miércoles, 20 de octubre de 2010

EL CRIMEN DE MARIANO FERREYRA EXIGE JUSTICIA Y DEMOCRACIA SINDICAL



Conmocionado por la barbarie intolerable de la patota sindical de la Unión Ferroviaria, escribo estas líneas con la bronca ardiendo en el pecho. Ganas de gritarle a los Antonio Cafiero que esta vez la vieja política no podrá jugar el juego del aquí no pasó nada y dale que va, ese que el anciano peronista supo encarnar mejor que nadie cuando ante los tiros de Madonna Quiroz preguntó ninguneando: "¿Murió alguien?". 

Todos hemos visto las imágenes de Mariano Ferreyra agonizar en la ambulancia con un disparo en el torso. La muerte no es política, no debe serlo, no puede serlo y no aceptaremos que lo sea. Queda bastante en claro que no hubo enfrentamiento sino un ataque alevosamente premeditado. Me importa un carajo si los agredidos eran militantes del Partido Obrero o de cualquier otra tendencia, mi solidaridad está con ellos.

Vivimos en un país indiferente y al mismo tiempo crispado por la intolerancia, basta ver la abundancia de agravios y la falta de argumentaciones que demuestra la blogósfera o facebook, ciertas pintadas amenazantes en las calles y el autismo de la dirigencia en la pista del monólogo permanente, para entender que Tomás Abraham (con suprema lucidez) hable de embrutecimiento. El cruce de ideas y propuestas, el diálogo constructivo, viene ausente con aviso y sin fecha de retorno. La mezcla de resignación y acostumbramiento nos tiene parados al filo de un abismo moral al que podría empujarnos la violencia política. Sería irreversible el daño a nuestra fe democrática si como sociedad elegimos encojernos de hombros ante este crimen: el juicio y castigo a los responsables debe ser causa nacional, como también debe serlo arribar a la más plena democracia sindical.

  

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


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