viernes, 11 de abril de 2025

EL MINISTRO PETRI Y LA CUESTIÓN MILITAR DEL ESCARNIO CONSTANTE




Escribió Valeria Losito en su muro de Facebook estas palabras que reproduzco previo a mi comentario:

Dice el subsecretario de Defensa que Petri es el "primer ministro, después de 40 años, en reivindicar a las Fuerzas Armadas"...

Mi papá forma parte de la institución militar desde los 12 años. El tiro de gracia se lo dio el "mejor ministro" en 40 años.

Cuando Petri decidió y ejecutó las bajas en el mes de enero, dentro de ese grupo había Combatientes contra el terrorismo y Veteranos de Malvinas. Personas mayores, con problemas de salud, cuyas edades rondan entre los 70 y 90 años. Les quitaron TODO: su jubilación y la obra social. Hoy no son nada para esta Patria que defendieron con su sangre y que —como en el caso de mi papá— casi les cuesta la vida.
Ese grupo de “elegidos” expulsados por el ministro quedó completamente a la deriva, sin ningún tipo de defensa… Pero gracias a un ángel (que prefiero no exponer) que se puso al hombro esta dramática situación, junto a mi papá pudimos presentar ante la Justicia todos los reclamos. Que, por supuesto, tardará siglos en expedirse.
Yo creí que lo más aberrante había pasado, pero no, escuchar el grado de hipocresía de estos personajes que gritan a los cuatro vientos ser la reencarnación de San Martín, que dicen devolver la dignidad y valorar el sacrificio de quienes forman las Fuerzas Armadas, ¡es repulsivo, insultante y perverso!"


No puedo más que estar de acuerdo con Valeria Losito.

Que las FFAA, y en particular el Ejército Argentino, vengan siendo degradadas por todos los gobiernos desde el mismo 14 de Junio de 1982, con injusticias, humillaciones y escarnios de toda clase, incluyendo un general que traicionó a sus camaradas por pura ambición, otro que se subió a un banquito como ordenanza para bajar un cuadro, otro que se abrazaba con las madres de los terroristas y otros que no fueron capaces de pedir el retiro cuando al Ejército le hicieron borrar un tuit que recordaba caídos en combate, y no sigo enumerando porque las humillaciones de los uniformados me duelen como propias siendo civil, todo eso no justifica que por algunos reconocimientos y mejoras que nadie niega de parte de este gobierno se pueda callar la aberración jurídica que son los mal llamados juicios de lesa que constituyen un prevaricato sistematizado (el más escandaloso prevaricato de la historia argentina),  y en ese contexto de corrupción judicial y política todavía impune la tremenda aberración cometida contra Losito, un Héroe de la Guerra de Malvinas, y otros camaradas suyos al haber sido empujados a la indigencia por funcionarios de un gobierno del que esperábamos pusiera fin al revanchismo. 

El ministro Petri comparado con Rossi puede ser mejor, pero los elogios de mi apreciado Guillermo Madero, funcionario del Ministerio de Defensa, colisionan de frente y a muy alta velocidad con aquella decisión propia del peor kirchnerismo.  Porque no es cierto que esa decisión fuera una orden judicial que no dejara margen de acción al Ministerio. 

Sorprende, además, porque considero a Guillermo Madero uno de los nuestros.  

Petri, por otro lado, no sé si reivindica a las FFAA. Recuerdo cosas dichas por él en otros tiempos que han quedado en el archivo. Y que recuerdo cuando las acciones indican que los cambios no pasan de lo cosmético, esa estética que disfraza el oportunismo y la conveniencia.

Lo veo más bien como un arribista que aterrizó en el ministerio de Defensa por la necesidad del acuerdo pre balotaje y se conduce ahí pensando en su proyección política antes que en cumplir con los deberes que asumir realmente esa cartera impone. 

Todo muy bien con los reconocimientos y con la compra de algún material, no soy un necio que no vaya a reconocer las mejoras dentro de lo posible en un marco de escasez profunda; pero hay una cuestión moral que no podrá resolverse mientras los nuestros sigan presos y se perpetren contra ellos injusticias como la que motiva estos renglones, porque un país que condena con saña a sus defensores entrega su futuro al enemigo. Sin el mínimo respeto que merecen los que combatieron por la Nación Argentina las FFAA no serán FFAA, porque seguirán moralmente desarmadas. 

Y sin moral los fierros sólo sirven como depósito de óxido.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.

miércoles, 9 de abril de 2025

EL ÚLTIMO BESO DEL TENIENTE ESTÉVEZ

 



WOMAN IN LOVE (el último beso del Teniente Estévez)


Life is a moment in space 
when the dream is gone 
it's a lonelier place 
I kiss the morning good-bye 
but down inside you know 
we never know why

(La vida es un momento en el espacio
cuando el sueño se ha ido
es un lugar solitario 
Besé en la mañana el adiós
pero por dentro tú sabes
nosotros nunca sabremos porque)


El Teniente Roberto Estévez tenía una dolencia de vieja data en su talón izquierdo. Debido a ello viajó el 18 de marzo a Buenos Aires para hacerse atender en el Hospital Militar Central. Seguramente no pensaba en aquella molestia como el signo de Aquiles, ni en los llamados del destino, porque en esos pocos días de Marzo, en los que Roberto no encontró una solución médica para su problema, estuvo la mayor parte del tiempo en compañía de Marta, su novia. 

Mientras el Regimiento 25 continuaba preparándose para la misión que solamente conocía el teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, Roberto se reencontraba en Buenos Aires con Marta; y entre sus salidas iban al cine. Caminar por la calle Corrientes, con sus muchas librerías y disquerías, era el paseo porteño que más gustaba al misionero. Melómano y lector voraz podía olvidar la renguera revisando bateas y mesas de saldo. Las librerías exhibían en vidrieras y estantes preferenciales “Solamente ella” de Martha Mercader, “Flores robadas en los jardines de Quilmes” de Jorge Asís, “Cerrado por Melancolía” de Isidoro Blaistein, y fuera de la ficción “La patria financiera” de autores varios. Puede ser que, atraído por el título, Roberto reparara en “La guerra del fin del mundo” de Mario Vargas Llosa o en “El Ejército y la política en la Argentina” de Robert Potash. Alguien, desde la nostalgia, compraba “Mis primeros años” de Charles Chaplin. 

En las disquerías sobresalían los discos de Queen, la banda inglesa liderara por Freddie Mercury que un año atrás, el 28 de febrero de 1981, colmando de público el Estadio de Vélez Sarsfield, había dado inicio a una exitosa serie de recitales en Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata. El cassette se usaba, pero sin amenazar la subsistencia del vinilo –aún reinaba sin saberse próximo a ser herido de muerte por la irrupción del CD-. Frente a la batea de long plays, Toto hizo caminar sus dedos deteniéndose sobre los discos de Johnny Rivers, John Lee Hooker, Simon & Garfunkel, Billy Joel y Barbra Streisand; la cantante de Brooklyn, en la cima de su carrera, interpretaba una de las canciones que más le gustaba. Era “Woman in love” (Mujer enamorada) autoría de los hermanos Robin y Barry Gibb de los Bee Gees. Ella también revisaba discos, Toto la abrazó por la espalda mordiéndola detrás de la oreja, Marta le devolvió la atención bajando su mano y pellizcándole la pierna. Rieron. Junto, algún turista buscaba tangos. Ahí nomás, erguido, el Obelisco seguía con su paciente y sabia espera en el mismo lugar de siempre.

Elegir la película que verían jamás les causó ningún problema. Roberto tenía un gusto por las películas que hacía reír a sus amigos. Desdeñando las comedias o el suspenso, prefería ir al cine a ver las de guerra como picadoras de carne o dramas románticos de los que hacen llorar a los corazones sensibles. Montados a esa onda el 19 de marzo, en el Cinema I de la calle Suipacha, vieron “El cartero llama dos veces”, de Bob Rafelson, con Jack Nicholson y Jessica Lange. La noche del Domingo 21 de marzo optaron por una de las que él se había manifestado interesado en ver, y cuyo título se lucía en la marquesina del Losuar. Era todavía muy temprano para la función, tenían el tiempo y las ganas de sentarse a comer algo.

Sacaron entrada, pagaron por las dos $ 60.000, y se besaron. Quizás hayan cenado pizza en Los Inmortales, es fácil suponerlo, igual de simple imaginarlos: “Mis ojitos hermosos”, la llamaba él. Sentados a la mesa algunas de las promesas implícitas de toda pareja comenzaron a explicitarse. Toto mencionó que Gómez Centurión se había casado en diciembre, y que cuando era invitado a comer en la casa de su amigo la felicidad del matrimonio lo hacía pensar en el futuro con Marta. Los dos de Posadas, él viviendo en Sarmiento con la casi certeza de cambiar de destino a fin de año, ella estudiando Medicina en Buenos Aires; no podían apresurar decisiones con tantas cuestiones por resolver. En cualquier caso, ningún obstáculo les impedía soñar los pequeños grandes sueños de la vida cotidiana. Toto tenía una vocación de servicio a la que subordinaba todos los aspectos de su vida. Ella lo entendía, o creía entenderlo. Se tomaron de las manos y se vieron a los ojos. Marta susurró algo que Toto leyó en sus labios. 

En otra mesa, acaso por esas pasiones populares que nunca cambian, se hablaba de deportes: un empate de Boca Junios y la derrota por tres de River Plate; como que mejor hablar de otra cosa alguien prefirió al tenis mencionando el triunfo de Guillermo Vilas sobre Jimmy Connors en la final de Rotterdan, luego, pasando al automovilismo, mascullaron algo sobre la mala suerte de Carlos Reutemann quien abandonó en la vuelta 22 del Gran Premio de Brasil ganado por Nelson Piquet. Algo más allá, uno que por primera vez entraba a Los Inmortales, tras un sorprendido paneo viendo las fotos de Carlos Gardel y otros grandes que desde las paredes explican el nombre del restaurante, antes de sentarse, alzando las cejas soltó con un dejo de admiración: “¡Qué nenes!”.

Salieron a la calle y caminaron hasta el Cine Losuar con los minutos contados para el inicio de la función. Tomados de la mano apuraron el paso. La película era de 1978, pero no había perdido su interés desde que tenía los componentes necesarios para pasar a ser un clásico del cine. Dirigida por Hal Hashby y protagonizada por Jane Fonda, John Voight y Bruce Dern, el título en castellano con el que se la presentó en Argentina “Regreso sin gloria” era mucho más gráfico y apropiado que la traducción literal del título original -“Coming home”- que en forma simple y neutra hubiera sido “Volver a casa” o como la llamaron en España “El regreso”. Sentados en las butacas de la platea leyeron el programa. En tiempos de censura, afincada desde antes del Proceso y acostumbrada a cortar celuloide, decía allí que la película no tenía cortes, y que se trataba de una “Dura reflexión del sinsentido de la guerra, de la sinrazón humana”, “un film sobre quienes sufren la guerra sin detenerse en forma inmediata sobre el perfil de quienes la imaginan, idealizan o resuelven desde una mesa de oficina”. 

Marcadamente antibélica, la película presenta a la guerra de Vietnam como una licuadora de valores y vidas. Antes que un triángulo amoroso, el argumento es el relato de soldados empeñados en la guerra de Vietnam que volvían con lesiones físicas y psicológicas a un país que, como no terminaba de entender el motivo de la lucha prolongándose en un frente tan lejano, estaba impedido de comprenderlos del todo. La música de la muy buena banda sonora de la película debe haber deleitado a Roberto. 

Puesto a pensar sobre lo que había visto en la pantalla, Roberto Estévez, muy influenciado todavía por la cercana experiencia de haber aprobado el curso de comando y por estar en medio de la instrucción de sus soldados, habrá recordado los preparativos bélicos que lo colocaron en la frontera con Chile en 1978. Esa movilización era su experiencia más cercana a la guerra. La cuestión de las convicciones y de entender el precio del deber le habrá cruzado por la cabeza; pero la posibilidad de la derrota y la incomprensión del pueblo para acompañar a las tropas vencidas no habrá tenido mucho espacio en su imaginación. Es que traspolar esa experiencia traumática de los estadounidenses a la Argentina sobre una hipótesis de guerra, no era entonces tan sencillo. Las diferencias en la historia y la idiosincrasia, tanto como la posición y rol de cada uno en el mundo, dejaban un margen de duda muy grande a la hora de pretender trazar un paralelo. 

Las claras razones por las que los norteamericanos habían combatido en la Segunda Guerra Mundial, no estuvieron tan claras en Corea y terminaron de desdibujarse en Vietnam. Nuestra última experiencia en guerras convencionales había sido la larga campaña del Paraguay, que si bien por la prolongación del conflicto, su impopularidad en el interior y cierta incompetencia en la conducción de la guerra permitían ver similitudes, estaba ya muy lejana. Además, claro, había terminado en victoria. Sin convertirnos en un pueblo guerrero, y tal vez dejando de serlo desde el mismo instante en que finalizó la guerra, llevábamos más de un siglo de paz exterior y no conocíamos la derrota. Con todo, el lema de los comandos, “Dios y Patria, o muerte”, tanto como el “O juremos con gloria morir” del Himno Nacional no son sólo palabras, y mucho menos en la mente de un joven oficial del Ejército Argentino de alma combatiente. Estévez ya había demostrado durante el Curso de Comando que sus convicciones superaban, por mucho, a su fortaleza física. La idea de desmoronarse moralmente, incluso ante la derrota, sin duda la peor de las adversidades, le resultaba improbable, por no decir imposible. 

Luego, más allá de lo racional, estaba la percepción del destino. En Estévez, y lo trasmiten todos quienes lo conocieron, había una marcada certeza, ligada a la fe religiosa, de la trascendencia de sus actos. Cada día, se esforzaba y se preparaba para cuando llegara su hora, la hora del llamado a cumplir con su destino. Él confiaba enteramente que su destino como soldado estaba en manos de Dios, pero que dependía de su preparación para poder estar a la altura del llamado cuando llegara el momento. 

Un hombre con expectativas de tal intensidad, no declara su amor por el beneficio de unas pocas noches. Marta supo que era verdad en esos días acompañándolo al Hospital Militar, paseando por la ciudad y muy especialmente por el compromiso que significaba haber rezado juntos en la Catedral Metropolitana, allí donde descansan los restos del General José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia Argentina.

El 22 de marzo fue su último día en Buenos Aires. Entre caricias, Barbra Streisand volvía a cantar Woman in love. El abrazo, el beso y la piel fueron la ternura y una extraña nostalgia atravesando el amor. “Nunca olvides esto”, suplicó él, cuando el aliento de ambos se arremolinaba de adiós. 


With you eternally mine 
in love there is 
no measure of time 
we planned it all at the start 
that you and I 
would live in each other's hearts 

(Contigo eternamente mío
en el amor el tiempo
no tiene importancia
lo planeamos desde el principio
que tú y yo
viviríamos en el corazón del otro)


Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
Estado Libre Asociado de Vicente López


lunes, 7 de abril de 2025

Es verdad aunque Usted no lo crea: LA PLUMA DE LA DERECHA EN DEFENSA DE LA ZURDA



Las convicciones liberales, para ser tales y no una parodia, exigen ser correspondidas con conductas principistas que rechacen tanto la comodidad como la cobardía de sólo esgrimirlas en defensa propia como si la Libertad fuera una mera conveniencia por la que bregar en favor nuestro negándosela a los otros. 

La frase: "Desapruebo lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo", con la que Evelyn Beatrice Hall procuró resaltar el pensamiento de su biografíado Voltaire en "Los amigos de Voltaire", es un hito en la frontera moral que separa al liberalismo del totalitarismo.

Pretendiendo ser más exacto, yo me atrevo a completar esa frase con un añadido: "Desapruebo lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo como mi propio derecho a rebatirlo". 

Sostengo que la libertad de expresión exige tolerancia, pero siendo una cuestión tan simple como complicada, que no acepta la censura previa, ni la persecución penal por las opiniones políticas, tampoco consiste (ni remotamente) en aceptar que lo que cualquiera diga deba ser tomado por los demás como verdadero e irrefutable, ni siquiera como respetable (no todas las opiniones son respetables). Luego está siempre claro que la tolerancia tiene por límite lo intolerable, razón por la cual no significa la libertad de expresión que deban ser impunes ofensas como la injuria y la calumnia o aquellos engaños que se dicen o publican como parte de alguna maquinación propia de las estafas. 

De mi Pluma es este poema titulado "Por ser libre", surgido luego del atentado terrorista contra la redacción de Charlie Hebdo en París:


POR SER LIBRE

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la libertad de expresión es tan sagrada.
como ineludible la responsabilidad por lo expresado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que toda verdad y razón queda en la nada
cuando la risible afectación de la deidad es lo vengado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la tempestad proyectó la llamarada
del fuego visible en el terror sin salvedad de un dios lisiado.

Yo tengo en claro, por ser libre,
que la criminal vocación de la manada
será susceptible de la acción y la crueldad de ser soldado.

Aquel atentado mostró la desmesurada imbecilidad de quienes proclamando creer en Dios todopoderoso, contradicen esa supuesta creencia que dicen profesar atribuyéndose el poder de tomar venganza en su nombre. Como si un dios todopoderoso necesitara de manos humanas para imponer sus designios.

Esa estupidez de asumir un dios lisiado, lo absurdo de la sangrienta "venganza", es una de las tantas formas violentas en que el oscurantismo totalitario busca eliminar libertades; pero no la única. Registra también otras formas en apariencia amables, al utilizar en su beneficio las normas de sociedades libres para el mismo propósito subversivo. Por caso así ocurre en Argentina cuando, en la falacia argumental de "defender la democracia", se reclaman leyes que impongan condenas penales por "negacionistas" a quienes no aceptamos repetir las mentiras sobre los años de plomo que el kirchnerismo y la izquierda intentaron imponer como verdades dogmáticas, con la siempre complicidad funcional e idiota de los progres.

Quienes propugnan sancionar tipos penales a efectos de cerrar debates públicos imponiendo tabúes y de hecho estableciendo a su respecto censuras previas, temen a la verdad. 

Temer a la verdad es una característica común a todos los enemigos de la Libertad. Y la razón es simple: se basan en mentiras. Saben que mienten y la Libertad los deja expuestos.

Por el contrario, quienes no tememos a la verdad no pretendemos leyes que sancionen opiniones políticas por ser mentiras. Pues llegado el caso estamos prestos a rebatirlas. Y alguien podría decir que la sociedad debe protegerse de los políticos que mienten, y ahí es cuando deben pesar los principios, porque creer en la Libertad significa también creer en la responsabilidad cívica como fortaleza de la República y la democracia. Las mentiras de los políticos no se previenen con leyes en las que esos mismos políticos determinen quien miente y quien no, se previenen con civismo. Sólo desde el civismo se pueden alcanzar virtudes cívicas.

Nuestra amada Patria en la búsqueda de la virtud necesita despojarse de miedos para transitar el largo y difícil camino de la reconstrucción cívica, sin andadores proteccionistas que consolidan la incapacidad, corriendo en ello todos los riesgos que acarrea la Libertad. Entonces, tal como ser adulto significa ser responsable de sí mismo, cada tropiezo podrá ser un aprendizaje y no una excusa. 

Por ser libre y fiel a la Libertad, me toca en ocasiones bregar en defensa de la libertad de mis opuestos. Este es el caso tras leer en portales de noticias que juez federal Daniel Rafecas, un prevaricador que hace rato debió ser destituido, procesó a la diputada nacional Vanina Biasi (del FITU-PO) por violación a la ley antidiscriminatoria 23.592 en mensajes por X (Twitter) equiparando al Estado de Israel con el régimen nazi, y atribuyendo a ese Estado democrático el rol de genocida comparando el conflicto armado en esa región con el Holocausto.

A mis lectores habituales no necesito explicarles lo que aclaro aquí para la eventualidad de lectores desprevenidos: el bloque de izquierda en el que revista la diputada Biasi me parece un rejunte de inservibles apátridas que utilizan las libertades democráticas en perjuicio de la República y la democracia con la finalidad de establecer su dictadura totalitaria

Ahora bien, más allá de mi desprecio por la diputada Biasi, las opiniones por las que el seudo juez Rafecas la procesa son opiniones políticas a las que considero no punibles. Tiene derecho a decirlo sin ser perseguida por ello, como todos quienes así lo quieran tienen el derecho a refutarla. 

Téngase presente que la diputada Viasi es una de las que miente 30.000 desaparecidos y se la pasa hablando de los "genocidas" de un genocidio inexistente en Argentina. 

En tal sentido es interesante el endeble argumento con que Rafecas funda el procesamiento de Biasi: “El derecho a la libertad de expresión no es absoluto, ya que puede ser legítimamente limitado cuando entra en conflicto con otros derechos fundamentales. En este sentido, las manifestaciones que fomentan el odio, la violencia o la discriminación pueden quedar fuera de su amparo, pues atentan contra los valores democráticos y los derechos de terceros”.

En razón de ello surge una contradicción paradojal, ya que con los mismos endebles argumentos por los que Rafecas considera discurso de odio las expresiones de Biasi alusivas a Israel, debiera considerar discurso de odio las expresiones de Biasi en relación a sobredimensionar números trágicos para atribuir a la Argentina un genocidio inexistente. ¿O acaso no es un discurso de odio proclamar que los militares argentinos son genocidas como los nazis? ¿Y no es una banalización del Holocausto poner en el mismo lugar de víctimas que eran asesinadas en función de ser judíos con terroristas castristas aniquilados en función de lo que hacían?

Claramente atribuir a los militares argentinos ser genocidas es un discurso de odio antiargentino con banalización de verdaderos genocidios, pero ante ello Rafecas, parte del prevaricato sistematizado por el que se condena inconstitucionalmente a los vencedores del terrorismo castrista, nada habrá de decir. 

Como ya he manifestado en varias publicaciones, corresponde señalar que no siempre es posible combatir al terrorismo de manera incruenta para la sociedad civil, razón por la cual esos que como Biasi atacan a Israel por el modo en que ha respondido y responde a la violencia terrorista de Hamas deberían tener, al menos, la decencia de elogiar el modo quirúrgico y de muy bajo porcentaje de daño colateral con que Argentina combatió al terrorismo castrista en los años de plomo. 

Seguramente la diputada Vanina Biasi estará contenta con su procesamiento, por dos razones. La primera es que con ello se magnifican sus declaraciones y se le da tribuna más allá del mínimo de apátridas que la han votado. La segunda es que de manera ostensible Rafecas convalida que en la sociedad deben imponerse tabúes, cercos de censura alrededor de opiniones que no deben ser toleradas, algo que siempre impone la izquierda cuando llega al poder.

Los discursos de odio no tienen mayor trascendencia que exhibir la verdadera cara de quienes los producen. El problema no se soluciona a fuerza de censuras ni castigos penales, es un mal que se controla y reduce desde la acción política elevando la valoración de la Patria como garante de Libertad, República y democracia. Una identidad nacional fuerte es el mejor antídoto contra el odio, porque el patriota ama e intenta no odiar. 

Como epílogo de este artículo, sabrán reflexionar que más allá del llamativo título La Pluma de la Derecha nunca escribe en defensa de la izquierda, escribe siempre en defensa de la Libertad.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.


sábado, 5 de abril de 2025

NOSOTROS, LOS TANOS PASMAN DE MILEI


Apoyar al gobierno del Presidente Javier Milei es como ver una película y simpatizar con el protagonista, sos un espectador, querés que alcance el triunfo, pero lo ves cometer errores sin poder ayudarlo en nada porque obviamente le hablás a la pantalla y por mucho que grites no vas a modificar su guión.

Cuando hice ese comentario en Twitter, Marcos Avella sintetizo la imagen y el sentimiento con un comentario clarificador: "Uno es el tano Pasman frente al tv 😁". 




Somos exactamente eso: los tanos Pasman de Milei. ¿Quiénes? Pues los que apoyamos al gobierno por principios éticos y convicciones políticas que preceden por mucho al propio Milei. Los que no vamos a convertirnos en esos fanáticos que aplauden todo a su alrededor porque no tenemos vocación de focas, como han abundado en los gobiernos anteriores y también en este. Los que recordamos a diario que las consignas de la campaña, principiando por aquella de "Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre", no estaban equivocadas. Los que conocemos y entendemos la realidad argentina para saber que hacer un buen gobierno es equivalente a capturar una colina en poder del enemigo, cuesta arriba y enlodada. Los que nunca dijimos que iba a ser fácil y por eso mismo no esperamos resultados mágicos ni curitas milagrosas tras 20 años de régimen kirchnerista causando daño. Los que no degradamos la lealtad a obsecuencia.

El rechazo de los pliegos de Lijo y García Mansilla para la Corte Suprema de Justicia de la Nación revela, como en situaciones anteriores que sería largo enumerar aquí, errores no forzados que bien pudieron evitarse. Y en este caso en particular con abundancia de advertencias que fueron desestimadas por el Presidente, que al fin y al cabo es quien elige su entorno y único responsable por las decisiones que surgen de ese círculo íntimo de apariencia blindada.

Me río leyendo ahora a los que tras el rechazo de esos pliegos argumentan, cual si de un descubrimiento inesperado se tratara, que "el Senado es el refugio de la casta". Me río porque quienes dicen eso han olvidado lo que sabíamos machacar en la campaña; todas las instituciones fueron coptadas y se conviertieron en refugio de la casta, principiando por el Poder Judicial devenido Poder Prevaricador. Y una vez más (y todas las que sean necesarias) reitero: Ningún país con mayoría de jueces honorables, probos y eficientes, alcanza el grado de daño institucional, degradación cultural, quebranto material y hasta miseria intelectual como la que exhibe hace años nuestra amada Patria. 

Y siendo que el prevaricador Ariel Lijo es de lo peorcito de la casta judicial, vuelvo a reír cuando la ministro Patricia Bullrich, haciendo de la obsecuencia un culto, llama "golpe parlamentario" a tener una votación adversa en el Senado (donde por definición se aprueba o rechaza), no sólo dice una estupidez insostenible desde lo normativo institucional sino que patalea de modo inaceptable contra el normal funcionamiento del Poder Legislativo como si no supiera la clase de trastes que ocupan esas bancas. 

Ningún político puede jugar a desconocer que la política está viciada de una corrupción de complicidades estrechas para que el sistema republicano no sea más que un decorado endeble. Más aún, ningún ciudadano lo ignora y por eso sabemos que nos toman de idiotas cuando se rasgan las vestiduras por lo mismo que han corrompido.

Los ejemplos abundan. Hace unos 15 años el Congreso deroga de facto el Art. 86 de la Constitución Nacional al mantener inutilizado por acefalía al Defensor del Pueblo de la Nación. Sólo unos pocos lo tenemos presente y entre los jueces ninguno.

¿De verdad hay quienes se sorprenden porque el Senado demoraba pliegos para la CSJN y rechazó estos dos?

El Presidente Milei eligió una estrategia directa, el decreto, para nutrir la CSJN. Fue un error porque pronunció su consabida debilidad en las cámaras como ha quedado expuesto. Y otro error fue nominar al prevaricador Lijo, algo que repudiamos buena parte de sus votantes.

Debió usar una estrategia indirecta, por ejemplo poner en agenda solucionar la acefalía del Defesor del Pueblo de la Nación y hacer campaña de acción política para exponer con ello los muchos incumplimientos del Congreso.

La presión ciudadana, de opinión pública y de organismos intermedios debía ir toda sobre el Congreso, no sobre el Presidente; al que hay que cuidar como al Rey en el ajedrez y mantenerle la tropa unida.

Y para no hacer largo el texto, cierro: si el estratega del gobierno va a seguir siendo Santiago Caputo los fracasos van a hilvanar un pesado collar en el cuello del Presidente.

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha, 
un liberal que no habla de economía.






¿Qué es la Derecha?

¿Qué es la Derecha?
La Derecha, soy yo.

Ariel Corbat

Ariel Corbat
Ariel Corbat