dado motivo a distintas expresiones de vulgar patrioterismo cargado de emotividad e ignorancia.

Ciertamente desde esta latitud y a ojos de cualquiera, la ceremonia, vestimenta y coronas de la pareja real, ofreció una estética de carnaval que choca con la ilusa idea de nuestra modernidad. 

Largo y absurdo sería traer a estos renglones la sarta de comentarios que pretenden mofarse del "atraso" en los británicos por sostener hoy, en el Siglo XXI (y dicen Siglo XXI como si este siglo fuera menos ridículo que otros) una monarquía. 

Pero si las formas son risibles, el fondo de la cuestión es admirable.
 
Las naciones que perduran a través de los siglos son aquellas que logran valorar sus tradiciones como afirmación de su identidad, y que exhiben con ellas y en el respeto a sus propias normas, que eso es el ejercicio de la soberanía, su voluntad de ser y prevalecer. 

Lejos de ser risible, esa monarquía, constitucional desde la sanción de la Carta Magna en 1215, exhibe la voluntad de ser y prevalecer de los británicos.

Por esa razón y a contrario de lo que muchos parecen querer demostrar, cuando alguien entre nosotros supone que de alguna manera -para mí inentendible- contribuye a la causa de Malvinas intentando ridiculizar las instituciones británicas, que funcionan ininterrumpidamente desde hace más de mil años, siento que se le falta el respeto a nuestros combatientes.

¿De verdad alguien puede creer y/o manifestar que perdimos una guerra contra un enemigo patético? Si los que nos ganaron son un país ridículo, atrasado y en decadencia porque no son "democráticos" sino súbditos de un monarca, entonces, pregunto: ¿Qué vendríamos a ser nosotros? 

Patético y ridículo es que Argentina mantenga presos a combatientes de la Guerra de Malvinas por haber combatido y vencer en la anterior guerra contra el terrorismo castrista. 

Patético y ridículo es que gobiernen Argentina quienes falsean nuestra historia pretendiendo, poco menos, que comenzó el 25 de Mayo de 2003. 

Patético y ridículo es que desde 1982 a la fecha no hayamos sabido fortalecer la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina.

Patético y ridículo es que debiendo ser una República, haya aquí menos ciudadanos que súbditos voluntarios de reyes sin corona, que repiten como loros y aplauden como focas lo que sea que sus líderes propongan.

Patético y ridículo es creernos capaces de criticar a otros cuando no somos capaces de defender nuestro territorio porque estamos perdiendo identidad y con ello la voluntad de ser y prevalecer.

Patético y ridículo es que nuestra cultura, educación e intelecto hayan caído al punto de no comprender textos ni contextos.

Patético y ridículo es el modo en que vivimos los argentinos.

Patético y ridículo es la ignorancia del patrioterismo usurpando el sitial que corresponde a la sabiduría del patriotismo.

Y nadie se equivoque. Estoy plenamente convencido que el sistema republicano es mejor que la monarquía y el que mejor responde a la dignidad de los libres.

Es sólo que antes de mirar con ojos burlones a los demás, como en este caso a los británicos con su historia, tradición e instituciones, prefiero -y preferiré siempre- mirar con ojos severos nuestra propia realidad, en la que, camino a olvidar nuestra voluntad de ser y prevalecer, perdiendo historia, tradición e instituciones, estamos ya al borde de quedarnos sin Patria.

Luego de escribir ese artículo volví a repasar la historia del surgimiento de la Nación Argentina y la afirmación de nuestra voluntad de ser y prevalecer.

Sin dudas las heroicas jornadas de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires, venciendo al invasor inglés en 1806 y 1807, contribuyeron a precipitar la conciencia de una identidad nacional distinta a la española. Fue en ese contexto que Vicente López y Planes, poeta guerrero como hoy mi querido y admirado Oscar Ledesma, el poeta imprescindible de este tiempo, escribió en 1808 un poema llamado “EL TRIUNFO ARGENTINO”, que empezaba a delinear desde el orgullo por la victoria la diferenciación de la argentinidad.

No hay antes de ese poema otra referencia tan contundente a la existencia de los argentinos, y en ese poema épico es posible encontrar ideas, metáforas, que López volverá a utilizar en el Oíd Mortales.

La extensión de “EL TRIUNFO ARGENTINO” hace que sólo pueda citar aquí algunos de sus versos, como estos que leo a continuación en los que López se dirige al Rey de España, entonces nuestro monarca:

Tiende la vista Soberano digno,
honra este suelo por momentos pocos,
ve allí acampado cabe el ancho Río
ese ejército grande, ve la veste
militar que los orna, ve el crecido
número de estandartes y banderas; 
ve cual se puebla de ordenados tiros
el aura conmovida, cual varían 
diestramente sus puestos al sonido
del clarín y atambor ¿Qué tropa es ésta?
Preguntarás, monarca muy benigno.
Oh, ínclito Señor, esta no es tropa.
Buenos Aires os muestra allí sus hijos: 
allí está el labrador, allí el letrado,
el comerciante, el artesano, el niño,
el moreno y el pardo; aquestos solo
ese ejército forman tan lúcido.
Todo es obra, Señor, de un sacro fuego,
que del trémulo anciano al parvulillo
corriendo en torno vuestro pueblo todo
lo ha en ejército heroico convertido.
Esta llama feliz la ha fomentado,
vuestro vasallo fiel, nuestro caudillo,
el ilustre Liniers; en su presencia 
se ve a Marte en los pechos argentinos.

En este fragmento hay una notable descripción de lo argentino como algo que está por encima de toda cuestión de clase o de raza. Y también un antecedente directo del Oíd Mortales, nuestro himno, en cuya letra se puede ver prácticamente la misma alusión al dios Marte: “De los nuevos campeones los rostros / Marte mismo parece animar / La grandeza se anida en sus pechos / a su marcha todo hacen temblar”.

En otros fragmentos de “EL TRIUNFO ARGENTINO” se enfatiza el orgullo por ser los “miseros vecinos” que derrotaron a “una Nación que ha visto hasta el Olimpo encumbrado su nombre”, y que interroga, casi como marcando el inicio de nuestra arrogancia característica, entonces bien fundada, diciendo: 

“¿Vosotros sois los celebres britanos
que os gloriáis de haber solos resistido
de Napoleón el soberano esfuerzo?
¿Vosotros sois aquellos que habéis dicho
a la faz de la Europa, que un britano
es bastante a rendir cuatro argentinos?”.

Otro aspecto notable de “EL TRIUNFO ARGENTINO” es que pone en paridad a íberos y argentinos.

Finalmente los últimos versos del poema, que están dirigidos a los argentinos caídos en combate, tenían un gran significado entonces y también hoy luego de la Guerra de Malvinas. Cierra su poesía López, quien combatió en las invasiones inglesas, con estas sentidas palabras: 

“Y aún más que todo, oh, almas venturosas,
colocadas allá sobre el empíreo 
en brazos del eternal contentamiento
recompensa halló ya vuestro heroísmo.
Y pues morando estáis cabe el Eterno,
pedidle fervorosos de continuo,
que su brazo sostenga nuestro esfuerzo,
nuestra constancia, nuestro celo y brío, 
para que el anglo en cuanta lid intente
humille su cerviz al argentino”. 

Obsérvese como a la incipiente definición de lo argentino, de inmediato la fortalece Vicente López manifestando la voluntad de ser y prevalecer. 

Si EL TRIUNFO ARGENTINO esboza el origen de la Nación Argentina, el OÍD MORTALES que el Bardo de la Libertad escribió en 1813, y repito, escribió en 1813, por encargo de la Asamblea Constituyente, va a ser el acta fundacional de la Nación Argentina, por eso en mi opinión, el 11 de Mayo de 1813 la Asamblea Constituyente al ordenar que el OÍD MORTALES, sea la única marcha patriótica de las Provincias Unidas, declaró de hecho la Independencia de la Nación Argentina, que sería luego formalmente declarada por el Congreso de Tucumán en 1816. Es una opinión personal, claro.

Dije antes que nuestra identidad como Nación se viene desdibujando. Y ello ocurre por la intencional falsificación de la historia, consecuencia inevitable del proceso orwelliano de desmemoria colectiva y adoctrinamiento faccioso con los recursos del Estado iniciado en 2003. 

Bajo el régimen kirchnerista no solamente se mienten 30.000 desaparecidos y se narra la década del 70 como si fuera un cuento para niños de primaria en las escuelas de la tiranía cubana, donde los terroristas son jóvenes idealistas que bondadosamente querían un mundo mejor, y los militares unos ogros malvados al servicio de las tinieblas. 

Se ha mentido también, de forma grosera, sobre la historia del Siglo XIX. 

Y se ha mentido para acomodar la historia al relato kirchnerista. Así por ejemplo, el 17 de Febrero de 2015, el Museo Malvinas fue utilizado para festejar un carnaval "afro"; una clara demostración de la falta de sentido institucional con que se dispone de los recursos del Estado.

Ciertamente no debe esperarse honestidad intelectual en nada que provenga del kirchnerismo, por ende no podía resultar útil a la causa de Malvinas un museo instalado en el predio de la ex ESMA, con la única intención de rebajar a los combatientes de Malvinas a la condición de "víctimas" de la vieja dictadura. Para la nueva dictadura, que en ese mismo año ostentaba el cuadro del criminal Ernesto Guevara como un patriota latinoamericano en la Casa Roja en que se iba transformando la Casa Rosada, los miembros de las organizaciones terroristas que atacaron el país en los años de plomo no deben ser considerados traidores a la Patria, sino "víctimas del terrorismo de Estado", y finalmente entronizarlos en la categoría de héroes. Ello necesariamente implica restar dignidad, heroicidad y conciencia de combatientes a los veteranos de Malvinas. 

En ese contexto, con Teresa Parodi como ministro de Cultura (entiéndase propaganda) se decidió festejar el carnaval en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Más allá del sin sentido, el régimen de la amnesia selectiva y las mentiras aviesas no tuvo reparo alguno en volver a falsificar la historia, y así es como en la página web del ministerio de Cultura se afirmaba que la batalla de Ayohúma tuvo lugar durante las invasiones inglesas… Y tal cosa se afirmaba para justificar la realización de un carnaval afro en el Museo Malvinas.

Esa sola falsificación, demuestra que el grado de delirio en la manipulación de la historia venía con impronta  chavista. 

Se faltó también así el respeto a la memoria de Doña María Remedios Del Valle, cuyas acciones merecen el homenaje sincero, no un carnaval. Vaya uno a saber qué tiene que ver Del Valle con el carnaval, pero este cambalache que no es meramente anecdótico denota el racismo ignorante del régimen. 

Si se quería exaltar la participación de los negros en los carnavales, debió haberse organizado algo verdadero, digamos por San Telmo, quizá trayendo la voz de Alberto Castillo cantando aquello de: 

Siga el baile, siga el baile 
de la tierra en que nací 
la comparsa de los negros 
al compás del tamboril. 

Pero una movida semejante, como todo lo verdadero, es imposible que surja desde el corazón de la hipocresía. Implicaría admitir el reconocimiento previo a los afrodescendientes por parte de la cultura popular, cosa que el kirchnerismo, empeñado en mostrarse como vengador de la historia, no puede permitirse. Y cabe recordar el elogio a los morenos y los pardos que asienta Vicente López en EL TRIUNFO ARGENTINO como parte de nuestro pueblo.

El kirchnerismo es un fraude en sí mismo, ese carnaval de ignorancia y racismo no hizo más que confirmarlo; otra vez.

No voy a mencionar ahora la brutal y palmaria falsificación de la historia que con la intención de segregar territorio argentino se hace desde el régimen sobre la Campaña al Desierto comandada por el General Julio Argentino Roca. Y no voy a mencionarlo porque el ataque del etnonacionalismo mapuche a la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina será parte del diálogo que tendremos luego de esta lectura, y porque además, reitero, estamos a pocos días de celebrar un nuevo aniversario de la Sanción del Himno Nacional. 210 años de vigencia de la canción que expresa la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina, pero cuya continuidad está en riesgo, como nunca antes, a consecuencia del daño institucional, la degradación cultural y la miseria intelectual con la que, intencionalmente, se empuja a la República Argentina a una decadencia que amenaza ser terminal.

La historia del Himno Nacional, tan íntimamente ligada al origen de la Patria, siempre ha tenido un particular atractivo para lo que podríamos llamar mitos fundacionales, como aquel de creer que tuvo su estreno en los salones de Mariquita Sánchez. 

Pero esos mitos no intentaban reescribir la historia para desdibujar la identidad nacional, sino hacerla más accesible al conocimiento por la vía de la emotividad. Servir, en definitiva, a la función de amalgamar la nacionalidad que cumple el Himno Nacional. 

Algo distinto a lo que se observa en este presente, donde la falsificación de la historia apunta a socavar la identidad de la Nación Argentina, con la intención de difuminar la identidad de os argentinos en otro Estado plurinacional, y así el Himno Nacional también es blanco de ataques que tienden a falsificarlo en su historia y ejecución desde el propio Estado. 

Cada 11 de Mayo vuelve a difundirse una grosera falacia, en cuya insistencia aflora la intención de lograr que se acepte mansamente como verdadero lo que la más elemental lógica desmiente desde el sentido común. Ocurre que para dominar a una población y someterla al totalitarismo es preciso hacer que se acepte como verdad indiscutible cualquier cosa que propale el Estado.

Seguramente en estos días volverá a repetirse desde distintas reparticiones del Estado y medios de comunicación, que el Himno Nacional fue escrito por Vicente López en 1812. En otros años esa falacia ha sido propalada por Clarín, el Archivo General de la Nación y hasta el Ejército Argentino.

Es una mentira absurda, y en lo absurdo de la mentira reside su peligrosidad. 

Vicente López fue comisionado por la Asamblea del Año XIII el 6 de Marzo de 1813 para escribir la canción patria, por eso menciona entre los triunfos argentinos San Lorenzo y Salta, ambos de 1813. Algo imposible de anticipar en 1812…

Carlos Vega, en su libro "El Himno Nacional Argentino" (EUDEBA, 1962) dejó claro que el Oíd Mortales fue escrito por Vicente López en 1813, refutando a Mariano Bosch quien supuso a 1812 como el año de creación desde una lectura equivocada y confusa de la documentación existente.

Esto puede parecer un detalle menor, pero no lo es. Tiene mucho que ver con la desmemoria argentina, la casual y la planificada, que en cualquier caso debilita nuestra identidad. 

¿Cómo puede haber quienes insistan en dar por cierta une teoría endeble, que no solamente fue refutada con documentos en la mano, sino que desmiente la propia letra del Himno Nacional? Porque yo creo que mi admirado Bardo de la Libertad, Vicente López, con su especial inspiración para escribir el más bello y trascendente poema de las letras argentina, quien a más de poeta fue combatiente, abogado y político, tenía grandes dotes; pero no consta en ningún lado que haya tenido el don de la adivinación para haber visto en 1812 sucesos de 1813. 

Los documentos históricos dejan claro que el Oíd Mortales fue escrito por el diputado López entre el 6 de Marzo de 1813 y el 11 de Mayo de 1813 cuando fue declarado marcha patriótica. 

Los antecedentes que dieron lugar a que la Asamblea Constituyente se preocupara por dar con una canción que  tuviera rango de Marcha Patriótica, se remontan al 15 de Noviembre de 1810, cuando La Gazeta de Buenos Aires publicó los versos de Esteban de Luca, escritos por su sola voluntad y que casi de inmediato comenzaron a cantar los morenistas de la Primera Sociedad Patriótica. Una letra hermosa, por cierto. En Mayo de 1812 se ensayó otra canción patriótica, escrita por Saturnino de la Rosa, con música de Parera, pero la canción no tuvo ningún éxito y la historia la devoró sin dejar registro de sus versos.

El 22 de Julio de 1812 se produce un hecho notable: el Triunvirato comunicó al Cabildo de Buenos Aires que el estado político tornaba “indispensablemente necesario dar un nuevo impulso a las impresiones de los sentidos” a través de darnos una canción oficial, una Marcha de la Patria, con la explicita finalidad de lograr que “inflamado el espíritu del pueblo con tan tiernas y frecuentes impresiones, ninguno viva entre nosotros sin estar resuelto a morir por la causa santa de la Libertad”.

En atención a ese objetivo se encomendó la creación de la canción a Fray Cayetano Rodríguez, pero lo que el franciscano presentó tampoco gustó.

Por eso el 6 de marzo de 1813 se determinó que el diputado Vicente López, reconocido poeta ya entonces, fuera quien asumiera la tarea.
 
Y la letra de Vicente López sí que gustó. Desde su estreno oficial el 28 de Mayo de 1813, lo cual indica, dado que lo que la Asamblea Constituyente aprobó como Marcha Patriótica solamente es la letra de López sin ninguna partitura, indica que Blas Parera compuso la música en pocos días, entre el 11 y el 28 de Mayo.

La vertiginosa aceptación que despertó el Himno Nacional desde su estreno confirma que fue un éxito excepcional. De entonces a hoy, cantar el Himno Nacional es el ritual que une en un mismo sentimiento a todas las generaciones de argentinos.

Tanto así como los rituales de la monarquía británica manifiestan y afianzan las voluntad de ser y prevalecer de los británicos, el canto del Oíd Mortales ha sido y debe seguir siendo la trascendente manifestación institucional de la Nación Argentina, expresando mejor que ningún otro símbolo o documento oficial nuestra voluntad de ser y prevalecer. 

Y tenían claro lo que pretendían aquellos primeros gobiernos patrios: que ninguno viva entre nosotros sin estar resuelto a morir por la causa santa de la Libertad.

Quiénes no respetan las tradiciones ajenas, seguramente tampoco entenderán ni respetarán las propias.

Voy a terminar esta emisión de Los Lunes Lectura, leyendo un cuento de cruel ironía para graficar en qué se transforman las naciones que pierden su voluntad de ser y prevalecer. 

"BOLIVIA CORPS" un cuento, ¿un cuento?

Líder es aquel que sabiendo leer sus circunstancias en el mapa de la historia está dispuesto a asumir el riesgo de buscar la gloria. Bajo cascos de inconfundible estilo nazi, que acaso sean esos mismos cascos del Tercer Reich restaurados con los colores de Bolivia, los rostros tensos de los soldados son acariciados por la suave brisa del Altiplano. Aguardan expectantes la palabra del heroico Coronel que ha realizado victoriosas incursiones en territorio extranjero. Conocen que la razón de la convocatoria no puede ser otra que el llamado de la Patria. Afecto a la oratoria teatral, el Coronel William Careca contempla el horizonte como quien descifra el destino, es el estratega que piensa, el táctico que se apresta a la batalla, y levanta el mentón tal cual desea quedar inmortalizado para las generaciones futuras. Ha estudiado a Julio César y a Napoleón, ha soñado una campaña que lo ponga en los libros escolares como el sanador de la mutilación territorial de su Nación, y ahora, cuando el flash de su biógrafo personal y boletinero del Ejército en Operaciones, Sábado Verdasar, lo retrata en la última meditación, se siente listo para iniciar la marcha que le asegure la posteridad. 

Las tropas aguardan, “son leones impacientes, deseosos de mostrar su valía”, anota Sábado en el cuaderno de campaña. El Coronel Careca, de frente a esos hombres, aclara la garganta profiriendo el sonido que, convenientemente a la leyenda, será registrado por el escriba como “el rugido del Titicaca”.

- ¡Soldados! -Arenga Careca- Oigo el arrullo de las olas, huelo la frescura de la sal, el destino marinero de nuestro pueblo nos exige obedecer el llamado del mar, Neptuno quiere reencontrarse con la Pacha Mama.

Un estremecimiento sacude el pecho de los bravos soldados bolivianos. De reojo el Cabo Jeremías Cocola mira hacia el Oeste y el sentimiento patriota se estrella contra la contundencia de lo que sabe es el poderío militar chileno. 

- Nosotros -prosigue arengando el Coronel Careca-, soldados de la Patria, tenemos el deber de responder a ese llamado y lo haremos… ¡Marcharemos hasta llegar al mar!

No se acobarda el valiente Cocola, siempre ha soñado con ver el mar. Pero si nunca estuvo frente a las olas ha visto en cambio, desde la frontera, la clase de aviones de combate que pilotean los chilenos. Las palabras del Coronel ya no entran por los oídos de Cocola, quien se imagina muriendo en el camino, bajo las bombas de esos aviones y la metralla de los helicos. En el mejor de los casos, cree que la muerte les espera en la costa del Pacífico, arrasados por el cañoneo de la flota chilena. Si fuera mano a mano no teme a nadie, a cuchillo se cansaría de despanzurrar chilotes; pero no será a cuchillo: los chilenos tienen armas modernas porque están dispuestos a usarlas. Al rato decide Cocola despejarse de esas tribulaciones y vuelve a escuchar las palabras del Coronel.

- Les prometo, mis soldados, -dice Careca terminando su alocución- que hoy nos pondremos en marcha y haremos una campaña relámpago, síganme que nadie nos detendrá; y aunque es mucha la distancia, antes de lo que todos imaginan nos estaremos quitando las botas para refrescarnos las ampollas de las patas en el mar. 

La última frase no le parece del todo bien a Sábado Verdasar. La subraya anotando al margen “reelaborar” para que la versión definitiva mantenga un tono épico elevado, en el que no tienen cabida las desagradables úlceras fatigosas de los pies de campaña. 

El Coronel William Careca alza la voz con las infaltables vivas a la Patria, que sus soldados responden vigorosamente. También el Cabo Cocola grita con todas sus fuerzas, pues llevado por el patriotismo asume que la muerte es apenas una circunstancia, y procurará ser recordado como hombre de honor, corajudo, capaz de marchar contra el enemigo sin mezquinar su vida al sacrificio. 

La pluma del boletinero corre rauda por los renglones del cuaderno de campaña, celebra la entusiasta y varonil apostura de cada soldado para responder al llamado de la historia. Claro que Verdasar escribe sin verlos, por eso no percibe los murmullos entre resignados y pesimistas que acompañan los preparativos. Incluso el recio Capitán Juan Oruro Lizpe, que nunca escapó de ninguna pelea, chista disgustado al impartir órdenes en los aprestos mientras el Coronel Careca, en su tienda, da los últimos vistazos al mapa del plan de batalla.

Al fin el silencio domina el campamento. La tropa taciturna aguarda encolumnada con la vista fija en el oeste, cosa que sorprende al Coronel Careca ni bien sale de su carpa. 

- Capitán Oruro… ¿Por qué forman mirando al oeste?
- Mi Coronel, la columna está lista para marchar hacia el Pacífico.
- ¿El Pacífico? Pero… ¿Me toman por estúpido? ¿A quién se le ocurriría meterse con Chile? ¿Qué quieren? ¿Qué nos maten a todos? 
- Es que usted dijo que el mar nos llama…
- Pero me refiero al Atlántico, Capitán, el Atlántico a través de la Argentina que es país en joda y podemos llegar a Claromecó antes que reaccionen, después a lo mejor negociamos y vemos qué les dejamos… 
- ¡Ah! Menos mal. Mi Coronel, todos pensamos que la cosa era con Chile.
- ¡No! No. Eso ni borracho. El plan es entrar en territorio argentino, corrijo, tierra de nadie, y marchar hacia el sureste.

El Cabo Cocola respira aliviado al conocer el rumbo de la expedición conquistadora. A los pocos días, la necesidad de testimoniar la marcha triunfal desafía las ínfulas literarias del boletinero Verdasar, que con cierta decepción escribe en un papel aparte: “Avanzamos en tierra de nadie rodeados de la más absoluta indiferencia, y siento miedo, con profundo terror pienso que quedándonos aquí tal vez terminemos por ser iguales a esta gente, los nadies”. 

Y así amigos, llegamos al momento en que este espacio de ida se transforma en ida y vuelta. Conversemos.

En la conversación que siguió a la lectura participó como invitado especial el historiador Claudio Cháves, autor de las siguientes obras: El Perón Liberal - Historia Política Argentina - Un liberalismo criollo de Perón a Menem - La gestión escolar en tiempos de libertad - Los orígenes de la Patria y sus mujeres - El revisionismo histórico liberal - y Vida y obra de Olegario V Andrade. También es autor de las siguientes obras teatrales: Cartas de amor a la Patria, Hombres de Casaca Negra, Entre la sangre y el tiempo, Halcones y palomas.

Lamentablemente, por un error de quien esto escribe (si, "boludo" es la palabra), no se grabó el space. El que no estuvo conectado, se perdió lo más interesante que fue escuchar a Claudio Chaves.


sábado, 6 de mayo de 2023

SOBRE LO PATÉTICO Y LO RIDÍCULO




La coronación del Rey Carlos en el Reino Unido de Gran Bretaña ha dado motivo a distintas expresiones de vulgar patrioterismo cargado de emotividad e ignorancia.

Ciertamente desde esta latitud y a ojos de cualquiera, la ceremonia, vestimenta y coronas de la pareja real, ofreció una estética de carnaval que choca con la ilusa idea de nuestra modernidad. 

Largo y absurdo sería traer a estos renglones la sarta de comentarios que pretenden mofarse del "atraso" en los británicos por sostener hoy, en el Siglo XXI (y dicen Siglo XXI como si este siglo fuera menos ridículo que otros) una monarquía. 

Pero si las formas son risibles, el fondo de la cuestión es admirable. 

Las naciones que perduran a través de los siglos son aquellas que logran valorar sus tradiciones como afirmación de su identidad, y que exhiben con ellas y en el respeto a sus propias normas, que eso es el ejercicio de la soberanía, su voluntad de ser y prevalecer.

Lejos de ser risible, esa monarquía, constitucional desde la sanción de la Carta Magna en 1215, exhibe la voluntad de ser y prevalecer de los británicos.

Por esa razón y a contrario de lo que muchos parecen querer demostrar, cuando alguien entre nosotros supone que de alguna manera -para mí inentendible- contribuye a la causa de Malvinas intentando ridiculizar las instituciones británicas, que funcionan ininterrumpidamente desde hace más de mil años, siento que se le falta el respeto a nuestros combatientes.

¿De verdad alguien puede creer y/o manifestar que perdimos una guerra contra un enemigo patético? Si los que nos ganaron son un país ridículo, atrasado y en decadencia porque no son "democráticos" sino súbditos de un monarca, entonces, pregunto: ¿Qué vendríamos a ser nosotros? 

Patético y ridículo es que Argentina mantenga presos a combatientes de la Guerra de Malvinas por haber combatido y vencer en la anterior guerra contra el terrorismo castrista. 

Patético y ridículo es que gobiernen Argentina quienes falsean nuestra historia pretendiendo, poco menos, que comenzó el 25 de Mayo de 2003. 

Patético y ridículo es que desde 1982 a la fecha no hayamos sabido fortalecer la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina.

Patético y ridículo es que debiendo ser una República, haya aquí menos ciudadanos que súbditos voluntarios de reyes sin corona, que repiten como loros y aplauden como focas lo que sea que sus líderes propongan.

Patético y ridículo es creernos capaces de criticar a otros cuando no somos capaces de defender nuestro territorio porque estamos perdiendo identidad y con ello la voluntad de ser y prevalecer.
Patético y ridículo es que nuestra cultura, educación e intelecto hayan caído al punto de no comprender textos ni contextos.

Patético y ridículo es el modo en que vivimos los argentinos.

Patético y ridículo es la ignorancia del patrioterismo usurpando el sitial que corresponde a la sabiduría del patriotismo.

Y nadie se equivoque. Estoy plenamente convencido que el sistema republicano es mejor que la monarquía y el que mejor responde a la dignidad de los libres.

Es sólo que antes de mirar con ojos burlones a los demás, como en este caso a los británicos con su historia, tradición e instituciones, prefiero -y preferiré siempre- mirar con ojos severos nuestra propia realidad, en la que, camino a olvidar nuestra voluntad de ser prevalecer, perdiendo historia, tradición e instituciones, estamos ya al borde de quedarnos sin Patria.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

martes, 2 de mayo de 2023

Los Lunes Lectura: AUSTERIDAD E INTELIGENCIA (una propuesta conceptual para el Sistema de Inteligencia Nacional)




Lunes 1° de Mayo de 2023, soy Ariel Corbat La Pluma de la Derecha, un liberal que no habla de economía, y en el Día de la Constitución Nacional  esta es la quinta emisión de “LOS LUNES LECTURA”, en su nuevo horario de las 21:30 hs.

En esta ocasión el tema a presentar es: “AUSTERIDAD E INTELIGENCIA, una propuesta conceptual para el Sistema de Inteligencia Nacional”.

Conmemoramos hoy que, el 1° de Mayo de 1853, fuera sancionada en la Ciudad de Santa Fe la Constitución Nacional. Comenzaba así, después de décadas de ensayos constitucionales frustrados, guerras civiles, anarquía y tiranía la etapa cierta de la organización nacional que fuera luego consolidada por la gloriosa Generación del 80. 

Es más que oportuna la fecha, para intentar concientizar a la ciudadanía sobre la necesidad de contar con un eficiente Sistema de Inteligencia Nacional.

Para entender el concepto de Inteligencia, lo primero y principal es conocer su definición base, despojada de todo prejuicio y construcción fantasiosa:

INTELIGENCIA es, muy simplemente, el proceso racional que antecede la toma de decisiones, consistente en reunir y analizar información a ese fin (tomar decisiones) en previsión de escenarios futuros.

Les pido tengan presente en cada momento de esta lectura esa definición conceptual de Inteligencia como el proceso racional que antecede la toma de decisiones.

Los servicios de Inteligencia son siempre un reflejo del país al que sirven. Eso, que de por sí ya dice mucho sobre el estado actual de los organismos de Inteligencia argentinos, sugiere que antes de precisar lo específico de una propuesta para el área de Inteligencia, es preciso contextualizar y asumir que esa y cualquier otra reforma deben ser parte de algo que imperiosamente necesita la Nación Argentina para recuperar su voluntad de ser y prevalecer, y eso es una revolución cultural.

Nuestro país ha seguido el derrotero de un efecto dominó, donde las crisis no resueltas se transformaron en daño institucional, a su vez el daño institucional por aceptar que “acá las cosas son así” y por así significa que no funcionen o funcionen mal, deriva en la degradación cultural de olvidar que hay que vivir como se piensa y no pensar como se vive, resultado de esa degradación cultural es la abundancia de la miseria, material, moral e intelectual.

Ese trágico efecto dominó ha sido acompañado y precipitado por el deliberado esfuerzo de la izquierda por subvertir la cultura, especialmente a partir de 2003 con la implementación a través del kirchnerismo de un proceso orwelliano de desmemoria colectiva y adoctrinamiento faccioso con los recursos del Estado.

Como resultado el pueblo argentino ha dejado de ser un pueblo inteligente, porque ningún pueblo inteligente, puesto sobre un territorio de extrema potencialidad correría el riesgo de desconocer su pasado para tener un presente miserable y quedarse sin futuro.

La necesidad de librar la batalla en el ámbito de la cultura, hasta lograr abrir la posibilidad de una revolución cultural que recomponga la racionalidad perdida, de saber que 2 + 2 = 4 y no lo que diga el partido gobernante, no puede obviarse como marco para cualquiera de las reformas que Argentina, en defensa de sí misma, debe darse.

Por eso, voy a leer la versión simplificada de la nota "ELOGIO Y NUEVA DEFINICIÓN DE LA AUSTERIDAD" que fuera publicada en La Pluma de la Derecha el 8 de Octubre de 2018.

REPENSAR LA AUSTERIDAD:
 
Dijo Solón que "La austeridad es una de las grandes virtudes de un pueblo inteligente".

El elemental diccionario "Pequeño Larousse en color" define a la "AUSTERIDAD" como "calidad de austero, severidad. Mortificación de los sentidos y del espíritu". 

E inmediatamente luego refiere AUSTERO como Rígido, rigorista, espartano, estoico, ascético, puritano. Sin ornamentos. 

Está claro que sólo masoquistas querrían austeridad si ello significase mortificar los sentidos y el espíritu, pero ante los padecimientos de la Argentina empobrecida de hoy cabe preguntarnos si será correcta esa definición de austeridad como "mortificación de los sentidos y el espíritu". Hace décadas que el país es gobernado con una falta de austeridad que en nada ha evitado la creciente mortificación de los sentidos y el espíritu. Por el contrario, año tras año los argentinos experimentamos nuevas formas de mortificación. Muchas de ellas consecuencia directa de la falta de austeridad, porque el país, al menos en nuestro tiempo, nunca ha sido en modo definido y consecuente ni rígido, ni rigorista, ni espartano, ni estoico, ni ascético, ni puritano. Si esas cualidades en la sinonimia determinasen el ser, diríamos que el país no ha sido.

Aquí no hay rigidez desde que la Constitución Nacional empezó a ser entendida como una mera referencia y no como la ley suprema de la Nación. Consecuentemente tampoco hay rigor o severidad en la aplicación del Derecho. Cuando por golpes de Estado pusimos militares a gobernar fuimos cualquier cosa menos espartanos, por lo que a pesar de una guerra ganada y otra perdida nos alejamos de Esparta al punto que hoy, lisa y llanamente, estamos indefensos. Para descartar el estoicismo basta consignar que consiste en evidenciar autocontrol de modo que la virtud se imponga al vicio, entendido éste como cualquier manera de obrar inconsecuente y brutal. Parece chiste de argentinos, pero es descriptivo y no tiene remate. El ascetismo es un extremo místico que nunca siquiera hemos rozado y lo mismo puede afirmarse respecto del puritanismo. 

Si de lo afirmado en el párrafo anterior le surge alguna duda repase detenidamente los actos de la caterva delictiva que gobierna en lo que va del siglo. Vea en paralelo de qué modo ha ido evolucionando el aumento de la pobreza y el hambre en el mismo país que presumió de ser "el granero del mundo".

El punto es que podemos demostrar que no somos un país austero, pero no por escapar de la austeridad evitamos la mortificación de los sentidos y el espíritu, por lo cual es dable cuestionar la definición del diccionario.

Argentina como país degradado culturalmente y dañado en lo institucional al extremo de exhibir miseria intelectual hasta en el habla, es una realidad mortificante. La Argentina duele. Duele de un modo en que no podría doler si su historia contemporánea estuviera asociada a la austeridad. Lo cual demuestra que la austeridad no puede ser definida como la mortificación de los sentidos y el espíritu. Hay algo que está mal en esa definición.

Acaso -hermosa palabra la palabra "acaso"- debamos redefinir el concepto y entender a la austeridad como algo distinto de la mortificación y la penitencia, porque en rigor de verdad la austeridad previene el sufrimiento, no lo causa. Para la Real Academia Española la austeridad es la "mortificación de los sentidos y pasiones", dándole a la expresión "austero", entre otros significados similares a lo antes mencionado, el siguiente: "Sobrio, morigerado, sin excesos. En esa época, llevaba una vida austera, sin lujos".

Imaginemos por un momento que durante el último medio siglo, como escuchando aquel llamado de Ortega y Gasset a los argentinos para dedicarnos a las cosas, se hubiera conducido la vida pública de modo sobrio, morigerado, sin excesos, sin lujos, sin gastar a cuenta de la riqueza futura... 

Sería otro país, seguramente menos frustrado por la ilusión de un potencial desmesurado, pero al mismo tiempo más cercano a ese potencial, prolijo en todos los órdenes, previsible en el buen sentido de ser confiable y, como consecuencia de ello, consciente de su propia identidad. Una República consolidada para el desarrollo de una Nación saludable. Y un país austero, salvo algún cataclismo, no tiene necesidad de prometer penitencia siguiendo reglas de conducta establecidas por otros al mendigar por su subsistencia. La austeridad evita esa mortificación preservando la dignidad y la autoestima, en las naciones y en las personas.

Por supuesto, cuando una persona o un país no sabe conducirse y se envicia de prodigalidad, la rehabilitación es un proceso traumático que se percibe como una penitencia mortificante para los sentidos y el espíritu. Y hasta aquí sólo hablo de austeridad independientemente de la decencia o la deshonestidad del pródigo. Porque al introducir el concepto "decencia" cabe un tajante distingo entre quien dilapida su patrimonio personal y quien dilapida patrimonio público. Sólo puede aceptarse un proceder negligente pero decente en el primer caso, nunca en el marco de una República. El despilfarro de lo público bajo la excusa del "Estado presente", inflado, excedido de atribuciones y carente de funcionalidad, es decididamente un proceder delictivo. Una estafa montada sobre la ilusión del realismo mágico.

La austeridad republicana, siendo un valor que surge por oposición al ornamento y fastuosidad que son propios de la monarquía, conlleva un sentido práctico y simple de la vida. Por ello nada resulta menos republicano y contrario a la austeridad que el extremo de lo faraónico.

Lamentablemente, Argentina, que en su excepcionalidad logró ser una República bananera sin bananas, también encontró el modo extravagante de despilfarrar ahorro y crédito al estilo faraónico, pero sin pirámides ni ninguna otra obra que vaya a perdurar miles de años. Nuestras pirámides son obra no hecha y papeles de una deuda que ya nos espantaba en 1983, cuando quisimos suponer sería exclusivamente obra indecorosa de la vieja dictadura, pero que no menos indecorosamente hemos ido aumentando, gobierno tras gobierno, a lo largo del fallido experimento democrático iniciado entonces.

Y hoy estamos donde estamos. Tal cual y como estamos. Sería tan ocioso puntualizar aquí el diagnóstico, como vana la esperanza del sentido común imponiéndose por sí. La inercia negativa del país prefiere y seguirá prefiriendo, como cualquier drogadicto enamorado del veneno, percibir el dulzor imaginario del placebo a la amargura cierta pero sanadora del remedio. Máxime cuando el remedio, cosa que sabemos todos incluyendo a los irresponsables que juegan al distraído proponiendo alquimias mágicas para que lo que nunca funcionó empiece a funcionar, es la austeridad: la temida "mortificación de los sentidos y el espíritu"; que no es tal.


Ahora bien, un espasmo de austeridad que decante por espanto de la realidad y dure unos pocos años tampoco servirá de nada si no incorporamos la austeridad republicana a nuestra cultura en forma definitiva. La austeridad tiene que pasar a ser algo que forme parte de nuestro estilo de vida. No ya remedio, ni penitencia, sino convicción.

La imperiosa austeridad que se necesita debe hacer parecer hedonistas a los espartanos, pero tal vez el país haya perdido hasta la capacidad intelectual de advertir que en ese esfuerzo va la posibilidad de alejarnos del sufrimiento; porque, además, no se puede ser austero desde la idiotez. La austeridad exige inteligencia, en todas las acepciones de la palabra. No hay forma de ser austero sin proyectar una situación futura en términos ideales y arbitrar el mejor uso de los siempre escasos recursos para llegar a ella. La inteligencia, al igual que la austeridad, es más que un don una práctica virtuosa.

Ensayo pues una nueva definición.

AUSTERIDAD: Calidad de austero, criterioso. Cuidado de los sentidos y el espíritu. Valoración de lo esencial por sobre lo ornamental. Apego a la simpleza de la vida. Capacidad previsora para evitar complicaciones innecesarias. Moderación. Inteligencia. Camino de felicidad.

AUSTERIDAD REPUBLICANA: Decencia. Respeto por la calidad de vida y patrimonio de las futuras generaciones.

La austeridad no es ya una opción económica, es un imperativo moral. Nos va la vida en entenderlo.

El artículo al que he dado lectura, subraya la afinidad entre austeridad e Inteligencia. No es posible ser austero sin obrar inteligentemente, no es posible una República Argentina austera sin que se incorpore la práctica de la Inteligencia a la toma de decisiones.

De nuevo: Inteligencia es el proceso racional que antecede la toma de decisiones

La primera derivación de este concepto básico es que Inteligencia es una actividad normal y cotidiana. Está presente en todas las actividades humanas y la realiza/requiere con la mayor naturalidad todo aquel que toma decisiones, sea un ama de casa, un empresario PYME, el CEO de una multinacional, un jefe militar en operaciones, un Estadista al frente de un gobierno, etc. Todos, en mayor o menor medida, hacemos Inteligencia.

Por supuesto a medida que las decisiones son más complejas se produce una separación organizativa entre servidor y cliente, entre quien hace Inteligencia y quien toma las decisiones. Esto significa que un ama de casa o un pequeño comerciante realiza su propia Inteligencia y también decide, pero que en organizaciones complejas como grandes empresas, ejércitos o estados, la función de Inteligencia genera una estructura sistemática y diferenciada.

Ante la complejidad de organizaciones que requieren diferenciar y sistematizar roles, queda en claro una de las reglas generales más importantes de la actividad de Inteligencia: Inteligencia informa, no decide

Reunir información, analizarla y proyectar la evolución del escenario a futuro, contemplando como variaciones las posibles decisiones a tomar y sus consecuencias, agota y renueva inmediatamente la función de Inteligencia en el momento que quien debe debe nutrirse de esa información la utiliza o la descarta. Lo cual siempre da lugar a nuevos requerimientos, y constituye lo que tradicionalmente se conoce como ciclo o círculo de la Inteligencia y que grafica la continuidad de la actividad. 

Lo que interesa a esta exposición es específicamente la Inteligencia de Estado. La Inteligencia de Estado es un atributo de los países soberanos, PORQUE UN PAÍS ES SOBERANO CUANDO DECIDE SU PROPIO DESTINO. Los países que tienen gobiernos “títeres” no necesitan servicios de Inteligencia ya que no toman decisiones, sino que acatan las decisiones que toman otros que sí cuentan con servicios de Inteligencia.

Luego los servicios de Inteligencia son pues, como antes se dijo, un reflejo del país al que sirven y eso también se puede corroborar analizando la historia argentina. Siendo dable, además, preguntarnos frecuentemente a quiénes conviene que el país no cuente con servicios de Inteligencia.

En términos históricos, puede decirse que el origen y fundamento de la actividad de Inteligencia, antiguamente conocida solamente como espionaje, es esta enseñanza de Sun Tzu escrita hace 2400 años en “El arte de la guerra”: “TODA CUESTIÓN REQUIERE UN CONOCIMIENTO PREVIO”.  

El espionaje fue siempre una práctica usual, y lo era entre nosotros ya en los tiempos del Virreinato del Río de la Plata, por ende al iniciarse las luchas por la independencia se originaron las primeras redes de espionaje argentino. 

En particular, el General José de San Martín fue un aplicado discípulo de Sun Tzu. Tanto que si se analizan las campañas de San Martín, cada una de las observaciones de Sun Tzu encuentra un correlato sanmartiniano.

En efecto, San Martín puso en práctica todas y cada una de las recomendaciones de Sun Tzu referidas al manejo de la información y el espionaje, especialmente en su “guerra de zapa”. Lo interesante de la red de espionaje montada por San Martín es que contaba con la anuencia del entonces Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. Se insinuaba entonces una proyección institucional de la actividad que luego se desdibujó durante muchísimos años por las dificultades para organizarnos como Estado independiente. No obstante, por supuesto, todos los gobiernos siguieron contando con rudimentarios servicios de información.

La actividad de Inteligencia iba a comenzar a institucionalizarse en Europa, a partir del 23  de Junio de 1866 con la creación por parte de Prusia de la Policía de Política Exterior, días antes de la guerra con Austria. Finalizada la guerra ese servicio adquirió nuevas dimensiones al ser llamado Bureau Central de Inteligencia. Lo que sería emulado por otros Estados. 

En Argentina los servicios de información seguían operando de manera informal, así por ejemplo el escritor Miguel Cané, a finales de 1879 y ante las apetencias chilenas sobre la Patagonia, cumplió funciones de Inteligencia en Chile durante el desarrollo de la Guerra del Pacífico. Por órdenes del Presidente Avellaneda, y pretextando querer encontrar a Roque Sáenz Peña, Cané se dirigió a Santiago. Interesaba determinar si luego de terminada la guerra contra el Perú, Chile se aventuraría a ir por el sur argentino. En virtud de ello Cané informaba a los ministros Pellegrini y González.

La organización del Estado moderno que emprende la Generación del 80 afectará también la materia de nuestro interés, pero va a ser recién en 1901, a instancias del Coronel Pablo Ricchieri, como ministro de Guerra del Presidente Julio Argentino Roca, que con la creación de la Quinta División, el primer servicio de informaciones del Ejército, se inicia en Argentina la institucionalización de la actividad de Inteligencia.

Posteriormente a consecuencia de las dos guerras mundiales, la actividad de Inteligencia cobró prioridad adquiriendo un notable crecimiento, por lo que a partir de 1945, los avances del profesor Sherman Kent, trabajando por encargo del Presidente Harry Truman, hacen que el desarrollo teórico e institucional de la actividad de Inteligencia diera lugar a distintas especialidades.

Siguiendo esa corriente, en 1946 el Presidente Juan Domingo Perón, con experiencia en Inteligencia Militar, dispuso por Decreto la creación de la CIDE, Coordinación de Informaciones del Estado, bajo dependencia directa del Presidente de la República. Se formalizaba con ello la pertenencia de los servicios de Inteligencia al ámbito del Poder Ejecutivo, que es lo que se corresponde con la división de poderes del sistema republicano. Este es un dato importante a tener en cuenta, ya que no tendría sentido que los servicios de Inteligencia estuvieran dentro de otro poder que aquel que, por definición, es el decisor de los asuntos del Estado.

En 1956, Revolución Libertadora mediante, la CIDE pasó a denominarse “Secretaría de Inteligencia de Estado” y su organización siguió siendo definida vía decreto presidencial. 

Y ese es otro punto importante: desde 1946 la actividad de Inteligencia se desarrolló sin necesidad de ninguna ley específica. Ello recién cambió en diciembre de 2001 con la sanción de la Ley de Inteligencia, también conocida como Ley Toma, que fue consensuada con un gran trabajo parlamentario. No obstante, aunque fue un buen instrumento para ordenar el Sistema de Inteligencia Nacional, acaso por ser la primera ley y en el empeño por darle impronta de logro democrático, que lo era, se concentró en poner límites en lugar de potenciar la actividad. Esa búsqueda de encorcetar a los organismos de Inteligencia dio lugar, a pesar del texto de la norma, al mito absurdo de que está prohibido hacer Inteligencia interior. En los hechos, aunque la SIDE pasó a llamarse Secretaría de Inteligencia,  quitando de su nombre (en mi opinión equivocadamente) el calificativo “de Estado”, se la siguió llamando SIDE y el funcionamiento del organismo y del sistema tuvo continuidad sin cambios abruptos. 

Luego llegó el kirchnerismo y comenzó, como en todos los órdenes, la decadencia que en una década llevó, como un final anunciado, al colapso del Sistema de Inteligencia Nacional en Diciembre de 2014. Subestimando el intelecto de los argentinos, la entonces presidente Cristina Fernández argumentó que la democracia tenía una deuda en terminar con los servicios de Inteligencia de la dictadura, lo cual era una completa falacia por dos razones: la primera es que la SIDE siempre fue el servicio de Inteligencia del Estado, sirviendo a distintos gobiernos pero sin quedar ligada a ninguno, incluyendo los gobiernos de facto, y segundo porque esa supuesta deuda de la democracia la había saldado el Congreso Nacional en 2001. 

Sobre esas falacias se dictó en marzo del 2015 la Ley 27.126 de Creación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Las modificaciones introducidas por esta ley no tienen mayor relevancia, pero si la tuvo la publicación del Decreto  que introdujo como “Nueva doctrina de Inteligencia Nacional” la mención a presupuestos ajenos a la Constitución de la Nación Argentina, invocando un  “Estado constitucional, social y democrático de Derecho”, que no aparece en el texto de la ley sino que fue tomado del Art. 2 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. La intención de darle impronta castro/chavista a los servicios de Inteligencia argentinos quedaba así de manifiesto. 

La Presidencia de Mauricio Macri encontró entonces un Sistema de Inteligencia Nacional colapsado, pero no valorando tampoco esa gestión la práctica de la Inteligencia no supo hacer lo necesario para recomponerlo más allá de las formas elementales. Por lo que al regreso del kirchnerismo, la AFI fue otra vez reducida a la condición de inutilidad absoluta; con la deliberada intención de ponerla bajo intervención castrista para mantenerla como burocracia absurda.

Hoy, fruto de estos sucesos someramente recordados, la Nación Argentina no cuenta con el apoyo del Sistema de Inteligencia Nacional, y es notorio el gran desconocimiento y desprecio por parte del grueso de la dirigencia política respecto de la actividad de Inteligencia. Nuestros dirigentes políticos en la función de gobierno deciden por capricho, por dogmatismo ideológico o a prueba y error, por lo que el desafío de recomponer el Sistema de Inteligencia Nacional debe partir de hacerles entender que Inteligencia es, muy simplemente, el proceso racional que antecede la toma de decisiones; que consiste en reunir y analizar información a ese fin y en previsión de escenarios futuros. No es tan difícil de entender.

Para que la política lo entienda, hay que esclarecer que Inteligencia no una cuestión que de tan secreta sólo deba interesar a especialistas, sino un importante interés ciudadano, porque cuando los que gobiernan toman decisiones sin ese conocimiento previo que toda cuestión merece, como supo enseñar Sun Tzu, tampoco se pueden proyectar sus consecuencias a futuro, y así las malas decisiones de gobierno dilapidan recursos, tiempo, expectativas y dinero de los contribuyentes. La vida misma de la Nación. 

Un país que, tal como hoy Argentina, no cuenta con servicios de Inteligencia es un país que no ejerce su soberanía porque no decide su destino, que no puede ser austero porque carece de la racionalidad para serlo, que vive en la incertidumbre porque no planifica, que no puede ganar aliados porque en su andar errático despierta desconfianza, y que pone en serio riesgo su existencia porque con errores que ofenden gana enemigos y su debilidad hace que a todos tiente arrebatarle algún pedazo.

Hace décadas que Argentina se gobierna como si fuera un experimento para establecer cuanto tiempo pude existir un país tomando decisiones contra sí mismo. Es por lo tanto imposible obviar la falta de una clase dirigente capaz y comprometida con la racionalidad propia del sistema republicano que establece la Constitución Nacional.

Ese es el principal obstáculo que enfrenta toda propuesta de recomponer el Sistema de Inteligencia Nacional, pues sí o sí requiere un gobierno de profundas convicciones republicanas para poder realizarse. Así que vamos a suponer, en un ejercicio de mucha imaginación, que el próximo gobierno asume con esas convicciones y se plantea devolver racionalidad y confianza a la República Argentina.

En tal caso, el desafío inicial del Sistema de Inteligencia Nacional será exactamente el mismo de la República: recuperar racionalidad y confianza.

La racionalidad que se debe recuperar, yendo prolijamente de lo simple a lo complejo para que lo complejo sea simple, es la racionalidad del sistema republicano establecido por la Constitución Nacional, y que comienza por la lógica de la división del poder en tres funciones diferenciadas: Ejecutiva, Legislativa y Judicial. Una lógica que busca impedir los abusos del poder propios del absolutismo y el totalitarismo.

Ante las atribuciones del Poder Ejecutivo, que desempeña el Presidente de la Nación Argentina, hay dos consideraciones que son fundamentales para la actividad de Inteligencia, una principal y otra condicionante. La principal es que el Presidente de la Nación tiene la responsabilidad de tomar decisiones como jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país. Y la condicionante es que puede ser destituido por mal desempeño o inhabilidad para el cargo.

Hemos visto que durante la mayor parte de su historia, Argentina no necesitó de una ley para organizar sus servicios de Inteligencia, y las citadas normas constitucionales ratifican que no es necesaria una ley, porque si tomar decisiones es atribución del Presidente va de suyo que, estando a cargo de la administración general del país, esta facultado para organizar en el ámbito del Poder Ejecutivo el servicio de Inteligencia que contribuya a informarlo para asegurar la racionalidad de sus decisiones. Y el control de esa actividad de Inteligencia queda atribuido al Congreso Nacional mediante la posibilidad de destituir a un presidente que toma malas decisiones, porque en eso consiste el mal desempeño o la inhabilidad para el cargo.

Por supuesto la existencia de una ley que regule la actividad de Inteligencia no está impedida por la Constitución Nacional. Pero en ningún caso el texto debe avanzar sobre las amplias atribuciones del Presidente, sino que sin espíritu reglamentarista debe acotarse a institucionalizar el funcionamiento de los servicios de Inteligencia como una política de Estado que trascienda distintas gestiones de alternancia política. Algo que la Ley Toma no logró, no por defecto de la Ley, sino de los gobiernos faltos de espíritu republicano que supimos conseguir. 

Lo que convendria sería una nueva ley de tipo conceptual, de unos pocos, claros y breves artículos para limitarse a estructurar el Sistema de Inteligencia Nacional, volviendo a denominar SIDE, Secretaría de Inteligencia de Estado, al órgano rector, y dejar que su organización, misiones y funcionamiento sean establecidas por el Poder Ejecutivo sin más control parlamentario que el que recae sobre las decisiones del Presidente.

Una ley conceptual evitaría las definiciones que pretenden limitar la actividad de Inteligencia a cuestiones de Defensa y Seguridad Interior, ya que la Constitución Nacional exige, bajo amenaza de destitución, que todas las decisiones que corresponden tomar al Presidente, todas, demuestren capacidad, lo que es decir racionalidad, lo que es decir un conocimiento previo, lo que es decir contar con el proceso racional que antecede la toma de decisiones proyectando escenarios futuros. 

El sentido de una ley conceptual, es tener claro que si no existiera ninguna ley de Inteligencia, igual podría el Presidente de la República organizar y poner en funcionamiento el servicio de Inteligencia de la Nación, como ha sido desde 1946 hasta 2001. Y está demostrado también que cualquiera sean las restricciones que ensaye una ley, hay contextos políticos que las tornan ilusorias. Por lo tanto si no se cumple la Constitución Nacional, si el Congreso se torna anexo del Ejecutivo y el Poder Judicial olvida su rol como guardián de la constitucionalidad, pues no se cumplirá ninguna norma inferior por mucho espíritu y letra detallada que contenga.

Tan así como las atribuciones el Presidente de la Nación en materia de Inteligencia son un atributo de la soberanía nacional, semejantes atribuciones en cabeza de los gobernadores son un atributo de las autonomías provinciales. 

Las provincias deben contar con organismos de Inteligencia, y estos -en virtud de ser cada gobernador un agente federal-, deben estar integrados al Sistema de Inteligencia Nacional.

Si sobre esas bases conceptuales derivadas del sistema republicano, los gobiernos, tanto nacional como provinciales, incorporan la práctica de la Inteligencia a su toma de decisiones, el país estará recuperando racionalidad y eficiencia en su Sistema de Inteligencia.

Recuperando la racionalidad se podrá aspirar a recuperar confianza. Claro que demandará años de consecuente racionalidad lograr que el país y su servicio de Inteligencia vuelvan a ser confiables en la comunidad internacional.

En toda república donde la alternancia del poder es posible, la confianza sólo se logra con políticas de Estado sostenidas a través de distintas gestiones, por lo que si Argentina logra en cuatro años que su servicio de Inteligencia funcione intensamente, y alternancia en el poder mediante ese funcionamiento se continúa durante tres períodos presidenciales, el país será merecedor de un servicio de Inteligencia racional y confiable, lo que hoy no tiene ni merece.

Otras cuestiones deben apuntalar la propuesta de una ley conceptual para el Sistema de Inteligencia Nacional, y es tener conciencia de la propia identidad. En materia de Inteligencia sirve tomar nota de todas las experiencias extranjeras, pero no tiene sentido importar ninguna como si fuera una franquicia. El desarrollo de la Inteligencia será propio o no será

Esta propuesta afirma que Inteligencia de Estado es algo tan necesario como vital para las instituciones republicanas. Una práctica racional, simple y honorable, que lejos de ser escondida como cuestión reservada a especialistas debe ser clarificada como un interés ciudadano que contribuye a la planificación del futuro, consolidando la voluntad de ser y prevalecer de la Nación Argentina.

Inteligencia es austeridad.

Vaya dedicada esta lectura a la memoria de Don José Antonio Álvarez Condarco, quien por la trascendencia de su misión puede ser considerado el primer agente de Inteligencia argentino.

Y así amigos, llegamos al momento en que este espacio de ida se transforma en ida y vuelta. Conversemos.

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De la conversación que siguió la lectura participó el Licenciado Miguel Ángel Toma, ex Secretario de Inteligencia, cuyos aportes pueden escucharse en la grabación de "Los Lunes Lectura" a través del siguiente enlace: 





¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

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