viernes, 15 de octubre de 2010

LAS PELÍCULAS DE VAQUEROS




Acaso como un gusto heredado de mi Viejo, disfruto mucho ver en la televisión películas de cowboys. Mi actor preferido de western´s siempre fue Audie Murphy, especialmente desde que lo supe el soldado más condecorado de la Segunda Guerra Mundial. Desde luego que John Wayne lideraba la programación de los "Sábados de Súper Acción" y todas sus películas, al igual que las de Glen Ford tanto como los spaghetti western protagonizados por Clint Eastwood, no han perdido aquel encanto de conflictos claros y resoluciones simples a matar o morir. Finalmente, ya sea por venganza o por justicia, el bueno debía disparar más rápido y certero que los malvados, casi siempre ante la pasividad de los temerosos. 

Para mí, ver un western es disfrutar de la televisión; artefacto al que últimamente, con la pobre programación de cable y aire, no le encuentro mayor utilidad que la de ser un accesorio de la Playstation. 

Digo sin ánimo taxativo y meramente por ejemplificar: Dean Martín en "Río Bravo", Lee Marvin en "Cat Ballou", Errol Flynn en "Murieron con las botas puestas", Val Kilmer en "Tombstone", Gregory Peck en "El pistolero", Kevin Costner en "Open Range"; maravillas que justifican acomodarse frente a la pantalla y no apartarse por ningún motivo. 

De todas las historias del lejano oeste americano, hay una que Hollywood -afortunadamente- no se cansa de reeditar cada tanto: la del Comisario Wyatt Earp. Es mi favorita y todas las películas que la cuentan tienen gancho. Algo fascinante en la vida de Earp es que, documentadamente, participó de violentos y dramáticos tiroteos contra otros muchachos de buen gatillo sin recibir jamás un disparo. Las balas le pasaban tan cerca que agujereaban sus ropas, pero como si tuviera alguna protección mágica nunca lo hirieron. En ese misterio inexplicable radica el encanto de la historia y lo atractivo del personaje. ¿Por qué? Porque en la batalla todos quisiéramos tener el valor de cumplir con lo que manda el deber conservando la esperanza de salir ilesos. Cosa imposible de saber hasta que las balas dejan de silbar. 

Un atardecer de vísperas, ya lejos en el tiempo y la distancia, alguien me recordaba la historia de Wyatt Earp ilusionado en ella, casi rezándole, del mismo modo que podría haberse encomendado a la protección de alguna santidad. No sirvió de mucho, pero tampoco resultó del todo en vano. 

En fin, me preparo a ver "Pasión de los fuertes" (My Darling Clementine), la película dirigida por John Ford, en la que Henry Fonda hace el papel de Wyatt Earp y Víctor Mature el de Doc Holiday. El televisor mantiene así su razón de ser.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López







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