lunes, 22 de abril de 2024

JAVIER MILEI: LA ÉTICA DEL PRESIDENTE Y LA SEGURIDAD PRESIDENCIAL


"Con el culo ajeno somos todos putos".
Javier Milei



Hace años se cuestiona en Argentina el uso de los aviones oficiales para traslados de funcionarios, porque habiéndose naturalizado la falta de austeridad durante sucesivos gobiernos se fueron generando y repitiendo situaciones de uso abusivo del transporte aéreo. Así, vender el Tango 01 fue una promesa de campaña del Presidente De la Rúa, quien interpretó que ese Boeing 727, confortablemente lujoso y adquirido en 1992 durante la Presidencia de Carlos Ménem por 66 millones de dólares, era otro símbolo de la fiesta menemista de la pizza y el champagne.  

Lo cierto es que De la Rúa ni pudo vender el avión, ni pudo terminar su mandato. A la llegada del kirchnerismo, Duhalde mediante, el Tango 01, como toda la flota presidencial, presentaba falencias de mantenimiento. Tanto así que Néstor Kirchner tuvo contratiempos técnicos a bordo del Tango 01 y el Tango 10.

Por entonces no se cuestionaba la existencia de un avión presidencial, sino sus características. Nadie ponía en duda que, por razones de practicidad en términos de seguridad y eficiencia, era necesario disponer de un medio aéreo para el Presidente en un país de vasto territorio y con cierta frecuencia de compromisos internacionales. Sobre esas premisas, que también aplican al presente, era lo lógico. 

Resalto y subrayo: ERA LO LÓGICO. Porque ya argumentaré unos párrafos más adelante que las premisas han cambiado.

Durante el régimen kirchnerista el uso de los aviones presidenciales dio lugar a abusos tales como vuelos de Buenos Aires a Santa Cruz con el único propósito de llevar diarios del día a Néstor Kirchner y Cristina Fernández para que los leyeran durante el desayuno en Río Gallegos o El Calafate.

Al hacerse públicas ese tipo de prácticas abusivas, en la que también con otras modalidades incurrieron varios gobernadores, se fue generando una corriente de rechazo a lo que, en esto como en otros aspectos tanto o más irritantes, configuraba privilegios propios de una casta. De allí, la expresión "casta política".

Además, por lo odioso de las comparaciones, el cotejo de la realidad nacional con la de otras naciones, dejaba ver que había un eje del que nos estábamos corriendo. Los nuevos tiempos traían otras demandas.

En Agosto de 2015 el Primer Ministro británico David Cámeron, fue fotografiado y filmado por una adolescente en un vuelo low cost de Easyjet hacia Portugal. Por supuesto lo acompañaban sus custodios. Ese hecho llamó la atención, porque -nos caiga bien o mal- el Primer Ministro del Reino Unido es una figura política de relevancia mundial, con todo lo que ello implica, pero allí estaba, igual que cualquier hijo de vecino.


En contraste, como para envidia en Costa Pobre del Yeneral González (personaje al que dio cuerpo el genial Alberto Olmedo), Evo Morales como Presidente de Bolivia volaba en un avión Falcon 900 EX EASY -que había sido fabricado para el club Manchester United- a ver los partidos inaugurales de los grandes torneos de fútbol. Evo Morales no se perdió las inauguraciones de las competencias de Sudáfrica, Brasil y Rusia.


"Quienes defendemos el sistema capitalista somos superiores ética y estéticamente a los que defienden el comunismo", declaraba Javier Milei ya desde antes de postularse a la Presidencia de la Nación, y mucho de eso evidencia la comparación entre el David Cámeron low cost y el Evo Morales de luxe. Porque Cámeron podía darse el lujo de viajar como cualquier inglés promedio, mientras que Morales exageraba la vulgaridad viajando como ningún boliviano promedio.

Durante su Presidencia, Mauricio Macri realizó muchas actividades que requirieron traslados aéreos. Y siendo que Tango 01 (un Boeing 757) quedó fuera de servicio desde que Cristina Fernández de Kirchner dejó la Casa Rosada, recurrió a otros aviones de la flota oficial, al alquiler de charters privados y también a vuelos comerciales.

La ministro de seguridad Patricia Bullrich recomendaba entonces que el Presidente Macri no tomara vuelos comerciales, dando como ejemplo de los riesgos para la seguridad presidencial que a finales de Febrero del 2017, en el mismo vuelo de Aerolíneas que trajo a Macri y a su familia desde España había entre los pasajeros dos narcos colombianos que transportaron 64.000 pastillas de éxtasis.

No obstante, argumentando necesidad de austeridad y ahorro el Presidente Macri siguió tomando vuelos comerciales, como el que lo llevó a India en Febrero del 2019. Siempre con la opinión en contrario de su ministro de Seguridad. 

Luego con el regreso al poder de Cristina Fernández, Alberto de la Fernández llegó a utilizar un helicóptero presidencial para pasear al perro; pero esa anécdota no es para este artículo. 

El surgimiento del fenómeno Milei no es ajeno a ninguno de estos antecedentes. La sociedad argentina, históricamente permisiva con las corruptelas gubernamentales, ya no solamente cuestionaba el fracaso material al que la arrastraban sus gobiernos, sino la inmoralidad pública y el descaro con el que se consolidaba un sistema de progresiva miseria bajo relatos de mentiras y la prédica de imbecilidades. 

Javier Milei supo captar la esencia de ese cuestionamiento y obrar como el catalizador para darle forma política. Su histrionismo, a veces al borde de ser fagocitado por su propio personaje, hizo que los defensores de la decadencia lo llamen "loco" pero a la mayor parte de la ciudadanía le gustó lo que traía esa locura: la convicción abrazada a la determinación para un cambió de rumbo y de época.

Y una de las formas en que llegado a la Presidencia logró Javier Milei mostrar que realmente era diferente a los políticos de la casta fue, sin duda, volar en aviones comerciales. 

Ello así aunque en Mayo de 2023, ante la compra de un nuevo avión presidencial por parte de Alberto de la Fernández, un Boeing 757-256 valuado en 21.730.000 dólares, siendo preguntado si en caso de llegar a la Presidencia se iba a subir a ese avión, Milei respondió, con criterio, que no objetaba la compra porque hay toda una cuestión que tiene que ver con protocolos de seguridad y decir que se van a sacar los aviones presidenciales es una estupidez. Más aún, ahondando ello cuestionó que se hable de viajar en avión de línea por lo que implica en términos de seguridad

Esas declaraciones del hoy Presidente Milei son particularmente relevantes, porque una vez llegado a la Presidencia, a pesar de esa opinión precedente, comenzó a volar en aviones de línea comercial, tanto para vuelos de cabotaje como internacionales. Lo cual indica que aquello que siendo candidato suponía tan complicado en términos de seguridad, pues no lo era tanto.

Es que el Presidente Milei ganó las elecciones exhibiendo una "motosierra", con la que prometía un severo ajuste como nunca antes emprendió ningún gobierno para terminar con los privilegios de la "casta política". Necesariamente ese ajuste no iba a recaer solamente sobre la política, sino sobre el conjunto de la sociedad; una sociedad dispuesta a realizar ese esfuerzo como nunca antes desde 1983 al presente. Esta vez la austeridad iba a ser real e iba a doler. Como todos bien sabemos.

Y fue por esa decisión social de afrontar las penurias que, al ver en ese gesto una forma de acompañamiento, el conjunto de la ciudadanía celebró y aceptó con naturalidad que el Presidente de la Nación volara en líneas comerciales. Como esas cosas que todos sabemos siempre debieron ser así. 

Tan bien interpretó ese gesto la sociedad, que cuando el 19 de Febrero el Presiente Milei llegó a Corrientes para dar una charla en el Club de la Libertad, fue noticia que lo hiciera en un avión oficial. Pero era simplemente una excepción a su regla.

Los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 cambiaron el mundo y especialmente los parámetros de seguridad aérea. En ninguno de aquellos aviones secuestrados por terroristas viajaba presidente alguno ni líder político. Los pasajeros sólo eran personas comunes que iban de un lado a otro sin saber que sus vidas iban a ser sacrificadas por el odio. Y esto es importante tenerlo claro: el terrorismo siempre tiene como primera opción de ataque a los civiles; porque en definitiva es la voluntad civil, de civilización, la que intenta doblegar.

Después de aquel hecho, es difícil que otra acción que no sea el inicio cierto de una guerra de dimensiones planetarias pueda volver a marcar un antes y un después. No lo ha marcado la invasión de Rusia sobre Ucrania, ni el ataque de Hamas contra Israel el pasado 7 de Octubre. Sin importar cuántos ojos se hayan cerrado, el mundo sigue andando. Esos hechos que formaban parte de la realidad internacional con la que asumió la Presidencia de la Nación Argentina Javier Milei, no modificaron su determinación de llevar la política exterior a ubicarnos, como manda el Himno Nacional, entre los libres del mundo. La presencia del Presidente de Ucrania Volodímir Zelenski en Argentina para la asunción presidencial, lo mismo que el viaje del Presidente Milei a Israel donde se lo fotografió emocionado en el Muro de los Lamentos, son en si mismas definiciones de riesgos asumidos.   


El reciente fallo de la Cámara de Casación Penal que considera Estado terrorista a Irán por su responsabilidad en los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA ejecutados por Hezbollah, lo mismo que la escalada bélica entre Israel e Irán, tampoco significan cambios drásticos en la evaluación de riesgos que se desprenden de la realidad internacional.

No obstante, es a partir del ataque de Irán contra Israel, frustrado por la eficiencia del sistema defensivo conocido como "cúpula de hierro" y el apoyo de los pilotos jordanos, que Patricia Bullrich, ahora en su segunda gestión como ministro de Seguridad vuelve sobre sus mismos argumentos de siempre (en esto hay que reconocerle la coherencia) para que el presidente modifique su determinación frente a riesgos asumidos. 

Así, el 16 de Abril el gobierno nacional comunicó que el Presidente Milei dejará de viajar en vuelos comerciales por razones de seguridad.

La difusión de un “Informe de Seguridad Presidencial en traslados aéreos” cuya autoría se atribuye a la Dirección Nacional de Logística y Equipamiento Federal, del Ministerio de Seguridad, aporta una serie de consideraciones a favor de la medida. 

Se concluye que: “Las lecciones aprehendidas de gestión anterior del Ministerio de Seguridad y la volatilidad de los conflictos, nuevas formas de amenazas y situación internacional, se recomienda la imperiosa necesidad de utilizar para los traslados del Presidente y equipos de trabajo, en forma exclusiva vuelos con aeronaves propias o medios comerciales/ privados contratados para tal fin, con análisis y estudio previo de medios y personal a intervenir”.

Se argumentan para ello cuestiones obvias, como riesgos que en rigor de verdad enfrenta cualquier pasajero, empezando por la conducta de otros pasajeros, incluyendo el caso de alguien con alteraciones psiquiátricas, (existen muchos antecedentes de incidentes  de esa clase, algunos graves). 

Por supuesto a los riesgos que enfrenta cualquier pasajero, hay que sumar (y el informe lo hace) los que específicamente están orientados sobre la persona del Presidente por su significación política: activistas perpetrando acciones de tipo mediático (escraches), simplemente agresiones o atentados terroristas, etc. 

Luego hay una serie de observaciones, razonables todas ellas, sobre los riesgos que implica el desconocimiento sobre la tripulación, el control previo de los aviones y la posibilidad de interferencias electrónicas. 

El informe es razonable, pero hay un punto en el cual se dejaría ver la intencionalidad de exagerar los riesgos:

Las líneas comerciales no transportan custodias armadas, en caso de un ataque directo, imposibilita dar respuesta y repeler la agresión. En esta situación se debe considerar el personal de tripulación, por no contar con antecedentes de los mismos como así también la lista de pasajeros que deliberadamente o no, constituyen una posible amenaza contra la seguridad presidencial”.

Eso no es enteramente cierto ni un obstáculo insalvable. Después de los atentados del 9/11 Estados Unidos implementó un sistema de "sheriff aéreo", cuyos efectivos no van desarmados. Portan armas letales y entrenan para intervenir como último recurso en el especial escenario que plantea un avión en vuelo, por lo cual sería perfectamente viable entrenar una unidad de custodia presidencial para garantizar la integridad del Presidente a bordo de aviones de línea comercial.

Por supuesto, comprendo y debe comprenderse, que quien está a cargo de la seguridad debe buscar conservar a su "cliente" en el entorno más amigable posible, que es decir con menos riesgos. 

Sin embargo, a veces, como en este caso, hay consideraciones de tipo ético y político que justifican asumir el riesgo.
 
En mi opinión, que a nadie interesa, la seguridad del Presidente Milei puede seguir bien garantizada volando en líneas comerciales. Disiento rotundamente con que haya una "imperiosa necesidad" de suprimir los vuelos del Presidente en aviones de pasajeros comunes.

Evitar vuelos de línea, decisión que se atribuye a propuesta de Patricia Bullrich, es una sobreactuación que va contra el mensaje de Milei. No solamente en su postura política, sino en la esencia de su convicción ética. 

Lo diré crudamente, como podría decirlo cualquier opositor (cosa que no soy): Si el Presidente Milei es valiente para tomar posición frente a un conflicto que ya nos costó y puede costarnos vidas civiles, debe serlo también para transportarse como cualquier argentino promedio. En virtud de ello no puede ser la regla que el Presidente no vuele en aviones comerciales, lo cual no significa que no haya vuelos que, por distintas razones de mérito y oportunidad incluyendo la seguridad, deban realizarse en aviones oficiales.

Alguien dirá, no sin razón, que volando en aviones de línea el Presidente pondría en riesgo a los demás pasajeros. Y es que la poco elegante pero gráfica frase que prologa este artículo devenido ensayo: "Con el culo ajeno somos todos putos", puesta en circulación por Javier Milei permite interpretaciones dispares. 

En la mía, aquí es cuando no hace falta mirar al extranjero para entender como funciona el terrorismo, basta con mirar la serie de crímenes extorsivos que hace muy poco el narco perpetró en Rosario. No mataron a ningún juez, ni al gobernador, ni al ministro, ni a funcionario alguno, para aterrorizar a la población mataron a dos taxistas, un colectivero y un playero de estación de servicio. 


Cerca, como siempre, Rosario nos recuerda que cualquier avión puede ser blanco de un ataque terrorista. La lógica del terror no es la lógica militar que pretende impedir bajas civiles. No estaba el Presidente de Israel en la Embajada ni en la AMIA. Ni había ningún presidente a bordo de los vuelos secuestrados por los esbirros de Bin Laden. Y los riesgos de atentados terroristas que pueden incrementarse por el contexto internacional y la posición argentina, difícilmente vayan a estar dirigidos contra el Presidente. Porque vulnerar su seguridad, se supone, es más difícil que la de cualquier blanco civil; indefenso por el mismo estilo de vida que caracteriza a las sociedades democráticas. 

Obviamente hay que resguardar al Presidente, pero también hay que resguardar a los civiles. Que el Presidente no vuele en un avión de línea no necesariamente significa mejor seguridad para los demás pasajeros. De hecho es una mala señal, porque lo correcto sería que cuando un pasajero se entera que abordó el mismo avión que el Presidente se sienta mucho más seguro. 

El terrorismo busca instalar miedos. Muchas veces imagino a algunos de los ideólogos de los atentados en  Buenos Aires caminando impunes entre nosotros, paseando frente a edificios de la comunidad judía y sentirse satisfechos por ver esos pilotes que en las veredas tanto los protegen como los señalan. No puedo explicar cuánto me molesta que esos fulanos puedan jactarse de que ese miedo lo trajeron ellos. 

El punto aquí, es que el Presidente Javier Milei ha tomado decisiones que requieren coraje y que se fundan en convicciones éticas, fue él quien decidió volar en aviones de línea, cuando no hacerlo no hubiera entrado en contradicción, como arriba vimos, con su posición durante la campaña. Y lo decidió conociendo el contexto internacional y consciente de las repercusiones que podrían generar sus vehementes discursos sobre el rol de Argentina en el mundo. 

Sobre esa base, las medidas de seguridad que podrían ser lo normal con otro presidente, dejan de serlo con quien ha sido electo señalando en términos muy duros durante la campaña los privilegios de la casta.

Si el Presidente Milei deja de volar en vuelos comerciales (lo que no significa sostener que así lo haga siempre), estará erosionando su credibilidad y el sentido ético de sus palabras. 

Para terminar, subrayando lo que la ética condiciona a la Seguridad, voy a recordar algo que me dijo el Contraalmirante VGM Carlos Robacio en 1998. Hablábamos sobre la orden de contraatacar que se había enviado desde Puerto Argentino a posiciones del Ejército en el frente de combate, le pregunté qué opinaba de esa orden y con mucha serenidad me dijo: "Hay órdenes que sólo se pueden dar estando en el frente de batalla, no desde lejos, entonces quien la emite no dice 'contraataquen', dice 'vamos a contraatacar', porque eso es lo marca la diferencia".

Como ciudadano apoyo que el Presidente Milei quiera honrar el mandato del Himno Nacional que traza como política exterior estar siempre del lado de los libres, con todos los riesgos que ello implica. Y como ciudadano creo también que el Presidente debe seguir mostrando que es uno más de nosotros. Eso es lo que marca la diferencia.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

jueves, 11 de abril de 2024

PRESIDENTE MILEI: LOS "SUYOS" NO LO ESTÁN ENTENDIENDO

¿Cuánto perjudican las boludeces? Tal vez no sea una pregunta elegante, pero es pertinente en momentos de grandes esfuerzos, cuando la sociedad intenta tomar su Colina Hamburgesa avanzando sobre barro y bajo fuego. Entonces, esa boludez que en otro contexto se toleraba o se tomaba a risa, hoy rompe las pelotas y carga las mochilas de todos con un lastre tan pesado como innecesario.


Según informa en X Juan Cruz Sanz, Alejandra "Locomotora" Olivera fue contratada a través de la "Dirección Nacional  de Seguridad en el Fútbol", del Ministerio de Seguridad dentro de la ley marco de empleo público, contrato Letra E, para dar clases de gimnasia a empleados de esa repartición en sus lugares de trabajo.

Información que acompaña con este video en el que se observa a la deportista, dando clase a un grupo de oficinistas.


Si no interpreto mal lo que dice Sanz, ese "recreo" de oficina fue contratado por la Dirección a cargo del falto de idoneidad Franco Berlín, ex chofer y capricho de Patricia Bullrich (ver nota: PATRICIA BULLRICH REPUDIA LA IDONEIDAD Y ATENTA CONTRA SÍ MISMA)

Y si es así, estamos ante un método de pago de favores políticos por parte de la ministro que usa a esa Dirección como ventanilla de caja, porque tanto Berlín como Olivera militaron por Bullrich durante la última campaña electoral. 

Por supuesto no pasa la cuestión por Locomotora Olivera, sino por el absurdo de contrataciones que se hacen desde el Estado y que recuerdan las del gurú indio Sri Sri Ravi Shankar que hicieron el PRO y el kirchnerismo. Como tantas otras por el estilo. 

Dirán: "las empresas privadas hacen esto mismo". Sí claro. Desde la administración de sus propios ingresos y cuando tienen presupuesto. 

El Estado no responde a los mismos parámetros de la empresa privada y la toma de decisiones de los funcionarios no es exactamente la misma que la de cualquier empresa. 

Es preocupante que teniendo todo para una buena gestión (y en parte la está haciendo) la ministro Bullrich haga mal uso del total respaldo presidencial (que no lo tuvo con Macri), con contrataciones caprichosas e irritantes que pagan favores de campaña. 

Y si nadie la cuestiona tiene dos problemas.

Mientras Franco Berlín carga un excel y a eso se limita sin que se pueda esperar algo más de su falta de idoneidad, el lado b del fútbol se sigue consolidando como un proveedor logístico para todo lo que la delincuencia pide, desde la mano de obra lumpen hasta el cuello blanco. Lo vuelvo a decir: Bullrich está subestimando lo que el fútbol representa en relación al delito común y al crimen organizado.

El país entero está haciendo un enorme sacrificio y, por respeto a ese sufrir que asumimos necesario, hay cosas que los políticos oficialistas no pueden permitirse, en ese contexto la austeridad debe ser extrema, no hay lugar para faltos de idoneidad como Berlín, ni en cotillón new age como lo de Olivera.

Y así como los funcionarios del Poder Ejecutivo deben honrar el "no hay plata" del Presidente Milei, el bloque de diputados nacionales de LLA debe dejar de dar el triste espectáculo de imbecilidad que vienen dando como buscando el límite de lo que podemos tolerar quienes los votamos. 


Por ahí no es. 


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
ESTADO LIBRE ASOCIADO DE VICENTE LÓPEZ




viernes, 5 de abril de 2024

UN CAFÉ CON EL CAPITÁN ALFREDO ASTIZ.




El 8 de Abril de 2023, a través de un posteo en Facebook, expuse la razón por la que no visitaba a quienes se encuentran prisioneros por haber vencido al terrorismo castrista.

Lo hice en estos términos: 
"Me preguntan si visito a los militares presos.

No, no los visito.

Sentiría explotar la vergüenza que ya siento de mí y de toda la sociedad al mirarlos a los ojos.

La única razón para ir a esas cárceles sería reparar algo del daño pudiendo decirles: 'Hicimos lo que nos correspondía hacer y ustedes quedan libres'.

Alguien me dirá cobarde. Y yo reconozco esa cobardía.  ¿Pero es que acaso no lo somos tolerando que estén presos?

Escribo porque la pluma, mi modesta pluma, es el arma que empuño, y la sé insuficiente aunque no se canse de repetir que un país que condena a sus defensores entrega su futuro al enemigo. 

Tan insuficiente es mi pluma que todavía hay una enorme cantidad de gente que no se da cuenta que los enemigos de la Argentina están destruyendo el destino de la Nación, el de nosotros y el de nuestra posteridad.

Puedo jactarme de haber sido valiente en ocasiones donde era difícil serlo, y entender perfectamente lo que dijo Borges sobre saber de una vez y para siempre quién se es. 

Y sé, acaso por eso mismo, que me pondría a llorar pidiendo perdón si tuviera que ver a los ojos, en sus celdas, a hombres que han dado todo por la Patria.

Conozco pues mis límites y creo que mis escritos como algunas acciones son más útiles que mis lágrimas". 
Como respuesta a ese posteo unos cuantos amigos intentaron convencerme de mi error, diciéndome que nuestros presos no solamente valoraban las visitas sino que yendo más allá de eso lograban que uno se sintiera fortalecido. 

Pero a pesar de esas vivencias, ante cada invitación de un amigo que se ofrecía a, por así decirlo, oficiar de sherpa para que fuera a visitarlos seguí respondiendo lo mismo.

Hace unos días otro amigo me llamó con esa misma finalidad, a lo que respondí con mi negativa ya habitual, pero entonces hizo una aclaración que me conmovió: "Ariel, no te estoy invitando yo, te está invitando Alfredo Astiz". Impulsado por algo más rápido que el pensamiento respondí de inmediato: Voy.

Mi padre, gendarme, sostenía que las órdenes en combate se deben cumplir al primer impulso. Supongo experimenté algo como eso. 

Con Alfredo Astiz tenemos varios amigos en común, incluso algunos camaradas de trabajo suyo lo han sido también míos. Y cuando en mi lejana adolescencia arreciaba la sarasa izquierdista, que utilizaba la bronca de la sociedad por la derrota de Malvinas para escarnio de los militares poniendo a los terroristas en el lugar de víctimas, fue mi padre quien tuvo la  paciencia de explicarme que el Capitán Alfredo Astiz, demonizado como "el ángel rubio" o "el ángel de la muerte", sólo era un joven oficial que había cumplido con su deber, que los montoneros y erpianos eran asesinos totalitarios y que Georgias como posición militar de un puñado de hombres frente a una potencia naval de primer orden era indefendible (ACERCA DE ASTIZ EN GEORGIAS).

Las vueltas de la vida hicieron que el 2 de Septiembre de 2021 el Mayor (RE) Jorge Mones Ruiz, a propósito de un artículo de mi autoría titulado MARTÍN BALZA, DE LA AUTOCRÍTICA NECESARIA A SER FUNCIONAL AL ENEMIGO, me hiciera llegar el siguiente mensaje: 
"Estimado Ariel: Anoche me llamó Alfredo Astiz desde el Penal de Ezeiza para decirme que todos los presos quedaron encantados y agradecidos por tu artículo reciente. Agregaba que es lo mejor que ha leído hasta ahora explicando al guerra de los 70. Le dije que te haría llegar esos comentarios. Felicitándote también por tu nota, te mando un fuerte abrazo".

Lo remarco porque considero ese mensaje el mejor elogio que recibió mi pluma. Ocurre que como todo escritor tengo cierta vanidad, por lo que no descarto que al responder de modo instintivo "Voy", sea mi vanidad la que haya hablado.

Y si así ha sido, pues debo agradecer a mi vanidad el haberme empujado a una experiencia que todavía estoy procesando. 

El 4 de Abril de 2024, llevando los libros de mi Trilogía de Convicciones, fui al Penal de Ezeiza donde tuve el gusto de conocer al Capitán Alfredo Astiz.


Hablamos, café mediante, temas serios y otros por los que reímos juntos. Su mirada es cristalina y alegre su sonrisa. Está entero. Muy entero. Todos sabemos por sólo vernos al espejo que ninguno es inmune al paso del tiempo, Astiz no es la excepción; pero su espíritu juvenil se mantiene intacto. Lo veo y pienso que en el caso de padecer esas mismas injusticias que sobrelleva yo no tendría ese estado de ánimo. Entonces le pregunto:

- Alfredo, ¿qué te sostiene?
- Simple: amo a la Patria y amo a la Armada.

Así de simple. La vida ofrendada a aquello que se ama. 

Aunque estando de visita en el presidio siento la inevitable vergüenza de no estar ahí para devolverles su libertad, comprendo que yo estaba equivocado: hay algo en Alfredo y los demás que no permite que me desmorone en su presencia. No asoma ninguna lágrima a mis ojos, sólo las ganas de agradecer por el combate; que es lo que intento al escribir estas palabras. 

Además del gusto de haber conocido al Capitán Alfredo Astiz también tuve el placer de conversar con el Capitán Adolfo Donda. Suelo citar el caso de los hermanos Donda para subrayar que aquí no hubo genocidio sino una guerra con aristas fratricidas. Sin prevenciones ni andarnos con rodeos, también hablamos de eso, en confianza, como si fuéramos viejos amigos. 

Tienen claro nuestros presos que la razón por la que están privados de su libertad es el más evidente prevaricato de la historia argentina, en el cual están involucrados todos los jueces que durante este siglo han intervenido en esas farsas de juicios que sirvieron de cortina a la corrupción kirchnerista; con la funcional complicidad de los que durante veinte años fingieron ser "opositores" al régimen kirchnerista.

La magnitud del sistema de corrupción montado por el kirchnerismo, aunque insostenible desde la lógica jurídica, se sostiene por el número de jueces y políticos involucrados en condenar militares para gusto de la facción política que hizo negociados de los derechos humanos, como la estafa con los desaparecidos que tan bien esclarece José D'Angelo.

Saben nuestros presos, que ninguno de esos jueces admitirá su complicidad en el prevaricato y que todavía no están dadas las condiciones para imponer una solución política a semejante injusticia. Por lo tanto no alientan fantasías de Justicia. Pero no se doblan ni se quiebran, ni pierden las esperanzas. Honran con su conducta las enseñanzas de Socrates sobre el respeto supremo que merece la Patria. 


Tenían razón quienes me aseguraban que nuestros presos trasmitían fuerza a quienes los visitan. Es realmente así. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.


lunes, 1 de abril de 2024

IMPUTABILIDAD, EL EXPERIMENTO DE MILGRAM Y LOS MENORES USADOS POR ORGANIZACIONES CRIMINALES




Al crimen organizado no alcanza con combatirlo dando martillazos cuando se hace visible, igual que hacen los niños en el juego de los cocodrilos. Requiere además afirmar el dominio territorial y un trabajo sutil de Inteligencia que lleve las acciones ofensivas a lo que se esconde bajo superficie, como así también de una política coherente que sin demagogia ni oportunismo coyuntural genere confianza en la población ganando mentes y corazones. 

La idea de bajar la edad de imputabilidad penal ronda hace muchos años y recobra fuerza cuando algún crimen cometido por menores conmueve a la sociedad. "Delito de adulto, pena de adulto" se repite desde el gobierno, algunos medios de prensa y buena parte de las redes sociales. Y tal como escribí en otro artículo (CIVILIZACIÓN O BARBARIE, LOS MENORES Y EL DELITO), no estoy de acuerdo con esa consigna. 

Complementando aquel artículo y haciendo foco en los menores que son utilizados por organizaciones criminales, propongo pensar la cuestión desde la comprensión de la experiencia de Milgram, el estudio realizado en la Universidad de Yale por Stanley Milgram que en 1979 fuera llevado al cine en una escena memorable de la película "I como Ícaro".

Vale la pena tomarse unos minutos para ver ese fragmento de la muy buena película francesa protagonizada por Yves Montand: 


El experimento de Milgram, realizado con adultos, revela como los individuos son proclives a obedecer a la autoridad por sobre el propio discernimiento y sentimiento de lo que consideran correcto.

El dilema moral de la obediencia debida es determinar hasta que punto es razonable dar cumplimiento a una orden. Y no existe una regla universal aplicable a todas las sociedades; especialmente en situaciones excepcionales, como los tiempos de guerra. 

En Argentina esa cuestión, al igual que muchas otras, sigue sin resolverse. La obediencia debida fue razonablemente entendida cuando en 1987 se fijó por ley un límite a la pretensión punitiva sobre lo obrado durante la Guerra Antisubversiva (a la que prefiero llamar Guerra Sucia). 

Años después esa ley fue derogada con un ánimo revanchista que hace que hoy día estén presos combatientes que por su bajo rango no tenían ninguna facultad de decisión, ni razones para dudar de la legalidad de las órdenes que recibían.

Cómplices en el prevaricato más escandaloso de la historia argentina, han obrado legisladores y jueces ignorando por completo las enseñanzas del experimento de Milgram. 

Es tan fácil como equivocado suponer que los individuos, aún siendo adultos y con una formación promedio en términos culturales y educativos, pueden en toda circunstancia discernir por sí mismos el límite de la obediencia debida. Mucho menos cuando se las juzga con parámetros extemporáneos. La realidad impone circunstancias excepcionales que históricamente han arrasado con todo presupuesto idílico. Porque lo que en la asepsia del laboratorio se pretende sea una línea recta y estática siempre resulta ser, en la realidad, sinuosa y movediza siguiendo el ritmo de los cambios sociales.

Esa discusión sigue abierta en la Argentina. No solamente por las aberraciones jurídicas e injusticias del prevaricato en los llamados "juicios de lesa", sino porque en lo cotidiano todo uniformado que participa de un enfrentamiento armado con delincuentes corre riesgo de ser enjuiciado y condenado. Incluso actuando con la mayor responsabilidad y esmero no pueden tener completa certeza de estar protegido por los alcances del cumplimiento del deber frente a la interpretación de los jueces. 

Tanto así que otro proyecto del gobierno, con el qué sí estoy plenamente de acuerdo, es blindar jurídicamente la legítima defensa y el cumplimiento del deber. Porque sin importar en el desarrollo de los hechos que el delincuente sea menor o mayor, es preciso asentar desde la doctrina, legislación y la jurisprudencia que todo aquel que inicia una acción delictiva es responsable por todas sus consecuencias inmediatas, incluyendo su propia muerte. 

Ahora bien, hasta aquí he referido el experimento Milgram siempre haciendo referencia a lo que la idea de la autoridad representa como dilema para la conducta de los adultos.  

No es mi campo de conocimiento y no sé si se ha hecho un experimento similar con menores. Imagino entonces que los resultados podrían no ser muy distintos, pero cabe una sustancial diferencia: se supone que ser adulto implica una edad en la que se ha desarrollado la capacidad de discernir y comprender la norma jurídica, por lo cual para que un adulto reconozca a otro como autoridad, ese otro debe necesariamente estar encuadrado en una razonable legalidad. 

Ciertamente un adulto puede ser engañado, tal como se observa en la escena de I como Ícaro, pero ese engaño requiere una puesta en escena que otorgue credibilidad racional al ardid: téngase presente que en la película además del sujeto objeto del experimento resulta engañado el personaje del fiscal que lo presencia y no tengo dudas que buena parte de los espectadores en las butacas del cine experimentaron eso mismo.  

Creo que el punto está claro, pero el concepto de autoridad al que responden los menores no es tanto legal como fáctico. Son menores y como tales no están alcanzados por la presunción de conocer el Derecho. La autoridad que reconocen son personas antes que instituciones. Primeramente los padres, cuando los hay. Y hemos vistos padres hacer partícipes de delitos a sus hijos en edades donde no podrían reconocer a nadie más como autoridad. De allí en más, largo e inconducente sería listar todas las circunstancias en que un menor puede reconocer como autoridad a quien no sólo no tiene respaldo legal alguno sino que está fuera de la ley; las malas yuntas sobre las que desde su origen advierte el Tango.

Aclaro que no es la pobreza, ni siquiera en los niveles de miseria que dejó el kirchnerismo, la hacedora de delincuentes juveniles sino el dominio de los delincuentes. Cuando los delincuentes ocupan el lugar de la autoridad los adultos siempre saben que lo están usurpando, los menores en cambio pueden no saberlo. Y digo "pueden no saberlo", porque es obvio que hay rangos de entendimiento que desde la niñez a la vida adulta transita in crescendo toda la adolescencia.

A esta altura de la degradación social que hemos logrado conseguir, no resulta aventurado afirmar que en determinados sitios, esos que desde la identificación de escenarios de Guerra Civil Molecular llamamos "fuera de los límites", porque el Estado ha perdido el control efectivo del territorio, hay menores que de seguro no conocen la existencia de otra autoridad que la del facto delictivo. Un ejemplo claro de ello son los que la prensa suele referir como "soldaditos" del narco.

Sintetizando: Si el Experimento de Milgram probó que individuos adultos son proclives a obedecer a la autoridad por sobre el propio discernimiento y sentimiento de lo que consideran correcto, ¿qué puede esperarse de los menores que por ser tales no tienen plenamente desarrollado su propio discernimiento ni la comprensión legal del concepto de autoridad?

Espero que complementando el articulo arriba referido, al que ratifico en todos sus términos, sirvan estas consideraciones para ayudarnos a pensar la respuesta al interrogante planteado:

¿De verdad creen que se debe y puede juzgar a un menor igual que a un adulto? 

Mi respuesta es que para los menores hay que contemplar un régimen diferenciado y que diferencie rangos de entendimiento, ni puerta giratoria ni condena de adultos.

Ojalá el proyecto que está trabajando el gobierno, más allá de la simpleza errónea en su consigna, así lo sepa interpretar. 

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.