sábado, 5 de abril de 2025

NOSOTROS, LOS TANOS PASMAN DE MILEI


Apoyar al gobierno del Presidente Javier Milei es como ver una película y simpatizar con el protagonista, sos un espectador, querés que alcance el triunfo, pero lo ves cometer errores sin poder ayudarlo en nada porque obviamente le hablás a la pantalla y por mucho que grites no vas a modificar su guión.

Cuando hice ese comentario en Twitter, Marcos Avella sintetizo la imagen y el sentimiento con un comentario clarificador: "Uno es el tano Pasman frente al tv 😁". 




Somos exactamente eso: los tanos Pasman de Milei. ¿Quiénes? Pues los que apoyamos al gobierno por principios éticos y convicciones políticas que preceden por mucho al propio Milei. Los que no vamos a convertirnos en esos fanáticos que aplauden todo a su alrededor porque no tenemos vocación de focas, como han abundado en los gobiernos anteriores y también en este. Los que recordamos a diario que las consignas de la campaña, principiando por aquella de "Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre", no estaban equivocadas. Los que conocemos y entendemos la realidad argentina para saber que hacer un buen gobierno es equivalente a capturar una colina en poder del enemigo, cuesta arriba y enlodada. Los que nunca dijimos que iba a ser fácil y por eso mismo no esperamos resultados mágicos ni curitas milagrosas tras 20 años de régimen kirchnerista causando daño. Los que no degradamos la lealtad a obsecuencia.

El rechazo de los pliegos de Lijo y García Mansilla para la Corte Suprema de Justicia de la Nación revela, como en situaciones anteriores que sería largo enumerar aquí, errores no forzados que bien pudieron evitarse. Y en este caso en particular con abundancia de advertencias que fueron desestimadas por el Presidente, que al fin y al cabo es quien elige su entorno y único responsable por las decisiones que surgen de ese círculo íntimo de apariencia blindada.

Me río leyendo ahora a los que tras el rechazo de esos pliegos argumentan, cual si de un descubrimiento inesperado se tratara, que "el Senado es el refugio de la casta". Me río porque quienes dicen eso han olvidado lo que sabíamos machacar en la campaña; todas las instituciones fueron coptadas y se conviertieron en refugio de la casta, principiando por el Poder Judicial devenido Poder Prevaricador. Y una vez más (y todas las que sean necesarias) reitero: Ningún país con mayoría de jueces honorables, probos y eficientes, alcanza el grado de daño institucional, degradación cultural, quebranto material y hasta miseria intelectual como la que exhibe hace años nuestra amada Patria. 

Y siendo que el prevaricador Ariel Lijo es de lo peorcito de la casta judicial, vuelvo a reír cuando la ministro Patricia Bullrich, haciendo de la obsecuencia un culto, llama "golpe parlamentario" a tener una votación adversa en el Senado (donde por definición se aprueba o rechaza), no sólo dice una estupidez insostenible desde lo normativo institucional sino que patalea de modo inaceptable contra el normal funcionamiento del Poder Legislativo como si no supiera la clase de trastes que ocupan esas bancas. 

Ningún político puede jugar a desconocer que la política está viciada de una corrupción de complicidades estrechas para que el sistema republicano no sea más que un decorado endeble. Más aún, ningún ciudadano lo ignora y por eso sabemos que nos toman de idiotas cuando se rasgan las vestiduras por lo mismo que han corrompido.

Los ejemplos abundan. Hace unos 15 años el Congreso deroga de facto el Art. 86 de la Constitución Nacional al mantener inutilizado por acefalía al Defensor del Pueblo de la Nación. Sólo unos pocos lo tenemos presente y entre los jueces ninguno.

¿De verdad hay quienes se sorprenden porque el Senado demoraba pliegos para la CSJN y rechazó estos dos?

El Presidente Milei eligió una estrategia directa, el decreto, para nutrir la CSJN. Fue un error porque pronunció su consabida debilidad en las cámaras como ha quedado expuesto. Y otro error fue nominar al prevaricador Lijo, algo que repudiamos buena parte de sus votantes.

Debió usar una estrategia indirecta, por ejemplo poner en agenda solucionar la acefalía del Defesor del Pueblo de la Nación y hacer campaña de acción política para exponer con ello los muchos incumplimientos del Congreso.

La presión ciudadana, de opinión pública y de organismos intermedios debía ir toda sobre el Congreso, no sobre el Presidente; al que hay que cuidar como al Rey en el ajedrez y mantenerle la tropa unida.

Y para no hacer largo el texto, cierro: si el estratega del gobierno va a seguir siendo Santiago Caputo los fracasos van a hilvanar un pesado collar en el cuello del Presidente.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.






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Ariel Corbat

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