El pasado 21 de febrero, cuando el Presidente Javier Milei disertaba en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Washington, dio un espectáculo patético cuando comenzó a sonar su teléfono y en lugar de reconocer simplemente que no se habían tomado los recaudos para silenciarlo largó una teoría conspiranoica cargada de insultos. “Hemos anunciado que íbamos a transmitir en vivo en mi canal de Instagram y siempre hay un imbécil mal nacido, porque el que lo está haciendo sabe lo que está haciendo y sabe que está interrumpiendo la charla”, dijo el Presidente afirmando que en Argentina hay muchos "cabeza de pulpo", gente que tiene exremento en el cerebro.
El hecho es preocupante porque el Presidente que tiene la capacidad de desenvolverse en modo estadista se exhibió, por decisión propia e incompetencia de quienes le rodean, como alguien que no controla su irracionalidad. Solamente fanáticos obsecuentes dieron credibilidad a la teoría conspiranoica de esos misteriosos agentes de KAOS tratando de desquilibrar al Presidente con el ringtone de su celular.
Y ese es el punto, de un tiempo a esta parte Milei parece estar reclamando de sus votantes una sumisión plena esperando que los aplausos silencien las críticas. El León que venía a despertar leones se está pareciendo mucho a un perro ovejero, como si los liberales pudiéramos ser rebaño.
De ese modo, el gobierno al que voté pareciera estar esforzándose con toda intención de rechazar mi apoyo (que al fin de cuentas es poca cosa, solamente es un voto), hasta convertirme en opositor.
Por supuesto mi voto no esperaba en 2023 alumbrar el gobierno ideal, sólo esperaba el gobierno posible para buscar salir del régimen kirchnerista y recomponer las libertades perdidas durante la última dictadura, que no es el Proceso de Reorganización Nacional sino la infeKtadura iniciada con el golpe de Estado del 19MAR20 con el que pretextando pandemia se derogó de facto la Constitución Nacional.
No corresponde pues hablar de decepción cuando lo que hay surgió de lo que había, pero es inevitable la pena de sentir que buena parte de las esperanzas resucitadas han recaído en la agonía.
Si el Libragate dejó expuesta la vulnerabilidad del Presidente Javier Milei por sus malas decisiones y la desprotección del entorno que él mismo eligió tener, quedando cuestionado por ser estafado o estafador, en cualquier caso dos pésimas categorías, la insistencia en la designación del prevaricador Ariel Lijo como ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, materializada por decreto, añade al contexto varias constataciones pero una particularmente grave: el gobierno no tiene ninguna intención de sanear el Poder Judicial.
Con la designación de Lijo murieron muchas promesas de campaña que sobrevivían a pesar de las heridas y de no bajarse esa candidatura turbia. Ni superioridad ética, ni librarnos de los mismos de siempre, ni respeto por la Constitución Nacional. Entiéndase que llevar un prevaricador a la CSJN es despreciar la Constitución Nacional, por lo que el mecanismo de designación no es el problema. El problema es Lijo que significa más de lo mismo. Doblegado moralmente, al gobierno sólo le quedan sus logros económicos.
Y por "logros económicos" del gobierno, subrayo que los reconozco porque en base a lo dejado por el régimen con la infeKtadura muchos, demasiados para mi gusto, esperaban que todo explote en tres meses. Va más de un año. Eso es un logro. A pesar de los agoreros.
Siendo que soy "un liberal que no habla de economía", no tengo conocimientos económicos como para tener claro lo que vendrá. Hasta acá no explotamos. Y además no me parece que haya espacio político alguno que ofrezca la alternativa de una propuesta económica mejor rumbeada que la del gobierno.
En cuanto a la designación de ministros de la CSJN, a la hora en que escribo está claro que Lijo agarra el cargo desesperado por satisfacer su ambición y para garantizar viejos pactos de impunidad en torno al prevaricato sistematizado contra los militares.
El dilema es de García Mansilla, quien si acepta ser designado por decreto se estaría desdiciendo de su palabra ya que declaró en el Congreso que no aceptaría ser nombrado por decreto. Veremos que tan fuertes son sus convicciones.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía.
Excelente editorial. Coincido con usted
ResponderEliminarConcuerdo con UD. Aunque en mi caso voté a Milei otorgándole el beneficio de la duda. Ya que desde 2020 comenzó a decepcionarme con algunas de sus declaraciones, demostrando que no era tan libertario como decía ser.
ResponderEliminarCoincido mucho con su juicio crítico, fue y es la última y única alternativa, aunque considero que se están forjando nuevos líderes, con convicciónes morales y conductuales renovadas ante el hastío de la corrupción qué aún persiste en muchas provincias, una pena causa las reiteradas veces qué nuestro presidente no midió sus palabras y se deja llevar por impulsos, hoy no sólo la Argentina, también el mundo, necesita de líderes no sólo con conocimientos económicos, políticos, o estadista, si no también de personas con educación que respeten las diferencias del otro
ResponderEliminarMuy sugestivo que lo comentarios sean todos anónimos. No !!!????
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