jueves, 15 de mayo de 2008

LAS CALLECITAS DE BUENOS AIRES...



No, yo no salí de mi casa por Arenales. Pero me bajé del tren en Retiro. ¿Sabés cuántos relojes andan por las alturas de Retiro? Miércoles soleado invitando a quedarse en remera y caminar por Libertador hasta el Museo de Bellas Artes. Objetivo: La exposición "Las armas de la pintura", y de repente, aunque no de atrás de un árbol, se me aparece él. La pinta de un Newbery, che, un tipo del cielo y más allá de los cielos, otra genialidad del Maestro Carlos Regazzoni que con la nobleza del material ferroviario recrea la figura de Antoine de Saint Exupéry, y lo hace con tanta sutileza que se adivina en su porte la presencia de El Principito. El escritor, el aventurero, el piloto, todo Antoine vuelve a estar entre nosotros gracias al toque de Regazzoni.


Vale la pena ir a verlo, a saludarlo. Y caminando un poco más llegar hasta ese gordo descabezado de Botero para preguntarse si no sería hora de quitar cosa tan horrible y poner en su lugar algo notoriamente mejor; digamos dinamitarlo, o mejor mandarlo a fundición y que sirvan sus metales de pedestal para emplazar encima este Antoine de Saint Exupéry, mucho más cercano a nuestros corazones y a nuestra historia.


¿Qué si fui a la exposición "Las armas de la pintura"?. Sí, pero de eso hablaré en otra entrada, por ahora: ¡Aguante Regazzoni, carajo!

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