domingo, 27 de abril de 2025

SENDERO DE TRIBULACIONES





ACOTACIÓN PREVIA 

El reclamo argentino por la soberanía de las Islas Malvinas tiene rango constitucional. 

Que sea necesario recordar tal obviedad indica desviaciones en la batalla cultural.

Después que durante la pandemia el conjunto de la casta política desconoció la vigencia de la Constitución Nacional, y ya con un Presidente que ganó las elecciones prometiendo ser lo opuesto de esa casta, era deseable que la batalla cultural fuera entendida como el retorno a la lógica y pasara por reafirmar las instituciones fortaleciendo el orden jurídico: alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional. 

En tal sentido preciso es subrayar que la seguridad jurídica no se logra eligiendo desde el poder arbitrariamente qué normas constitucionales cumplir y hacer cumplir y cuales no. No es facultativo del poder constituido anteponer su voluntad a la del Poder Constituyente. 

En el caso de Malvinas la principal directriz de la política a seguir desde la diplomacia fue fijada por los constituyentes, ningún gobierno puede apartarse de esa directriz. 

Ello es algo que pareció entender el Presidente Javier Milei cuando el pasado 2 de Abril en el mismo discurso que hizo alusión a los deseos de los kelpers (que no tienen ninguna relevancia por ser población implantada por la fuerza), clarificó que el reclamo por la soberanía es irrenunciable. Un discurso, dicho sea de paso, que pudo perfectamente prescindir de ese coqueteo irrelevante con la pretensión británica de la autodeterminación.

LA DOCTRINA PLAZA, DE LA SEDUCCIÓN A LA RESIGNACIÓN

El 21 de Abril de 2025 el Presidente Milei formalizó el ascenso de Mariana Edith Plaza y Carlos Gonzalo Ortiz de Zárate a la categoría Categoría “B” Ministro Plenipotenciario de Primera Clase.

La situación del matrimonio Plaza y Ortiz de Zárate en la Embajada en Londres, venía generando controversia tanto en el ámbito de los diplomáticos de carrera como en la política. 

El principal motivo de controversia es la postura pro-británica de Mariana Plaza, lo que en Cancillería ha dado en llamarse "Doctrina Plaza" y que es juzgada como una resignación práctica del reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas a cambio de alguna promesa británica de intensificar relaciones comerciales y culturales. Algunos comparan esa postura claudicante con lo que fue el fracaso de la  "política de seducción" sostenida por el Canciller Guido Di Tella durante la Presidencia de Carlos Menem, pero aclaran que mientras el objetivo de aquella política era persuadir de la soberanía argentina, lo que propone Plaza es normalizar la usurpación mediante una política de sumisión a las pretensiones británicas sobre el Atlántico Sur con su proyección antártica.

Ciertamente la Cuestión Malvinas es un desafío complejo. Téngase presente que el Presidente Raúl Alfonsín, a instancias de su canciller Dante Caputo, se propuso garantizar la democracia reduciendo las Fuerzas Armadas a la inoperancia. Como resultado de esa determinación padecemos una democracia de muy baja calidad y el poderío militar argentino es a todas luces insuficiente. Otra consecuencia de la iniciativa surgida de un canciller es que las palabras de la diplomacia argentina no tienen otra cosa que un respaldo de fogueo, meramente simbólico. (Leer artículo: LA IRRACIONAL INDEFENSIÓN ARGENTINA). No hay "fierros" sosteniendo nuestra diplomacia, que tampoco puede apoyarse en la relevancia económica. 

Todo ello hace de Malvinas una cuestión compleja, tan compleja que se reduce a una premisa simple: Argentina, para recuperar Malvinas, debe ser un país serio. Y esa premisa simple es tan contundente que deja en evidencia los usos demagógicos, cacareos irrelevantes, de quienes han gobernado el país en lo que va del Siglo como si fuera un manicomio atendido por los pacientes.

Malvinas exige pensar y obrar con la frialdad que reclaman las razones de Estado, sin dejarse dominar por las pasiones ni la banalidad de las sinrazones.

LA BANAL OBSECUENCIA QUE ENCADENA A LA IGNORANCIA

El 25 de Abril en X Marcelo Duclos, citando un posteo en el que se daba cuenta de la fundada oposición de Nicolás Kasanzew a la designación de Mariana Plaza como embajadora ante el Reino Unido de Gran Bretaña, publicó el siguiente texto: 

"Respaldo absolutamente el ascenso de Mariana Plaza. Gran funcionaria y mejor persona.
No se quien es Mariana Plaza ni q hace."

Con esa declaración Duclos se jacta de ser un obsecuente a esa y cualquier decisión del Presidente Milei. Hay sin duda un oficialismo que milita con fanatismo la sumisión al líder, exhibiendo en ello la misma falta de dignidad de los "termos" kirchneristas y las "focas" amarillas, de hecho hay quienes se jactan de ser "termos de Milei". Atrás quedó para todos ellos aquella campaña en la que de despertar leones se trataba... 

La obsecuencia, siempre rastrera, es inaceptable tanto desde lo intelectual como desde lo moral. Con la obsecuencia no hay debate posible porque su esencia es despreciar a la razón, aquí su consecuencia es ahondar con gusto la miseria intelectual que dejó el kirchnerismo. 

La obsecuencia, además de idiota, es irrespetuosa. 649 de los nuestros dejaron sus vidas en el Teatro de Operaciones Atlántico Sur durante los 74 días que duró la Guerra. Innecesario es que me ponga a explicar aquí el valor de la sangre en la identidad de las naciones, en su voluntad de ser y prevalecer.

PENSAR O AGONIZAR

Lejos de mí pretender o delirar que en tiempos pasados el mundo se haya gobernado en base a la razón y desprovisto de toda estupidez. Pero viviendo hoy, no se caracteriza el mundo presente por pensar, hay una alud global de imbecilidad que no para de rodar y crecer. 

Por caso, el Reino Unido de Gran Bretaña podía jactarse de su liberal elegancia para debatir ideas en Oxford, pero la vieja Albión se está ensombreciendo literal y metafóricamente así que ahora su gobierno teme a la libertad y censura lo que, acaso, hermosa palabra la palabra "acaso", no sabe como rebatir. Así se rechazó el ingreso al Reino Unido del escritor francés Renaud Camus, quien advierte sobre un proceso de "gran reemplazo" migratorio por el cual la cultura europea se encamina a la africanización e islamización, porque el Ministerio del Interior consideró que su presencia no es "conducente al bien público". No es la única señal de cobardía intelectual que marca una cierta decadencia intelectual británica. 

Y para quienes cometan el error de creer que la decadencia del enemigo nos beneficia, no sólo les recuerdo lo mucho de identidad europea que tiene la identidad argentina, sino que esa misma cobardía intelectual de atrincherarse en la censura es la que impera en la Universidad de Buenos Aires desde 2012 cuando se prohibió estudiar allí a procesados en esas farsas del prevaricato que son los llamados "juicios de lesa", bajo el llamativo argumento esgrimido por el Consejo Superior de la UBA consistente en afirmar que unos pocos individuos, privados de su libertad, puedan ser sostenedores de un "discurso negacionista" que habría de postular en el propio seno de la Universidad la pretendida legitimidad de delitos masivos. Esa cobardía intelectual es plenamente funcional a la intención de imponer mentiras como "verdades dogmáticas", porque las verdades no escapan a ninguna confrontación de ideas por miedo a ser refutadas. (Leer nota: COBARDÍA INTELECTUAL EN LA UBA).

Pensar es siempre adentrarse en un sendero de tribulaciones, exponerse a las incomodidades de las dudas. Las convicciones para ser honestas deben se expuestas a las razones del otro y a las dudas propias. Las convicciones que se esconden de las dudas no son convicciones, son engaños.

La Cuestión Malvinas, como cualquier otra, debe ser afrontada con verdad. En tal sentido no hay que tener ningún temor de debatir ninguna posición, incluyendo el extremo de la claudicación. Como seguramente la mayor parte de quienes estén leyendo, tengo muchos argumentos para refutar a quienes sostengan la conveniencia de renunciar al reclamo por la soberanía sobre las islas australes. Pero cito uno en particular: la Constitución Nacional establece claramente que:

"La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino".

Por lo tanto cualquier pretensión claudicante requiere una reforma constitucional que así la consagre, algo de momento inviable en términos de realidad política. Y como el fundamento de cualquier país serio es regirse conforme a su constitución, sea tácita o expresa, el debate sobre si Argentina debería renunciar al reclamo por Malvinas no tiene ninguna utilidad ni viabilidad en tanto no se vislumbre otra reforma constitucional. Eso significa para el gobierno la tajante obligación de sostener el reclamo en los precisos términos del texto constitucional. 

No hay margen pues para posturas extremas, sea la de quienes quieren abandonar el reclamo o la de quienes pretenden expulsar los kelpers. 

CONSIDERACIÓN PERSONAL DE CIERRE

Haciendo que el desagrado por la imbecilidad obsecuente en el tuit de Marcelo Duclos se transformara para mí en pesar, resultó que a consecuencia del mismo se trenzaron en una discusión desmedida dos a los que amo como hermanos: Nicolás Márquez y Marcelo Llambías.

Volcaron con agravios desaforados que debieron evitar y en tal sentido no tengo más que lamento y reproche para ambos. Pero con el dolor del desprendimiento siento que hay que elegir. El mileísmo a ultranza que milita Márquez es ya incompatible con principios que para mí son determinantes. Llambías en cambio nunca se alejó de esos principios, no se ha cerrado en ninguna postura de todo bien o todo mal. Sus pensamientos, no siempre coincidentes con los míos, expresan razones y siempre están abiertos al debate. Por eso me quedo con  Llambías, mi "hermano de sangre".


Esta decisión mía, personalísima, va junto con considerar que cada vez resulta más difícil interactuar en las redes sociales. Hay poca, muy poca, voluntad de debatir ideas. Y me cansaron la agresividad mediocre y la estupidez. Porque para mediocridad y estupidez ya tengo bastante con la propia. No volveré pues a publicar en Twitter ni en Facebook, que son las dos redes sociales que utilizaba. 

Aceptar lo que viene, soltar lo que se va y la mente como un lago.

Consérvate bueno.


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
Estado Libre Asociado de Vicente López


 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todo comentario es bienvenido siempre que exprese ideas en forma educada.

¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

Ariel Corbat
Ariel Corbat