Exhibiéndose despojada, la sola vista de la vidriera en Rivadavia 1923 a metros del Congreso de la Nación anuncia el fin de una historia. La clásica sombrerería Maidana está en proceso de despedida definitiva, cerrando una trayectoria que comenzó allá por 1910.
Llegué hasta allí por la proximidad de un evento importante que, a mi gusto, amerita lucir como elegante distintivo un sombrero de estilo gardeliano. Y ese gusto que quiero darme no se podía satisfacer comprando un sombrero de factoría asiática, tenía que tener la autenticidad de lo que identifica, o sea: ser hecho artesanalmente en Buenos Aires y contar por sí mismo su significado. La marca Maidana aporta todo eso.
Pero no sabía que Casa Maidana ya está cerrando. Después de Mayo será puro recuerdo. Al traspasar la puerta de ingreso al local, atendido por la generación bisnieta del fundador, se percibe la tristeza y el regusto amargo de las despedidas. Para ser la primera vez que compraba un sombrero en ese comercio sentí una pena inexplicable. Desde el Centenario de la Revolución de Mayo y hasta unos días después de hoy, miles de argentinos habrán elegido cubrir sus cabezas con sombreros Maidana.
Me agrada aunque en tiempo de descuento, el pasar a ser uno más de todos ellos. Uno de los últimos, ciertamente.
"Todo pasa" decía el anillo de Don Julio Grondona, dos palabras que lo que tienen de cruel también lo tienen de cierto. Las necesidades como los gustos van cambiando a través del tiempo y también la demanda que sostiene las actividades comerciales. Cuando uno ve fotos de la primera mitad del siglo pasado queda en evidencia que llevar sombrero de ala era común. Claramente hace ya un largo tiempo que dejó de serlo.
Con todo, el sombrero que compré es uno de esos objetos a los que desde el instante mismo que lo tuve en mis manos le confiero un valor más allá de lo económico, por el sólo placer de poseerlo y ostentarlo: 115 años de historia, el recuerdo de una Buenos Aires mucho más elegante y el Tango, siempre el Tango, que sabe sentir como sabe decir. Me alegra tenerlo.
Si alguno quiere atrapar un pedacito de toda esa historia de más de un siglo recomiendo se apure a pasar por ella en Casa Maidana, porque se está yendo sin decir adiós.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
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